Me anticipé al alba, y clamé; esperé en tu palabra. Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandatos. Mizmor 119:147-148
Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Yahanan 15:7
Antes de hablar sobre el significado de la oración, veamos cómo la oración y la lectura de la Palabra se complementan. Los dos pasajes antes mencionados muestran claramente que estos dos asuntos —la oración y la lectura de la Palabra— van a la par. En el Mizmor 119 vemos a una persona que busca a Elohim y vive delante de Él. Esa persona complementa su deseo por la lectura de la Palabra de Elohim con su clamor, es decir, con su oración ante Elohim. En Yahanan 15, donde el Adón habla de la promesa de dar respuesta a nuestras oraciones, Él nos muestra desde otro aspecto cómo debemos complementar nuestra oración con la lectura de la Palabra. La palabra del Adón nos muestra que las oraciones serán contestadas con base en dos condiciones: una es que permanezcamos en el Adón, y la otra es que también Sus Palabras permanezcan en nosotros. El Adón promete que si estas dos condiciones básicas se cumplen, podemos pedir lo que queramos, y nos será hecho. Así pues, este pasaje habla de complementar la oración con la lectura de la Palabra.
Hermanos, estas dos prácticas —leer la Palabra y orar—, constituyen para un creyente normal los dos aspectos básicos de su vivir; ambos son imprescindibles. Sin embargo, normalmente los dejamos de lado como completamente secundarios. La mayoría encuentra ambas actividades aburridas, porque las encaran desde la carne y no desde el ruaj. Ciertamente toda actividad espiritual para la carne es "aburrida". Pero debemos comprender que estas cosas son el alimento básico de nuestra vida espiritual, y que sin recoger, procesar y consumir el maná diario y beber del agua de la peña, que son el comer y el beber espirituales, no tenemos vida en el ruaj. Comer y beber son la respiración espiritual; al comer y beber incorporamos en nuestro interior a Mashíaj, lo inhalamos, y al fluir hacia el exterior para ministrar a otros, y al orar, lo expiramos. De esta manera damos vida a la Novia.
Podemos ver que en cuanto a todo lo que Elohim ha dispuesto, prácticamente todo lo que hay en la creación tiene dos lados. Por ejemplo: tenemos arriba y abajo, izquierda y derecha, sí y no, día y noche, masculino y femenino, etc., todo tiene dos lados, y podríamos decir que ambos lados se complementan para funcionar de una manera completa y apropiada. Desde que Yahweh separó a Adam y Javá, la reunión de ambas partes POR VOLUNTAD MUTUA es el principio que maneja el Plan de Yahweh. En todo hay un equilibrio que necesitamos alcanzar entre dos partes que deben ir juntas, no sólo en un matrimonio, que es la interpretación más superficial que podemos hacer de esto, y ni siquiera entre Mashíaj y la congregación y nada más. En nosotros mismos, debemos unir partes también y colocarlas en armonía para el servicio completo, como por ejemplo sacar al alma de la sumisión a la carne y someterla al ruaj. En todas las cosas que hacemos para Su obra, veremos que este equilibrio es indispensable, no alcanza con una parte solamente.
Nuestro cuerpo humano nos provee muchos ejemplos de esto y Él lo diseño así justamente para mostrar este punto. Por ejemplo, tenemos dos brazos, dos piernas, dos manos, dos ojos, etc., y en cada caso uno necesita del otro para realizar tareas complejas. Puedo levantar un lápiz con una mano, pero no conseguiré levantar un barril si me falta un brazo. La vida práctica que un creyente lleva ante el Adón también tiene dos lados: un lado es la lectura de la Palabra, y el otro es la oración. Cuando caminamos, debemos usar ambos pies simultáneamente para mantener nuestro equilibrio. No damos veinte pasos con el pie derecho y solamente dos con el izquierdo. Como creyentes viviendo delante de Elohim, también necesitamos leer la Palabra y a la vez orar, manteniendo así un equilibrio, para que funciones nuestros pulmones espirituales, nuestro motor de vida del ruaj.
Sin embargo, es lamentable que cuando las leyes ordenadas por Elohim están en nuestras manos, muchas veces prestamos más atención a cierto aspecto a expensas de los otros. Yahweh ha ordenado que el creyente le dé igual importancia a la lectura de la Palabra que a la oración. No obstante, algunos hermanos disfrutan únicamente la lectura de las Escrituras, pero no la oración. Entonces su conocimiento no fluye. Otros, por el contrario, raramente se acercan a la Biblia excepto para obtener algunos pasukim sueltos, pero disfrutan de la oración. Tan pronto se arrodillan, se conmueven hasta las lágrimas, e incluso entonan cánticos espirituales. Al orar ellos se sienten maravillosamente bien y llenos de energía. Aún así, por no poseer del maná de la Palabra, sus oraciones carecen de alimento. Otros, peor aún, no hacen ninguna de las dos cosas, algunos para nada, algunos no de manera disciplinada (un día sí, tres no). En todas estas actitudes, por carecer del equilibrio de las dos partes, hay desnutrición espiritual.
