¿Perseguidos Por Qué?
¿Por qué habrían
de desear algunas personas, entre ellas ciertas autoridades gubernativas,
oponerse a los creyentes verdaderos? Para hallar la respuesta, conviene que
examinemos dos grupos religiosos del siglo primero de nuestra era. A ambos se
les odió, pero por muy distintas razones.
Para el siglo
primero de nuestra era, Yisrael estaba bajo el yugo romano, y el judaísmo
farisaico edomita, el sistema religioso judío, se hallaba por lo general
oprimido por guías religiosos despóticos como los escribas y los fariseos.
Aquellos líderes fanáticos tomaron los preceptos de la Ley mosaica
concernientes a separarse de las naciones y los torcieron para que se
despreciara a los no judíos. Con ello crearon una religión que engendraba odio
hacia los gentiles y que, a cambio, se atraía el odio de estos.
Ya que para los
judíos de aquella época los gentiles eran gente despreciable (y aún hoy lo son,
basta leer su Talmud, QUE ES POSTERIOR A LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO), a los
guías religiosos judíos no les fue difícil predicar que había que
despreciarlos. Enseñaron que una mujer judía nunca debía estar sola con
gentiles, porque estos eran "sospechosos de incontinencia (sexual)".
A un judío no se le debía "dejar sólo (...) con ellos, porque (eran)
sospechosos de intenciones homicidas". La leche que un gentil ordeñara no
podía consumirse, a menos que un judío hubiera estado presente inspeccionando
el proceso. La influencia de sus líderes llevó a los judíos a adoptar una
actitud de distanciamiento y estricta exclusividad (compárese con Yahanan 4:9).
Estas enseñanzas
sobre los no judíos no contribuyeron en absoluto a las buenas relaciones entre
judíos y gentiles. Estos últimos llegaron a considerar que los judíos odiaban a
toda la humanidad. El historiador romano Tácito (nacido hacia el 56 EC) dijo de
los judíos: "Para todos los demás
(hombres) tienen un odio mortal". Afirmó asimismo que a los gentiles
que se convertían en prosélitos judíos se les enseñaba a renegar de su patria y
a repudiar a sus familias y amigos.
¿Armonizaba ese
modo de ver a los forasteros con la forma de adoración delineada en la Ley
mosaica? La Ley alentaba la separación respecto a las naciones, pero con el
motivo de proteger a los yisraelitas y, en particular, su adoración pura
(Yahoshúa 23:6-8). Aun así, la Ley exigía que se dispensara un trato justo e
imparcial a los forasteros y que se les recibiera con hospitalidad, a menos que
violaran de manera flagrante las leyes de Yisrael:
Tendrás una norma para el extranjero y
el ciudadano por igual: porque yo Yahweh soy tu Elohim". Vayikra 24:22
Más que eso,
debían amarlos:
El extranjero que reside con ustedes
será para ustedes como uno de sus ciudadanos; lo amarán como a ustedes mismos,
porque ustedes fueron extranjeros en la tierra de Mitsráyim: Yo Yahweh soy su
Elohim. Vayikra 19:34
Al abandonar el
espíritu razonable de la Ley manifestado en los mandatos relativos a los
forasteros, los guías religiosos judíos de los días de Yahshua instauraron una
forma de adoración que engendraba odio y era odiada, porque estaban mezclados
con los edomitas y se contaminaron de su odio, cada vez más. Al final, la
nación judía del siglo primero perdió el favor de Yahweh cuando el labrador de
la viña (Mashíaj) vino a buscar fruto y no lo halló:
Yahrushalayim, Yahrushalayim, que
matas a los profetas y apedreas a los que se te envían, ¡Cuántas veces quise
juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no
quisiste! Miren, su casa se les queda desierta. MattiYah 23:38
¿Esto que tiene
que ver con nuestro tema? La lección es que el odio engendra odio, jamás amor,
y que el mandato no es simplemente no asesinar, sino también no odiar. Por eso
todos los últimos mandamientos se resumen en el positivo "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo". Una actitud de superioridad moral que desprecie
a quienes no comparten nuestras creencias religiosas no complace a Yahweh ni
refleja adecuadamente Su amor.
Mashíaj no
adoptó esa actitud con la samaritana del pozo, al contrario, le dirigió la
palabra y terminó ganándose muchos seguidores en la ciudad.
No lo estamos
representando correctamente si establecemos diferencias entre un supuesto
"pueblo elegido" (que lo fue para traer al Salvador y para ser
"sembrados" en el mundo, cosa que no han comprendido) que debe
permanecer "superior" al resto del mundo. Al contrario:
Pero entre ustedes no será así. Por el
contrario, el que quiera ser grande entre ustedes debe hacerse servidor de los
demás; y el que anhele ser el primero entre ustedes, debe hacerse servidor de
ustedes... MattiYah 20:26-27
Pensemos en los
creyentes fieles del siglo primero. Ni odiaron a los que no eran creyentes ni
se rebelaron contra Roma. No obstante, fueron "objeto de odio". ¿El
odio de quiénes? Y ¿por qué? ¿Quiénes odiaron a los primeros creyentes?
