1.3. La Protección
La tercera necesidad de cada uno es la de protección. Cada niño tiene que sentirse seguro y necesita tener a sus padres como un muro entre él y el mundo. Muchas veces el niño no sólo experimenta falta de protección, sino que los mismos padres inspiran temor a sus hijos, a veces de forma directa (padres demasiado severos, muy fríos, golpeadores, abusadores, etc., los hay de diferentes niveles), pero otras veces también de forma indirecta (y bastante necia), con exclamaciones como: "¡Cuidado, la policía!", o "¡Si no te comportas bien el monstruo viene esta noche y te va a llevar!".
Ellos mismos infunden temor en su niño, un temor fuera de contexto, que induce dentro del niño miedos. El niño que debería ser protegido está siendo amenazado (para obtener una obediencia que debería ser el resultado de la educación, no del temor). En el futuro el adulto imaginará muchos peligros inexistentes, y esta será la fuente de grandes ansiedades. En esta parte es necesario que la persona identifique sus miedos internos, y que le pida al Ruaj que la ayude a recorrer sus caminos interiores para descubrir dónde nacieron los mismos, y llevarlos a la lista.
Algunos miedos son
más fáciles de identificar que otros (los miedos de insectos y cosas similares
no cuentan). A veces podemos ver una especie de patrón en nuestro
comportamiento porque vemos cómo repetimos actitudes. Por ejemplo, AGRANDAR LAS
COSAS. Ante cualquier problema pequeño que pueda surgir, en seguida imaginamos
terribles consecuencias. Un dolor de cabeza se convierte en cáncer de cerebro,
y así por delante. Esta exageración puede haber nacido de la actitud
sobreprotectora de algún progenitor, que ha inventado "monstruos"
donde no los había, queriendo mantener alejado al niño de ciertas cosas. No
debemos culpar a la personas, simplemente comprender cuál es la fuente de estas
imaginaciones y llevarla a la lista. Lo que eliminaremos en todos los casos NO
SON LAS PERSONAS QUE NOS LASTIMARON (recordemos que a lo largo de la vida
nosotros también hemos lastimado a otros), sino las secuelas que se
convirtieron en malos comportamientos. Si nuestra alma ha convertido un mal
recuerdo en un mecanismo de defensa, resultará muy difícil PERDONAR EL PRIMER
RECUERDO BASE, porque es indispensable para mantener ese mecanismo de defensa. Por
el contrario, cuando comprendemos que no lo necesitamos, podemos desmantelarlo
y el perdón surgirá de forma simple, porque las cosas volverán a "su
tamaño natural", dejaremos de magnificarlas, dejarán de ser tan
importantes y las veremos en su justa medida.
1.4. El Elogio
Otra necesidad básica
que todo niño tiene es la de ser elogiado, esto tiene que ver con la aprobación
de las acciones de la persona. Mientras que el amor es la aprobación de lo que
la persona ES, el elogio es la aprobación de lo que la persona HACE.
Como el niño no
entiende nada en cuanto a sí mismo y todo su sentido de valor lo obtiene
relacionándose con su entorno, no sabe si es una persona que tiene valor o si
es una persona que no merece nada. La única manera que tiene de saber algo en
cuanto a sí mismo, es escuchando lo que en primer lugar la madre y el padre, y
luego sus hermanos y compañeros dicen de él. Si con frecuencia le dicen que no
vale nada, que no sirve para nada, que todo lo hace mal, el niño va a pensar
que así es él. Va a sentir que no vale nada. Por el contrario, si están todo el
tiempo ensalzándolo, se va a sentir superior a todos. Esto puede desembocar en
complejos de inferioridad o de superioridad, a veces manifiestos de forma
evidente, pero otras semiocultos, como en el caso de la competitividad. La
persona puede reaccionar tanto de una forma como de otra, compensando o
aceptando. Por ejemplo, alguien a quien siempre le dijeron que era inferior
puede compensar volviéndose perfeccionista para que "lo vean y lo acepten"
(el síndrome del villano de los comics), o bien puede permanecer
auto-rebajándose toda su vida, creyendo que verdaderamente no vale nada.
