Finalmente, hermanos, oren por nosotros para que el mensaje del Maestro se difunda rápidamente y triunfe, así como sucedió también entre ustedes... Tesaloniyim Bet 3:1
¿De qué serviría nuestro ministerio sin la bendición divina? ¿Y cómo podríamos esperar la bendición a menos que la congregación de Yahweh la busque? No restrinjamos la oración: por el contrario, abundemos en la intercesión por todos los miembros del Cuerpo y por el crecimiento y desarrollo del mismo, porque así, y solamente así, la Novia podrá crecer y el mundo recibirá la luz de Mashíaj.
Pero, entonces, tenemos que tocar un último punto en las condiciones básicas para la oración. La pregunta es: ¿Podría ser que hubiera algo en la congregación que impidiera que nuestras oraciones tengan éxito? Esa es una pregunta indispensable que debe ser considerada con toda sinceridad, incluso antes de que pasemos a la intercesión; porque aprendemos por el primer capítulo de YeshaYah que las oraciones de un pueblo impío se convierten pronto en abominaciones para Elohim:
Y cuando ustedes extienden sus manos, yo apartaré de ustedes mis ojos; aunque oren extensamente, yo no escucharé. Sus manos están llenas de crimen. Lávense y límpiense, aparten sus malas acciones de mi vista. Dejen de hacer el mal; aprendan a hacer el bien. Dedíquense a la justicia; ayuden al oprimido, apoyen los derechos del huérfano, defiendan la causa de la viuda. "Vengan, lleguemos a un entendimiento –dice Yahweh. Aunque sus pecados sean como la grana, pueden volverse blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí, pueden volverse como blanca lana". Si ustedes están de acuerdo y obedecen, comerán de lo mejor de la tierra; pero si rehúsan y desobedecen, serán devorados por la espada. –Porque fue Yahweh quien habló". YeshaYah 1:15-20
Las congregaciones pueden caer en un estado tal, que incluso sus devociones se vuelven una iniquidad; "las fiestas solemnes" se tornan un fastidio para el Adón. Podrían existir males en el corazón de cualquiera de nosotros que hicieran imposible que Elohim, en consistencia con Su propio carácter y Sus atributos, prestara alguna consideración a nuestras intercesiones. Si idolatramos la iniquidad en nuestros corazones, ÉL NO NOS ESCUCHARÁ.
Y cualquier cosa que pidamos, la recibiremos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que le son agradables a Él. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Yahshúa el Mashíaj y que nos amemos unos a otros, como él nos ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos permanece en Elohim, y Elohim en él. Y por esto sabemos que Él permanece en nosotros: por el ruaj que nos ha dado. Yahanan Alef 3:22-24
De acuerdo a estos pasukim, hay algunas cosas que son esenciales para el éxito de la oración. Elohim oirá toda oración verdadera, pero hay ciertas cosas que Su pueblo debe poseer, porque de lo contrario sus oraciones no darán en el blanco, es decir, se convertirán en pecado. El texto nos dice que la condición es que "guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que le son agradables a Él". Entonces, hoy vamos a considerar los elementos esenciales para el poder en la oración: lo que debemos hacer, lo que debemos ser, lo que debemos tener, si queremos prevalecer juntamente con Él en la oración.
Los
Elementos Esenciales Del Poder En La Oración
Primero, tenemos que hacer unas cuantas distinciones de entrada. Entendamos que hay una gran diferencia entre la oración de un alma que está buscando misericordia y la oración de un hombre que ya es salvo. Son dos condiciones diferentes. Yo le digo a cada persona que vea o lea esto, quienquiera que sea, que si busca sinceramente la misericordia de Elohim por medio de Yahshua ha Mashiaj, la tendrá. Cualquiera que hubiera sido su condición previa de vida, si busca el rostro de Yahweh con arrepentimiento, a través de Mashíaj, podrá encontrarlo.
