9 de agosto de 2020

AHD069 - El Sexto Mandamiento - ''No Asesinarás'' 09




El Odio

En las Escrituras la palabra "odio" tiene varios significados. Puede significar hostilidad intensa, una mala predisposición arraigada, a la que suele acompañar el rencor. Semejante odio puede convertirse en un sentimiento corrosivo que intenta hacer daño al objeto de su antipatía.


"Odio" puede significar también fuerte aversión, pero sin ninguna intención de hacer daño al objeto del odio, sino sólo de procurar evitarlo debido a un sentimiento de repugnancia.

Las Escrituras también emplean la palabra "odio" para referirse a amar en un grado menor:

Y si un hombre tiene dos esposas, una amada y la otra aborrecida... Devarim 21:15

Yahshua ha Mashiaj dijo:

"Si alguien viene a mí y no odia a su padre y madre y esposa e hijos y hermanos y hermanas, sí, y hasta su propia alma, no puede ser mi discípulo". Luka 14:26

Obviamente Yahshua no quería decir que sus seguidores debían sentir hostilidad o tener repugnancia a sus familias y a ellos mismos, porque esto no estaría en armonía con el resto de las Escrituras.

La ley de Elohim a Yisrael decía: "No debes odiar a tu hermano en tu corazón" (Vayikra 19:17). Uno de los requisitos para que el homicida involuntario pudiera presentarse en una de las ciudades de refugio para conseguir asilo era no haber abrigado odio a la persona a la que había matado:

Ahora bien, este es el caso del homicida que puede huir allí y vivir: Uno que haya matado a otro sin intención, sin que hubiera sido su enemigo en el pasado. (...) Sin embargo, si una persona que sea enemiga de otra la acecha y se le echa encima y la golpea con un golpe fatal... no debes mostrarle piedad. Devarim 19:4,11,13

¿Hay que odiar a los enemigos? El consejo de Yahshua de amar a los enemigos está en completa armonía con el espíritu de las Escrituras Hebreas. (MattiYah 5:44). Iyov reconoció que cualquier sentimiento de alegría maliciosa por la calamidad de alguien que lo odiase intensamente hubiera sido incorrecto:

Nunca me he alegrado por el infortunio de mi enemigo, ni me regocijé cuando lo alcanzó el mal. Nunca he dejado pecar mi boca deseándole la muerte con maldición. Iyov 31:29-30

La ley mosaica impuso a los yisraelitas la responsabilidad de acudir en ayuda de otros yisraelitas a quienes pudieran considerar enemigos suyos.

Cuando encuentres el buey o el asno que se le había extraviado a tu enemigo, debes devolvérselo. Cuando veas el asno de tu enemigo caído bajo su carga y quisieras negarte a levantarlo, debes sin embargo ayudarle a levantarlo. Shemot 23:4-5

Más bien que regocijarse por la calamidad de un enemigo, a los siervos de Elohim se les manda:

Si tu enemigo cae, no te alegres; si tropieza, no se goce tu corazón, no vaya a ser que lo vea Yahweh y se desagrade, y aparte de él su ira. Mishlei 24:17-18

Si tu enemigo tiene hambre, dale pan para comer; si tiene sed, dale agua para beber. Harás que le arda la cara de vergüenza, y Yahweh te recompensará. Mishlei 25:21-22

Una de las ideas que los maestros judíos de la tradición habían añadido a la ley de Elohim era que se tenía que odiar a los enemigos. Como la Ley mandaba que los yisraelitas amasen a su prójimo (Vayikra 19:18), estos maestros enseñaban que eso implicaba odiar a sus enemigos. Se llegó a pensar que los términos "amigo" y "prójimo" aplicaban exclusivamente a los judíos, mientras que a todos los demás se les consideraba enemigos por naturaleza. A la luz de la acepción tradicional de "prójimo", que promovía la enemistad con los gentiles, se puede ver fácilmente por qué añadieron a esta declaración de la ley de Elohim las palabras no autorizadas: "y odiar a tu enemigo" (MattiYah 5:43).

Por el contrario, el creyente está obligado a amar a sus enemigos, es decir, aquellos que se hacen a sí mismos enemigos personales. Este amor ágape no es sentimentalismo, basado en un mero apego personal, como normalmente manifiestan superficialmente muchos, por ejemplo los Papas lavando simbólicos pies mientras llenan sus barrigas y duermen en camas de oro. El amor ágape trasciende los sentimientos personales de animadversión y nunca permite que hagan que una persona abandone los principios correctos y se desquite. El siervo de Elohim incluso ora por aquellos que debido a su ignorancia se oponen a su proceder creyente y lo persiguen, para que sus ojos puedan abrirse y ver la verdad concerniente a Elohim y sus propósitos.


Las Raíces Del Odio

El odio hizo su aparición en los albores de la humanidad, como indica el relato bíblico de Bereshit:

...pero a Qayin y su ofrenda no le prestó atención. Qayin estaba muy enojado y puso mala cara. (...) Qayin le dijo a su hermano: "Vayamos al campo"; y cuando estaban en el campo Qayin atacó a su hermano Hevel y lo mató. Bereshit 4:5,8

En efecto, Hevel fue víctima de una de las causas más comunes del odio: la envidia, los celos.

Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza. Mishlei 6:34

En la actualidad, las personas siguen atacándose por envidia de la condición social, la riqueza, las posesiones u otras ventajas.

Pero esta no es más que una de las múltiples raíces del odio. Otras son la ignorancia y el miedo. En la mayoría de los casos, los recelos suelen fundarse en la ignorancia. La gente con prejuicios tiende a abrigar opiniones infundadas, a tergiversar, distorsionar, malinterpretar o incluso pasar por alto todo lo que discrepe de sus ideas preconcebidas.

En América, por ejemplo, el sistema esclavista dejó un legado de tensiones —que sobreviven hasta nuestros días— entre muchos blancos y afroamericanos y mestizos. No es raro que los criterios del exclusivismo de raza se transmitan de padres a hijos, con o sin motivo. Estos conceptos influyen en la autoestima y en el perfil cultural, social y económico de todos los países de Latinoamérica.

Por otro lado, hay quienes creen que las personas diferentes no pueden ser buenas. Quizás tuvieron un incidente aislado con alguien de otra raza o cultura, y de ahí dieron un salto espectacular y concluyeron que todos los miembros de esa colectividad compartían el mismo defecto.

Aunque la intolerancia es espantosa a nivel individual, cuando infecta a todo un país puede resultar mortífera. La noción de que la nacionalidad, el color de la piel, la cultura o el idioma hacen a un ser humano superior a otros podría ser un caldo de cultivo del fanatismo y la xenofobia (hostilidad hacia toda persona o cosa extranjera). Durante el siglo XX, esa intransigencia se tradujo a menudo en actos violentos a los cuales hoy, gracias a los medios de comunicación, conseguimos estar en mayor contacto, con más detalle (sobre todo los morbosos), mayor cobertura, etc., logrando un impacto que antiguamente no era tan fuerte.

Cabe mencionar que el odio y la intolerancia no se centran únicamente en el color de la piel o la nacionalidad. El investigador Clark McCauley, de la Universidad de Pensilvania, señala que "la división arbitraria de la gente en dos grupos, aunque se realice lanzando una moneda al aire, basta para generar parcialidad hacia el grupo al que uno pertenezca". Una maestra demostró este hecho con un famoso experimento: al dividir a sus alumnos de tercer grado (de ocho años) en dos secciones según el color de los ojos, azules o castaños, enseguida surgieron las disputas. Hasta las asociaciones que se fundan en cuestiones tan triviales como la predilección por un determinado equipo deportivo pueden desencadenar choques violentos.


Formas De Envenenar Las Mentes

En primera línea figuran los líderes de grupos que incitan al odio, como los skinheads (cabezas rapadas) de orientación neonazi y el Ku Klux Klan, los clanes de drogas y guerrilla, las pandillas, etc. Su blanco suelen ser jóvenes influenciables de familias problemáticas, chicos con sentimientos de inseguridad e inferioridad que desean obtener un sentido de pertenencia.

Un medio muy poderoso para difundir el odio es Internet que alberga millares de sitios que incitan al odio. De acuerdo con la revista The Economist, el dueño de uno de ellos dijo: "Gracias a la Red, hacemos llegar nuestros puntos de vista a centenares de miles de personas". Ese mismo espacio incluye una "Sección infantil".

Cuando los adolescentes navegan por la Red en busca de música, pudieran encontrar enlaces con sitios que permiten bajar canciones cargadas de odio, por lo general ruidosas, violentas y con letras muy racistas, cuando no directamente satánicas. La oposición a todo lo que es Yahweh también es odio. Esas mismas páginas ofrecen conexiones con grupos de noticias, foros de charla y otros espacios que fomentan la hostilidad.

Algunos de ellos tienen secciones especiales con juegos y actividades para los jóvenes. Una página neonazi trata de justificar con las Escrituras el racismo y el antisemitismo. El grupo que la mantiene creó también un sitio con crucigramas que incorporan comentarios racistas. ¿Con qué finalidad? "Ayudar a los jóvenes blancos a que entiendan nuestra lucha".

La manera como a veces se enseña la historia a los jóvenes puede influir en el entero punto de vista de ellos respecto a ciertas naciones y pueblos. Hay que admitir que las influencias del hogar contribuyen a ello. Los niños difícilmente pueden pasar por alto las declaraciones despectivas referentes a otra raza u otro pueblo.

Los propagandistas tienen culpa también. Seamos jóvenes o ancianos, lo que usted oímos  puede influir en nuestra manera de pensar. Por ejemplo, cuando alguien escucha cierta propaganda política, puede llegar a odiar a ciertas personas debido a que algún astuto manipulador de la mente las estereotipa incorrectamente. ¡Cuán a menudo sucede esto en tiempo de guerra!

Por lo visto, las raíces del odio son múltiples y complejas. Entonces, ¿no hay manera de conseguir que el hombre se salga del círculo vicioso del odio, esa locura que ha marcado su historia? ¿Pueden adoptarse medidas, tanto de carácter personal como internacional, para combatir la incomprensión, la ignorancia y el temor que engendran odio?













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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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