La Reacción De La
Autoridad Delegada Frente Al Rechazo 01
En el Tanaj el principal representante de la autoridad delegada por
Elohim fue Moshe. De él podemos aprender muchas lecciones. Pongamos a un lado
el aspecto general y el quebrantamiento que experimentó. Prestemos atención a
la descripción de su reacción cuando fue agraviado, menospreciado y rechazado.
Moshe fue rechazado muchas veces y cada vez que esto sucedía, él reaccionaba de
una manera apropiada.
Antes de que Moshe fuera elegido por Elohim como autoridad, mató a un
egipcio que golpeaba a un yisraelita, alguien de su misma raza. Después
reprendió a dos hebreos que estaban peleando, pero uno de ellos le respondió:
"¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros?". Shemot 2:14
En ese entonces Moshe no había aprendido la lección, y no conocía el
significado del madero ni de la resurrección; él actuaba simplemente por su
esfuerzo carnal. Como resultado, no pasó la prueba, porque él mató a una
persona y regañó a otras mostrándose muy fuerte, aunque internamente era débil.
Cuando fue probado tuvo temor y huyó al desierto de los midianitas, donde
permaneció cuarenta años. Allí aprendió otras lecciones. Después de pasar por
muchas pruebas, Elohim le mostró la visión de la zarza ardiente, la cual
parecía estar ardiendo, pero no se consumía; el fuego no la quemaba. Elohim le
mostró esta revelación, lo llamó y lo estableció como autoridad. Después de ese
adiestramiento y de ese llamado, pudo Moshe ser apto para ser líder. Cuando
llegó a ser líder, experimentó el rechazo de otras reiteradas ocasiones. En una
ocasión sus hermanos Aharón y Miriam murmuraron contra él, lo rechazaron y lo
censuraron como autoridad delegada. Veamos a través de la respuesta de Moshe, cuál
debe ser la reacción de la autoridad delegada frente al rechazo:
01. No Presta
Atención A Las Murmuraciones
Moshe se casó con una mujer cushita,
debido a lo cual Aharón y Miriam hablaron en contra de él. En este pasaje vemos
la gran pérdida espiritual que ellos sufrieron como consecuencia de haber murmurado
contra la autoridad delegada, y también la reacción de Moshe como autoridad
delegada. En realidad, Aharón y Miriam desafiaron a Moshe diciendo:
Cuando estaban en Jatserot, Miryam y Aharón hablaron contra Mosheh por
motivo de la mujer kushita con la que se había casado: "¡Se casó con una
mujer kushita!". Además decían: "¿Solamente por Mosheh ha hablado
Yahweh? ¿No ha hablado por nosotros también?". Y Yahweh lo oyó. Bamidbar
12:1-2
Es muy probable que hayan discutido
con su cuñada, pero el verdadero problema era que ellos estaban atacando a
Moshe, quien era la autoridad delegada. El pasuk 2 dice: "Y Yahweh lo oyó". No dice que Moshe lo oyó, ya que él
no era afectado por las palabras del hombre ni prestaba atención a las
murmuraciones del hombre. Era un hombre que trascendía sobre estas cosas, un
hombre de autoridad. Toda oposición, murmuración y rebelión estaban bajo sus
pies. Él dejaba que Elohim fuera el que escuchara tales palabras, pero él mismo
no les prestaba oído.
Los que desean ser ministros de la
palabra de Elohim, los que desean hablar por Elohim y aspiran a algún liderazgo
entre los hermanos y hermanas, deben aprender a no prestar atención a las
palabras de murmuración. Debemos permitir que sea Elohim quien escuche todas
esas palabras, y dejar el asunto en Sus manos. No debemos prestar atención a
las críticas ni a las murmuraciones. Sin embargo, esto no quiere decir que se
deban cerrar los ojos a estas cosas. Un líder debe cuidar de sacar todo
problema a la luz, y debe cortar con todas las murmuraciones de cuajo, porque
envenenan a toda la congregación. Pero los que son afectados por las
murmuraciones o se dejan abrumar por las palabras proferidas contra ellos, no
pueden ser una autoridad delegada. Moshe era una persona que no permitía que
tales palabras lo afectaran.
02. No Se Vindica
Como ya comentamos antes, Moshe no
trató de vindicarse cuando murmuraron de él, ya que toda reivindicación y toda
reacción deben provenir de Elohim y no del hombre. Los que procuran vindicarse
no conocen a Elohim. Ningún hombre que haya vivido sobre la tierra tiene más
autoridad que Mashiaj; pero cuando Él estuvo en la tierra, nunca se vindicó. Él
es la única persona que jamás hizo tal cosa. La autoridad y la vindicación son
incompatibles, porque la autoridad delegada lo es por haber recibido la
autoridad de parte DEL JUEZ. Por lo tanto, cada vez que tratamos de vindicarnos
delante de aquellos que nos critican, no sólo estamos diciéndoles que ellos
están por encima de nosotros, sino que estamos usurpando el cargo que no nos
corresponde, el cargo de juez del Padre y el de abogado del Hijo. Si uno se
vindica, se pone bajo el juicio de los opositores, sacamos el caso de las manos
del Padre, y Él ya no puede ocuparse del asunto. Pero si hemos recibido la
autoridad de Yahweh, Él se ocupará de nuestra honra. Elohim nos delegó su
autoridad a nosotros, pero si nos vindicamos ante los hombres, perdemos la
autoridad, porque les estamos rogando que sean nuestro juez.
Shaúl era una autoridad delegada
para los corintios; sin embargo les dijo:
Para mí es poca cosa el que me juzguen ustedes, o cualquier tribunal
humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Qorintiyim Alef 4:3
La vindicación solamente debe venir
de Elohim. Debemos pasarle al Adón todas las palabras de murmuración y de
crítica. Cuando la murmuración del hombre se intensifique, Elohim actuará. Pero
si nos vindicamos, estamos permitiendo que ellos sean nuestros jueces. Si
tratamos de que alguien nos entienda, caemos a los pies de esa persona. Por lo
tanto, jamás debemos vindicarnos ni buscar la comprensión de nadie. Al final de
cuentas, si el Padre no les abre los ojos espirituales, la gente carnal no
comprenderá.
La Reacción De La Autoridad Delegada Frente Al Rechazo 02
03. Lleno De
Mansedumbre
Vemos en Bamidbar 12:2 que Elohim
escuchó las palabras de murmuración, y en el pasuk 4 actuó. Pero hay un
paréntesis en el pasuk 3:
"Y aquel varón Moshe era muy manso, más que todos los hombres que
había sobre la tierra".
Esto es lo que encontramos en una
autoridad delegada por Elohim. ¿Por qué no hizo caso Moshe a las palabras de
murmuración? Yo creo que Moshe aprendió una dura lección que se le grabó a
fuego cuando mató al egipcio, una lección que lo volvió muy prudente y manso.
Cuarenta y dos años antes él habría respondido de manera explosiva y hasta
violenta, pero había sido quebrantado y ya no se importaba consigo mismo,
simplemente no deseaba discutir, sobre todo en un hecho QUE NO DEPENDÍA DE ÉL.
Al final de cuentas, era Yahweh quien elegía hablar con Moshe, no era Moshe el
que hablaba por sí mismo, y Yahweh tampoco parecía estar buscando a Aharón y
Miriam, o no estarían reclamando. En este caso, vemos a Moshe nuevamente como
tipo de Mashíaj: callado delante de sus opositores, mientras era acusado y
difamado, no se defendió. Simplemente no dijo nada, y dejó que ellos se
expusieran a sí mismos, sacaran a la luz lo que estaba dentro de ellos. La
mansedumbre tiene la virtud de irritar a los que no están en el ruaj, y eso
expone sus malas intenciones.
Elohim no puede escoger como
autoridad a una persona obstinada, discutidora, que no da el brazo a torcer y
pretende reivindicarse a toda costa, porque él asegura que "Mía es la venganza y la retribución" (Devarim 32:35). Para
ser siempre el único y justo Juez del universo, Él no puede escoger a un hombre
conflictivo para que sea Su autoridad delegada. Las autoridades que Elohim
establece en la congregación son personas mansas y que pasan inadvertidas, que
no son soberbias ni pendencieras, que representan bien su papel como
representantes, y no buscan usurpar Su lugar. Elohim no escoge personas con
gran carisma para que sean Su autoridad, sino a aquellos cuya mansedumbre
excede a la de todos los hombres que hay sobre la tierra. Y cuanto más pasan
tiempo en Su presencia, más y más aumenta su mansedumbre, como nos queda claro
en el caso de la vida de Moshe, que pasó cuarenta años en el desierto de Midián
siendo quebrantado, aún sin él mismo saberlo, y luego fue colocado por otros
cuarenta años en otro desierto con los yisraelitas, siendo refinado más
todavía. Moshe tuvo cuarenta años de teoría y otros cuarenta años de práctica,
y en todos esos años él fue quebrantado y refinado.
La autoridad delegada no puede
desarrollar su propia autoridad. Cuanto más trata una persona de establecer su
autoridad menos apta es para ser autoridad. Dado que la autoridad proviene de
Elohim, la vindicación sólo debe venir de Elohim. Debemos orar para que no nos
encontremos con muchas personas duras. En verdad, eso dependerá de nosotros
mismos: de cuánto "tratamiento" debamos tener. No nos equivoquemos al
pensar que una persona severa y capaz sería una buena autoridad delegada.
Debemos ver claramente que sólo una persona como Shaúl, cuya presencia física
reflejaba fragilidad, puede ser una autoridad. El Adón dijo que Su reino no era
de este mundo; por lo tanto, Sus servidores no debían luchar (Yahanan 18:36).
El reino de Elohim no se establece por la fuerza; así que, la autoridad
establecida por la fuerza (en el Cuerpo) no proviene de Elohim.
Recordemos que Moshe era más manso
que todos los hombres que había sobre la tierra. Esta fue la razón por la cual
pudo ser una autoridad delegada. Si se nos pidiera que hiciéramos una lista de
las características de una autoridad delegada, yo creo que casi todos
enumeraríamos cualidades como: una buena apariencia física, mucho carisma,
poder o por lo menos un porte imponente. El pensamiento humano acerca de cómo
debe ser una autoridad es que debe ser competente, imponente, poderosa,
acertada y elocuente. Pero tales rasgos no describen la autoridad, sino la
carne. A ninguna otra persona en el Tanaj se le delegó tanta autoridad como a
Moshe; sin embargo, él era una persona muy mansa. Antes de salir de Egipto, era
violento; mató a un egipcio, y reprendió a dos hebreos. Él trataba a los demás
por medios carnales; por eso, Elohim no lo usó como Su autoridad delegada en
ese entonces. Sólo después de que Elohim lo pasó por las pruebas y el
quebrantamiento, llegó a ser más manso que todos los hombres que había sobre la
tierra, y sólo después de esto, le pudo entregar la autoridad. Cuanto menos una
persona parece ser una autoridad, más siente que lo es, y cuanto más piense que
es autoridad, menos parece serlo.
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