Hermanos, si alguno lee mucho las Escrituras y ora poco, con frecuencia caerá en la letra y los reglamentos, lo cual conduce a una condición espiritual seca y muerta. Muy erudita, pero muerta. Pero el que se incline por el otro extremo, que ora más que lee las Escrituras, carecerá de un equilibrio espiritual al no tener base escritural, conocimiento de la Palabra de Yahweh y por lo tanto, del propio Creador. Si queremos mantener una vida espiritual normal, debemos prestar la misma atención a la lectura de la Palabra que a la oración. Esta es la respiración espiritual: inhalamos las Escrituras, exhalamos la oración en el ruaj. Cada vez que oremos debemos tocar la Palabra de Elohim, y cada vez que leamos las Escrituras debemos complementar la lectura con la oración, hacer de esto una práctica de vida para comenzar a "masticar" las Escrituras.
Consideremos el siguiente ejemplo que confirma este asunto.
Más bien, llénense del espíritu, hablando entre ustedes con alabanzas, cánticos y canciones espirituales; cantando y alabando a Yahweh en sus corazones; dando gracias siempre por todo al Elohim y Padre, en el nombre de nuestro Adón Yahshúa el Mashíaj... Efesiyim 5:18-20
Aquí, inmediatamente después de ser llenos del Ruaj, la Palabra nos dice que debemos hablarnos unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando y dando siempre gracias.
Que la palabra del Mashíaj habite abundantemente en ustedes, enseñándose y amonestándose unos a otros en toda sabiduría con alabanzas, himnos y canciones espirituales, cantando con gratitud a Yahweh en sus corazones. Y todo lo que hagan, sea de palabra o de hecho, háganlo todo en el nombre del Adón Yahshúa, dando gracias a Yahweh el Padre por medio de él. Qolasiyim 3:16-17
Y aquí, después de enterarnos que debemos esforzarnos para que la palabra de Mashiaj more ricamente en nosotros, se nos dice que debemos cantar salmos, himnos y cánticos espirituales, y en todo dar gracias a Elohim en el nombre del Adón. Aunque ambas porciones de la Palabra hablan de la manera en que los creyentes alaban a Yahweh y le dan gracias, las razones por las que ellos hacen esto son diferentes en cada caso. En un caso se debe a que son llenos del Ruaj, mientras que en el otro se debe a que son llenos de la Palabra del Adón. Al comparar estos dos pasajes de las Escrituras, podemos ver que la lectura de la Palabra y la oración son dos asuntos que los hombres experimentan en el ruaj, a través del Ruaj. Nunca podemos separar la Palabra y el Ruaj, porque la Palabra es la corporificación del Ruaj, y el Ruaj está depositado en la Palabra. Bajo circunstancias normales, siempre que seamos llenos de las palabras de las Escrituras, también seremos llenos del Ruaj. Y una vez que seamos llenos del Ruaj, no podremos hacer otra cosa que orar.
Hay varias formas de orar, tales como dar gracias a Elohim, bendecirle, cantarle alabanzas, sollozar e invocar ante Él, hacer ayuno y súplicas delante de Él, levantar pedidos, interceder, hacer oración de autoridad, etc. PERO TODAS ESTAS CLASES DE ORACIÓN DEBEN SER MOTIVADAS POR EL MOVER DEL RUAJ DENTRO DEL HOMBRE, O SERÁN ORACIONES PROVENIENTES DE LA CARNE. Cuando tocamos la Palabra, seguramente estaremos conscientes de la presencia del Ruaj dentro de nuestro ser. Al percibir la presencia del Ruaj, no podemos hacer otra cosa que orar; si no lo hacemos, apagaremos al Ruaj. Por tanto, siempre debemos complementar nuestra lectura de las Escrituras con la oración.
Por el contrario, si oramos pero no leemos las Escrituras ni tocamos la Palabra, inevitablemente nuestras oraciones procederán de nuestras propias ideas, entendimiento, visión, opinión y tendencias. A fin de orar desde nuestro Ruaj y no desde nuestro ser natural, debemos contar con la Palabra de Mashíaj. Primero debemos conocerlo, para poder conectarlo. Ahora podemos entender por qué en Yahanan 15:7 el Adón Yahshua primero dice: "Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes", y sólo después dice: "pidan lo que quieran, y se les concederá". Estas palabras nos muestran que si alguien aprende a tener siempre comunión con el Adón y a vivir en Él, la Palabra permanecerá en él, y todo lo que pida serán las cosas provenientes de Mashíaj. La persona que lee apropiadamente la Palabra permanece en Mashíaj, pero la persona que permanece fuera del Adón, definitivamente no puede leer espiritualmente la Palabra; lo más que puede hacer es ejercitar su mente para entender, pero no puede usar su ruaj para tocar la Palabra. Sin embargo, la palabra del Adón permanece con facilidad en aquel que permanece en el Adón. Ya que la palabra del Adón permanece en él, no puede evitar tocar al Ruaj, porque la palabra del Adón es ruaj. Su Ruaj toca nuestro ruaj. Y una vez que estamos llenos del Ruaj del Adón, no podemos sino orar, en la forma de oración que Él nos impulse. El Adón promete que cualquier cosa que esta persona pida en oración, le será hecha, PORQUE EN ESE MOMENTO LO QUE DESEA EN SU CORAZÓN NO PROVIENE DE SÍ MISMA, SINO DE LA PALABRA DEL ADÓN Y DE SU RUAJ, esto es, del Adón mismo. Por tanto, para ofrecer una oración apropiada, debemos primero leer la Palabra de la manera apropiada. Así que como podemos ver, no se trata de pedir cualquier cosa como quien frota una lámpara mágica.