Las enseñanzas
de Yahshua pusieron en claro que él quería que sus discípulos tuvieran un punto
de vista equilibrado en cuanto a los que no eran creyentes. Por un lado, dijo
que sus seguidores estarían separados del mundo, es decir, evitarían las
actitudes y la conducta que estuvieran en conflicto con los justos caminos de
Yahweh. Por otro lado, lejos de predicar el desprecio hacia quienes no fueran
creyentes, Yahshua les enseñó a "amar a sus enemigos" (MattiYah
5:44). El apóstol Shaúl exhortó a los creyentes:
"Si tu enemigo tiene hambre,
aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber" (Romaniyim 12:20).
A pesar de todo,
los discípulos de Mashiaj no tardaron en ser "objeto de odio" desde
tres ángulos distintos. El primero lo constituyeron los guías religiosos
judíos. No es de extrañar que los creyentes atrajeran rápidamente su atención,
porque se regían por elevados principios de moralidad e integridad, y
proclamaban con ardor un mensaje de esperanza que para los oprimidos y simples
del pueblo era un bálsamo y una dulce promesa, en contraposición con la dura
actitud farisaica de regla sobre regla (humana, además). Miles de individuos
abandonaron el judaísmo y se hicieron creyentes (MaAseh 2:41; 4:4; 6:7). Para
aquellos líderes religiosos, los discípulos judíos de Yahshua no eran más que
unos apóstatas (compárese con MaAseh 13:45). Enfurecidos, pensaron que la nueva
creencia invalidaba sus tradiciones. Más
aún: negaba su punto de vista en cuanto a los gentiles, quienes pudieron hacerse
creyentes después de la muerte de Mashíaj, en virtud del hecho de que Él
"atrajo a todos a sí mismo":
Pero ahora en el Mashíaj Yahshúa,
ustedes que en otro tiempo estaban lejos se han acercado por la sangre del
Mashíaj. Porque él es nuestra paz, que de ambos nos hizo uno. Él derribó en su
carne la barrera de división, es decir, la hostilidad; y abolió la ley de los
preceptos en forma de ritos, para crear en sí mismo de los dos hombres un solo
hombre nuevo, haciendo así la paz. También reconcilió con Elohim a ambos en un
solo cuerpo, por medio del madero, dando muerte en éste a la enemistad. Y vino
y anunció la Buena Noticia: paz para ustedes que estaban lejos y paz para los
que estaban cerca, ya que por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre en un
solo espíritu. Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni forasteros, sino
conciudadanos de los consagrados y miembros de la familia de Yahweh. Han sido
edificados sobre el fundamento de los Enviados y de los profetas, siendo
Yahshúa el Mashíaj mismo la piedra angular. En él todo el edificio, bien
ensamblado, va creciendo hasta ser un templo santo en unión al Maestro. En él
también a ustedes se los edifica juntamente para morada de Yahweh en el
espíritu. Efesiyim 2:13-22
En segundo
lugar, los creyentes fueron blanco del odio de adoradores paganos. En la
antigua Éfeso, por ejemplo, la manufactura de estatuitas de plata de la diosa
Diana constituía un negocio próspero. Sin embargo, cuando Shaúl predicó allí,
una cantidad considerable de ciudadanos reaccionaron favorablemente y
abandonaron la adoración de aquella deidad. Al ver amenazado su negocio, los
plateros se alborotaron (MaAseh 19:24-41). Notemos bien que el interés estaba
en su negocio monetario, y secundariamente en su diosa. Ellos la defendían porque
les traía beneficios. El mundo hoy hace exactamente lo mismo, aunque sus dioses
hoy se disfracen de ciencia, tecnología, supuestos conocimientos, etc.
Algo parecido
sucedió cuando la Besorah llegó a Bitinia, (lo que ahora es el noroeste de
Turquía). No mucho después de completarse las Escrituras, el gobernador de
Bitinia, Plinio el Joven, escribió que los templos paganos estaban vacíos y que
las ventas de forraje para los animales que se iban a sacrificar habían
descendido enormemente. Se culpó a los creyentes y se los persiguió, ya que los
sacrificios animales y los ídolos no tenían cabida en su adoración (Ivrim
10:1-9; Yahanan Alef 5:21). Está claro que la difusión de la nueva
creencia perjudicaba a ciertos intereses
creados en torno al paganismo, lo que molestaba a los que perdían su negocio y
su dinero.
En tercer lugar,
los creyentes se convirtieron en "objeto de odio" para los romanos
nacionalistas. Al principio, los romanos los consideraban un grupo religioso
pequeño y probablemente fanático. Pero con el tiempo la sola mención de ser
creyente se convirtió en un delito sancionable con la pena capital. ¿Por qué se
vio como víctimas propicias de persecución y muerte a ciudadanos honrados que
llevaban una vida creyente?
El mundo romano
odió a los creyentes principalmente por practicar sus creencias religiosas. Por
ejemplo, se mantenían separados del mundo (Yahanan 15:19). De ahí que no
ocuparan cargos políticos y se negaran a servir en el ejército. En
consecuencia, "se les representaba
como hombres que habían muerto para el mundo y no servían para ningún asunto de
la vida", dice el historiador Augustus Neander. No ser parte del mundo
también significaba evitar los caminos malvados del corrupto mundo romano.
