Por lo tanto, al entrar en el mundo, Él (Mashíaj) dice: "Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo. Ofrendas quemadas y sacrificios por el pecado no te agradaron; entonces dije: "Aquí estoy para hacer tu voluntad, oh Elohim", como en el rollo del libro está escrito de mí. Ivrim 10:5-7
En este mensaje sobre el capítulo 12 llegamos al tema de la impureza presente en el nacimiento humano. Vayikra 12 revela que la fuente misma de nuestro ser es impura. El capítulo 11 nos insta a ser cuidadosos al tener contacto con ciertas clases de alimentos para no ser contaminados (y en tipología, cierta clase de personas), pero el capítulo 12 nos muestra que somos totalmente impuros por nacimiento. La impureza es la fuente de la cual hemos nacido.
Lo primero que debemos examinar en Vayikra es la relación que existe entre la mujer y el nacimiento humano. En figura, la mujer representa a la humanidad entera. En la edificación de Elohim, en Su impartición divina y en Su administración divina, la humanidad entera es una mujer. MIENTRAS QUE LA MUJER EN LAS ESCRITURAS REPRESENTA A LA HUMANIDAD, EL HOMBRE REPRESENTA A ELOHIM Y A MASHIAJ. Mashiaj es el único varón, y todos los que están casados con Él somos mujeres, tipológicamente hablando, por supuesto.
La impureza en la mujer representa la impureza presente en la humanidad entera. Todos nosotros, varones y mujeres por igual, somos impuros. El nacimiento humano que se origina en la mujer es impuro, lo cual significa dos cosas: 1) La fuente de la humanidad entera es impura y 2) La impureza de la humanidad procede desde adentro.
1. La fuente de la humanidad entera es impura
El hecho de que el nacimiento humano que se origina en la mujer es impuro, significa que la fuente de la humanidad entera es impura. Ya que la fuente es impura, todo lo nacido de ella será, necesariamente, impuro.
Nosotros somos impuros por nacimiento, porque nacemos con la raíz de pecado en nuestro interior, y ahora, en nuestro vivir, seguimos siendo impuros. No somos impuros simplemente por haber tocado algo impuro; somos impuros por nacimiento. Éramos impuros aun cuando estábamos en el vientre de nuestra madre. Por lo tanto, nacimos en impureza y, por eso, vivimos en impureza.
He aquí, en pecado he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Mizmor 51:5
No importa cuán cuidadosos seamos, seguimos siendo impuros por el simple hecho de ser parte de la humanidad. Los seres humanos son totalmente impuros. Si estamos bajo la iluminación del Adón, bajo la luz divina, nos daremos cuenta de que de pies a cabeza somos la impureza en su totalidad.
La segunda sección de Vayikra no sólo nos muestra quiénes somos, sino también qué somos. Sin embargo, Vayikra nos exige llevar una vida santa. ¿Cómo puede la impureza llevar una vida santa? Lógicamente, esto es imposible; es absolutamente imposible que la impureza pueda llevar una vida santa. No obstante, como veremos después, en la salvación de Elohim encontramos la provisión que nos permite llevar una vida santa.
2. La impureza de la humanidad procede desde adentro
En contraste con la impureza en la dieta presentada en el capítulo 11, la cual proviene de afuera, la impureza de la humanidad procede desde adentro. El capítulo 11 abarca la impureza externa, pero el capítulo 12 abarca la impureza que hay en nuestro interior, la impureza de todo nuestro ser desde que nacimos. Vayikra 12, por lo tanto, va al origen mismo de la impureza y toca la raíz de la misma. El capítulo 11 simplemente nos exhorta a llevar una vida limpia, teniendo contacto sólo con lo que es limpio y evitando lo que es impuro. Esta clase de limpieza es externa; sólo guarda relación con nuestra conducta externa. Sin embargo, el capítulo 12 toca nuestro nacimiento, no solamente nuestra conducta externa que viene después de nuestro nacimiento. Por lo tanto, Vayikra 12 aborda el origen del cual provenimos. Por eso, el Adón Yahshua dijo:
Lo que entra en la boca no contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre. MattiYah 15:11
La Impureza De La Humanidad Adámica
Háblale así al pueblo yisraelita: Cuando una mujer conciba y dé a luz un hijo varón, quedará impura por siete días; quedará impura como en el tiempo de su indisposición menstrual... Si tiene una niña, quedará impura por dos semanas como durante su menstruación. Vayikra 12:2, 5a
La impureza causada por el nacimiento de un hijo varón duraba siete días, pero la causada por el nacimiento de una niña se extendía por catorce días. Esto significa que el varón (que representa a los más fuertes como representación de la cabeza) es completamente impuro pese a su fortaleza, porque en la humanidad adámica todos somos impuros, y que la mujer (que representa a los más débiles) es doblemente impura en su debilidad. ¿Qué significa esto? El hombre fue creado primero, y la mujer salió de él; en la caída, tanto el hombre como la mujer transgredieron: Javá fue engañada, pero Adam no lo fue; aun así, ambos transgredieron y recibieron su castigo correspondiente. A partir de entonces, toda su descendencia nace con su raíz de pecado. Como cabeza de la humanidad, Adam transmite esta raíz de pecado a través del linaje espiritual, aunque el hombre nace siempre de mujer. Por haber sido la causante primaria de la caída, es "doblemente culpable", por así decir, y recibe el doble de tiempo de impureza. Esto es todo tipología, la impureza es espiritual y no física, por supuesto, porque todas las cosas las ha diseñado Yahweh para que ENTENDAMOS NUESTRA SITUACIÓN ESPIRITUAL.
