Entonces se levantaron Zerubavel
hijo de Shealtiel y Yahoshua hijo de Yotsadaq, y comenzaron a reedificar
la Casa de Elahá en Yahrushalayim, con el pleno apoyo de los profetas de Elahá.
Ezrah 5:2
El fuego del altar se mantendrá
ardiendo, sin que se apague: cada mañana el sacerdote le echará leña, pondrá
sobre él la ofrenda quemada, y convertirá en humo las partes grasosas de la ofrenda
de paz. Un fuego perpetuo se mantendrá ardiendo sobre el altar, sin que se
apague. Vayikra 6:12-13
En la restauración
necesitamos el sacerdocio así como el reinado; sólo entonces, algo podrá ser
restaurado. Ezrah 3 nos dice que lo primero que fue restaurado fue el altar.
Para que la restauración de la casa pueda llevarse a cabo, se necesita la
restauración del altar. Sin el altar, la casa jamás podrá ser restaurada. El
altar es el lugar donde se ofrecen todas las cosas al Adón. Éste es la
restauración de la verdadera consagración.
Según Ezrah 3, ellos no
ofrecieron nada sobre el altar excepto el holocausto. La ofrenda de pecado se
presentaba por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, se presentaba por
las transgresiones, la ofrenda de paz se presentaba para que nuestra paz fuera
restaurada, la ofrenda de flor de harina se presentaba para nuestra
satisfacción, pero el holocausto tenía como fin la satisfacción de Elohim... La
casa no es edificada para que nosotros seamos perdonados, tengamos paz con
Elohim y hallemos disfrute, sino única y exclusivamente para que Elohim sea
satisfecho. Por lo tanto, no debemos ofrecer nada excepto el holocausto. En
otras palabras, debemos poner todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo
que podemos hacer sobre el altar para la satisfacción de Elohim... Antes de que
se ponga en práctica la vida de la congregación de los kadoshim, primero es
imprescindible que lo pongamos todo sobre el altar. Todos debemos ofrecer
nuestros títulos universitarios, nuestros trabajos, nuestras familias, nuestras
virtudes y nuestros defectos, todo cuanto tenemos y todo lo que somos, sobre el
altar, para la satisfacción de Elohim. De otro modo, será imposible que la casa
de Elohim sea restaurada.
A algunos hermanos les
gusta asumir la responsabilidad en la vida de la congregación de los kadoshim,
pero ellos mismos aún siguen en el mundo. Todavía no han puesto sobre el altar
todo lo que tienen ni todo lo que son. Para todos nosotros este es un camino
gradual, pero que debe ser recorrido sin demora. Muchos tienen la impresión de
que si colocan algo sobre el altar, será consumido por el fuego, "les será
quitado". Pero colocar algo sobre el altar es OFRECERLO, colocarlo en Sus
manos para que esas cosas ocupen el correcto lugar en nuestras vidas: nunca por
encima de nuestro Elohim. Nuestra consagración debe ser una en la cual lo
ofrezcamos todo sobre el altar para la edificación de las congregaciones de
kadoshim locales.
Muchas congregaciones
tienen una carga genuina de añadir a la Novia a las personas que buscan al
Adón. Les digo con franqueza que si ustedes ofrecen sobre el altar todo lo que
tienen, todo lo que son y todo lo que pueden hacer, el Adón atraerá a aquellos
que más le buscan. El problema es que después de haber regresado de Bavel a
Yahrushalayim, seguimos conservando muchas cosas para nuestro propio beneficio.
No lo hemos ofrecido todo sobre el altar para el beneficio y la satisfacción
del Adón. Ésta es la razón por la que necesitamos consagrarnos.
En Ezrah 3 ellos
ofrecieron holocaustos cada día, por la mañana y por la tarde. Aún más, ellos
ofrecieron holocaustos continuamente. Todo el tiempo había algo consumiéndose
sobre el altar. Sólo este tipo de consagración puede lograr la edificación de
las congregaciones de los kadoshim.
Si realmente hemos tomado
en serio los asuntos del Adón, debemos ofrecerlo todo sobre el altar. De otra
manera, sería mejor regresar a Bavel. No debemos regresar a Yahrushalayim y
seguir llevando la misma vida que llevábamos en Bavel. La vida que llevamos en
Yahrushalayim debe ser consagrada absolutamente para los intereses del Adón. La
vida que llevamos en la restauración debe estar dedicada absolutamente a
recobrar la edificación de la Novia. Debemos reedificar sobre ruinas de
Yahrushalayim.
Lo primero que debe ser
restaurado en la vida de la congregación es el altar. Todos debemos recobrar el
altar orando así: "Yahweh Elohim, en este día ponemos sobre el altar todo
lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que podemos hacer. Hacemos esto por
Tu casa, por Tu templo, por la edificación de la Novia de tu Hijo, Mashíaj".
Esto es lo que
necesitamos. Necesitamos la unidad, el sacerdocio, el reinado y el altar. De
este modo echaremos los cimientos del templo para que pueda ser restaurada la
edificación de las congregaciones de los kadoshim.
Es necesario que veamos
la visión de Yahweh, y si la vemos, debemos entregarnos absolutamente a ella y
aun estar dispuestos a morir por ella. Recibimos la bendición solamente cuando
nos hemos entregado a Su Plan de forma absoluta. No basta con consagrarnos a
él, debemos consagrarnos A SU OBRA, porque esa es Su Voluntad, y llevarla a
cabo es lo que hará que lo ministremos y le demos satisfacción. En estos
últimos días Mashíaj está preparando Su Novia al restaurar a los kadoshim que
fueron llevados a los cuatro vientos. Él anhela intensamente ver que muchos de
los que le buscan se entreguen de modo absoluto a seguir este camino.
