Cuando el Elohim todopoderoso moraba en Mashiaj, seguía siendo el Todopoderoso, ya que Él nunca lo limitó. Elohim desea seguir siendo el Elohim todopoderoso e infinito mientras mora en la congregación; ésa es Su meta. Elohim quiere expresarse libremente por medio de la congregación como lo hizo por medio de Mashiaj. De manera que, si la congregación se limita, limitará a Elohim, y si es débil, debilitará a Elohim. Este es un asunto muy serio. Decimos esto con humildad y respeto. En términos sencillos, cualquier obstáculo nuestro presentará un obstáculo para Elohim, y cualquier limitación nuestra limitará a Elohim. Si Elohim no se expresa por medio de la congregación, no podrá avanzar, porque Él actúa hoy por medio de la congregación.
¿Por qué es tan
importante la disciplina del Ruaj haKodesh y la separación del alma y el ruaj?
¿Por qué debe ser quebrantado el hombre exterior por la obra disciplinaria del
Ruaj haKodesh? Porque Elohim necesita que nosotros seamos Sus canales. No
debemos tener el concepto de que esto es meramente una experiencia personal de
edificación espiritual, porque es un asunto crucial y está íntimamente
relacionado con el mover y la obra de Elohim. ¿Hemos de limitar a Elohim o
vamos a darle completa libertad en nosotros? Elohim tendrá completa libertad en
nosotros solamente cuando hayamos sido quebrantados.
Si como congregación
debemos proporcionar a Elohim toda la libertad para actuar, debemos permitir
que nos despoje y quebrante nuestro hombre exterior. El mayor obstáculo para
Elohim es nuestro hombre exterior. Si el asunto de nuestro hombre exterior no
se resuelve, la congregación no podrá ser un canal para que Elohim fluya. Si
por la gracia de Elohim nuestro hombre exterior es quebrantado, Elohim nos
usará ilimitadamente como canales para Su obra.
Tenemos que
humillarnos delante del Adón y decir: "La Palabra debe ser recobrada, y de
la misma manera, los que predican la Palabra deben ser restaurados".
Debemos permitir que Elohim obre por medio de nosotros para que la Palabra
llegue a los hombres. Para predicar esta palabra se requiere un poder muy
grande, aunque también se requiere un precio muy alto. Si anhelamos que tanto
la Palabra como los que la predican sean recobrados, debemos entregar todo al
Adón y decirle: "Adón, te entrego
todo a Ti. Oro pidiendo que encuentres la manera de obrar en mí para que la
congregación también la encuentre; no quiero ser un obstáculo para Ti ni para
la congregación".
El Adón Yahshua nunca
representó una limitación para Elohim en nada. De la misma manera, la
congregación tampoco debe limitar al Adón en ningún aspecto. Elohim ha estado
obrando en la congregación por dos mil años con la intención de que, así como
Mashiaj lo manifestó y no lo restringió, de la misma manera suceda con la
congregación. Elohim ha estado enseñando, quebrantando, despojando y
transformando a Sus hijos continuamente. Esta es Su manera de obrar en la
congregación y continuará llevando adelante esta obra, hasta lograr que la
congregación no lo limite, sino que lo manifieste y lo exprese. Sólo nos resta
inclinar nuestro rostro y decir: "Adón,
estamos avergonzados por haber retrasado tanto Tu obra, por haber estorbado
tanto Tu vida, Tu Palabra y Tu poder". Cada uno de nosotros debería decir
al Adón: "Adón, te entrego todo lo
que soy y todo lo que tengo. Te pido que te abras paso en mi vida". Si
anhelamos ver la restauración absoluta de la Palabra, debemos tener una
consagración absoluta. Sería inútil sólo lamentarnos porque nuestro evangelio
no sea tan poderoso como lo fue el de la congregación neotestamentaria. Debemos
reconocer cuán pobre es nuestra consagración, porque no es incondicional como
la de los santos de la congregación primitiva. Para que el mensaje de
reconciliación sea recobrado, es necesario restaurar la consagración; ambos
deben ser absolutos y genuinos. Pueda el Adón abrirse un canal por el cual
fluir a través de nosotros.
