02 -
Nuestros Padres 03
La Crianza De Los Hijos
Las
instrucciones para los padres son muy claras:
"Amarás al Eterno tu Elohim de
todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras
que te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes" Devarim 6:5-7
La implicación
es clara: Sólo cuando nosotros como padres creemos de corazón en los principios
correctos podemos inculcarlos en nuestros hijos. Ese padre no estaba enseñando
una lección a su hijo, ESTABA VIVIÉNDOLA DÍA A DÍA DELANTE SUYO, A CADA MOMENTO
Y EN CADA COSA QUE HACÍA. Esa es la forma de educar a nuestros hijos, nosotros
somos el modelo, y nuestro modelo es Mashíaj, quien siempre hizo lo que
agradaba a Su Padre. Así también debemos vivir nosotros, y así transmitiremos
esto a nuestros hijos. La educación no es tanto hablar como actuar, vivir lo
que se pretende transmitir. Si nuestro hablar no es respaldado por nuestro
vivir, no impactará a nadie.
A lo largo de
las Escrituras, particularmente en el libro de
Mishlei, encontramos enseñanzas y principios acerca de cómo debemos
tratarnos y honrarnos los unos a los otros. Debemos hablar acerca de estas
cosas constantemente con nuestra familia y aplicarlas a las situaciones de la
vida con que diariamente se enfrentan nuestros hijos. Estas conversaciones
deben ser de mutua participación; debemos permitir que ellos se sientan libres
de hacer preguntas que nosotros como padres debemos ayudarles a resolver tan completa
y correctamente como sea posible, de acuerdo con los principios bíblicos
(Devarim 6:20-21). Al conversar abiertamente con nuestros hijos, con dignidad y
respeto mutuos, tendremos muchas oportunidades no sólo de enterarnos de cómo
ellos piensan y reaccionan a diferentes situaciones, sino que también podremos
enseñarles cómo deben tratar a otras personas y por qué sus actitudes y
comportamiento deben reflejar preocupación por ellas. Los padres que ayudan a
sus hijos en el estudio de la Palabra de Elohim para comprobar las bases de los
principios de la vida familiar, les están enseñando cómo apoyarse en el juicio
de Elohim en lugar de en sus propios deseos, caprichos o emociones.
Los niños,
particularmente los adolescentes, buscan su propio lugar dentro de la sociedad.
Ellos necesitan guía e instrucción firmes, además de amor y comprensión. Los
padres no deben ridiculizarlos.
Y ustedes, padres, no provoquen a ira a
sus hijos, sino críenlos en la disciplina y la instrucción del Maestro.
Efesiyim 6:4
Con firmeza,
junto con mucho amor y suavidad, los padres deben insistir en que sus hijos
obedezcan las normas de cortesía y respeto. Esta amorosa combinación es el
eslabón que se ha perdido en la crianza de los hijos. A los gritos no se
inculca el amor y a los golpes no se aprende respeto.
Los niños
necesitan que se les anime constantemente y que se reconozcan sus éxitos y sus
logros. Sobre todo, necesitan de mucho amor y elogios para ayudarlos a
desarrollar una fuerte identidad personal que refleje una perspectiva positiva
y confiada hacia la vida.
Debemos tener en
cuenta que no todos los niños reaccionan de la misma manera a las diferentes
formas de elogio. Algunos pueden desarrollar mejor una perspectiva positiva
cuando se les elogia directamente a ellos —reconociendo sus habilidades y las
cosas que pueden hacer— en vez de fijarse tan sólo en los logros. Cuando
hacemos hincapié sólo en los logros, como las buenas notas en la escuela,
podemos ocasionar una actitud negativa e insegura porque algunos niños pueden
pensar que son aceptados sólo si hacen las cosas en forma sobresaliente: que
son amados sólo cuando su desempeño es perfecto. Esta clase de elogios, por
bien intencionados que sean, pueden tener un efecto contrario al deseado. Es
necesario que los felicitemos no por la nota que se sacó sino porque consiguió
aprender algo nuevo, porque es inteligente y dedicado, etc. En otras palabras,
por su desempeño en hacer las cosas bien.