Pero diferente es el caso de las oraciones de los que ya son salvos. Ahora formamos parte del pueblo de Elohim, y aunque seremos escuchado de igual manera que el pecador arrepentido es escuchado, ahora somos hijos de Elohim y estamos bajo una especial disciplina específica para la familia regenerada. En esa disciplina, las respuestas a la oración ocupan una elevada posición, y señalan a los que han aprendido a andar en Sus caminos.
Hay muchas cosas que el creyente debe disfrutar además de la salvación; hay bendiciones, y consuelos, y favores, que hacen que nuestra vida presente sea útil, feliz y honorable, una plena representación del Padre sobre la tierra a través del Ruaj de Mashíaj en nuestro interior; pero estas cosas están íntimamente vinculadas al carácter, es decir, a la naturaleza interna, al Mashíaj interno que vamos desarrollando y haciendo crecer en nuestro interior. No son elementos vitales en cuanto a la salvación; esa se recibe de una vez y para siempre, porque son condiciones del pacto; pero ahora nos estamos refiriendo a los honores y a los disfrutes de la casa, que son otorgados o retenidos según sea nuestra obediencia como hijos del Adón, como en toda familia. Si descuidamos las condiciones que nos conducen a Sus bendiciones, nuestro Padre no nos las otorgará. Nos estamos refiriendo a las cosas que se refieren a la santificación, no a la salvación, como ya habrán podido comprender.
En otras palabras, la invitación a buscar misericordia (salvación) está dirigida a quienes no tienen disposición ni capacidad de ningún tipo, excepto su necesidad: son los enfermos que necesitan del médico. Pero habiendo entrado a la familia de Yahweh como hombres y mujeres salvos, descubrimos que el camino de la santificación apenas ha comenzado, y que existen muchas otras bendiciones que son otorgadas o denegadas de acuerdo a nuestra atención a las reglas del Adón para Su familia. Para darles un ejemplo común: si algún hambriento llegara a nuestra puerta, y nos pidiera pan, ciertamente le daríamos, independientemente de cuál fuera su carácter. De la misma manera le damos alimento a nuestros hijos, independientemente de cuál sea su comportamiento; no le negaremos nada a nuestros hijos que sea necesario para la vida; nunca seguiríamos ningún curso de disciplina que implique poner en riesgo sus vidas, como para negarle su necesario alimento, o el vestido que le proteja del frío. Pero hay muchas otras cosas que nuestros hijos podrían desear, y que les daríamos si son obedientes, pero que no le daríamos si fueran rebeldes o mal comportados. Creo que eso ilustra la forma en que el gobierno paternal de Elohim rige este asunto.
Entonces, para que recibamos "cualquier cosa que pidamos", hay ciertos prerrequisitos y elementos esenciales de los cuales tendremos que hablar ahora, y todos ellos se refieren a una postura intrínseca en la cual debemos colocarnos a nosotros mismos:
"En verdad les digo que si ustedes no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino del Cielo. Así que, cualquiera que se haga humilde como este niño, ése es el más importante en el reino del Cielo". MattiYah 18:3-4
Todo lo que se refiere a nuestra postura y actitud delante del Padre debe ser "infantil", no en el sentido de una inmadurez mental o espiritual, todo lo contrario, sino en el sentido de la humildad que un niño asume delante de los adultos que saben más que ellos, y sobre todo, delante de nuestro Padre celestial.
1.
Obediencia Infantil
Si estamos desprovistos de obediencia, el Adón podría decirnos lo que le dijo a Su pueblo Yisrael:
Sin embargo ustedes me han abandonado y han servido a otras deidades. No, no los voy a librar otra vez. Vayan y clamen a los ha'elohim que ustedes han escogido; que ellos los libren en sus tiempos de aprietos". Shoftim 10:13-14
Cualquier padre les dirá que si él
concediera la petición de un hijo desobediente, estaría estimulando la rebelión
en la familia, y se tornaría imposible que pudiera gobernar su propia casa. Es
a menudo adecuado que el padre se ponga firme: "Hijo, no escuchaste lo que te dije, y por eso, no puedo escuchar
lo que me dices ahora". No se trata de que el padre no lo ame, sino
que debido al amor a su hijo, y por causa de ese amor, se siente obligado a
mostrar su disgusto denegando la petición del desobediente. Yahweh actúa con
nosotros como deberíamos actuar con nuestros hijos rebeldes, y si ve que vamos
a caer en pecado y a transgredir, como parte de Su amable disciplina paternal
nos dice: "Cuando clames a Mí, no escucharé
tu petición; cuando Me supliques, no te oiré. No te destruiré, aún serás salvo,
tendrás el pan de vida, y el agua de vida, pero no recibirás nada más: los
festines de Mi Reino te serán negados, y no poseerás ninguna otra cosa,
incluyendo el predominio especial de tu oración".
