Luego les dije: "Ustedes ven el
mal estado en que nos encontramos: Yahrushalayim está en ruinas y sus puertas
están destruidas por el fuego. Vengan, reedifiquemos la muralla de
Yahrushalayim, y no pasemos más vergüenza". NehemYah 2:17
El tema central del libro
de NehemYah es que la ciudad de Yahrushalayim constituía una salvaguarda y una
protección para la casa de Elohim, la cual estaba dentro de la ciudad. Esto
significa que la casa de Elohim, como Su Tabernáculo y habitación sobre la
tierra, requiere que Su Reino sea establecido como la esfera que salvaguarda
Sus intereses sobre esta tierra, a fin de que Su administración lleve a cabo Su
edificación. La reedificación de la casa de Elohim tipifica el hecho de que
Elohim está recobrando la congregación de los kadoshim que se ha degradado, y
la reedificación del muro de la ciudad de Yahrushalayim tipifica el hecho de
que Elohim está recobrando Su Reino. Tanto la edificación de la casa de Elohim
como la edificación de Su Reino se llevan a cabo simultáneamente, y uno depende
del otro. La casa de Elohim sobre la tierra requiere que el Reino de Elohim
salvaguarde la casa y lleve a cabo Su edificación eterna.
Mashiaj, nuestra vida, es
representado por la congregación de los kadoshim como casa o familia de Elohim.
Sé que muchos de nosotros hemos disfrutado de Mashiaj como nuestra vida. Pero
Mashiaj no es sólo esto, sino mucho más. El B'rit Hadashá primero nos dice que
Mashiaj es nuestra vida, pero finalmente nos dice que Mashiaj es nuestra Cabeza
y que nosotros somos Su Cuerpo. El Cuerpo necesita a la Cabeza y la Cabeza
necesita el Cuerpo. Mashiaj no sólo es nuestra vida, sino también nuestra
Cabeza. Si únicamente experimentamos a Mashiaj como vida, pero el hecho de que
Él es nuestra Cabeza no es nuestra realidad, entonces únicamente podremos
disfrutar de la congregación de los kadoshim como la Casa de Elohim. No lo
conoceremos todavía como la ciudad.
Cuando nos damos cuenta
de que Mashiaj no solamente es nuestra vida sino también nuestra Cabeza, Él
puede dar un segundo paso, Su agrandamiento. Entonces, la congregación de los
kadoshim no solamente será la casa, sino también la ciudad. La casa
principalmente está relacionada con la vida, mientras que la ciudad se
relaciona primordialmente con la Cabeza.
En los últimos dos
capítulos de las Escrituras, vemos una ciudad con un trono en ella. Del trono
surge el río de vida con el árbol de la vida que crece en ambos lados del río.
Del trono procede la vida. Sabemos lo que es la vida, pero ¿qué es el trono? El
trono representa la autoridad, el reinado y el señorío de Mashiaj. Es fácil
para nosotros percatarnos en nuestra experiencia de que Mashiaj es nuestra vida,
pero no es tan sencillo experimentar a Mashiaj como nuestra Cabeza, nuestra autoridad.
Disfrutar a Mashiaj como nuestra vida es comparativamente más fácil que
experimentar a Mashiaj como nuestra Cabeza. Hay quienes conocen un poco a
Mashiaj como vida, pero desconocen completamente la autoridad de Mashiaj, la
Cabeza, y ciertamente por eso no buscan someterse.
Una casa es mucho más
fácil de conquistar que una ciudad, y es más fácil penetrar en una casa que
invadir una ciudad penetrando por sus muros. La ciudad es una salvaguarda para
la casa. No sólo necesitamos el disfrute, sino también la autoridad. Si
experimentamos a Mashiaj como la Cabeza, entonces el muro de la ciudad será
edificado, y prevaleceremos contra los enemigos.
Los gobernadores que me precedieron
pusieron una pesada carga sobre el pueblo, y tomaron de ellos cuarenta shékels
de plata, después del pan y el vino. También sus criados tiranizaban al pueblo.
Pero yo no hice así por respeto a Elohim. También apoyé la obra de restauración
de esta muralla; no compramos tierras, y todos mis criados estaban juntos allí
en la obra. NehemYah 5:15-16
Debemos observar que
NehemYah, al desempeñar su función como gobernador, en la posición de rey, fue
un hombre que con un corazón puro se puso a reedificar el muro de Yahrushalayim
para llevar a cabo la economía de Elohim. Él no fue egoísta, no actuó movido
por sus propios intereses ni tampoco dio lugar a la lujuria de la carne, como
muchos de los reyes anteriores, incluyendo a David. Por lo tanto, NehemYah
estaba calificado para disfrutar la mejor porción, a saber, el reinado en la
buena tierra que Elohim había prometido a Sus elegidos. En lugar de buscar sus
propios intereses, ÉL ALIMENTÓ A LOS DEMÁS CON EL PROPÓSITO DE EDIFICAR EL
MURO. Por esta razón, por su disposición a colocar todo lo suyo para la Obra de
Yahweh, pudo ser usado por Elohim.
En su relación con el
pueblo, NehemYah era una persona generosa. En él no había ambición. Aunque
logró una posición elevada, la de gobernador de Yahudá—en realidad desempeñaba
la función de rey de Yahudá, representando al rey de Persia— nunca ambicionó
nada para sí mismo. En NehemYah no había ningún interés propio. Siempre estaba
dispuesto a sacrificar lo suyo por el pueblo y por la nación. Aunque era el
gobernador, no se aprovechó de las ventajas de su oficio durante doce años,
porque sabía que la construcción del muro representaba una carga pesada para el
pueblo (5:14-18), y no quiso aumentar la carga sobre ellos.
En lugar de recibir
beneficios, él mismo proveyó las necesidades cotidianas de más de ciento
cincuenta hombres. NehemYah se encontraba siempre entre los que estaban
dispuestos a luchar contra el enemigo y él mismo participó en la vigilia
nocturna (4:17-23). No delegó estos asuntos a otros, sino que participó él
mismo en ellos.
Apacienten el rebaño de Yahweh que
está a su cargo, cuidándolo no por obligación, sino de buena voluntad según
Elohim; no por ganancias deshonestas, sino de corazón; no como teniendo dominio
sobre los que están a su cargo, sino como ejemplos para el rebaño. Kefá Alef
5:2-3
Muy otra había sido la
situación con los anteriores gobernadores, aquellos samaritanos que tanto se
opusieron a la reedificación del templo y las murallas. Ellos habían estado
explotando a los ciudadanos en su pobreza, robándoles de lo poco que tenían y
sin dar nada a cambio. Esta es siempre la diferencia entre los falsos pastores
y los enviados por Yahweh, y es bueno que el pueblo aprenda a discernirlos por
estas cosas simples: los malos sacan y no dan nada, mientras que los buenos dan
de todo lo que tienen. No traten a unos como si fueran los otros, porque así
como hay buenos y malos pastores, también hay buenas y malas ovejas. Los malos
pastores siempre robarán, y las malas ovejas siempre encontrarán excusas para
ser rebeldes. Pero los buenos pastores siempre colocan el interés de Yahweh
(que es su pueblo, del cual ellos mismos forman parte) por encima del resto de
las cosas, y las buenas ovejas saben distinguir la diferencia y hacer su parte.
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