Para determinar la condición de un paciente, debemos tomar en cuenta dos puntos de vista: el paciente y nosotros mismos.
En Cuanto Al Paciente
En cuanto al paciente, ¿cómo podemos determinar su enfermedad? Si queremos detectar su enfermedad primero debemos descubrir su característica más notoria, la más obvia.
Las Escrituras
describen en muchas formas la condición espiritual del hombre. Algunos son
iracundos, otros obstinados y otros retraídos. De hecho, hay una larga lista de
términos para describir la condición del hombre: frívolo, oprimido, etc., pero
¿cuál es la fuente de todas estas diferentes condiciones espirituales? Por
ejemplo, cuando decimos que alguien es obstinado, orgulloso o violento, ¿de
dónde vienen la obstinación, el orgullo y la violencia? En principio nuestro
ruaj no tiene ninguna característica propia, sólo la capacidad de manifestar al
Ruaj de Elohim. Pero debido a que el hombre exterior no está separado del
hombre interior, seguimos hablando de una persona obstinada, orgullosa,
arrogante, rencorosa, celosa, etc.
Debido a que el
hombre exterior no está quebrantado, la obstinación y el orgullo del hombre
exterior enturbian y contaminan el hombre. Así, cuando él habla, la condición
del hombre exterior, que está mezclada con él, brota juntamente con él. Por eso
cuando una persona orgullosa, obstinada o celosa libera su yo, a éste se
adhiere su orgullo, obstinación o celo. Las características que se expresan
cuando alguien libera su yo, muestran claramente las áreas en las que la
persona no ha sido quebrantada, porque la clase de yo que percibimos,
manifiesta las características del hombre exterior.
Si sabemos cómo tocar
el ruaj de otros, podremos conocer la necesidad específica de cualquier
hermano, porque la clave de conocer al hombre es tocar su ruaj, el cual, en
tantos casos, está aún en el interior del hombre exterior. Tenemos que tocar
las características que envuelven a su ruaj. Conocer la condición del alma del
hombre (su yo) equivale a conocer la condición de su hombre exterior. Queremos
hacer hincapié en que éste es el principio básico para conocer a una persona.
La condición del yo del hombre es la condición de su hombre exterior. Siempre
que el yo del hombre se manifiesta, refleja la naturaleza del hombre exterior.
Las características del yo son las características del hombre exterior. Un
hermano puede ser muy fuerte y sobresaliente en cierto aspecto, lo cual llamará
nuestra atención tan pronto como nos relacionemos con él. Inmediatamente
percibiremos sus características y nos daremos cuenta de que éstas brotan de su
hombre exterior inquebrantado. Al tocar su yo conocemos su condición y
percibimos lo que él trata de mostrar y también lo que trata de esconder.
Concluyendo, se puede conocer a una persona conociendo su yo.
En Cuanto A Nosotros Mismos
¿Qué debemos hacer
para conocer la condición del ruaj del hombre? Debemos prestar especial
atención a la disciplina del Ruaj haKodesh como lecciones que provienen de
Elohim. Cuando el Ruaj haKodesh nos disciplina, lo que busca es quebrantarnos;
cuanto más nos disciplina, más nos quebranta. Toda área de nuestra vida que el
Ruaj toque, será quebrantada. Esta disciplina y quebrantamiento no sucede de
una vez por todas, porque hay muchas áreas de nuestra vida que requieren
disciplina y quebrantamiento progresivo, para que lleguemos a ser útiles al
Adón. Cuando hablamos de tocar a un hermano con nuestro ruaj, no nos referimos
a que debamos tocar todos los aspectos espirituales de cada hermano. Lo que
queremos decir es que el Ruaj haKodesh nos ha disciplinado en cierto aspecto, y
por lo tanto, podemos tocar ese aspecto de un hermano. Si el Adón no nos ha
quebrantado ni ha tocado nuestro ruaj en cierta área, no podremos ayudar a
nadie que tenga una necesidad específica en dicha área. En otras palabras, la
disciplina que recibimos del Ruaj haKodesh es proporcional a nuestra percepción
espiritual. Cuanto más quebrantamiento recibamos, más se liberará nuestro ruaj.
Este es un hecho espiritual que nunca puede ser falsificado; o se tiene o no se
tiene. Esta es la razón por la cual debemos aceptar la disciplina y el
quebrantamiento del Ruaj haKodesh. El que tenga mucha experiencia, podrá
brindar mucha ayuda. Sólo los que han recibido mucho quebrantamiento tienen
mucha sensibilidad, y aquellos que han sufrido mucha pérdida, tienen mucho que
dar. Si tratamos de salvarnos en cierto asunto, perderemos nuestra utilidad
espiritual en eso:
El que halla su alma la perderá, y el que pierde su alma por mi causa la hallará... Porque el que quiera salvar su alma la perderá, y el que pierda su alma por causa mía la hallará. MattiYah 10:39 - 16:25
Y si nos tratamos de
proteger o excusar en algún aspecto, perderemos nuestra sensibilidad y nuestra
provisión espiritual en ese aspecto. Este es un principio básico.