Esto muestra que las mujeres son dos veces más impuras que los varones, tipológicamente hablando, porque no sólo aportan su parte genética (física, no espiritual), sino también son las encargadas de "dar forma", es decir, son las que se embarazan y cargan con el bebé. Los números siete y catorce indican esta diferencia. Siete es el número de plenitud, y catorce es dos veces siete. Los "siete días" mencionados en el pasuk 2 significan completamente impuro, impuro en su totalidad, y las "dos semanas" (catorce días) mencionadas en el pasuk 5a significan dos veces esa impureza. Siete días son determinados para la purificación del varón, mientras que para la mujer se necesita el doble. Siendo que, en tipología, los varones son el elemento fuerte y las mujeres el elemento débil, representando también a Mashíaj como la Cabeza y a los creyentes como a la Novia, la mujer, esto también representa a los vencedores en primer lugar, que son los que pasarán únicamente por un período de 7 días (siete semanas de milenios), mientras que los que no pasen la primera prueba recibirán la segunda, 7 días más, 14 días, ya que serán considerados como "mujeres", doblemente impuros. Son los creyentes más débiles y rebeldes. Esto ya lo estudiamos en la serie CTU, y por esto las Escrituras también nos dicen:
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol y con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas... Ella dio a luz un hijo varón que ha de guiar todas las naciones con cetro de hierro. Y su hijo fue arrebatado ante Elohim y su trono. Hitgalut 12:1, 5
La mujer es el Cuerpo de Mashíaj, del cual nace el "hijo varón" (los vencedores), que son los primeros en ser llevados al Trono. Recordemos que el Cuerpo ya había sido levantado ANTES DE NACER EL ADÓN, Él nació en ese Cuerpo, y a ese cuerpo pertenecen también los patriarcas y tantos otros cuyos nombres no conocemos... TODOS VENCEDORES. Son los que más se han esforzado en esta vida para buscar al Padre a través del Hijo, los que, como dijo Yahshua:
En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa mía y de la Buena Noticia, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, aunque con persecuciones; y en la era venidera, la vida eterna. Mordejai 10:29-30
Ese es el premio que les aguarda a los que corren la carrera, los que no se sientan a descansar.
Ella quedará en un estado de purificación de sangre por treinta y tres días: no tocará nada consagrado, ni entrará en el santuario hasta que se complete su período de purificación. Si tiene una niña... quedará en un estado de purificación de sangre por sesenta y seis días. Vayikra 12:4, 5b
Después del nacimiento de un niño, la mujer debía permanecer en la impureza de su sangre 33 días, y después del nacimiento de una niña, 66 días (pasukim 4a, 5b). Esto significa que la impureza del nacimiento de un varón exigía un período de prueba para purificación, representado por los 40 días: 7 días más 33 días; y que la impureza del nacimiento de una mujer exigía un período de prueba dos veces más extenso, representado por los 80 días: 14 días más 66 días. En las Escrituras, el número cuarenta denota un período de prueba. Los hijos de Yisrael vagaron por el desierto durante cuarenta años, y el Adón Yahshua fue tentado, es decir, probado, por cuarenta días. DEBIDO A QUE EL NACIMIENTO DE UN SER HUMANO ES POR COMPLETO IMPURO, ES NECESARIO SOMETERLO A PRUEBA PARA PURIFICACIÓN. El nacimiento de un varón era sometido a prueba por cuarenta días, y el nacimiento de una mujer era sometido a doble prueba por ochenta días. Esta es la diferencia entre los vencedores y los que no serán aprobados en el juicio. Y como podemos ver, aplicando el pensamiento analógico que indica que todas las cosas se relacionan no con una idea lineal sino con el patrón que Yahweh establece, vemos aquí una objeción más al invento del "infierno eterno".
Durante la prueba de impureza no se le permitía a la mujer tocar ninguna cosa santificada ni entrar en el santuario (pasuk 4). Esto significa que al hombre no le está permitido tocar las cosas referentes a Elohim ni entrar en Su presencia hasta que se hayan tomado medidas con respecto a su impureza... y a la humanidad, hasta que haya pasado su período de purificación de 7 días de milenios.
