04 -
Nuestros Hijos 02 - La Disciplina 02
Disciplina Indirecta
¿Qué es
importante, lo que se les dice a los hijos o lo que en realidad son los padres?
El ejemplo de los padres, lo que los hijos ven en ellos diariamente, es lo que
vale mucho más que las palabras. Hay un refrán que dice: "Lo que haces
habla tan fuerte que no oigo lo que dices".
Muy pocos son
los padres que están conscientes de que su actitud y conducta impresionan la
mente de sus hijos de una manera poderosa y perdurable. La disciplina se
necesita demostrar con hechos, porque no sólo consiste en repetir proverbios.
Dar instrucciones puede ocupar sólo unos minutos al día, pero disciplinar por
medio del ejemplo es un proceso continuo. Es muy importante enseñar la Palabra
de Elohim a nuestros hijos, pero es más importante aún demostrar la Palabra de
Elohim en nuestra vida diaria.
La disciplina
indirecta enfatiza la influencia silenciosa del ejemplo de los padres en la
vida de sus hijos. Un modelo bíblico de una influencia positiva por medio del
ejemplo lo encontramos en Ana y su hijo Samuel. Ana era una mujer de oración (I
Samuel 2:1-10); tenía gran fe en Elohim (I Samuel 1:18); era una mujer de gran
dedicación (I Samuel 1:11); era honesta (I Samuel 1:27,28). Todas estas
cualidades en el carácter de Ana, fe, oración, amor, dedicación y honestidad,
fueron la influencia callada que ejercía su vida sobre su hijo. Su ejemplo jugó
un papel muy importante en el desarrollo del carácter espiritual de Samuel. Si
estudiamos detenidamente la vida de él descubriremos las mismas cualidades que
observamos en Ana.
Los niños son lo
que son sus padres. De ellos aprenden por medio de su vida religiosa y
espiritual durante las veinticuatro horas del día y los siete días de la
semana. Es cierto que muchos niños de hogares inconversos que se convierten,
incluso hay hijos que se vuelven más fuertes espiritualmente que sus padres,
pero lo corriente es que los niños de hogares creyentes aprenden todas las
doctrinas fundamentales de la Palabra de Elohim por medio de la vida y el
ejemplo de sus padres.
La fe que
descansa en Mashiaj en vez de apoyarse en buenas obras, no puede pasar
inadvertida por los hijos. Las palabras de gratitud y alabanza al Adón y las
veces que se piden perdón son escuchadas por los niños. El ejemplo del padre y
la madre dependiendo de Elohim es demostrado por medio de la oración y el estudio
de las Escrituras. Los himnos y pasukim que oyen de labios de sus padres y todo
lo que escuchan y observan en ellos, enseña mucho en forma silenciosa en cuanto
a la salvación por medio de la fe en Mashiaj. Los niños saben que el Ruaj
haKodesh mora en el corazón porque ven el fruto de amor, gozo, paz, tolerancia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Al preguntarle a
un joven qué traducción de las Escrituras prefería, contestó: "Yo prefiero
la de mi madre". Ella ha traducido las Escrituras al lenguaje de la vida
diaria. Nunca he encontrado porciones oscuras en su versión. Cuando leo otras
versiones, es la de mi madre la que siempre esclarece mi problema".
Los padres deben
demostrar a sus hijos que los aman y es bueno que no sólo lo demuestren con
hechos, sino que de vez en cuando se los digan con palabras. Muchos niños se
dan cuenta que se suplen sus necesidades físicas o materiales, pero no se hace
con amor.
El hogar debe
ser un lugar de gozo, donde reine siempre la alegría en el ambiente. Debe ser
un lugar donde no existe el aburrimiento, el desorden, el bullicio, la suciedad
siendo por el contrario donde todos, inclusive los niños, estén felices
cumpliendo cada uno con sus ocupaciones. Los niños deben estar felices para ser
buenos, y el hogar debe ser el lugar más feliz del mundo.
Si en el hogar
los padres juegan con sus hijos, toman en cuenta sus deseos e intereses, hacen
planes juntos, van a la congregación como familia, tienen un tiempo devocional
y de adoración en el cual los niños toman parte activa, allí habrá bendición y
felicidad. Allí los niños aprenderán a orar y leer la Palabra de Elohim. Si
padres e hijos trabajan juntos en el hogar, si no muestran preferencias por
ciertos hijos, en ese hogar los niños estarán aprendiendo muchos hábitos buenos
y su ambiente será de paz y felicidad.
Recuerden que la
paciencia, bondad, mansedumbre, templanza y fe serán igualmente aprendidos. Las
influencias silenciosas que nutrirán y desarrollarán el carácter del niño en el
Adón son el fruto del Ruaj haKodesh en la vida diaria de los padres creyentes.
Cuán atractivo será Mashiaj para aquellos hijos, porque es Él quien ha dado ese
ruaj de amor, gozo y paz a su hogar.