El Mizmor nos revela que el Adón trata con Su propio pueblo así:
¡Oh si mi pueblo me oyera, si Yisrael anduviera en mis caminos! En un instante subyugaría yo a sus enemigos, volvería mi mano contra sus adversarios; los que aborrecen a Yahweh se acobardarían ante él, y su destrucción sería eterna; lo sustentaría con el mejor trigo, y con la miel de la peña lo saciaría. Mizmor 81:13-16
Vamos, si al hijo desobediente de Yahweh se le pusiera en sus manos la promesa: "Todo lo que pidas en oración lo recibirás", con seguridad pediría algo que lo apoyara en su rebelión. Pediría una provisión para sus propios deseos y beneficios para su rebelión, porque la carne no comprende las cosas del Ruaj ni puede, y sólo pide para satisfacer sus deseos carnales, buenos o malos. Esto no puede ser tolerado, y por eso el Padre nos disciplina cada día más. ¿Acaso Elohim favorecería nuestras corrupciones? ¿Acaso alimentaría nuestros deseos carnales? Un corazón obstinado tiene ansias de una mayor libertad para poder ser más obstinado; un ruaj altivo anhela una elevación mayor para poder ser todavía más arrogante; un ruaj holgazán pide una mayor quietud para poder ser más indolente; y un ruaj dominante pide más poder para gozar de mayores oportunidades para la opresión, y todo esto puede ser realizado por la carne de forma tan sutil que se esconda bajo una apariencia de espiritualidad.
Según es el hombre, así serán sus peticiones: CUANTO MÁS ESTAMOS EN LA CARNE, MENOS ESPIRITUALES SERÁN NUESTRAS PETICIONES. Pero si guardamos Sus mandamientos, estaremos en una posición interna correcta. Felices seremos si por Su gracia podemos decir como David: "Lavaré en inocencia mis manos, y así me acercaré a tu altar, oh Yahweh" (Mizmor 26:6). Esta no sería nunca una perfecta obediencia porque aún andamos en parcialidad, pero sería al menos inocencia del amor al pecado y de la rebelión voluntaria contra Elohim. Él contempla más las intenciones de nuestro corazón que nuestros logros aparentes, por eso justifica al publicano que reconoce su corrupción y condena al fariseo en su justicia propia.
2.
Reverencia Infantil
Junto a esto, hay otro elemento esencial para la oración victoriosa. Cuando los niños han recibido un mandamiento, una orden, de su padre, no se les permite que cuestionen su validez o sabiduría; LA OBEDIENCIA TERMINA DONDE COMIENZA EL CUESTIONAMIENTO. El concepto que un hijo tiene de su deber no debe convertirse en la medida del derecho de mandar del padre. Los buenos hijos dicen: "Nuestro padre nos ha ordenado que hagamos tal y tal cosa, y por eso la haremos, porque siempre nos deleita agradarle". Si bien es cierto que en los modelos humanos existen fallas y casos, JAMÁS ES ASÍ CON RESPECTO A NUESTRO PADRE. La razón más poderosa para la acción de un hijo amante es la seguridad de que su obediencia agradará a sus padres, aún cuando él no comprenda todo; y el argumento más poderoso que puede utilizarse para detener a un hijo bondadoso, es demostrarle que si continúa andando por un curso de acción equivocado, disgustará a sus padres. Precisamente lo mismo nos sucede con Elohim, que es el Padre perfecto, y por tanto, sin temor a equivocarnos, HACER SIEMPRE LO QUE LE AGRADA ES NUESTRA NORMA DE LO QUE ESTÁ BIEN, MIENTRAS QUE LO QUE LE DESAGRADA, ES, CON SEGURIDAD, LA REGLA DE LO QUE ES INDEBIDO.
