01 - Mentira Y Falso Testimonio 02
Testificando
En La Corte Divina
Esta ley a menudo está estrechamente
relacionada con el Tercer Mandamiento: "No
tomarás el nombre de Yahweh tu Elohim en vano" (Devarim 5:11). Cuando
dos partes en disputa van a una corte bíblica, se dice que están de pie ante
Elohim, porque los jueces representan a Elohim. Por este motivo, Devarim 19:17
(citado anteriormente) dice: "entonces
los dos hombres que tienen la disputa se presentarán ante el Adón, ante los
sacerdotes y los jueces".
Los sacerdotes y los jueces eran representantes de Elohim en la tierra (siempre que realmente lo representaran a Él, por supuesto). Aquellos que prestaron juramento en realidad presentaban una declaración formal de verdad que se establecería en los registros del cielo. Hacían un llamado a Elohim para dar testimonio de la verdad de su declaración. Por lo tanto, se sometieron a Elohim para ser juzgados por cualquier falsedad en su declaración o cualquier malicia en sus corazones.
Cualquier declaración falsa profanaba el nombre de Elohim, como Vayikra 19:12 dice, porque presumía que Elohim mismo confirmaría una mentira. Pero incluso Balaam profetizó sinceramente que "Elohim no es un hombre para que mienta" (Bamidbar 23:19). Viniendo de él, esta profecía es especialmente significativa, porque él había esperado que Yahweh diera testimonio de la maldición del rey moabita sobre Yisrael.
El principal
verbo hebreo que tiene que ver con causas judiciales es RIB (H7378), que
significa "reñir; contender; conducir una causa judicial". La forma
sustantiva se traduce "controversia; disputa; litigio; causa
judicial". La palabra hebrea DIN (H1779) a veces se traduce "causa
judicial; reclamación legal; pleito".
Entre los
siervos de Elohim, el propósito principal de las causas judiciales era
satisfacer los requisitos divinos y, en segundo lugar, hacer justicia a la
persona o personas implicadas. Yahweh se interesaba personalmente hasta en las
ofensas entre seres humanos, como lo muestran las palabras que Moshe dirigió a
los jueces yisraelitas:
Además les encargué a sus magistrados
lo siguiente: "Oigan a sus hermanos y decidan justamente entre cualquier
hombre y un compañero yisraelita o un extranjero. No sean parciales en el
juicio: oigan al alto y al bajo por igual. No le teman al hombre, porque el
juicio es de Elohim. Y cualquier asunto que sea muy difícil, para ustedes, me
lo traerán a mí y yo lo oiré". Devarim 1:16-17
En el jardín de
Edén se celebró una causa judicial para poner al descubierto los hechos y las
implicaciones de aquel caso, hacerlas de conocimiento público y también sentenciar
a los ofensores. Yahweh llamó a Adam y Javá ante su presencia para
interrogarlos. Aunque sabía todas las cosas, celebró una audiencia, aclaró las
acusaciones, puso al descubierto los hechos por medio de preguntas y les
permitió expresarse en defensa propia. Los ofensores confesaron. A continuación
Yahweh tomó su decisión y aplicó la ley con justicia y bondad inmerecida, a la
vez que mostró misericordia a la prole futura de Adam y Javá retrasando cierto
tiempo la ejecución de la sentencia de muerte dictada contra ellos (Bereshit
3:6-19).
Yahweh, el Juez
Supremo, fijó así el modelo para todos los procesos jurídicos que habrían de
efectuarse en su pueblo. Las causas judiciales que se celebraban según las
regulaciones de Elohim tenían el propósito de conocer y discutir los hechos
para hacer justicia, justicia que, de ser posible, se templaba con
misericordia.
Con todo este
procedimiento se pretendía mantener a la nación de Yisrael libre de
contaminación y también contribuía al bienestar individual de los yisraelitas,
así como de los residentes forasteros y pobladores que hubiese entre ellos. La
Ley dada a la nación indicaba el procedimiento que debía seguirse en las causas
civiles y también en los casos de infracción o delito (como los cometidos contra
Elohim y el Estado), malos entendidos, riñas personales y problemas a nivel
individual, familiar, tribal y nacional.
Si los casos en
disputa eran de naturaleza personal, se animaba a las partes interesadas a
evitar riñas y resolver los asuntos en privado, pero si no eran capaces de
llegar a un acuerdo, se les permitía acudir a los jueces (MattiYah 5:25).
