El punto central del asunto es éste: ¿queremos que Elohim obtenga la victoria o queremos obtenerla nosotros? ¿Quién deseamos que sea derrotado, Elohim o nosotros? ¿Quién queremos que tenga libertad para actuar, la persona interna o la persona externa? Ésta es una cuestión muy crucial. Si permitimos que la persona externa tenga la libertad de actuar, es decir, si permitimos que nuestro yo obtenga la victoria, entonces de aquí a diez años seguiremos siendo los mismos; en otras palabras, seguiremos siendo lo que éramos originalmente. Pero si permitimos que la persona interna tenga la libertad de actuar en nosotros, es decir, si permitimos que Elohim sea quien obtenga la victoria, entonces Elohim se expresará por medio de nosotros y, en consecuencia, otros podrán encontrarse con Elohim en nosotros. Así siendo, la cuestión crucial es si Elohim tiene la base para gobernarnos y dirigirnos o si somos nosotros los que nos gobernamos y dirigimos a nosotros mismos. En esto estriba nuestra victoria, nuestra santidad, nuestra experiencia de todas las realidades espirituales, e incluso nuestro crecimiento en vida en el Adón.
Si permitimos que nuestro hombre interior sea frustrado y nuestro hombre exterior prospere, entonces, como creyentes seremos definitivamente derrotados, y será imposible que vivamos en santidad, que crezcamos en vida y que seamos espirituales. SI NO VIVIMOS EN EL ADÓN NI SOMOS REGIDOS POR ÉL, CIERTAMENTE TAMPOCO VIVIREMOS PARA EL ADÓN. Aun cuando todavía tengamos la vida del Adón, viviremos en nosotros mismos, por nosotros mismos y para nosotros mismos.
El Adón Se Siente Presionado Dentro De Nosotros
Esta clase de vada le impide al Adón obrar con libertad en nosotros. Más aún, hace que el Adón se sienta frustrado tal como se sintió frustrado y restringido en la carne cuando estaba en Su encarnación. Por eso dijo: "¡Cómo me angustio hasta que se cumpla!" (Luka 12:50). Literalmente, la palabra "angustiar" significa "ser constreñido", presionado, "ser puesto en estrecho", como es traducida la mayoría de las veces. Sin embargo, hoy en día, Él se siente constreñido, pero ya no dentro de Su carne, sino dentro de ustedes y de mí. Anteriormente, en Su propia carne, con la cual Él se vistió en Su encarnación, Él se sentía presionado, constreñido y encarcelado. Por eso tuvo que pasar por la experiencia de la muerte, a fin de que la vida que estaba en Él pudiera ser liberada. Hoy, sin embargo, nosotros hacemos que Él se sienta constreñido; éste es el problema que nosotros le causamos. Nuestra conducta, nuestro temperamento, nuestra manera natural de ser, nuestra vejez y todo lo que proviene de nuestra vieja vida y de nuestra vieja naturaleza hace que Él se sienta encarcelado, oprimido y restringido. Por esta razón, necesitamos ser quebrantados y pasar por la muerte.
Si predicamos la Besorah únicamente con palabras, nuestra predicación no será eficaz. Si sólo usamos nuestra boca, Mashiaj no podrá ser liberado muy fácilmente en nuestra predicación de la Besorah. Necesitamos ser quebrantados, necesitamos la marca de muerte sobre nosotros. Ya que somos salvos, Mashiaj vive en nosotros; no obstante, este Mashiaj que mora en nosotros no puede ser liberado debido a que está atado, oculto y encubierto dentro de nosotros. El problema reside en nuestro yo natural, el cual necesita ser quebrantado, pasar por la muerte y ser aniquilado por la muerte.
El Grano De Trigo Queda Sólo Si Cae En La Tierra Y Muere
El Adón Yahshua dijo: "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto" (Yahanan 12:24). Estas palabras se aplican no solamente al Adón Yahshua, sino también a nosotros. Hoy en día nosotros tenemos la vida del Adón en nuestro interior, así que somos los muchos granos de trigo. Sin embargo, no somos capaces de multiplicarnos, no podemos llevar mucho fruto y no podemos producir muchos granos DEBIDO A QUE NO HEMOS SIDO QUEBRANTADOS POR LA MUERTE DE NUESTRO VIEJO HOMBRE.
Nosotros, en la mayoría, somos personas muy estables, constantes... y estamos enteros. Sin embargo, nuestra estabilidad, firmeza y el hecho de estar intactos representan un problema. Por ejemplo, aunque podamos tener muchos años de ser salvos, es posible que no tengamos cicatrices ni ningún indicio de la obra del madero en nosotros y nuestro ser aún siga intacto, entero, constante e inalterado. La única diferencia tal vez sea que antes de ser salvos éramos personas muy alocadas, irresponsables y de un mal comportamiento, y que, después de ser salvos, dejamos de ser alocados e irresponsables y empezamos a tener un "mejor" comportamiento. PERO ESTO NO ES NADA MÁS QUE UN CAMBIO DE COMPORTAMIENTO. Los incrédulos también pueden hacerlo.
Hay dos clases de cambios que pueden ocurrir en la vida de un creyente. Uno es el cambio que ocurre en nuestra conducta externa, y otro es el cambio que tiene lugar en la vida interna. Un cambio en nuestra conducta externa significa que anteriormente la persona hacía lo que se le antojaba, actuaba libremente y sin ninguna restricción. Pero ahora, después de haber sido salvo, siente que su conducta pasada no es propia de un creyente y que, por lo tanto, debe ser más cuidadosa. Sin embargo, esto no deja de ser un cambio externo, porque en su ser interior siguen siendo el mismo. Esa persona sigue siendo muy segura y firme, muy estable e impasible, y también muy entera e intacta, es decir, SIGUE SIENDO LA MISMA PERSONA QUE ERA AL PRINCIPIO. Nuestro problema no radica en nuestra conducta externa, sino más bien en nuestra manera de ser, nuestra vida natural y nuestro viejo yo, la fuente de la cual hacemos brotar nuestro comportamiento y que, como podemos ver, también puede producir "buen comportamiento". Los incrédulos también pueden hacerlo.
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