La primera etapa de 7 o 14 días es descrita como siendo de la misma clase de impureza de la mujer que ha comenzado su período. Durante esta etapa ella no puede tener relaciones maritales con su esposo, y cualquier cosa en la que se haya sentado o acostado durante su período es considerada impura; y, como cualquiera que esté en un estado de impureza, por CUALQUIER razón, ella debe permanecer separada de cualquier cosa sagrada. El tipo de impureza transmitido por la nueva madre no es de una naturaleza irreparable; generalmente el artículo o la persona que se ha convertido impura está sólo en ese estado hasta la puesta del sol... hasta el final del día y el comienzo de un nuevo día. Vemos que no se trata de nada que no tenga reparación... pero eso no nos permite minimizar este asunto, como algunos hacen (sobre todo los que salen del cristianismo, acostumbrados a dejar estas cosas de lado porque no les gusta enfrentar el hecho de que somos impuros y hemos nacido en impureza). Este es un estado GRAVE A LOS OJOS DEL PADRE, lo suficiente para que lo exponga en su apartado.
Muchos han tratado de relacionar este punto de la madre dando a luz (una cosa que ellos determinan y declaran como "inocente" a sus propios ojos), con el ciclo menstrual y el hecho de que haya una cierta pérdida de sangre (vida), como ya estudiamos. Sin embargo, y a pesar de que ciertamente el Padre ordenó al hombre y a la mujer que se multiplicaran, LO HIZO ANTES DE LA CAÍDA. En ese momento, si ambos se hubieran multiplicado, habrían tenido descendientes a su propia imagen y semejanza, que deberían buscar el Árbol de la Vida por su vez. Sin embargo, la caída hizo que recibieran la esencia satánica en su interior, eso que llamamos "la raíz de pecado" que reside en todo hombre y mujer, Y ESO ES LO QUE SE TRANSMITE EN UN NACIMIENTO. De manera que, no, no es algo "normal" ni algo "inocente", a pesar de que Él no está culpando el acto de reproducción ni el nacimiento mismo, sino que está INEVITABLEMENTE rechazando algo que se opone a Él mismo: el nacimiento de un nuevo pecador. Como veremos, también para esto Él ha providenciado solución.
Es muy importante que dejemos de minimizar lo que el Padre pone en su debido tamaño, porque a nuestros ojos nos parece "terrible" que Él pueda considerar impura a una madre dando a luz a una nueva vida, mientras convenientemente olvidamos el hecho de que esta nueva vida PERTENECE A LA RAZA ADÁMICA, LA CUAL A SU VEZ SE VENDIÓ A HASATÁN. En esta raza, todos somos hijos de haSatán, y por eso, en nuestro viejo hombre buscamos "hacer sus deseos", y esto no aplica únicamente a los fariseos sino también a nosotros, cada vez que nos salimos del nuevo hombre y nadamos en las aguas del viejo. Pero antes de que se asusten y se indignen (como sé que ya están haciendo en sus cabezas), RECUERDEN QUE EL PROPIO PADRE YA PROVIDENCIÓ LA SOLUCIÓN A TODO ESTO POR MEDIO DEL HIJO... y que el problema lo generó el hombre, no Su Creador.
Circuncidados Al Octavo Día
¿Cómo tomamos medidas con respecto a nuestra impureza? Los siguientes dos puntos, que son de crucial importancia, contestarán esta pregunta.
Al octavo día se circuncidará la piel de su prepucio. Vayikra 12:3
Esto significa que la carne de una persona impura debe ser desechada por medio de la muerte de Mashiaj a fin de que tal persona pueda ser introducida en la resurrección de Mashiaj, no sólo para ser lavada, sino también para experimentar un nuevo comienzo en la vida divina:
En él también fueron ustedes circuncidados con una circuncisión que no se hace con manos, sino despojándose de las inclinaciones carnales del cuerpo, mediante la circuncisión que viene del Mashíaj, la cual recibieron al ser sepultados juntamente con él en la inmersión, por medio de la cual también resucitaron juntamente con él, mediante la fe en el poder de Yahweh que lo levantó de entre los muertos. Qolasiyim 2:11-12
Esto también aplica, por supuesto, a la humanidad: la carne debe ser cortada en este tiempo que le ha sido dado y debe "caer en el desierto", antes de poder entrar en lo que llamamos "eternidad", el octavo día. Eso se refiere a la glorificación de los vencedores, que recibirán sus nuevos cuerpos:
Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Elohim y coherederos con el Mashíaj; y si padecemos con él, con Él seremos también glorificados. Romaniyim 8:17
Porque sabemos que si se deshace nuestra casa terrenal, que es una carpa temporal, recibiremos de Yahweh un edificio, una casa eterna hecha en los cielos, no por manos humanas... Porque los que estamos en esta carpa suspiramos agobiados, no porque deseemos ser desvestidos, sino más bien revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida... Qorintiyim Bet 5:1, 4
Él transformará nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria, según la operación de su poder, para sujetar también a sí mismo todas las cosas. Filipiyim 3:21
Después de una semana de siete días, viene el octavo día. El octavo día marca un nuevo comienzo, el comienzo de una nueva semana. En las Escrituras, el octavo día se refiere a la resurrección de Mashiaj. La resurrección, por supuesto, marca un nuevo comienzo. La muerte pone fin a un viejo ciclo, mientras que la resurrección da inicio a un nuevo ciclo y, por lo tanto, constituye un nuevo comienzo. Es esa resurrección la que nosotros aguardamos, el octavo día después de los 7 días de milenios, después del juicio final.