Yahshua dio un consejo a sus discípulos que iba en esta misma línea:
"Por tanto, si tu hermano comete
un pecado, ve y amonéstalo –pero privadamente, sólo entre tú y él. Si te hace
caso, habrás ganado a tu hermano. Pero si no te hace caso, lleva contigo a uno
o dos más, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos. Si
no les hace caso a ellos, dilo a la congregación; y si no le hace caso a la
congregación, considéralo como un gentil y publicano". MattiYah 18:15-17
No había ningún
procedimiento formal o complicado para encargarse de las causas judiciales ni
antes de Moshe ni bajo la Ley (aunque después de la formación del Sanedrín
empezaron a introducirse algunos formalismos), pero los casos se llevaban a
cabo de una manera racional y ordenada. Para que la justicia pudiera
administrarse a todos, los tribunales estaban abiertos a las mujeres, a los
esclavos y a los residentes forasteros (Iyov 31:13, 14; Bamidbar 27:1-5;
Vayikra 24:22). El acusado estaba presente cuando se presentaba testimonio
contra él y se le permitía defenderse. Ni en los tribunales patriarcales ni en
los yisraelitas había un equivalente al fiscal moderno; tampoco era necesario
un abogado defensor. Los procesos en los tribunales se efectuaban sin coste
alguno para los litigantes.
Las cuestiones
de naturaleza civil o criminal se presentaban ante los jueces. Se llamaba a las
dos partes, se reunían testigos y se celebraba la audiencia, por lo general en
un lugar público, normalmente en las puertas de la ciudad (Devarim 21:19; Rut
4:1). Los jueces interrogaban a los litigantes y examinaban las pruebas y el
testimonio presentados. A menos que no hubiese suficientes pruebas o que el
asunto fuese demasiado difícil, en cuyo caso lo remitían a un tribunal
superior, los jueces pronunciaban el veredicto sin demora. Las sentencias,
hasta cuando se trataba de flagelación o pena de muerte, se llevaban a cabo de
inmediato. La Ley no disponía que se encerrase a nadie en prisión. Sólo se
mantenía a alguien bajo custodia en los casos en que se tenía que consultar a
Yahweh para tomar una decisión.
La culpabilidad
siempre se sancionaba; no había excepciones. Tampoco podía ser cancelada.
Disculpar al culpable e inculpar al
inocente – ambas cosas son abominación para Yahweh. Mishlei 17:15
Según lo que la
Ley exigiese, se administraba el castigo o se hacía compensación. Luego, el
culpable tenía que presentar una ofrenda en el santuario para hacer las paces
con Elohim. Estos sacrificios de expiación eran obligatorios siempre que
alguien pecaba.
Si una persona incurre en culpa, cuando
haya oído una maldición pública y –aunque es capaz de testificar como uno que
ha visto o que se ha enterado del asunto– no da información, de manera que está
sujeto a castigo; o cuando una persona toque algo impuro –sea el cadáver de una
bestia impura o el cadáver de ganado impuro o el cadáver de un reptil impuro– y
ocurrió inadvertidamente, y luego, al estar impuro, se da cuenta de su culpa; o
cuando toca una inmundicia humana –cualquiera de las inmundicias por las que
uno se hace impuro– y, aunque lo sabía, el hecho se le había olvidado, pero
luego se da cuenta de su culpa; o cuando una persona exprese un juramento con
propósito malo o bueno –cualquier cosa que un hombre exprese en su juramento–
y, aunque él lo sabía, se le había olvidado, pero más tarde se da cuenta de su
culpa en cualquiera de estos asuntos– cuando se dé cuenta de su culpa en
cualquiera de estos asuntos, confesará aquello en lo que haya pecado. Y traerá
a Yahweh como sanción por el pecado del que sea culpable una hembra del rebaño,
oveja o cabra, como ofrenda por el pecado; y el sacerdote hará expiación en su
favor por su pecado. Vayikra 5:1-6 (ver hasta el pasuk 19)
Hasta los
pecados involuntarios conllevaban culpa y exigían que se hiciesen ofrendas para
expiación:
Yahweh habló a Mosheh, diciendo:
"Háblale así al pueblo yisraelita: Cuando alguien incurra en culpa
inadvertidamente con relación a cualquiera de los mandamientos de Yahweh en
cuanto a cosas que no deben hacerse, y hace una de ellas, si es el sacerdote
ungido el que ha incurrido en culpa, de modo que la culpa caiga sobre el
pueblo, ofrecerá por el pecado del que es culpable un toro de la manada sin
tacha como ofrenda por el pecado a Yahweh. Traerá el toro a la entrada de la
Carpa de Reunión, delante de Yahweh, y le pondrá la mano en la cabeza al toro.
Se inmolará al toro delante de Yahweh... Vayikra 4:1-4 (leer hasta el pasuk 35).
