9 de mayo de 2021

QHELR20 - Las Herramientas Para Conocer A La Gente


 

Cuando un doctor formula un diagnóstico en cuanto a un paciente, se vale de muchos instrumentos. Sin embargo, nosotros no contamos con ninguno. No tenemos termómetros ni rayos X ni ningún aparato que analice la condición espiritual de la gente. ¿Cómo podemos entonces determinar si un hermano está enfermo espiritualmente o no? ¿Cómo podemos formular un diagnóstico? Aquí es donde Elohim interviene. 


Elohim transforma todo nuestro ser en un verdadero instrumento de medición, obrando en nosotros para lograr que podamos examinar a otros y determinar si están enfermos y cuál es el carácter de su enfermedad. Esta es la manera en que Elohim nos usa. Podríamos decir que éste es un trabajo más especializado que el de un médico. Debemos estar conscientes de la seria responsabilidad que esto implica. Supongamos que un doctor no cuenta con un termómetro, entonces tocará al paciente con la mano para determinar si tiene fiebre o no; su mano le servirá de termómetro. Si tal es el caso, su mano debe ser muy sensitiva y precisa.

 

Esto es exactamente lo que sucede en el terreno espiritual. Nosotros somos los termómetros y los instrumentos médicos; por lo tanto, necesitamos un entrenamiento profundo en nuestra relación con los creyentes. Si no hemos sido tocados en alguna área, NO PODREMOS TOCAR ESA ÁREA EN LOS DEMÁS; tampoco podremos ayudar a otros con lecciones que nosotros mismos no hemos aprendido. Este es el primer y gran error que cometen muchísimos creyentes, que creen que porque han comenzado a caminar ya tienen el derecho (ellos lo llaman "obligación", pero la forma en que lo encaran demuestra que es una reivindicación carnal y no un mandato espiritual) de señalar a los demás sus caminos y defectos... CUANDO NO HAN SIDO AUN QUEBRANTADOS EN SÍ MISMOS. Nadie que no haya sido quebrantado puede dar nada a los demás que no surja de sí mismo, pero nosotros debemos llevar a Mashíaj a los demás, no a nosotros mismos.

 

De manera que no podemos dar lo que no hemos recibido. Primero debemos asimilar nuestras propias lecciones delante del Adón. Cuanto mejor las aprendamos, más nos usará el Adón. Por el contrario, si no estamos dispuestos a recibir las lecciones, a pagar el precio y a que nuestro orgullo, estrechez, opiniones y sentimientos sean quebrantados, Elohim no podrá utilizarnos. Si encubrimos algo de nuestro yo, no seremos capaces de descubrirlo en otros. Una persona orgullosa no puede adiestrar a otra que está en la misma condición, de la misma manera que una persona cerrada no puede ayudar a otra que tenga ese mismo problema. Una persona falsa no puede tocar la falsedad de otros, ni un perezoso puede ayudar a otro a salir de su pereza, ni a nada, en verdad. Si todavía queda en nosotros alguna debilidad, no podremos censurar eso mismo en otros, y muchas veces no podremos siquiera detectarlo, y mucho menos brindarles ayuda al respecto. Puede suceder que un médico físico cure a otros a pesar de que él mismo esté enfermo. No obstante, en el terreno espiritual esto no sucede. En el terreno espiritual la orden es: "Médico, cúrate a ti mismo". El obrero tiene que ser el paciente primero; debe sanar de la enfermedad para después poder ayudar a los que padezcan de eso mismo. Nunca logrará que otros vean lo que él mismo no ha visto, ni podrá producir en otros experiencias que él mismo no ha tenido, ni que aprendan lecciones que él no ha aprendido. Un alcohólico jamás podrá ayudar a otros a dejar de beber, a menos que haya conseguido dejarlo él mismo en primer lugar.

 

 

Debemos ver que, ante el Adón, nosotros somos los instrumentos que Elohim utiliza para discernir a los hombres. Por lo tanto, nuestra persona, nuestra percepción y nuestros juicios, deben ser confiables. Para que esto se dé, debemos pedirle al Adón que no nos deje como estamos. Debemos permitir que Elohim produzca en nosotros algo que ni siquiera nos hemos imaginado, que obre en nosotros a tal grado que le podamos ser útiles. Si un termómetro no es exacto al indicar la temperatura, con seguridad el médico no lo usará. Cuando tratamos de discernir los problemas espirituales de los creyentes, nos enfrentamos con un asunto mucho más serio que diagnosticar enfermedades físicas. Para llegar a ser útiles tenemos que ser quebrantados por Elohim, debido a que nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras opiniones son muy inestables e imprecisos.

 

¿Nos damos cuenta de la seriedad que conlleva nuestra responsabilidad? El Ruaj de Elohim opera directamente en cada uno en su nuevo ruaj, pero sólo opera en nosotros a través de COLOCARNOS CIRCUNSTANCIAS, las cuales son Su acción indirecta. Siempre lo hace por medio de otros hombres. A veces inclusive usa incrédulos, pero nosotros vamos a referirnos a la operación que realiza a través de los hermanos. Aunque la disciplina del Ruaj haKodesh proporciona al creyente lo que éste necesita, siempre obra por medio del ministerio, esto es, el ministerio de la palabra que opera en el Cuerpo de Mashíaj. Sin el ministerio de la palabra, los problemas espirituales de los hermanos no podrían resolverse. Esta es la seria responsabilidad que pesa sobre nosotros. La provisión de la congregación depende de que seamos personas útiles a Elohim.