Supongamos que cualquiera de nosotros fuera obstinado y dijera: "No haré lo que agrada a Elohim, sino que haré lo que me agrada a mí mismo". Observemos, entonces, cuál sería la naturaleza de nuestras oraciones, que ahora se transformarían en "Hágase mi voluntad". ¿Acaso podríamos esperar que Yahweh tolerara eso? ¿Acaso seremos señores no solamente de la herencia de Su Reino, sino señores del propio Yahweh? Si tuviéramos un hijo en casa que no tuviera respeto de ningún tipo por nosotros, sus padres, sino que dijera: "Quiero hacer todo lo que me dé en gana"; y si viniera a pedirnos algo, ¿LE CONCEDERÍAMOS LO QUE PIDE? ¿Acaso le permitiríamos que nos dictara nuestra conducta, y le permitiríamos que se olvidara de la honra que debe guardarnos como padres? ¿Qué clase de casa sería esa? Me temo que hay algunos hogares que son así, porque hay padres insensatos que permiten que sus hijos se conviertan en sus señores y de esta manera se fabrican una vara para sus propias espaldas, además de que no aprenden a ser los cabezas de sus familias; pero la casa de Elohim no tiene este ordenamiento: Él no escuchará a los hijos obstinados, pero sí los oirá en Su enojo, y les responderá con ira. Recordemos cómo escuchó la petición que hizo Yisrael pidiendo carne, y cuando la carne estaba todavía en sus bocas se convirtió en una maldición para ellos. Muchas personas son disciplinadas cuando obtienen sus propios deseos, así como los rebeldes son llenados con sus propios engaños, porque oran con ídolos en sus corazones.
Debemos tener una reverencia a Elohim semejante a la de un niño, de tal forma que expresemos algo como: "Adón, si lo que yo te pido no te agrada, tampoco me agradará a mí. Pongo en Tus manos mis deseos para que Tú los corrijas: elimina cada petición que yo ofrezca y que no sea correcta, muéstrame para que aprenda, y agrega cualquier cosa que yo hubiera omitido, aunque no la hubiera deseado porque aún no la tengo en cuenta. Si yo debí haberla deseado, escúchame como si la hubiese deseado. Coloca Tu deseo en mí para que se convierta en el mío propio, NO sea como yo quiero, sino como Tú quieres, y haz de mí lo que Tú deseas para mí".
Ahora, yo creo que pueden ver que es este ruaj sumiso lo que es esencial para el predominio continuo de la oración ante Elohim; lo inverso es un impedimento seguro para la eficacia de la súplica. El Adón será reverenciado por quienes le rodean. Tenemos que fijar nuestro foco en agradarle en todo lo que hagamos y en todo lo que pedimos, porque de lo contrario Él no nos mirará con favor.
3.
Confianza Infantil
En tercer lugar, el texto sugiere la necesidad de una confianza infantil: "Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Yahshua ha Mashiaj". En todas partes de la Escritura se habla de la fe en Elohim como de algo necesario para una oración exitosa. Debemos creer que hay un Elohim, y que es galardonador de los que le buscan, porque de lo contrario no habremos orado con fe; el éxito de nuestra oración será proporcional a nuestra fe.
