02 - La Envidia 04
Comparaciones Apropiadas
Entonces,
¿siempre está mal compararse con los demás, o hay ocasiones en que podría ser
apropiado?
Muchas veces,
las comparaciones llevan a la amargura y a la depresión, pero no siempre tiene
que ser así. A este respecto, notemos el consejo del apóstol Shaúl:
"Sean imitadores de los que mediante fe y paciencia heredan
las promesas" Ivrim 6:12
Es bueno
esforzarse por cultivar cualidades como las de los siervos fieles de Yahweh de
tiempos antiguos. Claro que, a fin de lograrlo, tal vez tengamos que hacer
algunas comparaciones. Pero éstas nos ayudan a ver ejemplos que podemos imitar
y aspectos en los que debemos mejorar.
Pensemos en el
caso de Yahonatán. Podría decirse que tenía motivos para sentir envidia. Siendo
el hijo mayor del rey Saúl de Yisrael, seguramente hubo un tiempo en que
esperaba ser rey, pero Yahweh escogió a un hombre treinta años más joven que
él: a David. En vez de resentirse, Yahonatán se distinguió por brindar a David
su amistad y apoyo altruista como rey designado por Yahweh. Fue un hombre
verdaderamente espiritual (Shemuel Alef 19:1-4). A diferencia de su padre, que
vio a David como un rival, Yahonatán reconoció la dirección de Yahweh y se
sometió a Su voluntad. No se comparó con David ni preguntó: "¿Por qué él y
no yo?".
Entre los
creyentes, jamás deberíamos sentirnos amenazados, como si los demás estuvieran
tratando de superarnos o de quitarnos el puesto. La rivalidad no debe tener
cabida entre nosotros. Los creyentes maduros se caracterizan por la
cooperación, la unidad y el amor, no la competencia. Si amamos a alguien, deseamos
su bien, y nos sentimos felices cuando tiene éxito y él también es feliz. De
modo que si en la congregación alguien obtiene cierto privilegio, lo correcto
sería estar contentos con eso. Esa fue la actitud de Yahonatán. Al igual que a
él, se nos bendecirá si apoyamos a los que sirven fielmente en los puestos de
responsabilidad de la organización de Yahweh.
Es apropiado
admirar el excelente ejemplo de nuestros compañeros creyentes. Una comparación
equilibrada con ellos puede impulsarnos a imitar su fe. Pero si no tenemos
cuidado, la imitación puede convertirse en competencia. Si nos sentimos
superados por alguien a quien admiramos y tratamos de denigrarlo o criticarlo,
la imitación ha dado paso a la envidia.
Lo cierto es que
ningún ser humano imperfecto ofrece un modelo ideal. Por esa razón, las
Escrituras nos dicen:
"Háganse imitadores de Elohim, como hijos amados".
Efesiyim 5:1
Pues para eso los llamaron, porque también el Mashíaj sufrió por
ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus pisadas. Kefá Alef 2:21
Lo que debemos
esforzarnos por imitar son las cualidades de Yahweh, que están manifestadas en
Yahshua: su amor, afecto, compasión y humildad. Tenemos que dedicar tiempo a
compararnos con sus cualidades, propósitos y modo de hacer las cosas. Esa
comparación puede enriquecer nuestra vida, porque nos provee guía confiable,
estabilidad y seguridad, además de ayudarnos a alcanzar la medida que
corresponde a creyentes maduros (Efesiyim 4:13). Si nos concentramos en hacer
todo cuanto podamos por imitar los ejemplos perfectos de Yahweh y de Yahshua,
no hay duda de que nos sentiremos menos propensos a compararnos con nuestro
prójimo.
El Peligro De Ceder A La Envidia
La gente que
consigue lo que quiere mediante el fraude y la violencia puede disfrutar por un
tiempo de prosperidad, seguridad y buena salud. Es posible que los inicuos
incluso tengan una muerte pacífica, no angustiosa. Cuando un siervo de Elohim
observa que sus circunstancias son menos favorables que las de los inicuos,
puede ser que permita que la envidia erosione su aprecio por el valor de hacer
la voluntad divina, como le sucedió al salmista Asaf.