 

Supongamos que cierta enfermedad tiene una serie de síntomas determinados. El doctor puede observar algunos de ellos y entonces TIENE LA SOSPECHA de que el paciente tiene una enfermedad, pero aun requerirá realizar análisis para confirmar sus sospechas. Tenemos que ser muy exactos para estar seguros de determinar la presencia de todos los síntomas antes de afirmar que el paciente padece la enfermedad asociada con ellos. Ya que Elohim nos usa para diagnosticar la enfermedad de un creyente, necesitamos la debida capacitación por parte del Adón. Aun así, es muy arriesgado diagnosticar con base en nuestra percepción, nuestras ideas, nuestra opinión o nuestro entendimiento, ya que si no estamos acostumbrados a andar en el ruaj, diagnosticaremos desde la carne. No sólo puede resultar un diagnóstico equivocado, sino que no tendremos la necesaria conexión con el hermano ni con el asunto y su resolución. Pero si somos exactos y confiables, el Ruaj de Elohim fluirá de nosotros.

 

El comienzo de toda obra espiritual se basa en un proceso de ajuste y calibración ante el Adón. Todo termómetro debe ser fabricado de acuerdo con ciertas normas. Debe ser probado cuidadosamente, y satisfacer el nivel de calidad para que pueda ser confiable y exacto al tomar la temperatura. Ya que nosotros funcionamos como termómetros de Elohim, debemos ser confiables y valiosos y, para eso, tenemos que ser calibrados por el proceso más estricto de quebrantamiento. Ya que nosotros somos los médicos y los instrumentos de Elohim, debemos aprender estas lecciones cabalmente. Cuando el Adón nos ha quebrantado y hemos aprendido las lecciones básicas, nuestro ruaj es liberado y podemos usarlo al relacionarnos con los hermanos para así conocer la condición de ellos.

 

 

Ahora abarcaremos algunos pasos prácticos que debemos seguir para poner en práctica la fina tarea de conocer al hombre.

 

Para tocar el ruaj de otros, primero debemos escucharlos. Muy pocos son los santos que pueden tocar el ruaj de otros sin antes escucharlos. Por lo general, tenemos que esperar hasta que otros se expresen. La palabra de Elohim dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Lo que el hombre dice pone de manifiesto lo que hay en su corazón, aunque él trate de ocultarlo. Si es falso, la falsedad que brota con su ruaj falso lo pondrá en evidencia, y si es celoso, su ruaj lo manifestará. Lo que haya en su corazón será revelado por sus palabras. Al escucharlo podremos tocar su ruaj. Siempre que un hombre hable, no sólo debemos poner atención a lo que dice sino a la condición de su ruaj. No conocemos a los hombres meramente por sus palabras, sino por su ruaj.

 

En cierta ocasión que el Adón Yahshua iba camino a Yahrushalayim, dos de sus discípulos al ver que los samaritanos los rechazaban, dijeron: "Adón, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma? Pero Él, volviéndose, los reprendió, diciendo: Ustedes no saben de qué ruaj son" (Luka 9:54-55). Aquí el Adón mostró que el ruaj de uno puede ser discernido por lo que uno expresa. Tan pronto como las palabras son emitidas, el ruaj queda manifiesto. De la abundancia del corazón habla la boca. Cualquiera que sea la condición del corazón, las palabras la reflejarán.

 

Cuando escuchamos a otros, debemos poner atención no sólo a sus argumentos sino mucho más a su ruaj. Cuando hay conflictos entre creyentes, no juzgamos basándonos en errores que se hayan cometido, SINO EN LA MEDIDA EN QUE SE HAYAN DESVIADO DEL RUAJ. Cuando un hermano habla, tal vez no podamos determinar si está equivocado según los hechos, pero inmediatamente podremos percibir si está mal en su ruaj. Quizá uno acuse al otro de difamación y esté en lo correcto, pero lo hace con un ruaj incorrecto. Todo depende del ruaj que tengan. Una persona que exhibe un ruaj incorrecto no sólo está mal en lo que haya hecho, sino también en su mismo ser. Esta persona ha expresado muerte, y no vida. Por lo tanto, no se trata de tener el fruto del bien o del mal, sino EL FRUTO DE LA VIDA, que es el fruto del Ruaj. Estos frutos se determinan por la clase de ruaj expresado, no meramente por los hechos. Ya dijimos que podemos producir muchas cosas buenas desde la carne, pero muertas desde el ruaj, de manera que no alcanza tocar la obra, es necesario alcanzar la fuente. Por lo tanto, cuando escuchamos a otros, debemos tocar su ruaj. En la congregación muchos problemas se relacionan con la actitud del ruaj, no con las acciones. Si lo juzgamos todo según los hechos, conduciremos a la congregación a un ámbito equivocado, a un árbol equivocado. Debemos permanecer en la esfera del ruaj y no en la de los hechos; nunca debemos ser arrastrados por los hechos.

 

Si tenemos un ruaj abierto, podremos percibir cualquier condición espiritual y detectaremos cuando alguien tiene un ruaj cerrado y atado. Tenemos que aprender a discernir con nuestro ruaj para conocer a las personas. Que podamos decir juntamente con Shaúl: "A nadie conocemos según la carne" (Qorintiyim Bet 5:16). No debemos conocer a nadie según la carne, sino según el ruaj. Una vez que aprendamos esta lección básica, podremos avanzar en la obra de Elohim.

 





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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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