Como creyentes, hemos tenido dos comienzos. Tuvimos el primer comienzo cuando nacimos en impureza y fuimos introducidos en la impureza. Al nacer, éramos la impureza misma. En cuanto a nacionalidad, tal vez seamos diferentes; pero en cuanto a nuestro verdadero ser interno, todos somos iguales. Todo ser humano, independientemente de su linaje, nace en impureza. Éste fue nuestro primer comienzo.
Según el plan de Elohim, Él ha hecho posible que tengamos un segundo comienzo, un nuevo comienzo. Elohim cuenta el tiempo por semanas. El fin de una semana es el fin de un ciclo, el cual es seguido por un nuevo ciclo. Nuestro nuevo ciclo no se halla en la creación original, sino en la resurrección. Nacimos en la vieja creación, pero volvimos a nacer para ser una nueva creación. Según el primer comienzo, pertenecíamos a la categoría de la vieja creación, la cual está representada por siete días. En la edificación de Elohim, el ciclo de la vida humana dura siete días. Después de nacer en la vieja creación, permanecimos ahí únicamente siete días. Luego, al octavo día, el día de la resurrección de Mashiaj, tuvimos un nuevo comienzo. Esto, por supuesto, es en el plano espiritual un hecho concreto, PERO EN NUESTRO PLANO MATERIAL ESTAMOS AUN EN GESTACIÓN. Estamos dentro del vientre de "la mujer", la cual no ha dado a luz aun al "hijo varón". Esto será cumplido a plenitud cuando NAZCAMOS DE HECHO EN NUEVOS CUERPOS.
Debemos estar llenos de gozo cada vez que, en nuestra lectura de las Escrituras, encontremos las palabras el octavo día o el primer día de la semana, y no despreciarlo porque no es "shabat". El shabat es sin duda importante, pero mucho más es el octavo día. No se dejen arrebatar las promesas. En el séptimo día seremos tratados "a fondo" por la mano de Yahweh, pero todo es para tener UN OCTAVO DÍA, un nuevo comienzo. Hoy en día, como creyentes en Mashiaj, no estamos en los primeros siete días, sino que estamos en el octavo día. Estamos en el segundo ciclo. Este período es eterno, ya que en Mashiaj viviremos para siempre. El Adón Yahshua dijo: "Todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente" (11:26). Mientras que nuestro segundo ciclo es eterno, nuestro primer ciclo es muy corto, porque dura sólo siete días. Ya sea que seamos salvos a comienzos de nuestra vida o en una edad avanzada, a los ojos de Elohim nuestro primer ciclo tiene únicamente una semana de duración. Elohim, en Su edificación, ha acortado nuestro primer ciclo, pero Él ha prolongado nuestro segundo ciclo, e incluso lo ha hecho eterno, así como Él es eterno.
Vayikra 12:3 dice: "Al octavo día la carne del prepucio del niño será circuncidada". Circuncidar equivale a cortar algo; significa el cercenamiento de esa parte de nuestro ser que ha sido condenada por Elohim. De hecho, todo nuestro ser debe ser circuncidado, eliminado. Circuncidar todo nuestro ser equivale a darle muerte.
Desde el momento en que nacimos éramos la impureza misma, la cual sirve únicamente para que se le dé muerte. Conforme a nuestro primer ciclo, éramos buenos únicamente para que se nos diera muerte. Ésta es la razón por la cual Yahanan el Inmersor mandaba que las personas se arrepintieran (MattiYah 3:1-2). Luego, a aquellos que se arrepentían, Yahanan los bautizaba, es decir, los introducía en la muerte (pasukim 5-6). Ser bautizado significa ser sepultado. Cuando nos arrepentimos, todo nuestro ser fue cortado, puesto a muerte, y después fue sepultado. Según Qolasiyim 2:11-12, nuestro bautismo fue nuestra circuncisión. Por lo tanto, ser circuncidado sencillamente significa ser puesto a muerte y sepultado. La carne es cortada en primer lugar (nuestro trabajo mientras estamos acá en el camino de santificación), y finalmente será eliminada (sepultada) después del Juicio, y los vencedores entrarán en la resurrección.
En el primer ciclo, los yisraelitas debían aprender que necesitaban cortar su carne, porque en ellos mismos no tenían la capacidad para "ser perfectos" como Yahweh lo es. Luego, en el segundo ciclo, recibimos al Ruaj para conseguir esa capacitación, pero aun continuamos en promesa.
A nuestro ser, por encontrarse en el segundo ciclo, hay que llevarlo a su fin dándole muerte y sepultándolo. En la resurrección de Mashíaj, Él puso fin a nuestro viejo hombre, el hombre del primer ciclo. Es por eso que, en el Tanaj, conforme a la edificación de Elohim, todo varón tenía que ser circuncidado en el octavo día. ESTA ERA LA PROMESA DEL PACTO, del primer pacto. Luego esta promesa sería repetida en el Nuevo Pacto, con mejoras (la ayuda del Ruaj). Esto es un tipo que significa que todos debemos ser aniquilados, cortados, y que este aniquilamiento ocurre en la resurrección de Mashiaj. Esto es conforme a la edificación de Elohim.
En Adam, nosotros nacimos en el primer ciclo, pero en Mashiaj, nacimos de nuevo en el segundo ciclo. Nuestro primer ciclo empezó cuando nacimos, y nuestro segundo ciclo empezó cuando Mashiaj resucitó. Cuando Mashiaj resucitó, nosotros resucitamos juntamente con Mashiaj y en Mashiaj (Efesiyim 2:5; Kefá Alef 1:3). Esto significa que, con respecto a nosotros, el segundo ciclo empezó antes del primer ciclo, ya que fuimos resucitados en Mashiaj antes de nacer en Adam (hablando del tiempo histórico). Es un hecho maravilloso el que aun antes de nacer, ya hubiéramos sido resucitados.
Nuestra salvación es el milagro más grande del universo. Antes de la fundación del mundo, fuimos escogidos y predestinados en Mashiaj (Efesiyim 1:4-5). En la eternidad, fuimos destinados a estar en Mashiaj. Luego, en el tiempo, nacimos, y a la postre llegamos a ser creyentes. Ahora estamos en Mashiaj.
Elohim, en Su edificación, determinó que tendríamos un nuevo comienzo mediante la muerte de Mashiaj y por Su resurrección. La muerte de Mashiaj fue un cuchillo que nos cortó, cercenando todo nuestro ser. Después de que se nos dio muerte mediante la muerte de Mashiaj, fuimos regenerados en Su resurrección. De este modo, mientras aun vamos caminando por el desierto, esperando entrar en el séptimo día, ya vamos también experimentando el octavo día, porque el trabajo del séptimo es para el octavo. En el plano espiritual, ya ha sido marcado un nuevo comienzo para nosotros, y ahora nos encontramos en el período de purificación.
Como ya hemos dicho, la circuncisión significa que la carne de una persona impura es desechada mediante la muerte de Mashiaj a fin de que dicha persona sea introducida en la resurrección de Mashiaj, no sólo para ser lavada, sino también para experimentar un nuevo comienzo en la vida divina. La carne es todo nuestro ser. Según las Escrituras, los seres humanos caídos son carne (Romaniyim 3:20). Nuestra carne fue desechada mediante la muerte de Mashiaj, es decir, mediante el madero. Como resultado, fuimos introducidos en la resurrección de Mashiaj, no sólo para ser lavados, sino también para experimentar un nuevo comienzo en la vida divina.
Necesitamos iluminación y también ojos espirituales para ver a Mashiaj en el capítulo 12 de Vayikra. Si tenemos luz y la capacidad de ver, podremos recibir una clara visión de Mashiaj en este capítulo. La palabra "Mashiaj" no se encuentra en Vayikra 12, pero vemos indicios de que Él está allí. Mashiaj murió por nosotros para poner fin a nuestro primer ciclo y dar inicio al segundo, para que alcancemos el tercero y finalmente, entremos en la plenitud del octavo día, de hecho.
La Pureza De La Humanidad En Yahshua
Al completarse su período de purificación, sea por hijo o por hija, traerá al sacerdote, a la entrada de la Carpa de Reunión, un cordero en su primer año para ofrenda quemada, y un palomo o una tórtola para ofrenda por el pecado. Él los ofrecerá delante de Yahweh y hará expiación en favor de ella; ella quedará entonces limpia de su flujo de sangre. Estos son los rituales respecto a la que tenga un hijo, sea varón o hembra. Si sus recursos, sin embargo, no le alcanzan para una oveja, traerá dos tórtolas o dos palomos, uno para ofrenda quemada, y el otro para ofrenda por el pecado. El sacerdote hará expiación en favor de ella, y quedará limpia. Vayikra 12:6-8
Al final de este período de tiempo de purificación, como vamos a ver en capítulos siguientes, la nueva madre va a ser parte de unos baños rituales (ella va ser sumergida en un Mikvah) que oficialmente marca el final del período de impureza. Después de pasado el tiempo establecido, y luego de haber sido sumergida, entonces es pura de nuevo. Pero ella todavía no ha entrado de regreso al estado de santidad que tenía inmediatamente antes de dar a luz. Después del período de espera y de sumergirse en el Mikvah, ella es hecha pura, pero todavía no está de regreso en una relación renovada con Elohim; LOS SACRIFICIOS LOGRAN ESO.
Entonces vemos que, aun habiendo sido purificados (bautismo) a través de ser sepultados en la muerte de Mashíaj, no hemos alcanzado la segunda parte que esta misma obra de Yahshua nos trae: Su resurrección, sino que estamos aun en el proceso entre estos dos hechos. Para tratar de que se entienda un poco mejor, imaginemos la Obra de Yahshua: en su muerte, dio muerte a nuestro viejo hombre y en su resurrección nos da la vida eterna. Pero esto, que es una cosa única e que SUCEDE EN EL MISMO MOMENTO EN EL PLANO ESPIRITUAL, transcurre de forma diferente en nuestro plano material, sobre todo por el hecho ineludible de que NOSOTROS NO HABÍAMOS NACIDO AUN EN AQUEL MOMENTO, así como otros millones de personas que debían creer en Él años, décadas y siglos después. Por lo tanto, desde su muerte hasta su resurrección APLICADAS A NOSOTROS, debemos ver las cosas como en cámara lenta: nosotros podemos apreciar el proceso, que en el plano espiritual es instantáneo, como una cosa demorada entre los dos extremos: muerte y resurrección. Estos son nuestros "3 días bajo tierra".
Entonces veamos: la nueva madre es impura y como resultado de eso, su estado de santidad es temporalmente suspendido. Ella "baja" dos niveles: baja el nivel de santidad y el de pureza, por eso está IMPURA. Para poder regresar al estado de santidad que Yahweh puso al alcance de Yisrael, ella primero tiene que convertirse en ritualmente PURA, porque como persona impura ella no puede estar en la presencia de la santidad (el Templo). Una vez que ella está pura nuevamente por causa del lavamiento, ahora entonces ella está autorizada a traer el sacrificio que le permite volver a obtener el estatus de SANTIDAD. Hay que seguir los pasos, las etapas, NO HAY ATAJOS. Llevando esto al Cuerpo y a los creyentes, entendemos que, porque fuimos concebidos en pecado, lo primero que necesitamos es SER HECHOS PUROS RITUALMENTE, es decir, ser purificados. Esto se refiere a nuestro bautismo y nuevo nacimiento. Cuando creímos, NACIMOS, de manera que debemos pasar por nuestro período personal y corporativo de 7 días de impureza, para alcanzar nuevamente ese estado PURO (que perdimos corporativamente como humanidad en la caída); entonces, ahora podemos alcanzar nuevamente el estado de SANTIDAD que también perdimos corporativamente en la caída. En ese estado podemos estar en la presencia de Yahweh, delante de Su Trono. ¿Estamos hoy delante de Su Trono? No, en plenitud. Aun nos acercamos a Él por medio de Yahshua, nuestro Kohen Gadol, y eso porque hemos alcanzado el segundo nivel, en que recibimos la promesa y garantía del Ruaj, lo que nos hace hijos adoptados, pero aun a la espera de recibir la herencia.
Después de completar la prueba de impureza, se debía ofrecer un holocausto y una ofrenda por el pecado. Esto significa que después que Mashiaj —mediante Su muerte y resurrección— puso fin plenamente a nuestra impureza de nacimiento, aún necesitamos que Él sea nuestro holocausto debido a que nuestra entrega a Elohim no es absoluta y necesitamos que Él sea nuestra ofrenda por el pecado debido a nuestro pecado:
Por lo tanto, al entrar en el mundo, Él (Mashíaj) dice: "Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo. Ofrendas quemadas y sacrificios por el pecado no te agradaron; entonces dije: "Aquí estoy para hacer tu voluntad, oh Elohim", como en el rollo del libro está escrito de mí. Primero dice: "Sacrificios y ofrendas, ofrendas quemadas, y ofrendas por el pecado no quisiste ni te agradaron" (cosas que se ofrecen según la Torah), y luego añade: "¡Aquí estoy para hacer tu voluntad!". Él quita lo primero para establecer lo segundo. Ivrim 10:5-9
Él quita el primer nivel para establecer el segundo. No se trata de "no te quiero más, voy a terminar el pacto porque has transgredido", sino más bien de "has terminado tu primer ciclo, pasemos al segundo". Si la carne no se resistiera tanto, el hombre vería que las intenciones del Padre son las mejores, y que estamos realmente SIENDO ENGENDRADOS DENTRO DE LA MUJER (y esto no tiene nada que ver con la "evolución" nuevaerista), y que debemos pasar por las etapas que el Creador ha establecido. Ahora podemos tener una mejor comprensión de aquella mujer de Hitgalut, Y PODEMOS ESTABLECER LA RELACIÓN CON LA PROMESA DEL PADRE EN BERESHIT, donde Él asegura que, a pesar de la caída, LA SERPIENTE Y LA MUJER SERÁN ENEMIGOS. La mujer no es Javá, como ya sabemos, sino el Cuerpo todo, TANTO EL CUERPO ANTES DEL NACIMIENTO DE MASHÍAJ COMO EL CUERPO DE CREYENTES DESPUÉS DE SU RESURRECCIÓN. De este Cuerpo nace Mashíaj y también en Él nos injerta, porque en el plano espiritual las cosas no están limitadas por el aspecto material ni el temporal. Esta mujer es LA OBRA DEL PADRE EN LA PLANTA QUE ÉL LLAMA YISRAEL, donde todos somos injertados si hemos confiado en Él y creído en Sus promesas, tanto los que nacieron antes de Su primera venida como los que nacimos después. Esta mujer es el vientre dentro del cual ha estado siendo gestada la Novia de Mashíaj durante siglos, y ella dará a luz al "hijo varón" finalmente, PARA QUE SEA ARREBATADO AL TRONO. Y esto, a pesar de todas las tentativas del dragón, que intenta a toda costa impedir ese nacimiento.
En este capítulo Mashiaj no sólo es revelado a través del octavo día y la circuncisión, sino también mediante dos clases de ofrendas: el holocausto y la ofrenda por el pecado. Tanto el holocausto como la ofrenda por el pecado son Mashiaj mismo, como ya estudiamos. Mashiaj satisface cada una de nuestras necesidades. Su muerte es nuestra circuncisión, y Su resurrección es nuestro octavo día. Luego, una vez que hemos pasado por Su muerte y Su resurrección, aún necesitamos que Él sea nuestro holocausto y nuestra ofrenda por el pecado, simplemente porque AUN ESTAMOS EN GESTACIÓN.
Nosotros necesitamos a Mashiaj como holocausto debido a que no llevamos una vida de absoluta entrega a Elohim. Mashiaj, en cambio, sí llevó tal vida. Por tanto, como holocausto, Mashiaj toma nuestro lugar; Él nos reemplaza. Ahora nosotros lo tomamos a Él como nuestro holocausto. En Él, somos uno con Él como holocausto que es ofrecido a Elohim. Por tanto, Él es nuestro holocausto, y en Él nosotros somos un holocausto para Elohim.
Además de no llevar una vida de absoluta entrega a Elohim, somos pecaminosos a los ojos de Elohim. Por lo tanto, necesitamos que Mashiaj sea no sólo nuestro holocausto, sino también nuestra ofrenda por el pecado.
En Vayikra 12, cuatro asuntos aluden a Mashiaj: el octavo día, la circuncisión, el holocausto y la ofrenda por el pecado. Cada uno de ellos indica que Mashiaj satisface nuestra necesidad. Su muerte hizo que concluyera nuestro viejo ciclo, y Su resurrección dio inicio a nuestro nuevo ciclo. Ahora necesitamos a Mashiaj para llevar una vida de absoluta entrega a Elohim y una vida exenta de pecado. A fin de satisfacer esta necesidad, Él es nuestro holocausto y nuestra ofrenda por el pecado. Este es el camino del séptimo día, algo que viviremos con mayor plenitud cuando entremos de lleno en el Milenio.
El capítulo 12 revela que al nacer éramos la impureza misma y que nuestro ser debe ser totalmente eliminado al ser cortado mediante la muerte de Mashiaj. Cuando Mashiaj fue clavado en el madero, nosotros también fuimos clavado en el madero; de este modo, se nos puso fin, fuimos cortados, fuimos circuncidados. Luego, en Él, fuimos introducidos en Su resurrección, la cual marcó un nuevo comienzo para nosotros, el comienzo de un nuevo ciclo. Ahora, en este nuevo ciclo, Él es nuestra vida y nuestro vivir, por cuanto Él es nuestro holocausto, esto es, un vivir de absoluta entrega a Elohim. Él es también la ofrenda por el pecado que se encarga del pecado aún presente en nuestra carne mientras vivamos en la tierra. ¡Él ciertamente satisface nuestra necesidad!
Mediante este estudio de Vayikra 12, podemos ver una vez más cuán maravillosa es las Escrituras. En los ocho pasukim de este capítulo vemos mucho en cuanto a lo que nosotros mismos somos y a nuestro origen, y también con respecto a Mashiaj mismo, la muerte que Él sufrió por nosotros y Su resurrección.
La Sangre Y El Agua
Las etapas de llegar a ser santo trabajan así con nosotros, hoy en día. Primero, aun cuando comenzamos la vida en un estado puro, nuestra naturaleza pecaminosa inevitablemente nos lleva a conductas impuras por lo que nosotros debemos salir de nuestra impureza para regresar a un estado puro y de allí, avanzar aun a un estado santo.