Dondequiera que el Adón pueda encontrar en esta tierra, aunque sea a algunos
pocos que se entreguen por completo a la edificación de la Novia y al
levantamiento de congregaciones de kadoshim, Él derramará Su bendición sobre
ellos. Por Su misericordia debemos tomar la firme decisión de siempre seguir
este camino. Éste es un asunto fundamental que debe resolverse. En lugar de
preguntar: "¿Qué puedo hacer?", deberían preguntarse: "¿Me he
entregado incondicionalmente? ¿Estoy listo a pagar el precio?".
La primera venida de
Mashiaj tuvo mucho que ver con el regreso del pueblo de Yahweh de Bavel a
Yahrushalayim. Mashíaj vino un poco más de cuatrocientos años después del regreso
de este cautiverio. Mashiaj nació de Miriam, quien era descendiente de uno de
los que regresaron a Yahrushalayim. Si ninguno de entre el pueblo de Elohim
hubiera regresado de Bavel a Yahrushalayim, no habría habido nadie por medio
del cual Mashiaj hubiera podido venir. Sin embargo, de acuerdo con el Nuevo
Testamento, había un grupo de personas santas, entre los cuales estaban María,
ZejarYah e Isabel (los padres de Yahanan el Inmersor), Shimón y Ana, cada uno
de los cuales eran descendientes de los que habían regresado del cautiverio.
Todos ellos fueron muy útiles en relación con la primera venida de Mashiaj.
El principio es el mismo
hoy con respecto a la segunda venida de Mashiaj. Si la vida de la congregación
de los kadoshim no es restaurada, es decir, si nadie entre el pueblo de Elohim
sale de la Gran Bavel para entrar a la Novia, será imposible que Mashiaj venga
por segunda vez. Ésta es la razón por la que el Adón, en los últimos días, está
trabajando en su obra de restauración.
Todos éstos perseveraban unánimes en
oración junto con las mujeres y con Miriam la madre de Yahshúa y con los
hermanos de él. MaAseh 1:14
...yo te aconsejo que de mí compres
oro refinado por el fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que
te vistas y no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir
tus ojos para que veas. Hitgalut 3:18
El primer capítulo del
libro de MaAseh habla de un aposento alto que estaba en Yahrushalayim. Allí se
reunió un grupo de ciento veinte personas, quienes oraron unánimes durante diez
días. No sólo oraron, sino que se consagraron al Adón, ofreciendo sus vidas a
Él de una manera muy práctica.
Tres años y medio antes,
Yahshua se había acercado a Kefá a orillas del mar, y Kefá le había entregado
su vida. En ese entonces, Kefá dejó su oficio y comenzó a seguirlo (MattiYah
4:18-20). Podemos decir que desde ese momento Kefá se consagró al Adón. Sin
embargo, la experiencia que tuvo en el aposento alto fue algo adicional. Allí
Kefá tuvo una nueva consagración, más específica y particular. A orillas del
mar Kefá había dejado su trabajo, prueba de eso fue cuando abandonó sus redes
de pesca, pero en el aposento alto, él renunció a mucho más. A orillas del mar
él pagó el precio, pero en el aposento alto, él subió el monte.
Para estar en el aposento
alto, todos ellos tuvieron que renunciar al judaísmo, a su patria, a sus
vecinos y amigos, a sus parientes y, finalmente, estuvieron dispuestos a
arriesgar sus propias vidas. Estaban embriagados con esa visión. Se habían
"casado" con ella, y todo su ser había sido cautivado, al grado de
estar fuera de sí mismos por tal visión. Ésta es la clase de consagración que
necesitamos hoy.
Lo vivido en el aposento
alto, lo cual se narra en el primer capítulo de Hechos, fue algo decisivo. Aquello
cambió la era. El giro que ocurrió en esos días, afectó los cielos y la tierra.
¿Cuál fue el resultado de la consagración en el aposento alto? El resultado de
aquella consagración fue que se produjo la congregación de los kadoshim. La
congregación de los kadoshim surgió por la consagración o la entrega de
aquellas ciento veinte personas que se encontraban en el aposento alto. Ésta no
es una consagración ordinaria, sino una consagración especial, específica y
extraordinaria, la cual es crucial y debe determinar el rumbo de nuestras
vidas.
Cuando Yahshua estuvo en
la tierra, grandes multitudes le siguieron. Muchos fueron salvos y también
sanados, e innumerables personas recibieron el favor de Elohim. Sin embargo, al
final sólo se mencionan ciento veinte personas en el aposento alto. Las
multitudes no le aportaron a Mashíaj nada que contribuyera a Su mover. El mover
del Adón se llevó a cabo con los que estaban en el aposento alto, cuyos ojos
fueron abiertos y cuyos corazones fueron conmovidos. Sólo éstos subieron al
aposento alto para arder hasta consumirse, y sólo ellos trastornaron
completamente el mundo y sacudieron sus cimientos. El principio es el mismo
hoy. Son pocos los que deben trastornar el mundo y cambiar la era.
Seguir el camino de la
restauración no es nada fácil, porque exige de nosotros una consagración muy
costosa. Si optamos por esta senda tendremos que pagar el precio de renunciar a
la religión de nuestros padres, de renunciar a nuestra patria así como a las
relaciones con nuestros vecinos y parientes, y aun tendremos que estar
dispuestos a pagar el precio de nuestra propia vida, si fuera necesario.
¿Estamos dispuestos a efectuar semejante consagración? ¿Estamos listos para
entrar al aposento alto, donde se ve claramente la visión celestial?
No estamos en un
movimiento, estamos en la restauración. No estamos en una denominación, estamos
en la Novia.
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