Sólo quienes han
aprendido estas lecciones pueden participar en el servicio del Adón. Un hermano
puede aprender en un año lo que se llevaría diez años, o puede extender la
lección de un año a veinte o treinta. Cuando alguien demora su aprendizaje,
retrasa su servicio. Si Elohim nos ha dado un corazón para servirle, debemos
estar decididos acerca de nuestro camino. El camino de nuestro servicio es el
camino del quebrantamiento; es un camino que se adquiere por medio de mucha
disciplina del Ruaj haKodesh. Los que nunca han experimentado esta disciplina y
nunca han sido quebrantados no son aptos para participar en este servicio. La
medida de disciplina y de quebrantamiento que recibamos del Ruaj determinará
nuestro servicio. Nadie puede modificar este principio. El afecto y la
sabiduría humana no caben aquí. El grado al que Elohim opera en nosotros
determina la medida de nuestro servicio. Cuanto más Él nos adiestre, más
conoceremos a la gente, y cuanto más experimentemos la sabiduría del Ruaj
haKodesh, más podremos tocar a otros con nuestro ruaj.
Me aflige mucho ver
que tantos hermanos estén escasos de discernimiento en muchos aspectos. No
pueden discernir si algo es del Adón o del hombre natural, ni pueden reconocer
cuando una persona está valiéndose de su fuerza mental o cuando es guiada por
sus emociones. No tienen discernimiento debido a que su aprendizaje es
deficiente. Elohim nos dio Su Ruaj una vez y para siempre, pero tenemos que
esforzarnos por aprender las lecciones que se nos presentan a lo largo de
nuestra vida. Cuanto más aprendamos, más veremos. Si el Adón nos da un fuerte
golpe en cierto asunto, reaccionaremos cuando veamos brotes de este mismo
asunto en otros hermanos, no esperaremos a que eso crezca y dé fruto, sino que
actuaremos de inmediato al detectar el más mínimo indicio de propagación de ese
problema. El grado en el que el Adón opera en nosotros está en relación directa
al grado de discernimiento que tengamos. LA SENSIBILIDAD ESPIRITUAL SE ADQUIERE
POCO A POCO. A medida que Elohim nos adiestre, obtendremos esta sensibilidad.
Supongamos que un
hermano condena en su mente el orgullo; tal vez pueda predicar al respecto,
pero en su ruaj realmente no percibe cuán maligno es el orgullo. Cuando otras
personas actúan orgullosamente, él no sentirá desagrado; por el contrario, tal
vez hasta sea solidario con ellos. Pero cuando el ruaj de Elohim opere en él,
se dará cuenta de lo negativo que es el orgullo, y el orgullo que hay en él
será consumido. Cuando vuelva a predicar en contra del orgullo, tal vez la
enseñanza sea la misma, pero habrá una gran diferencia. Tan pronto detecte un
ruaj orgulloso en algún hermano, sentirá que algo está mal y sentirá aversión.
Esta sensación de desagrado será producida por lo que ha aprendido de Elohim.
Creo que la palabra aversión describe bien esta sensación. De ahí en adelante,
él será apto para ayudar a cualquier hermano, porque conoce bien esa
enfermedad, ya que él mismo la padeció y fue sanado de ella. Tal vez no pueda
asegurar que está totalmente sano, pero sí puede afirmar que ha sido librado de
ella por lo menos en cierta medida. Esta es la manera en que adquirimos la
sabiduría espiritual.
El don del Ruaj
haKodesh nos es dado una vez y para siempre, pero la adquisición de la
sensibilidad espiritual es un proceso. Cuanto más aprendemos, más sensibilidad
adquirimos, y viceversa. ¿De qué nos sirve tratar de preservar o salvar nuestro
yo? Aquellos que salven la vida de su alma, la perderán. Si en alguna situación
tratamos de salvar nuestro yo, perderemos la oportunidad de obtener el
beneficio que el Adón procuraba para nosotros. Debemos pedir al Adón que no
detenga Su disciplina y que continúe adiestrándonos. No hay nada más
desalentador que ver que el Adón nos da una lección tras otra sin obtener
ningún resultado. Debemos entender que Su mano está obrando en nosotros, y no
rebelarnos ante Su disciplina. Cuando un creyente carece de discernimiento, eso
se debe a su falta de aprendizaje espiritual. Que el Adón nos dé entendimiento
para ver que cuanto más nos discipline, más podremos conocer al hombre, y más
tendremos que ofrecer a los demás. Cuanto más se amplíe la esfera del
adiestramiento de Elohim, más se ensanchará la esfera de nuestro servicio. Esta
no se aplicará mientras no se expanda la esfera del quebrantamiento.
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