Sacrificios
de Sangre
Yahweh considera
que existe una estrecha relación entre la vida y la sangre, y que ambas son
sagradas. La primera vez que reveló este hecho fue poco después de que Qayin
matara a Hevel. Elohim le dijo al asesino: "¡Oye,
la sangre de tu hermano me grita desde la tierra!". (Bereshit 4:10). A
los ojos de Yahweh, la sangre de Hevel representaba su vida, brutalmente
cortada. Era como si esa sangre estuviera pidiendo a gritos que Elohim la
vengara (Ivrim 12:24).
Cuando un
yisraelita desobedecía un mandato divino, no quedaba irremediablemente
condenado. En vista de que, como muestra las Escrituras, la sangre y la vida
son equivalentes, podía degollar un animal y ofrecerlo en el altar:
Si alguna persona del pueblo incurre inadvertidamente en culpa al
hacer cualquiera de las cosas que por mandamiento de Yahweh no se deben hacer,
y se dé cuenta de su culpa – o que se le traiga a su atención el pecado de que
es culpable– traerá una cabra sin tacha como su ofrenda por el pecado del que
es culpable. Pondrá la mano sobre la cabeza de la ofrenda por el pecado, y se
inmolará la ofrenda por el pecado en el lugar de la ofrenda quemada. El
sacerdote tomará con su dedo un poco de esa sangre y la pondrá en los cuernos
del altar de las ofrendas quemadas; y todo el resto de la sangre la derramará
en la base del altar. Le quitará toda la grasa, tal como se le quita la grasa
al sacrificio de bienestar; y el sacerdote la convertirá en humo sobre el
altar, como olor grato a Yahweh. Así el sacerdote hará expiación por él, y será
perdonado. Vayikra 4:27-31
Si estaba
arrepentido, su culpa quedaba expiada, o borrada, con ese sacrificio, aunque
sólo de forma provisional.
El término
bíblico traducido "expiación" transmite la idea de
"sustitución", así como la de "cubierta" (por ejemplo, la tapa
que encaja muy bien en un recipiente). Claro, en el caso de los pecados de una
persona, no había ningún animal que pudiera sacrificarse para
"cubrirlos", o expiarlos, a la perfección. Pero los sacrificios de
animales eran como una sombra, o modelo, de la expiación perfecta de los
pecados que tendría lugar en el futuro (Ivrim 10:1,4).
La aplicación de
la sangre de Mashiaj para la salvación del hombre se prefiguró en el Tanaj de
diversas maneras. Durante la celebración del primer Pésaj en Egipto, la sangre
que se salpicó sobre la parte superior de la entrada y sobre los postes de la
puerta de los hogares yisraelitas protegió al primogénito que había en su
interior de morir a manos del malaj de Elohim (ver CLE02 13 - El Primer Pésaj 01 y CLE02 14 - El Primer Pésaj 02). El pacto mosaico, que contenía disposiciones
expiatorias típicas, fue validado por medio de la sangre de animales:
Designó algunos jóvenes de entre los yisraelitas para que
presentaran ofrendas quemadas y sacrificaran bueyes como ofrendas de bienestar
para Yahweh. Mosheh tomó una parte de la sangre y la puso en recipientes, y la
otra parte de la sangre la roció sobre el altar. Entonces tomó el registro de
la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo. Y ellos dijeron: "¡Todo lo
que ha dicho Yahweh lo haremos, y obedeceremos!". Mosheh tomó la sangre y
la roció sobre el pueblo y dijo: "Esta es la sangre de la alianza que hace
ahora Yahweh con ustedes, tocante a todos estos mandatos". Shemot 24:5-8
Los numerosos
sacrificios cruentos, en particular los que se ofrecían en el Día de Expiación,
Yom Kipur, servían para expiar los pecados de una manera típica, y
representaban la verdadera eliminación del pecado por medio del sacrificio de
Mashiaj.
El que la sangre
tuviera que derramarse al pie o base del altar y ponerse sobre los cuernos del
mismo ilustra el poder legal que tenía a la vista de Elohim, porque Él la
aceptaba para fines expiatorios. La expiación tenía su base o fundamento en la
sangre, y la fuerza (representada por los cuernos) del sacrificio radicaba
también en la sangre.
En el B'rit
Hadashá se subrayó aún con más fuerza la santidad de la sangre. Ya no tenía que
ofrecerse más sangre animal, porque aquellas ofrendas animales sólo eran una
sombra de la realidad: Yahshua ha Mashiaj.
Estas cosas son sólo una representación de los bienes que vendrán,
pero la realidad pertenece al Mashíaj. Qolasiyim 2:17
Porque, siendo que la Torah tiene sólo una sombra de los bienes venideros
y no la imagen misma de estas realidades, nunca puede, por medio de los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente de año en año, perfeccionar a los que
se acercan. De otra manera, habrían dejado ya de ofrecerse. Porque los que
ofrecen este culto, una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de
pecado. Sin embargo, cada año se hace memoria del pecado con estos sacrificios,
porque la sangre de los toros y de los cabros no puede quitar los pecados (...)
Primero dice: "Sacrificios y ofrendas, ofrendas quemadas, y ofrendas por
el pecado no quisiste ni te agradaron" (cosas que se ofrecen según la
Torah), y luego añade: "¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!". El
quita lo primero para establecer lo segundo. Es por esa voluntad que quedamos
santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Yahshúa el Mashíaj, hecha una
vez para siempre. Ivrim 10:1-4
El sumo
sacerdote de Yisrael introducía una parte representativa de la sangre en el
Santísimo del santuario terrestre. (Vayikra 16:14). Yahshua ha Mashiaj, como el
verdadero sumo sacerdote, no entró en el cielo mismo con su sangre, que había
sido derramada en el suelo (Yahanan 19:34), sino con el valor de su vida humana
perfecta representada por su sangre. Nunca perdió este derecho a la vida por
causa del pecado, sino que lo retuvo para utilizarlo como expiación de pecados.
Y es que nos convenía un sumo sacerdote así: santo, inocente,
puro, apartado de los pecadores y exaltado por encima del cielo (...) Porque a
todo sumo sacerdote se le designa para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí
que era necesario que él también tuviera algo que ofrecer (...) Pero estando ya
presente el Mashíaj, el sumo sacerdote de los bienes que han venido, mediante
la más amplia y perfecta Morada no hecha de manos, es decir, no de esta
creación, entró una vez para siempre en el Santísimo, logrando así eterna
redención, ya no mediante sangre de cabros ni de becerros, sino mediante su
propia sangre. Ivrim 7:26; 8:3; 9:11-12
A menos que se
fuera a utilizar en el altar, LA SANGRE TENÍA QUE DERRAMARSE SOBRE EL SUELO.
Así se devolvía simbólicamente la vida a su Dueño original (Devarim 12:16;
Yahjezquel 18:4). Hay que destacar, sin embargo, que los yisraelitas no tenían
que tomar medidas extremas para eliminar hasta la última gota de sangre del
animal. Con tal de que lo degollaran y desangraran bien, de manera a asegurarse
que el animal estuviera bien muerto, podían comerlo con la conciencia
tranquila, porque habían demostrado el debido respeto al Dador de vida. La cosa
era NO COMER ANIMALES CON LA VIDA AÚN LATIENDO EN ELLOS, como ha sido costumbre
de tantas civilizaciones, que creían que absorbían el valor o la fuerza de esos
animales (o humanos, en los casos de canibalismo).
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Publicado por: Anunciadora de Sión
SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO
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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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