Pero yo, por poco doy un mal paso; poco faltó para que resbalaran
mis pies; porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los
malvados. Ellos no se preocupan por la muerte; su cuerpo se mantiene vigoroso;
no pasan trabajos como los otros mortales, ni reciben golpes como los demás
hombres. Por eso el orgullo les sirve de collar, se ponen como manto la
licenciosidad; los ojos se les saltan de gordura, tienen más de lo que puede
desear el corazón. Se mofan, y hablan con maldad de hacer violencia, hablan con
altanería; abren la boca contra el cielo y su lengua recorre la tierra. Y así
golpean a Su pueblo una y otra vez, hasta que escurren su última lágrima. Entonces
dicen: "¿Podrá saberlo El? ¿Podrá haber conocimiento de esto en
Elyon?". ¡Y estos que son tan malvados, siempre prosperan, y amasan
riquezas! Completamente en vano he limpiado mi mente y he lavado mis manos en
inocencia; pues he recibido azotes cada día, y castigos todas las mañanas. Si
decidiera decir estas cosas, traicionaría al linaje de tus hijos. Meditaba yo
para entender esto, pero me resultaba muy difícil, hasta que entré en el
Santuario de Elohim y entendí el paradero de ellos. Mizmor 73:2-14
Por eso, en
repetidas ocasiones las Escrituras ofrecen razones sólidas por las que no se
debe envidiar a los malhechores ni adoptar sus caminos: los que practican la
injusticia son tan transitorios como la hierba que se seca en seguida bajo el
calor del sol.
No te enojes por causa de los malvados, ni tengas envidia de los
malhechores; que como pasto serán pronto cortados, como la hierba verde se
secarán. Mizmor 37:1-2
Aunque los que
consiguen sus objetivos mediante la violencia disfruten de prosperidad, son
detestables a Yahweh y están bajo su maldición:
No envidies a un hombre sin ley, ni escojas ninguno de sus
caminos; porque el desviado es una abominación para Yahweh, pero Él intima con
el sincero. La maldición de Yahweh está sobre la casa del malvado, pero Él
bendice el hogar del justo. Mishlei 3:31-33
Y su vida no
tiene futuro:
No envidies a los pecadores en tu corazón, sino sólo a los
respetuosos de Elohim, en todo tiempo, porque entonces tendrás un futuro, y tu
esperanza nunca fallará. Mishlei 23:17-18
No envidies a los malvados; no desees estar con ellos... No te
dejes enojar por malhechores; no te dejes molestar por los malvados; porque no
hay futuro para el hombre malo; la lámpara del malvado se apaga. Mishlei
24:1,19-20
La patética
suerte de la persona envidiosa se anuncia en el proverbio inspirado:
"El hombre de ojo maligno se agita tras cosas valiosas, pero
no sabe que la carencia misma le sobrevendrá". Mishlei 28:22
Este "ojo
maligno" es AYIN RAAH (esto es, tacaño, avaro, envidioso, codicioso). En
efecto, la persona de ojo envidioso se encamina a la carencia. Se esfuerza por
elevarse a sí misma a la altura de aquellos a quienes envidia, pero al mismo
tiempo se degrada en sentido moral, sacrificando los principios justos. Aún si
consigue riquezas, son temporales y tiene que abandonarlas cuando le viene la
muerte. De modo que se ha esforzado o "agitado" para nada.
Yahshua mencionó
"el ojo envidioso" (literalmente, "inicuo") entre las cosas
inicuas que proceden del interior del hombre y lo contaminan.
...avaricia, malicia, engaños, indecencia, envidia, calumnia,
arrogancia, estupideces. Todas estas cosas malvadas vienen de adentro y hacen a
la persona impura" Mordejai 7:22-23
La envidia es
una de las obras despreciables de la carne que se interpone en el camino hacia
el Reino de Elohim. (GalutYah 5:19-21). Sin embargo, con la ayuda del ruaj de
Elohim es posible evitarla:
Por eso digo: Anden en el espíritu, y así jamás satisfarán los
malos deseos de la carne. Porque la carne desea lo que es contrario al
espíritu, y el espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen
mutuamente, para que ustedes no hagan lo que quisieran. Pero si se dejan guiar
por el espíritu, no están bajo la ley... Ahora que vivimos en el espíritu,
andemos en el espíritu. No seamos vanidosos, irritándonos unos a otros y
envidiándonos unos a otros. GalutYah 5:16-18,25-26
Porque en otro tiempo nosotros también éramos insensatos,
desobedientes, extraviados. Estábamos esclavizados por diversas pasiones y
placeres, viviendo en malicia y en envidia. Éramos aborrecibles, odiándonos
unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Yahweh nuestro Salvador y
su amor por los hombres, él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros
hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del lavamiento de la
regeneración y de la renovación del espíritu de santidad... Tito 3:3-5
Ya que han dejado toda maldad, todo engaño, hipocresía, envidia y
toda maledicencia, deseen como niños recién nacidos la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcan para salvación... Kefá Alef 2:1-2
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