Una regla vigente del Reino es:
Entonces les tocó los ojos diciendo: "Conforme a su fe les sea hecho". MattiYah 9:29
Recordemos cómo habla el Ruaj haKodesh por boca de Yaakov:
Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Elohim, quien da a todos con liberalidad y sin reprochar, y se le dará. Pero pida con fe, sin dudar nada. Porque el que duda es como una ola del mar que el viento mueve y agita de un lado a otro. No piense alguien así que recibirá cosa alguna de Yahweh, siendo un indeciso e inestable en todos sus caminos. Yaakov/Santiago 1:5-8
El texto habla de fe en el nombre de Su Hijo Yahshua ha Mashiaj, que debemos entender que significa que confiamos en Su carácter manifiesto, que tenemos emunah en Su Evangelio, fe en que Él es la Verdad, el Camino, La Vida, la Luz, la Dabar, nuestro todo.
Vayamos nuevamente a nuestros análogos de familia. Supongamos que un hijo no cree en la palabra de su padre, y está diciendo constantemente que tiene su mente llena de dudas en relación a la veracidad de su padre (una situación a la que la sociedad actual ha llevado tristemente a su máxima expresión); supongamos que en verdad les dice a todos que él no confía en su padre, lo afirma y no le da vergüenza decirlo. De una manera u otra no cree que su padre diga la verdad, y declara que aunque procura creer en la promesa de su padre, no puede hacerlo. Yo pienso que un padre del que se desconfía tan ruinmente, no tendría mucha prisa de conceder las peticiones de su hijo; más bien, es muy probable que las peticiones del desconfiado hijo no puedan ser cumplidas, aun si su padre estuviera deseoso de hacerlo, porque equivaldría a galardonar su propia incredulidad, además de que estaría quebrantando la regla básica que el propio Yahweh ha establecido: primero y en todo, DEBEMOS CREER Y CONFIAR.
Por ejemplo, supongamos que a este hijo se le metiera en la cabeza dudar que su padre fuera a proveer para su alimentación diaria; podría entonces venir a su padre y decirle: "padre, dame suficiente dinero para que me dure por los siguientes diez años, porque para entonces ya seré un hombre, y seré capaz de mantenerme a mí mismo. Dame dinero para calmar mis temores, porque tengo gran ansiedad". ("Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde", Luka 15:12).
El padre le respondería: "Hijo mío, ¿por qué habría de hacer eso?". Y recibe por respuesta: "Lamento mucho decirlo, padre querido, pero no puedo confiar en ti; mi fe en ti y en tu amor es tan débil, que temo que uno de estos días vas a dejar que me muera de hambre, y por eso me gustaría contar con algo seguro en el banco". ¿Quién entre ustedes que es padre escucharía la petición de un hijo, si pidiera algo así? Ustedes se sentirían agraviados, ofendidos y lastimados si pensamientos tan deshonrosos para ustedes atravesaran la mente de alguno de sus hijos amados; probablemente no le darían nada, y no querrían darle nada.
Permítanme, entonces, aplicar la parábola a nosotros mismos. ¿Han ofrecido alguna vez peticiones que eran de la misma naturaleza? ¿Hemos sido incapaces de confiar en que Elohim nos dé nuestro pan de cada día, y por tanto hemos estado ansiando eso que llamamos "alguna provisión para el futuro"? ¿Necesitamos un abastecedor más confiable que la providencia, una seguridad mayor que la promesa de Elohim? Somos incapaces de confiar en la palabra de nuestro Padre, si unos cuantos bonos, billetes, jubilación o qué recurso del tipo que proviene de un gobierno son considerados como algo mucho más confiable. Estamos diciendo que podemos confiar en nuestro trabajo, nuestros esfuerzos, nuestros bancos, nuestro sistema, ¡PERO NO EN EL ELOHIM DE TODA LA TIERRA! De mil maneras insultamos al Adón cuando imaginamos que "las cosas que se ven" son más sustanciales que la omnipotencia invisible que todo lo sustenta. Le pedimos a Elohim que nos dé de inmediato lo que no requerimos al presente, y tal vez no necesitaremos nunca; en el fondo, LA RAZÓN PARA TALES DESEOS PUEDE SER ENCONTRADA EN NUESTRA VERGONZOSA DESCONFIANZA PARA CON ÉL, que nos lleva a imaginar que requerimos de grandes provisiones para asegurar nuestra existencia.
Hermanos, ¿no somos todos culpables de esto? Comprendiendo estas cosas, ¿podemos seguir esperando que el Adón ayude y estimule nuestra necedad? Tal vez lo haya hecho al principio, cuando éramos bebés espirituales, pero los bebés deben crecer. ¿Acaso Elohim favorecerá nuestra desconfianza? ¿Nos dará montones de valores corruptibles y de tesoros que servirán de alimento a la polilla? ¿Quisieran que el Adón actuara como si admitiera la validez de nuestras sospechas y reconociera nuestra infidelidad? ¡Yahweh no lo quiera! Por tanto, no esperemos ser escuchados cuando nuestra oración sea sugerida por un corazón incrédulo, al contrario:
"Encomienda a Yahweh tu camino, y confía en Él; y Él hará" Mizmor 37:5
4.
Amor Infantil
El siguiente elemento esencial para un éxito continuado en la oración es un amor infantil: "Que creamos en el nombre de su Hijo Yahshua ha Mashiaj, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado". Lo mismo que se dice de Elohim, "Elohim es amor", debe poder ser dicho del Cuerpo de Mashíaj: "La Novia es amor". Si cada uno de nosotros fuera una encarnación del amor, habríamos alcanzado la semejanza completa con Mashiaj. Debemos abundar en amor a Elohim, amor a Mashiaj, amor a la congregación, amor a los pecadores para poder esforzarnos para sacarlos de esa situación y que dejen de ser pecadores, y amor a los hombres en todas partes. Cuando un hombre no tiene amor a Elohim, está en la condición de un hijo que no siente amor por su padre. ¿Acaso prometerá su padre cumplir absolutamente todos los deseos de un corazón desamorado y carente de amor filial? O si un hijo no tiene amor por sus hermanos y hermanas, ¿le confiaría el padre una promesa absoluta diciéndole: "Pidan y se les dará"? Vamos, el hijo desamorado empobrecería a la familia entera por sus exigencias egoístas; sin importarle todo el resto de las personas de la casa, sólo se cuidaría de entregarse a sus propias pasiones, por no hablar de cómo ignoraría a enemigos y el resto de las personas.
Por esto podemos ver que no se le puede confiar el poder de la oración al egoísmo. A los espíritus desamorados, que no aman a Elohim ni a los hombres, no se les pueden confiar las grandes, amplias e ilimitadas promesas. Debemos amar a Elohim para que nos escuche y de Él extraer ese amor que necesitamos para amar a los demás como a nosotros mismos, porque el segundo mandamiento siempre depende del primero y no puede ni ser separado del mismo ni ser alterada la orden. Entonces, cuando amamos a Elohim, no oramos por nada que Lo deshonre, y no deseamos tampoco ver que se nos otorgue nada que no fuera también una bendición para nuestros hermanos. Debemos deshacernos del egoísmo antes de que Elohim nos confíe las llaves del Reino; por eso hemos estado practicando el orar por otros cuando andamos ansiosos por nuestros problemas. Debemos aprender a negarnos a nosotros mismos comprendiendo que más bienaventurado es dar que recibir, y que ese dar no implica bienes materiales, que aunque son necesarios son absolutamente secundarios a todo lo espiritual que debemos aprender a compartir entre hermanos.
En este sentido, debemos aprender a superar no sólo el nivel básico de amor eros, el amor egoísta que sólo busca la satisfacción propia, sino también el amor phileo, el amor fraternal que sólo da "lo justo", y alcanzar el amor ágape, que es el nivel del amor del Padre, porque ¿de qué nos servirá guardar rituales y hasta mandamientos, diezmar las hierbas y hacer hincapié en detalles y centímetros, SI NO SUPERAMOS A LOS QUE GUARDAN LA CÁSCARA Y DEJAN DE LADO LA ESENCIA?
Porque les digo que si su justicia no sobrepasa la de los escribas y los fariseos, jamás entrarán en el reino del Cielo. MattiYah 5:20
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