El complejo de
superioridad suele ocultar un gran sentimiento de inferioridad que la persona
necesita compensar, y lo hace poniéndose por encima de otro. En el fondo su
orgullo es débil y resulta muy fácil herirle, cualquier cosa que roce su
dignidad le hunde porque su sentimiento de valor es frágil e inestable, por no
decir nulo. Se trata de personas que han sido heridas en su amor propio y han
decidido construirse una cáscara de protección, una máscara de fortaleza para
que nadie más las lastime, pero se trata de algo hueco y bastante fácil de
quebrar. Estas personas son normalmente muy competitivas, lo demuestren abiertamente
o no. Pero en nuestro interior, cada uno de nosotros se conoce y sabrá que debe
llevar estas cosas al Ruaj. Una vez más les digo que esto es algo privado, que
el Ruaj ya conoce; no necesitamos andar avergonzándonos delante de otros en
esta etapa. Sinceramente les digo que una vez que hayan resuelto las cosas, NO
LES DOLERÁ DAR TESTIMONIO DE CÓMO FUERON LIBERADOS, porque los sentimientos de
dolor asociados a las mismas habrán desaparecido.
El complejo de
inferioridad oculta el dolor de haber recibido mensajes castrantes, como:
"no vales nada, eres tonto, eres un gordo inútil"... Así la persona
acaba creyendo que haga lo que haga nunca estará a la altura de los demás. Se
vuelve sumiso y siempre se juntará con personas que precisan someterse para
sentirse bien. Necesita confirmar su creencia de que está por debajo de los
demás. Su falta de valor propio le impide enfrentarse y superar las
adversidades. A veces esta actitud no se manifiesta de forma tan abierta, sino
en una actitud, por ejemplo, de conformismo. Es cuando la persona DICE que se
conforma con poco, que es "bohemia", pero en verdad disfraza el hecho
de que no se considera merecedora de mayores cosas, no se siente capaz de
alcanzarlas y por el miedo de fallar si lo intenta, las declara como desnecesarias.
"No hago eso porque no es importante", declara, pero la verdad es que
su actitud esconde el miedo de fallar.
Casi todos nos
sentimos inferiores en algo. Damos nuestro poder a otros y es fácil
debilitarnos por eso. Pero eso no nos da permiso para hacer lo opuesto y
ensalzar nuestro orgullo y pisar a alguien más débil para así compensar esa
falta de autoestima.
Ni por encima, ni por
debajo, porque al final de cuentas, HEMOS RECIBIDO DONES Y TALENTOS DE NUESTRO
PADRE PARA USARLOS. En la humildad está el equilibrio, y es a este equilibrio
hacia donde nos conduce el Ruaj del Hijo. Si nos rebajamos, estamos diciendo
que el Padre no nos dio lo necesario. Para servir a otros hay que estar muy conscientes
de que SOMOS HIJOS PERO TAMBIÉN SIERVOS. En relación con nuestro Padre somos
hijos, pero en relación con nuestros hermanos somos siervos. Y nuestro servicio
debe obedecer a los dos mayores mandamientos: amar al Padre por sobre todas las
cosas (SER HIJOS QUE SIRVEN POR AMOR AL PADRE) y amar al prójimo como a nosotros
mismos (SER SIERVOS POR AMOR A NUESTROS HERMANOS). El servicio del siervo QUE TAMBIÉN
ES HIJO no es como el servicio del esclavo comprado, que obedece por obligación,
sino como el del esclavo voluntario, que ha pedido tener su oreja perforada para
servir a su Adón. En esto eso sabemos que ES MUCHO MÁS BIENAVENTURADO DAR QUE
RECIBIR.
En la historia ha
habido solamente una persona completamente equilibrada. Él no se sintió
inferior ni superior. El Mashíaj fue la única persona en este mundo que pudo
vivir en este punto central del equilibrio perfecto. En Yahanan 8:14 dijo:
"Yo sé de dónde he venido, yo sé a dónde voy". Él era Elohim, pero no
se manifestó como superior, todo lo contrario:
Existiendo en forma divina, él no consideró
la usurpación de ser igual a Elohim; sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y hallándose en condición
de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y
muerte en el madero! Filipiyim 2:6-8
¡Y NOSOTROS HOY
TENEMOS SU RUAJ DENTRO NUESTRO! Por eso somos animados a desarrollarlo en
nosotros, permitiendo que el Ruaj haKodesh nos guíe en este camino, "hasta que todos lleguemos a la
unidad que implica la confianza y el conocer al Hijo de YAHWEH con toda
condición de hombre, a los niveles de madurez puestos por la perfección del
Mashíaj" (Efesiyim 4:13). Esa debe ser nuestra meta, "hasta la
medida de la estatura plena del Mashíaj". Nosotros siempre nos encontramos
debajo de la línea cero; siempre nos sentimos inferiores a otras personas en
algún grado, pero por la gracia del Ruaj que mora en nosotros, lograremos colocar
nuestro ruaj humano al nivel que le corresponde: NI MÁS, NI MENOS, porque si
comprendemos que más es malo (enorgullecerse como los fariseos) deberemos
comprender que menos también lo es, porque desprecia los dones recibidos y la
promesa de nuestra herencia.
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