El Fruto De Una Buena Disciplina
Mishlei 29:15,17
nos dice:
"La vara y la corrección dan sabiduría; pero el muchacho
consentido avergonzará a su madre. Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y
dará alegría a tu alma".
Para muchos
padres disciplinar a los hijos significa, según ellos, forzar la arbitraria
autoridad paternal. Creen que el hijo disciplinado es aquel que salta cuando
oye el ruido del látigo; que no debe bajo ninguna circunstancia expresar una
opinión o hacer una decisión; el que obedece sin hacer preguntas, aún de las
órdenes más descabelladas. Pero esta no es una forma de criar a los hijos en la
disciplina del Adón, ni podemos llamarle "disciplina creyente". Esto
sería criar a los hijos en un ambiente de violencia.
El extremo
opuesto es el de criar a los hijos sin ningún control paternal y por lo mismo
sin ninguna disciplina. El niño hace lo que se le antoja y luego domina la vida
de los adultos que le rodean. Entre estos dos extremos está el camino que se
debe seguir.
Muchos problemas
de disciplina surgen por causa de la ignorancia, es decir, se desconoce su
verdadero propósito. La disciplina que se practica con sabiduría utilizará la
voluntad del niño, enseñándole a que él obedezca porque desea hacerlo, o sea,
que el niño anhela obedecer por su propia voluntad. La verdadera obediencia
viene de adentro.
Las madres y padres
que han renunciado a su deber de disciplinar a sus hijos también han perdido
privilegios y alegrías. La disciplina tiene dos funciones principales: la de
formar hábitos en el niño que le serán útiles y la de modificar o cambiar todos
aquellos que son inservibles o malos. Si un niño posee un mal hábito no nació
con él, lo adquirió por medio de la imitación o el aprendizaje. Todo hábito
malo debe ser corregido.
Es más fácil e
importante prevenir que corregir malos hábitos ya formados. Es por eso que todo
padre verdaderamente creyente se preocupará para que el niño desde su temprana
edad adquiera hábitos creyentes. Todo lo que se hace repetidamente es lo que se
transforma en hábito.
Cuando los
padres imponen una disciplina a base de temor, los hijos obedecen porque es su
deber, pero no lo hacen porque lo desean y quieran agradar a sus padres. Tienen
miedo de quebrantar la autoridad paterna. ¿Será ésta la disciplina del Adón?
Como creyentes, ¿Estamos obedeciéndole por temor o porque le amamos y deseamos
honrarle?
Cuando los
padres hacen que sus hijos les obedezcan ciegamente y por temor, llegará un día
cuando su hijo o hija se rebele. La expresión: "Hazlo porque yo te
ordeno" no es una razón para que el niño obedezca. Con frecuencia y
honestidad los padres deben analizar lo que han dicho. ¿Les gustaría que
alguien a quien ustedes necesitan obedecer tomara esta misma actitud? El
problema de disciplina abarca no sólo a los hijos, sino también a los padres.
Deben estar seguros que están demandando obediencia no sólo por su propio
beneficio, sino por el bien de sus hijos. El padre que no practica la
disciplina en su propia vida, no podrá imponerla en sus hijos. Si el padre y la
madre ganan el respeto y amor de ellos, éstos les obedecerán con alegría. Todo
padre que es firme en sus decisiones y cumple lo que promete ganará el respeto
y admiración de sus hijos.
El mejor método
de disciplinar es el de crear condiciones que evitarán que las faltas se
cometan. Vale la pena y paga grandes dividendos hacer que la obediencia sea
algo que traiga gozo y satisfacción a todos los miembros del hogar.
Otra cosa que es
importante que los padres sepan es que el juego es algo muy real e importante
en la vida del niño. Él lo considera tan serio como el trabajo para el adulto.
Muchas veces la desobediencia del niño es provocada porque el padre interrumpe
al niño en su juego de una manera sorpresiva y demanda obediencia inmediata. El
niño necesita tiempo para hacer los arreglos necesarios en su juego antes de
obedecer. Por ejemplo, un niño piensa no venir inmediatamente a comer o
acostarse porque está jugando. La niña vendrá con gusto si le advertimos que es
tiempo de que acueste su muñeca porque también es hora de que ella vaya a comer
o a dormir. En vez de hacer que Juanito interrumpa su juego bruscamente, le
podemos decir que debe estar listo para venir a la mesa durante cinco minutos.
También le podemos advertir que debe venir tan pronto como termine de descargar
su camión.
El castigo puede
usarse con niños de cualquier edad, pero si el padre usa el castigo para
cualquier falta y constantemente, su método de disciplina no sirve. Lo mismo
aplica a los maestros. Recordemos que con el ejemplo, siendo firmes en las
decisiones y cumpliendo lo que prometemos, ganaremos la admiración, respeto y
amor de nuestros hijos.
_________________________________________________________________________
Publicado por: Anunciadora de Sión
SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO
________________________________________________________________________
Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
_________________________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario