Las Escrituras completas nos han sido dadas para habilitarnos a enfrentar la vida de una forma realista y práctica. Por decirlo de otra forma, Elohim no está interesado en la religión, ni en que guardemos rituales, sino que está tremendamente interesado en la vida, en que la esencia de esos rituales se nos haga vida. No podemos leer el B'rit Hadashá sin darnos cuenta que al Adón Yahshua no le importaban lo más mínimo las regulaciones del shabat de Su día (las regulaciones farisaicas que hoy están resurgiendo con fuerza, en lugar de que los creyentes realicen la unión de las dos Casas), cuando estaban establecidas en contra de la necesidad de sanación de un hombre enfermo.
En eso, reveló el corazón de Elohim, ya que ciertamente Yahweh no está tan interesado en vidrieras policromadas, en música de órganos, en himnos congregacionales, o incluso en las oraciones en hebreo, tanto como en producir hogares llenos de amor, corazones generosos, y hombres y mujeres valientes que permitan ir siendo conformados a Su imagen y semejanza en sus nuevos hombres, haciendo crecer su Mashíaj interior y convirtiéndose en dignos representantes de Él sobre la tierra, personas que sean capaces de atravesar el valle de las sombras con la cabeza en alto, porque el mundo "no tiene nada en ellos".
Estoy profundamente convencida que sólo podemos entender la vida cuando la vemos como la ven las Escrituras. Es por eso que fue dada la Palabra de Elohim. En el mundo de la sociedad humana organizada, con su comercio, sus gremios, su entretenimiento y toda la composición de la vida, estamos continuamente expuestos a ilusiones que están indistintamente mezcladas con la realidad. Estamos frente a perspectivas distorsionadas, motivos perversos, esperanzas inciertas y programas que no han sido probados... o que lo están siendo en nosotros, cobayas humanas. Pero cuando venimos a las Escrituras aprendemos la verdad. Aquí se nos presenta la realidad, el mundo como realmente es. Es algo que choca al comienzo, ya que es radicalmente opuesto a lo que aprendimos, pero cuanto más caminamos en Su Palabra, con mayor claridad vemos al mundo. Cuando tratamos con la esencia básica de la vida, y desmantelamos todas las ilusiones confusas, encontramos que es exactamente lo que las Escrituras sostienen que es. Aquí es donde nuestras perspectivas son enderezadas, es aquí donde nuestro sistema de valores es corregido, y nuestros sueños se pesan y evalúan para ver si son acordes a Elohim, o si son imaginaciones de nuestra carne.
Quizás no nos guste lo que leemos aquí de vez en cuando ―es muy probable que no nos guste―, pero tanto peor para nosotros. Sólo conseguiremos engañarnos a nosotros mismos si lo rechazamos. Es nuestra decisión el escuchar las palabras de Yahshua y sus apóstoles, ya que ellos son la autoridad que nos corrige a nosotros, no al revés. No somos la autoridad que los corrige a ellos. Abandonemos este tonto asunto de enjuiciar el conocimiento del Adón Yahshua ha Mashiaj y de creer que podemos pensar mejor que Él. Nosotros los creyentes debemos continuamente reducir cada argumento que oímos hoy a esta simple consideración: "¿Debo aceptar la palabra de esta persona, o la palabra de Mashiaj? Si esto está de acuerdo con lo que Él dice, bien, es la verdad. Pero si no está de acuerdo, entonces debo decidir si la autoridad que lo desafía es mayor o menor que Yahshua ha Mashiaj". Como creyentes estamos continuamente enfrentados con muchas decisiones de si debemos aceptar la autoridad débil, endeble e incierta de un simple hombre, o la cierta, sólida y clara palabra del Adón Yahshua ha Mashiaj. Y muchas veces esa "supuesta autoridad" es nuestra propia carne, que nos empuja a tomar decisiones que satisfacen nuestra comodidad, que buscan "dejarnos descansar" o protegernos, como Kefá trató de insinuarle a Yahshua. Nosotros deberíamos rechazar nuestra carne como Yahshua rechazó a Kefá, firmemente y sin rodeos, pero normalmente estamos dispuestos a escucharla y retorcer nuestros pensamientos para justificar decisiones opuestas a las Escrituras.
Por lo demás, fortalézcanse en el Adón y en el poder de su fuerza. Vístanse de toda la armadura de Elohim, para que puedan hacer frente a las intrigas del Acusador; porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales. Por esta razón, tomen toda la armadura de Elohim, para que puedan resistir en el día malo, y después de haberlo logrado todo, quedar firmes. Efesiyim 6:10-13
En este pasaje el apóstol Shaúl está presentando su análisis de la vida, especialmente de cómo ésta se relaciona con los creyentes. Está muy claro que el punto de vista de Shaúl sobre la característica básica de la vida puede ser puesto en una sola palabra: lucha. La vida, dice, es un conflicto, un combate, una continua batalla. Esto, por supuesto, está confirmado constantemente por nuestra experiencia. Todos quisiéramos pensar de la vida como un ideal romántico, ya que la mayoría de nosotros quisiéramos pensar que vivimos en un mundo ideal, donde todo sale bien y podemos pasar nuestros días en relajación y deleite, con el trabajo justo para mantenernos interesados.
Pero Shaúl no está tratando con ese tipo de vida. Está lidiando con la vida como realmente es ahora, y dice que la vida es una lucha, un conflicto, un combate en contra de fuerzas contrarias. Si intentamos quedarnos a un lado, escaparnos de la lucha, nos encontramos continuamente siendo arrojados de nuevo a la realidad. Algún hecho desagradable se entromete en nuestro bello mundo y se niega a irse. Se nos saca constantemente de nuestros sueños de comodidad y deleite, y se nos enfrenta con las severas, duras realidades de la vida.
El apóstol también dice que ésta es una lucha fluctuante. Debemos aprender a ponernos en pie, dice, "en el día malo", con lo cual insinúa que no todos los días son malos. Vendrán tiempos que sean peores que otros. Hay épocas en el curso de la vida en que las presiones son más intensas, cuando los problemas son más insolubles, cuando todo parece echársenos encima a la vez. Estos son los que reconocemos como días malos. A veces de hecho es un día, a veces es una semana, a veces meses. Pero gracias a Elohim que no toda la vida es así. No siempre estamos bajo presión; no siempre estamos siendo confrontados con circunstancias abrumadoras que nos fuerzan a tomar decisiones angustiosas.
La razón por la que no lo estamos es a causa de la gracia de Yahweh. Toda la vida sería un día malo, y mucho peor, si no fuera por la gracia de Elohim que continuamente opera al impedir los poderes que están en contra de nosotros y permitir tiempos de refresco, recreación, deleite y bendición. Pero, aquí, Shaúl dice que estos días, aunque no son siempre iguales en presión, sin embargo, constituyen el tejido de la vida. La vida es una lucha sin fin, variando en intensidad de tiempo a tiempo, pero extendiéndose desde la cuna a la tumba. Y continúa ahora analizando y definiendo para nosotros la naturaleza de esta lucha.
Ya que dice que el conflicto no es en contra de la carne y la sangre, o sea, no es un problema humano, no es una lucha de hombre contra hombre. Puede que sea una lucha dentro del hombre, pero no es entre hombres. Nos asegura que no es en contra de carne y sangre. Qué responderíamos si se nos preguntara: "¿Cuál es la cosa que te produce más dificultad en la vida; en qué consiste la lucha de la vida?". Muchos sentirían que es su lucha con los demás, de diferentes formas, pero siempre ir en contra de carne y sangre. Son otros seres humanos quienes nos molestan. La culpa por lo mal que nos va es siempre de los demás y de las circunstancias que ellos crean para nosotros: nuestros padres, nuestros hijos, nuestros esposos o esposas, nuestros jefes, el gobierno, las multinacionales, las élites... parece que siempre estamos rodeados de personas que no pueden dejar nada en paz en este mundo. Siempre están produciendo algún tipo de problemas en algún sitio.
Al examinar la vida a nuestra manera superficial estamos tentados a decir que nuestro problema son otras personas, que luchamos en contra de carne y sangre. Pero el apóstol dice que no podemos explicar la vida adecuadamente a ese nivel. Debemos mirar más allá; debemos mirar más profundamente que eso. El problema no es en contra de carne y sangre. Más bien, hay principados y potestades, los gobernadores de las tinieblas, espíritus malvados en las altas esferas, todos en contra de la humanidad. He ahí nuestro problema, dice Shaúl. Esos son los enemigos a los que nos enfrentamos. Y no sólo son los creyentes quienes son atacados por éstos, sino todos los hombres, en todas partes. Toda la raza humana es atacada por los principados y poderes, los gobernadores de las tinieblas. He ahí la explicación positiva de Shaúl de la lucha de la vida.
Me apresuro a decir que esta declaración sólo será enteramente creída y entendida por los verdaderos creyentes. El mundo ha distorsionado esto al punto de la ridiculez, o lo rechaza como inaceptable para la mente inteligente. Hoy tenemos películas y series y libros, y tenemos Halloween, que nos disfraza de diversión una realidad sangrienta y minimiza su existencia, empujándola al rincón de la superstición y ridicularizando a todo el que pretende revelar esa realidad demoníaca al mundo. Halloween representa la distorsión de esta gran doctrina que el apóstol ha propuesto. La superstición siempre ha tomado esta gran revelación y la ha distorsionado, la ha torcido, la ha reducido a un panteón ridículo de duendes, brujas, fantasmas y demonios. Naturalmente ese tipo de cosa es rechazada por cualquiera que sea "inteligente", porque saben que estas cosas no existen, son cosas de ignorantes primitivos y supersticiosos.
Algunos están dispuestos a rechazar esto, se niegan a creer en los poderes invisibles, sean buenos o malos. Rechazan toda la idea de cualquier tipo de reino espiritual y dicen que ni hay Elohim ni diablo. Por supuesto, cualquiera que desee hacerlo es libre de tomar esa decisión, pero cuando lo hacen, de hecho rechazan el testimonio de Yahshua ha Mashiaj como una autoridad en estas áreas, y lo sepan o no, se colocan en manos de haSatán porque quien no está con Yahshua está con el Enemigo, porque el que no junta con Mashíaj, desparrama.
Poner nuestra esperanza sólo en el hombre mismo es estar continuamente desilusionado en esta constante lucha para mejorarse a sí mismo. Es por eso que aquellos que suscriben tal posición al final asumen un espíritu de pesimismo al considerar la vida.
También hay otros que creen en un reino de bondad, o sea, que creen en Elohim y quizás en los malajim, pero que se niegan a aceptar esta proposición de la existencia de haSatán. Dicen que pueden aceptar la existencia de Elohim y del cielo y de las cosas que constituyen la bondad, pero rechazan totalmente la idea de un diablo. Esta es una postura totalmente irracional. Cualquiera que se suscribe a esa posición no tiene una base lógica para hacerlo, ya que la misma revelación que nos cuenta sobre Elohim nos cuenta sobre haSatán. Las mismas autoridades (Mashiaj y Sus apóstoles) que hablan claramente sobre Elohim, hablan igual de claramente sobre la existencia de haSatán. Incluso el lenguaje mismo que utilizamos para describir el reino de Elohim y su constitución revela la existencia también de otro reino. ¿Por qué decimos, por ejemplo: "el Ruaj haKodesh", es decir, el Espíritu Santo? ¡Porque hay rujot que no son santos! Esta posición realmente revela un deseo de deshacerse de aquello que no nos gusta de las Escrituras. Si leemos nuestras Biblias de esa forma, deshaciéndonos de todo lo que no nos gusta, finalmente llegamos al residuo que queda, y lo que queda es simplemente lo que preferimos. En la base de ese acercamiento a las Escrituras, la única autoridad, realmente, soy yo mismo, lo que yo creo que es verdad y lo que yo elijo aceptar. La revelación es reducida a un área minúscula y circunscrita que nosotros personalmente, por una razón u otra (mayoritariamente emocional), elegimos aceptar. Y entonces, por supuesto, ya no estamos discutiendo la cuestión de si hay o no un diablo. Estamos discutiendo la autoridad de las Escrituras. Nos hemos mudado a una proposición bastante distinta.
Ahora digo todo esto porque me doy cuenta que hay muchos que están dispuestos a rechazar esta enseñanza sin ni siquiera darle una consideración inteligente. Todo nuestro acercamiento a esto encontrará valor sólo cuando los hombres y las mujeres se tomen en serio esta presentación de las Escrituras al respecto. Ninguna otra explicación comprende los problemas de la vida como lo hace ésta. Ninguna otra explicación de la maldad del mundo toma en consideración todos los aspectos de la vida humana. No dudo en hacer una declaración tan fuerte como esta. Cualquier otra cosa es superficial, si no artificial. Cualquier cosa menos es trivial e inadecuada, si no es inherentemente errónea e irreal.
La pregunta que debemos de hacer cuando somos desafiados con esta idea de que no hay ningún demonio es: "¿Cómo explicamos lo que está ocurriendo en el mundo? ¿Cómo explicamos lo que está pasando? ¿Cómo explicamos la maldad arraigada en los asuntos humanos?".
¿No está claro que no podemos entender la vida a menos que comencemos aquí? No podemos entender la historia si rechazamos esta proposición que el apóstol presenta: que detrás de los problemas del mundo, detrás de la maldad que se manifiesta en la humanidad, hay una jerarquía de espíritus malvados: el demonio y sus malajim. Hay un reino organizado de principados y de poderes en varios niveles de autoridad que están ejerciendo como gobernantes de las tinieblas, espíritus malvados en las altas esferas.
En nuestros días hay una seria enfermedad obrando en la raza humana, y está constantemente produciendo pequeñas fiebres. Pero si nos contentamos, como doctores, con correr de sitio a sitio dando aspirina para la fiebre, sin preguntar ni una vez cuál es la enfermedad y cuál es la cura y el remedio, estamos perdiendo el tiempo. Esto es lo relevante: escuchar este análisis de lo que está mal en el mundo, cuál es la enfermedad y cuál es la cura. Eso es lo que este pasaje está presentando frente a nosotros tan vívida y exactamente.
El hecho es que esta enfermedad está creciendo tan desesperadamente que incluso los mundanos, aquellos que no son creyentes, están reconociendo la incompetencia de su diagnóstico. Y aún así, lamentablemente continúan rechazando la verdad simple de las Escrituras.
Esta Escritura es la cosa más pertinente que conozco hoy. Durante dos mil años ha estado escrito aquí, y la gente se ha negado siquiera a mirar. El apóstol Shaúl ha dado la respuesta: "El mundo", dice, "está en sujeción a lo que se llama los gobernadores de las tinieblas". Estos gobernantes de las tinieblas están liderados por el demonio, que las Escrituras dicen que es un malaj caído de poder malévolo y astuta inteligencia contra quien los creyentes son llamados a luchar diariamente. Pero bien, esta no es la declaración de un pasaje aislado de las Escrituras. Esa es la enseñanza de las Escrituras desde el principio al final, desde Bereshit a Hitgalut, y especialmente en Bereshit y Hitgalut.
El Adón Yahshua mismo apuntó a todo el problema cuando dijo a ciertos hombres de su tiempo:
Ustedes son de su padre el Acusador, y quieren satisfacer los deseos de su padre. Él ha sido homicida desde el principio y no se ha basado en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo propio habla, porque es mentiroso y padre de mentira. Yahanan 8:44
Es el análisis más increíble: el Adón despojó a haSatán de sus disfraces y reveló su verdadero carácter, un mentiroso y un homicida. Lo que haSatán hace lo hace a causa de quien es, tal y como lo que nosotros hacemos es a causa de lo que somos. Porque es un mentiroso y un homicida, la obra de haSatán es engañar y destruir. Ahí tenemos la explicación de todo lo que ha estado ocurriendo en la historia humana a través de todo el curso de la crónica del hombre. Yahshua no negó la existencia de haSatán, y además lo expuso. Los creyentes que no creen en la existencia de este mal y su actuación a nivel personal y social, o que tratan de minimizarla, simplemente están llamando a Yahshua de mentiroso. No se puede decir que se cree en Yahshua y no creer en Sus palabras.
HaSatán se ha adueñado del oído de la humanidad. Las Escrituras le llaman: "el dios de este mundo" (Qorintiyim Bet 4:4). El mundo escucha todo lo que él dice. Pero haSatán no le dice al mundo la verdad, sino la mentira, una mentira muy inteligente, muy bella, muy atractiva, que hace que el mundo babee con deseo. ¡Pero al final de esta mentira está la destrucción, el asesinato, la muerte! La muerte en todas sus formas, no sólo la frustración, el sin sentido y el vacío. A quien haSatán no puede engañar, trata de destruir, y a quien no puede destruir, intenta engañar. He ahí la obra de haSatán.
Vamos a ver mucho más sobre esto y es importante que lo hagamos, ya que esta es la lucha de la vida. Esta es la explicación de ella, y la única explicación adecuada para lo que está ocurriendo en nuestros días que jamás ha sido ofrecida. Lo inteligente es entenderlo y, habiendo entendido, lidiar con eso y así poder caminar en victoria, como dice Shaúl, para poder resistir en el día malo.
Muchos dirán que todo eso es muy deprimente, y preferirían no pensar en eso. Yo también preferiría, pero he descubierto que no podemos escaparnos de esa forma. Sólo hay una forma de manejar esta lucha, y es "fortalecernos en el Adón, y en su fuerza poderosa". Ese es el camino de escape. No hay ningún otro. Esta es una llamada al combate inteligente, de la mano del Ruaj. Es una llamada para luchar la buena lucha, para permanecer firmes en la fe, para ser fuertes en el Adón justo en medio de la batalla, en medio del mundo, en medio de estos tiempos turbulentos. Podemos oír la llamada del shofar en esto, ¿no es cierto? Hemos de tomarnos esto en serio y aprender de qué se trata la vida. Debemos aprender a reconocer cómo funcionan estos sistemas de las tinieblas, y cómo aparecen en la vida y a dónde van, porque los creyentes hemos sido llamados a ser soldados del ejército de Yahweh.
Más que todo eso, debemos aprender el proceso de derrotarlos, no por carne y sangre, no al unirnos a comités o haciendo algún tipo de lucha física en contra de estas fuerzas. Shaúl dice que las armas de nuestra contienda no son carnales, no son físicas, no son del cuerpo. Nuestras armas son poderosas, por medio de Elohim, hasta el derrumbamiento de las fortalezas, llevando en cautividad cada pensamiento (he ahí el campo: es el ámbito del pensamiento; es el ámbito de las ideas, de la mente, porque es parte del alma y de la carne), trayendo en cautividad cada pensamiento a la obediencia de Mashiaj. ¡Eso es victoria!
Al examinar esto, por lo tanto, debemos aprender mucho sobre este reino de maldad, estos espíritus malvados en las altas esferas quienes Shaúl dice están tras este insoluble problema de la maldad humana. Prestemos atención al hecho de que el apóstol insinúa que los únicos que pueden batallar contra las fuerzas de las tinieblas con éxito son los creyentes, "porque no tenemos lucha contra sangre y carne". ¿Quiénes somos "nosotros"? Ciertamente esto no es el hombre en general, sino que son los creyentes que están señalados en la palabra "nosotros". Somos nosotros los creyentes quienes no estamos contendiendo contra sangre y carne. El mundo lucha a este nivel, pero el creyente lucha contra principados, potestades y poderes. Ahora bien, esta no es una posición que es particular de Shaúl. Esta es la enseñanza consistente en toda las Escrituras. Las Escrituras indican que todos los hombres son víctimas de estas fuerzas invisibles. Todos los hombres en todas partes, sin excepción, son víctimas; pero sólo los creyentes pueden ser vencedores.
Yahshua mismo deja este punto absolutamente claro. Hay una historia en Luka 11 de la reacción de nuestro Adón al desafío que le fue presentado al estar expulsando demonios. Esta actividad de nuestro Adón es un área de su ministerio que es continuamente puesta en duda por aquellos que eligen un acercamiento intelectual a las Escrituras. No les gusta este asunto de expulsar demonios, y lo explican de varias formas. En el relato bíblico ciertas personas dijeron de Él que el expulsar demonios resultó de Su relación con Belcebú, el príncipe de los demonios, otro nombre para HaSatán. Dijeron que fue por el poder de HaSatán, de Belcebú, que estaba expulsando demonios. Yahshua dijo:
Pues si el Satán está dividido contra sí mismo, ¿cómo podrá permanecer en pie su reino? Porque ustedes dicen que por Belcebú yo expulso a los demonios. Luka 11:18
Su argumento es simplemente este: HaSatán nunca lucha en contra de sí mismo. HaSatán es demasiado inteligente, demasiado astuto, demasiado sagaz como para jamás dividir sus fuerzas de esa forma, ya que si lo hiciera, sabe que su reino caería. Por lo tanto, Yahshua está sugiriendo que cualquier hombre que está bajo el control de HaSatán no tiene ninguna posibilidad de redención aparte de una fuerza externa que intervenga.
Cuando el hombre fuerte y armado vigila su propia casa, sus posesiones están en paz. Luka 11:21
¿Quién es el hombre fuerte? HaSatán. ¿Cuál es el palacio? El mundo. ¿Cuáles son las posesiones? La humanidad en todas partes. En los tres pasukim que presentan esta figura del hombre fuerte hay tres grandes principios que emergen: El primero, encontrado en el pasuk 21, es que el hombre, sólo, contra HaSatán, es incapaz e inútil. Esta es la posición invariable de las Escrituras. Yahanan dice: "Sabemos que somos de Elohim, y el mundo entero está bajo el maligno" (Yahanan Alef 5:19). Esta es la posición de las Escrituras: que el mundo ha caído bajo el control de HaSatán. No puede haber ninguna amenaza desde dentro al control de HaSatán.
Eso es muy revelador, ya que ahí nuestro Adón está apuntando a la razón del continuo fallo de los métodos usuales que los seres humanos utilizan para corregir las maldades y las injusticias, los métodos usuales de reforma. Fallan porque no comprenden el problema esencial. Todos nuestros métodos de intentar corregir las maldades que vemos en la vida humana son simplemente REORGANIZACIONES DE LAS DIFICULTADES. Tenemos éxito sólo en revolverlas un poco hasta que toman una forma distinta. Pero nuestros métodos nunca pueden solucionar el problema central de la maldad, porque no comprenden el poder de HaSatán.
El hombre bajo HaSatán no es un ser feliz. Está para siempre inquieto, irritado y descontento. Por eso el mundo continuamente refleja esas cualidades. El hombre ve los problemas que crea este tipo de existencia, y siempre está intentando remediarlos. Se ocupa intentando resolver estos problemas que surgen, estas dificultades de las que informan nuestros periódicos, pero lo que todos sus esfuerzos llevan a cabo es meramente reordenar el patrón hasta que toma una forma diferente. Entonces el hombre se congratula y dice orgullosamente: "¡Hemos solucionado este problema!". Pero sólo se ha movido a un síntoma distinto de la misma enfermedad. Como C. S. Lewis dijo acertadamente: "Ninguna ingeniosa organización de malos huevos crea una buena tortilla". Cuando el ciclo de problemas es completado, comienza de nuevo, y decimos: "La historia se repite".
¿Cuáles son los métodos usuales de la reforma humana? Los podemos enumerar fácilmente. Casi invariablemente son la legislación, la educación, y un ambiente mejorado. Ésta es la manera del mundo, de la carne que se niega a ser sometida al madero, a ser eliminada. Cada problema al que nos enfrentamos es normalmente enfocado al utilizar una o una combinación de estos tres. La legislación es la ley; es meramente el control del hombre externo. No tiene nada que ver con el hombre interno y no puede hacer nada por él. No cambia la naturaleza básica del hombre, sino que simplemente le restringe para que no pueda manifestar ciertas cualidades bajo ciertas condiciones (y éste es exactamente el mismo principio que tenemos con la Torah externa: la ley externa del Tanaj no podía salvar, sólo podía condenar... por eso se necesitaba la venida de Mashíaj para pagar la deuda y convertirse en el Ruaj vivificante, a fin de COLOCAR LA TORAH (él mismo) en nuestros corazones: grabar en nosotros la ley, la promesa del Padre).
La educación es una de las peores cosas que podemos hacer a una personalidad trastornada, a una mente retorcida. La posición de las Escrituras es que todos nosotros nacemos con mentes retorcidas. Algunos están más retorcidos que otros. Educar una mente retorcida es sólo hacerla más inteligente en su maldad, y esto es lo que resulta. La educación no cambia básicamente al hombre; le hace más inteligente. Un ambiente mejorado no le cambia, tampoco.
Estas son las estrategias usuales para la reforma.
Ahora examinemos el pasuk con las palabras de nuestro Adón que completan el discurso:
Pero si viene uno más fuerte que él y lo vence, le quita todas las armas en que confiaba y reparte sus despojos. Luka 11:22
¿Quién es aquel que es más fuerte? Es Yahshua. Está hablando de sí mismo. Dice que cuando un hombre fuerte, completamente armado, guarda su palacio, sus posesiones están en paz, y nada se puede hacer contra él, y menos con las posesiones mismas. Pero cuando viene uno que es más fuerte, rompe el poder de ese hombre fuerte y libera sus esclavos. Aquí declara un segundo principio: La victoria de Mashiaj, hecha personal a un individuo por fe, rompe el poder de HaSatán. He aquí las "buenas nuevas" de la Besorah.
En el misterio del madero de Yahshua, y en el poder de Su resurrección, aplicada por fe, nosotros hombres y mujeres, que hemos nacido en una sociedad que está bajo el control de la mente satánica, descubrimos que la fuerza que nos arruina ha sido quebrada, su poderosa garra es soltada, y somos liberados. No hay ningún otro poder, saldo el de Yahshua, que pueda hacerlo. Es por esto que la Besorah es una cosa tan exclusiva. Mashíaj ha hecho esto por y para nosotros, ahora sólo basta que nosotros lo esgrimamos como arma, recordándole a haSatán, cada día, que él ya fue vencido y nada tiene en nosotros. Pero para esto también debemos andar en los caminos de Yahweh, evidentemente.
Sólo hay Uno "que es más fuerte", que ha venido al mundo y ha comprendido el poder de este ruaj de las tinieblas y ha roto su poder sobre la vida humana.
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