La Consagración Y La
Disciplina
Es indispensable una
absoluta consagración al Adón para que el hombre exterior sea quebrantado. La
consagración por sí sola no resuelve todos los problemas; solamente expresa
nuestra disposición a rendir nuestra vida incondicionalmente a Elohim. La
consagración constituye sólo el comienzo de nuestra jornada y es el primer paso
que damos en un momento de decisión, cuando tomamos la firme determinación de
entregarnos sin reservas al Adón. No significa que con ella Elohim concluya Su operación
en nosotros; más bien, la inicia. Tampoco es una garantía de que Elohim nos
usará grandemente, porque después de ella, todavía tenemos por delante una
larga jornada de disciplina de parte del Ruaj haKodesh. Es crucial que esta
disciplina se añada a nuestra consagración, porque en gran parte depende de eso
que seamos vasos útiles al Adón. Por lo tanto, debemos cooperar consagrándonos,
porque si no lo hacemos, le sería difícil al Ruaj haKodesh aplicar Su
disciplina. Hay una gran diferencia entre la consagración y la disciplina del
Ruaj haKodesh. Cuando consagramos nuestro ser al Adón, lo hacemos de acuerdo
con la escasa luz que recibimos, pero cuando el Ruaj haKodesh nos disciplina,
lo hace según Su propia luz, la cual nos imparte abundantemente. Al
consagrarnos, lo hacemos basándonos en nuestra escasa visión espiritual, y ésa
es la razón por la cual no alcanzamos a comprender cabalmente lo que nuestra
consagración implica. La luz que recibimos es tan limitada que cuando creemos
estar en la cumbre de la consagración y bajo la luz más gloriosa, a los ojos de
Elohim todavía estamos en tinieblas. Es por eso que lo que consagramos a Elohim
según nuestra luz, jamás satisface Sus requisitos ni complace Su corazón. Pero
la disciplina del Ruaj haKodesh es totalmente diferente; nos calibra bajo la
luz divina, según lo que Elohim ve, no según lo que nosotros percibimos. Él
sabe exactamente lo que necesitamos y por medio de Su Ruaj prepara las
circunstancias precisas para producir el quebrantamiento de nuestro hombre
exterior. Por lo tanto, podemos decir que la obra disciplinaria del Ruaj
haKodesh trasciende enormemente nuestra consagración.
La obra del Ruaj
haKodesh se basa en la luz de Elohim y se determina por Su perspectiva. Por eso
decimos que es mucho más profunda y completa que nuestra consagración. Muchas
veces nos sorprendemos ante las situaciones que se nos presentan y reaccionamos
equivocadamente. Por lo general, lo que creemos más conveniente no es lo mejor
a los ojos de Elohim. Desde nuestra perspectiva sólo alcanzamos a ver una
pequeña parte del panorama completo. Sin embargo, el Ruaj haKodesh prepara las
situaciones que nos rodean, en conformidad con la luz de Elohim. La disciplina
del Ruaj haKodesh va mucho más allá de lo que nuestro intelecto puede
comprender. En ocasiones hay golpes que nos toman por sorpresa, y no nos
sentimos preparados para recibirlos; nos parece que son muy severos y
repentinos para nuestra condición. Gran parte del quebrantamiento del Ruaj
haKodesh nos llega sin previo aviso y, por lo tanto, en ocasiones, podemos ser
sacudidos por un golpe inesperado. Tal vez creamos estar bajo la iluminación de
la luz divina, pero para Elohim aquello es sólo una luz tenue y vacilante, y en
ocasiones, ni siquiera eso. Aunque creemos conocer a fondo nuestra condición,
no es así; es por eso que el Ruaj haKodesh nos disciplina en conformidad con la
luz divina. Desde el momento en que fuimos salvos, Elohim ha venido planeando y
ordenando todas nuestras situaciones con el fin de traernos el mayor beneficio,
porque sólo Él sabe lo que verdaderamente somos y lo que necesitamos.