Entonces, la lectura apropiada de la Palabra ciertamente va acompañada de la oración, y las oraciones apropiadas son ciertamente el resultado de la lectura de la Palabra, porque cuando conocemos la Palabra de verdad, conocemos Su Plan y podemos concordar con Él. Ambos asuntos son de igual importancia; ninguno de ellos debe enfatizarse más que el otro. Por otra parte, no es posible determinar cuál de los dos debe ocurrir primero. Algunos preguntarán si es mejor leer las Escrituras primero y después orar, u orar primero y después leer las Escrituras. Esto no es fácil de responder. He vivido por muchos años, pero hasta el día de hoy cuando camino, todavía no estoy segura si debo comenzar con el pie derecho o con el izquierdo. ¿Alguno de ustedes podría responderme esto con seguridad? Esta mañana cuando se levantaron y empezaron a caminar, ¿empezaron con el pie derecho o con el izquierdo? Si alguien al caminar se pone a pensar con qué pie debe comenzar, si con el derecho o con el izquierdo, seguramente sospecharíamos que tiene una enfermedad mental. Al caminar, simplemente lo hacemos de una manera natural, sin importarnos con qué pie comenzamos. De la misma manera, no debemos ser legalistas con las cosas del Ruaj, que son un fluir. A Él no le interesan tanto las formas externas como el corazón. Así que no se preocupen por los detalles. Simplemente permanezcan ante el Adón de una manera normal. Algunas veces pueden leer la Palabra primero y después orar, mientras que otras veces quizá oren primero y después lean la Palabra. No es necesario establecer un reglamento rígido en cuanto a esto.
Ahora podemos abordar el asunto de esta charla: el significado de la oración. Muchas personas, al oír la palabra oración, piensan de inmediato que esto significa que el hombre acude a Elohim para pedirle algo. Ya que el hombre padece necesidad y necesita cosas materiales, o está enfermo y necesita ser sanado, o tiene otros problemas que debe solucionar, él va ante Yahweh y le pide que le satisfaga sus necesidades, le cure de su enfermedad y le solucione sus problemas. Los hombres consideran esto como oraciones. No diré que esta definición es completamente incorrecta, pero es demasiado superficial y carece de profundidad y exactitud. Este tipo de oraciones puede ser realizado por niños, niños espirituales. Si deseamos saber en qué consiste la verdadera oración hoy, y para los que estamos pretendiendo correr la carrera para llegar a vencedores, debemos entender con claridad que no consiste en que el hombre simplemente eleve sus súplicas ante Elohim por causa de sus necesidades.
Sabemos que no debemos juzgar ninguna verdad de las Escrituras basándonos simplemente en un sólo pasaje o en un sólo aspecto. De la misma manera, no es posible decir cómo luce una casa basándose simplemente en una esquina o en uno de sus cuartos. Es necesario verla desde varios ángulos y examinarla en su totalidad, y entonces se podría emitir un juicio certero. Conforme al mismo principio, si tomamos todos los pasajes de las Escrituras que tratan sobre la oración y los examinamos en su totalidad, veremos que la oración no consiste solamente en que el hombre le suplique a Elohim debido a que tiene algunas necesidades. Éste puede ser un significado parcial de la oración, pero no está completo. Por eso, al buscar todos los ejemplos de oración en las Escrituras, descubrimos que existen diferentes tipos de oración, aunque todas ellas tienen un punto en común: LA CENTRALIDAD EN EL DESEO DE YAHWEH, NO EN EL PROPIO.
Por ejemplo, en el Tanaj tenemos las oraciones de Avraham, Moshe, David, Shlomó, NehemYah, EliYah, YeshaYah, Daniyel y otros, mientras que en el B'rit Hadashá tenemos las oraciones del Adón Yahshua, los discípulos y las de Shaúl. Si estudiamos cada una de estas oraciones y las examinamos como conjunto, podremos ver claramente en qué consiste la oración, y también cuáles son sus diferentes tipos, y eso haremos, si Abba permite, nos guía y nos ilumina.
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