Como Shaúl explica:
Porque esto ustedes lo saben muy bien: que ningún fornicario ni impuro ni avaro, el cual es idólatra, tiene herencia en el reino del Mashíaj y de Elohim. Efesiyim 5:5
Por eso, ¡Salgan de en medio de ellos, y apártense! dice Yahweh. No toquen lo inmundo, y yo los recibiré... Qorintiyim Bet 6:17
Cuando nosotros escuchamos a Yahshua llamándonos y tomamos la decisión de convertirnos en miembros del Reino de Elohim, abandonando todo lo que está en contra de Elohim, esto nos remueve de nuestro viejo estatus mundano de manera completa, y nos une a Yisrael y a sus pactos (en plural y no en singular, y hablando como ya hemos dicho tantas veces, que éste es el verdadero Yisrael, el espiritual, no el Yisrael físico terrenal). Una vez que nosotros somos limpios por Yahshua (como la fuente de agua viva), entonces podemos ser hechos santos y aceptables a Elohim a través de Su sangre. Ahora, como esto es un asunto espiritual, todo sucede simultáneamente... en el plano espiritual, pero en nuestro plano material, ya dijimos que la santificación es UN PROCESO, en el cual aún caminamos. Y el principio espiritual para este proceso es enseñado aquí en el capítulo 12, y en otros lugares en la Torah; cómo podemos ir de impuro a santo es desglosado en pedazos para que nosotros podemos ver y entender. Y este es, justamente, el principal propósito de la Torah: hacernos ver, conceptualizar y entender algunos principios espirituales que son eternos, y entre los más importantes, el principio del pecado y de la santidad, explicados de una manera que nuestras mentes carnales puedan captar.
Ahora bien, no me pregunten cómo todo esto sucede en cada individuo... o en qué momento exacto nosotros vamos de un estado impuro a uno puro, y luego de puro a santo. Yo sospecho que es un poco diferente para cada individuo porque cada uno PERCIBE LAS COSAS DE MANERA DIFERENTE, y además todos tenemos circunstancias distintas, y como con todas las cosas del Padre, NO TENEMOS REGLAS EXACTAS, SINO EL FLUIR DE SU RUAJ. Aun así, la base del proceso si resulta la misma para todos.
En el tiempo antes de Mashiaj, era una serie de sacrificios específicos, llevados a cabo una y otra vez, para ejecutar este proceso; desde la venida de Yahshua, SU sangre es la necesaria, no más la sangre de animales. Y, de mayor importancia para nosotros, un creyente permanece santo, y generalmente hablando, NUNCA puede estar en un estado de impureza, aun si llegara a estar en contacto con algo impuro, porque la sangre de Yahshua nos cubre CONSTANTEMENTE. Lo único que puede dejarnos en ese estado es NOSOTROS MISMOS SALIRNOS A PROPÓSITO PARA TRANSGREDIR Y ENTRAR EN CONTACTO CON LA IMPUREZA. Nosotros ciertamente podemos estar en un estado de rebeldía, que es básicamente un tiempo prolongado de desobediencia a Yahweh. Pero aun eso NO NOS HACE IMPUROS, aunque ciertamente perdemos nuestro estatus de SANTIDAD, es decir, la capacidad de entrar en la presencia de Yahweh (siempre a través de Yahshua). No olvidemos que, aunque la desobediencia generalmente no nos cuesta la salvación, la misma ciertamente es un asunto importante para el Adón, al punto en que Él asegura que el que pierda ese estado de conexión (la santidad), NO ENTRARÁN EN EL REINO, y no está refiriéndose a incrédulos no salvos. Ahora bien, la pregunta es: Si lo amamos, ¿por querríamos ser desobedientes a Él? Como Shaúl dice en Romaniyim 6:1: "¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ". Ciertamente que no.
Entonces, el punto que descubrimos también aquí es el siguiente: EL AGUA ES EL AGENTE PURIFICADOR, MIENTRAS QUE LA SANGRE ES EL AGENTE DE EXPIACIÓN. El agua es usada para llevar a una persona o cosa de impura a pura, pero es la sangre la que hace a una persona o cosa YA PURA, santa.
Es por eso que se nos dice que cuando el soldado romano clavó la espada en el cuerpo sin vida de Yahshua, agua brotó junto con sangre. Yahshua se llamó a Sí mismo "agua viva". Las aguas vivas eran necesarias para purificar, la sangre era necesaria para la expiación. Nosotros por lo general hablamos sobre la sangre de nuestro Salvador; pero de hecho Su sangre no habría tenido aplicación para nosotros si Él (en un sentido espiritual) no nos hubiese sumergido PRIMERO en Su agua viva. Esa pequeña declaración en el B'rit Hadashá acerca del agua y la sangre que brotó de su costado tenía gran significado para los judíos que lo presenciaron, porque ellos entendían la necesidad del agua y la sangre.
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