Cuando alguien
que cometía delitos del tipo de engaño, fraude o extorsión se arrepentía
voluntariamente y confesaba, tenía que hacer compensación y también presentar
una ofrenda por la culpa.
Yahweh le habló a Mosheh, diciendo:
Cuando una persona peque y cometa una ofensa contra Yahweh al tratar
engañosamente con su prójimo en asunto de un depósito o una promesa, o al
robar, o al defraudar a su prójimo, o al encontrar algo perdido y mentir sobre
ello; si jura falsamente concerniente a cualquiera de las diversas cosas que
uno puede hacer y pecar en ello– cuando uno haya pecado así y, al darse cuenta
de su culpa, devuelva lo que obtuvo mediante robo o fraude, o el depósito que
se le confió, o el objeto perdido que encontró, o cualquier otra cosa en la que
haya jurado falsamente, pagará la cantidad principal y le añadirá la quinta
parte. Se la pagará a su dueño cuando se dé cuenta de su culpa. Luego traerá al
sacerdote, como su sanción para Yahweh, un carnero sin tacha del rebaño, o el
equivalente, como ofrenda por la culpa. El sacerdote hará expiación en su favor
delante de Yahweh, y será perdonado por cualquier cosa que haya hecho para
hacerse culpable. Vayikra 6:1-7
Si una persona
era testigo de apostasía, sedición, asesinato —que contaminaba la tierra— u
otros delitos graves, tenía la obligación de informarlo y de testificar lo que
sabía; de lo contrario, estaría sujeta a la maldición divina, que se
proclamaría públicamente (Vayikra 5:1, arriba citado; Devarim 13:8; Mishlei
29:24).
Sin embargo,
para establecer un asunto no bastaba con un testigo, sino que se requerían dos
o más:
Si alguien mata a una persona, el
homicida puede ser ejecutado únicamente por la evidencia de testigos; el
testimonio de un solo testigo contra una persona no será suficiente para una
sentencia de muerte. Bamidbar 35:30
A una persona se le dará muerte
únicamente por el testimonio de dos o más testigos, no se le debe dar muerte
por el testimonio de un sólo testigo. Devarim 17:6
En la Torah de ustedes está escrito que
el testimonio de dos personas es confiable. Yo soy el que doy testimonio de mí
mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí. Yahanan 8:17-18
No admitas acusación contra un anciano
a no ser que haya dos o tres testigos. Timotio Alef 5:19
Cualquiera que desecha la Torah de
Mosheh muere sin compasión por el testimonio de dos o tres testigos. Ivrim
10:28
La Ley ordenaba
que los testigos hablasen la verdad (Shemot 20:16; 23:7), y en algunos casos se
les ponía bajo juramento (MattiYah 26:63), en especial cuando aquel en quien
recaían las sospechas era a su vez el único testigo (Shemot 22:10-11). Como se
pensaba que cuando se estaba en una causa judicial ante los jueces o en el
santuario, era como si se estuviera en pie delante de Yahweh, los testigos tenían
que reconocer que eran responsables ante Elohim. (Shemot 22:8; Devarim 1:17;
19:17). Un testigo no debía aceptar soborno ni dejarse persuadir por ningún
inicuo para mentir o tramar violencia (Shemot 23:1,8). Ni la presión de la
muchedumbre ni la riqueza o la pobreza de los implicados en el caso tenía que
influir en su testimonio (Shemot 23:2-3). Nada debería retenerle de testificar
contra un violador inicuo de la Ley, como un apóstata o un rebelde, ni siquiera
los vínculos familiares (Devarim 13:6-11; 21:18-21; ZejarYah 13:3).
Cuando una fiera
mataba a un animal encomendado al cuidado de alguien, la persona responsable
tenía que presentar como prueba el cuerpo despedazado del animal para quedar
exonerada de responsabilidad. (Shemot 22:10-13). Si un esposo acusaba a su
mujer de haber alegado falsamente ser virgen cuando se casó, el padre de la
muchacha podía llevar el manto del lecho matrimonial como prueba de su
virginidad y presentarlo ante los jueces con el fin de librarla de la acusación
(Devarim 22:13-21). Bajo la ley patriarcal, en algunos casos también se
aceptaban las pruebas materiales (Bereshit 38:24-26, el caso de Tamar). Otras
pruebas a las que se daba consideración eran las circunstanciales. Por ejemplo,
si se atacaba a una muchacha comprometida en la ciudad, el que no gritase se
consideraba una prueba de que se había sometido voluntariamente y se la juzgaba
culpable (Devarim 22:23-27).
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