Como padres,
debemos compartir los triunfos de nuestros hijos y regocijarnos junto con ellos
en sus éxitos y avances, es importante para fortalecer el valor propio y la
seguridad de que pueden hacer las cosas bien, como agrada a los padres y a
Yahweh. Pero debemos tener cuidado de dirigir nuestro reconocimiento
específicamente hacia ellos como individuos, haciéndoles saber cuando estamos
contentos con ellos, no con las metas.
Esto refuerza su
confianza de que pueden complacernos tanto a nosotros como a Elohim. Así, se
sienten apreciados y aceptados, y eso les da confianza en su futuro y seguridad
en su propia identidad personal. Entonces estarán más dispuestos a tener
confianza en nosotros sus padres y a devolvernos el honor que cumple con el
quinto mandamiento.
Ese es el
comienzo de la relación sana y positiva que ellos podrán tener con los demás, y
especialmente con Elohim.
La
Educación De Los Hijos
Los padres no
pueden ser separados de los hijos, ni viceversa. La existencia de unos
determina la existencia de los otros; no puede existir un padre sin un hijo, ni
un hijo sin padres. Y así como hablamos acerca de la importancia de los hijos
de honrar a sus padres, debemos también hablar acerca de la importancia de SER
PADRES QUE CRIEMOS HIJOS QUE HONREN A SUS PADRES, para que esto se perpetúe a
través de las generaciones. En buena medida, la forma en que nuestros padres
nos educaron determinará la forma en que educaremos a nuestros hijos, y por
esta causa se ha producido la gran degradación social en la que hoy estamos
sumergidos. Sin embargo, también tenemos promesa que podemos revertir hasta
esta situación, si nos volvemos a Él en arrepentimiento, intercediendo en
oración por nuestros hijos y nuestros hermanos, por los miembros del Cuerpo en
todas partes, para que podamos comenzar a ser el cambio que queremos que el
mundo vea.
Ahora bien, ¿qué
dicen algunas personas en cuanto a la influencia de los padres sobres sus
hijos, en cuanto a su educación se refiere?
Hay muchas
opiniones y varias actitudes que una persona puede tomar en cuanto al efecto de
la enseñanza creyente. Algunos asumen que todo es asunto de suerte y que a los
padres sólo les toca esperar para ver qué es lo que pasará con su hijo cuando
crezca; no deben preocuparse mientras el niño está pequeño. Esta actitud no
está de acuerdo con la Palabra de Elohim. Mishlei 22:6 nos dice: "Instruye al niño en su camino, y aún
cuando fuere viejo no se apartará de él".
Es lamentable
que haya muchos padres hoy día que tienen esta actitud de indiferencia. Los
niños pequeños hacen lo que quieren, crecen sin ninguna orientación porque los
padres están esperando que éstos crezcan para principiar a enseñarles y
corregirles; pero cuando los hijos ya han crecido se dan cuenta que es muy
tarde para comenzar esta tarea, porque el niño no quiere aceptar la disciplina
que se le quiere imponer.
Otros dicen que
cada niño trae un destino y que cualquier cosa que el niño debe llegar a ser,
esto será cuando sea grande (determinismo). Esta actitud desecha el mandamiento
de Elohim de instruir al niño en Su camino. Si el instruir no tuviera
influencia en la vida del niño, Él nunca lo habría ordenado.
Otras personas
pueden suponer que la salvación y el carácter del creyente son necesariamente
el resultado del entrenamiento que se ha recibido. Sin embargo, el buen
entrenamiento formará inevitablemente un buen carácter, pero no necesariamente
un carácter creyente. Esta actitud desecha la gran verdad de la naturaleza
pecaminosa del niño. También ignora que cada individuo posee su propia
voluntad, y deja de lado el hecho de que en algún momento de su vida, el niño
deberá aceptar a Mashíaj por su propia voluntad (si fue bien entrenado,
ciertamente tomará esa decisión). Aún así, es libre. Él puede aceptar o
rechazar a Mashiaj como Salvador personal.