Podría ser que los romanos persiguieran y ejecutaran a los creyentes para
acallar la molesta voz de la conciencia, algo que parece repetirse en el mundo
de hoy. Para poder practicar impune y alegremente su vida corrupta y
pecaminosa, es necesario eliminar primero a aquellos que levantan su voz para
acusarlos.
Los creyentes
del siglo primero predicaban las buenas nuevas del Reino de Elohim con un celo
incansable (MattiYah 24:14). Hacia el año 60 EC., Shaúl pudo decir que las
buenas nuevas se habían "predicado
en toda la creación que está bajo el cielo" (Qolasiyim 1:23)
figuradamente hablando, claro. Para finales del siglo primero los seguidores de
Yahshua habían hecho discípulos por todo el Imperio romano: en Asia, Europa e
incluso África. Hasta algunos miembros de "la casa de César" se hicieron
creyentes (personas que pertenecían a la casa como trabajadores y servidores,
mucho más probablemente que miembros de sangre de la familia de Cesar mismo)
(Filipiyim 4:22). Aquella predicación celosa provocó resentimiento. La Besorah no cesaba de expandirse entre personas de
todo nivel y amenazaba con derribar la religión del Estado.
Los seguidores
de Yahshua rendían devoción exclusiva a Yahweh (MattiYah 4:8-10). Puede que
este aspecto de su adoración los enfrentara con Roma más que ningún otro. Los
romanos eran tolerantes con las demás religiones, con tal de que sus adeptos
también rindieran culto al emperador. Los primeros creyentes sencillamente no
podían tomar parte en esa adoración, porque se consideraban responsables ante
una autoridad más encumbrada que la del Estado romano: Yahweh Elohim (MaAseh
5:29). En consecuencia, al creyente se le tachaba de enemigo del Estado
prescindiendo de lo buen ciudadano que fuera en todos los demás aspectos. ¿No
sucede acaso lo mismo hoy en este "mundo civilizado" que juega a tener apariencia de democracia e
imparcialidad y que dice condenar toda discriminación, exceptuando a los
creyentes de Yahweh?
Pero aún hubo
otra razón por la que el mundo romano hizo de los creyentes "objeto de
odio", y fue justamente una mezcla de estos dos grupos de odio: judíos y
paganos romanos. Los romanos prestaron oído fácil a calumnias maliciosas, a
acusaciones de las que los líderes religiosos judíos fueron principalmente
responsables:
Entonces los yahuditas se pusieron
celosos y tomaron de la calle a algunos hombres perversos, y formando una turba
alborotaron la ciudad. Asaltando la casa de Iasón, procuraban sacarlos al
pueblo. Como no los encontraron, arrastraron a Iasón y a algunos hermanos ante
los gobernadores de la ciudad, gritando: “¡Estos que trastornan al mundo entero
también han venido acá y Iasón los ha recibido! Todos éstos actúan en contra de
los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Yahshúa”. El pueblo y los
gobernadores se preocuparon al oír estas cosas. MaAseh 17:5-8
Alrededor de los
años 60 EC., mientras Shaúl esperaba en Roma ser juzgado por el emperador
Nerón, algunos judíos prominentes dijeron de los creyentes:
"Verdaderamente, en lo que toca a
esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella"
MaAseh 28:22
Sería difícil
que aquellas difamaciones no hubieran llegado a oídos de Nerón. Cuando en 64
EC. provocó el incendio que asoló Roma, se dice que escogió como chivos
expiatorios a los ya calumniados creyentes. Al parecer este incidente desató
una campaña de violenta persecución cuyo objetivo era el exterminio de
aquellos.
Por lo tanto,
los creyentes fieles fueron "objeto de odio" para los romanos por dos
razones fundamentales: 1) sus creencias y prácticas fundadas en las Escrituras
y 2) las falsas acusaciones en su contra. Prescindiendo de sus motivos, los
opositores tenían un sólo objetivo: suprimir el nuevo movimiento de creyentes
en Yahshua. Por supuesto, quienes realmente instigaron la persecución de los
creyentes fueron opositores sobrehumanos, perversas fuerzas espirituales
invisibles (Efesiyim 6:12).
Los creyentes de
tiempos modernos han sido, al igual que los primeros creyentes, "objeto de
odio" en diferentes países. Sin embargo, la situación ha ido empeorando a
ojos vista, de forma flagrante y ya nada sutil. Medio siglo atrás era
impensable hablar mal de "Dios" en público, hoy cualquiera puede
blasfemar de Él y eso no debe ofender a sus seguidores, porque es "libre
expresión". También debemos aceptar las cada vez peores condiciones de
comportamiento social mientras se nos tapa la boca para no decir la verdad y
exponer su corrupción. La censura es flagrante, y la persecución en los medios
considerados tradicionalmente como "tolerantes" ya está comenzando.
Es hora de fortalecer nuestra fe y nuestra postura, porque puede que en breve
sea puesta a prueba.
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Publicado por: Anunciadora de Sión
SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO
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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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