El buen
entrenamiento es necesario, pero el niño poseerá un carácter creyente cuando
haya aceptado a Mashiaj como su Salvador personal y viva en una relación íntima
con Él. Antes de aceptar a Mashíaj y recibir Su Ruaj, NO TENEMOS UN CARÁCTER
CREYENTE. Podemos tener inclinación, pero sin el Ruaj, nada somos. Es por eso
que los padres necesitan evangelizar a sus hijos y deben orar porque éstos
puedan, desde muy temprana edad, comprender su necesidad espiritual y entregar
su corazón al Adón.
La otra actitud
posible es la de criar al niño en la disciplina y amonestación del Adón
(Efesiyim 6:4), sabiendo que éstas tienen una influencia poderosa y efectiva en
la vida del niño. Las personas con esta actitud también reconocen que hay otras
influencias que pueden afectar al niño y que a veces ni los padres creyentes,
ni los maestros pueden evitarlas. Pero admiten que sí hay influencias malas que
pueden evitarse. Por ejemplo: Si un niño está aprendiendo malas costumbres de
algunos compañeros, los padres son responsables por permitir que su hijo tenga
malas juntas o las evite, y hasta de que imite ese comportamiento.
Esta última
actitud es la correcta. Reconoce el efecto de las influencias malas sobre la
vida del niño y el papel que juega su propia voluntad, pero tiene fe profunda
en el poder de las enseñanzas de Yahweh para contrarrestar las otras
influencias malignas. Esta actitud se basa simple e incondicionalmente en las
promesas de la Palabra de Elohim y se lleva a cabo con la seguridad de que es
posible criar a un niño que glorifique a Elohim y no al enemigo y al mundo.
Es muy fácil
para algunos padres excusarse diciendo que ellos hicieron su parte, pero que
alguien o algo intervino e hizo fracasar sus esfuerzos. Los padres y los
maestros tenemos que estar dispuestos a tomar toda nuestra responsabilidad en
la tarea de educar o entrenar al niño. Las buenas intenciones no son
suficientes.
Algunos padres
creyentes han procurado criar a sus hijos en el camino recto, y sin embargo,
han fracasado. ¿Por qué? Puede ser debido a una multitud de motivos, pero
normalmente se debe o bien a que han predicado lo que no practicaban, o a que
los dos padres no estaban de acuerdo en el camino; finalmente, el hijo optó por
el ejemplo del padre que le pareció "vencedor" (normalmente la carne
ve las actitudes mansas de los creyentes como "perdedoras", y las
desprecia).
Las Escrituras
nos dan el método de impartir la educación creyente a los hijos: "Criarlos
en disciplina y amonestación del Adón". Si lo hacemos así, por la fe
descansemos en las promesas de Elohim. Se nos ha dado la seguridad de un buen
éxito en este trabajo. Si instruimos al niño en el camino que debe andar,
Elohim nos ha prometido que cuando llegue a viejo no se apartará de él (Mishlei
22:6).
Ser padre es una
gran responsabilidad, pero ser padre creyente es una responsabilidad mayor,
porque no sólo debe velar por las necesidades físicas de su hijo sino que debe
darle importancia especial a sus necesidades espirituales.
El Hogar Del Creyente Es Una Escuela
Cuando leemos la
Palabra de Elohim nos damos cuenta en seguida del inmenso valor que Elohim
mismo ha puesto sobre el hogar en lo que se refiere a las responsabilidades y
posibilidades para la formación de criaturas de fe firme y vida piadosa
(Devarim 6:5-7; Mizmor 78:4-7).
Al estudiar al
pueblo yisraelita no podemos dejar de admirar la importancia que ellos le dan
en sus vidas a la educación religiosa, contribuyendo ésta a la prosperidad y
permanencia de este pueblo. Flavio Josefo, el historiador, dijo de su pueblo: "Nuestro cuidado principal es el de
educar a nuestros hijos, y lo consideraremos el negocio más importante de
nuestra vida doméstica". La educación yisraelita se dirigía conforme a
lo que ahora llamamos "plan intensivo". El hogar, la escuela y la
asamblea se reforzaban uno a otro. Estos tres cooperando juntos intensificaban
y perfeccionaban el entrenamiento religioso. En realidad, decir
"religioso" es para una comprensión por los términos, porque de lo
que hablamos es de que no había diferencia entre la vida secular y la
religiosa, no como la conocemos hoy, que se manejan en ámbitos tan separados
que pueden nunca tocarse entre sí. La vida en el Reino estaba completamente
centralizada en Yahweh, giraba toda a Su alrededor (y cuando se salían del
centro, les iba mal). Hoy existen el hogar, la escuela y la congregación, pero
no hay cooperación entre ellos para desarrollar el programa de la vida del
Reino.
La educación
yisraelita comenzaba con la madre. Sus deberes religiosos en relación con el
hogar modelaban el carácter de sus hijos. Mucho antes de que el niño pudiera
asistir a la sinagoga, las oraciones particulares y en familia y las ceremonias
domésticas, fueran los shabats o de las fiestas religiosas, se grababan
indeleblemente en su mente. Sentado en el regazo de su madre, el niñito
aprendía las historias de patriarcas, profetas, estadistas, guerreros, poetas,
príncipes y patriotas. Las mujeres de todos los países bien pueden aprender de
las madres de Yisrael en cuanto a la enseñanza de sus hijos.
Durante los años
más formativos de la vida, del nacimiento a los seis años, la madre es la
compañera constante del niño, y casi su única maestra. De ella adquiere las
enseñanzas para la formación de su yo espiritual y moral. La presencia misma y
el ejemplo de una madre ejerce constantemente una influencia elevadora y
estimulante. La delincuencia juvenil sigue a la ignorancia o la negligencia de
una madre durante los días de la niñez en los cuales se forman los hábitos y
las costumbres. Debido al carácter permanente de las primeras impresiones, la
contribución de una madre se multiplica con interés compuesto. La influencia de
una madre es de gran alcance no sólo sobre el individuo, sino sobre la nación.
Verdaderamente, "La mano que mece la cuna rige al mundo"; y una buena
madre es de más importancia que el conquistador de un reino.
El padre
comparte con la madre una responsabilidad igual por el ambiente del hogar. Él
representa de manera especial el punto de vista masculino. Por su contacto con
el exterior, él es más capaz de dar a conocer a los niños el contenido de la
sociedad, mientras que la madre explica mejor las relaciones personales. En una
familia bien ordenada, el padre es como una corte de apelaciones. A él se le
concede cierta autoridad y cierta calidad heroica que la madre le atribuye en
la presencia de los niños. Mientras que la influencia de la madre es más
marcada durante la niñez, la del padre es más grande en el período de la
adolescencia. Cualquier padre que tenga una idea correcta de la función de la
familia y una apreciación adecuada de las posibilidades que encierra su hijo,
hará del hogar el centro de su programa y subordinará a él todos los otros
intereses. Hasta que haya un reconocimiento general de que el hogar es la
universidad más importante del mundo, y los padres sus más grandes maestros, no
será posible estimar en su valor justo el medio ambiente que amolde los años de
la niñez.
Los padres son
maestros, conscientes o inconscientemente, están siempre enseñando a sus hijos
por medio de las palabras y los hechos en su vida personal. No hay otra
influencia que sea tan poderosa y permanente como la de los padres. Las ideas y
actitudes de los niños son casi enteramente adquiridas en el medio ambiente del
hogar. Los padres forman ese medio ambiente del hogar, y éste contribuye en
gran parte a moldear el carácter del niño.
La instrucción
religiosa en el hogar es de gran importancia. Los padres creyentes necesitan
darse cuenta que es ésta una de sus responsabilidades más importantes, y
estudiaremos un poco más a fondo esto en los siguientes estudios.
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Publicado por: Anunciadora de Sión
SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO
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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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