La obra del Ruaj en
nosotros tiene un aspecto positivo y uno negativo. El primero edifica, y el
segundo derriba. El Ruaj haKodesh habita en nosotros desde que fuimos
regenerados; pese a eso nuestro hombre exterior lo restringe. Esto es semejante
a un hombre que calza zapatos nuevos; los siente tan duros y apretados que le
es difícil caminar con ellos. El hombre exterior le ocasiona tantas
dificultades al hombre interior que éste no puede controlarlo. Es por eso que
Elohim ha venido quebrantando nuestro hombre exterior desde el mismo día en que
fuimos salvos, y lo hace de acuerdo con Su sabiduría, no según lo que nosotros
pensamos que necesitamos o que nos conviene. El siempre descubre nuestra
tenacidad y todo lo que no esté sometido al hombre interior, y precisamente ahí
descarga Su disciplina con toda sabiduría.
La estrategia del
Ruaj haKodesh al enfrentar al hombre exterior, no es fortalecer al hombre
interior ni proporcionarle gracia para que éste lo enfrente. No quiero decir
con esto que el hombre interior no necesite ser fortalecido, sino que la
estrategia de Elohim es diferente. Consiste en minar la fuerza del hombre
exterior por medio de las situaciones externas. Al hombre interior le es
difícil enfrentar y someter al hombre exterior, porque éstos tienen naturalezas
diferentes. La naturaleza del hombre exterior corresponde a la del mundo
exterior, y es por eso que todo lo externo lo afecta, lo oprime, lo golpea y
puede derrotarlo fácilmente. Así que Elohim se vale de las situaciones externas
para quebrantarlo.
En MattiYah 10:29a
dice: "¿No se venden dos pajaritos
por un asarion?". Y en Luka 12:6 leemos: "¿No se venden cinco pajaritos por dos asariones?". Con un
asarión se compraban dos pajaritos, y con dos asariones, cinco. Esta es una
ganga. El quinto pajarito lo daban gratis. Con todo, "ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento del Padre de
ustedes" (MattiYah 10:29b). Además, agrega: "Pues aun sus cabellos están todos contados" (MattiYah
10:30).
Esto nos muestra que
todo lo que le sucede al creyente ha sido dispuesto por Elohim. Nada nos sucede
por simple casualidad. Elohim desea que nos demos cuenta que todo está bajo Su
providencia.
Él dispone todas las
circunstancias conforme a lo que sabe que necesitamos. Él sabe qué es lo mejor
para nuestro hombre interior, y cuál es la mejor manera de quebrantar y
deshacer nuestro hombre exterior. Él sabe perfectamente cuáles circunstancias
quebrantan al hombre exterior; y por lo tanto hace que eso mismo nos sobrevenga
una vez, dos veces o las que sean necesarias. Tenemos que entender que todo lo
que nos ha acontecido durante los últimos cinco o diez años, fue ordenado por
Elohim con el fin de instruirnos. Si murmuramos contra otros o pensamos que lo
que nos acontece es una mala racha o mala suerte, no tenemos idea de lo que es
la disciplina del Ruaj haKodesh. Recordemos que todo lo que nos sucede ha sido
calculado por Elohim y redunda en nuestro bien. Tal vez no sea de nuestro
agrado, pero Elohim sabe que aquello es lo mejor que nos puede pasar. Basta
pensar un poco en las aflicciones que podríamos haber sufrido si Elohim no nos
hubiera golpeado y si no nos hubiese puesto en las circunstancias en las que
nos puso. Son éstas las que nos han mantenido puros y en el camino del Adón.
Pero muchas personas no se someten a la disciplina del Ruaj haKodesh, porque
neciamente murmuran y se resienten en su corazón. No olvidemos que todo lo que
nos acontece ha sido medido por el Ruaj, quien sólo busca nuestro bien y lo
mejor para nosotros.
Cuando un hombre es
salvo, el Ruaj haKodesh empieza inmediatamente a trabajar en él. Al principio,
el Ruaj no encuentra plena libertad para obrar, hasta que llega el día en que
el nuevo creyente es motivado a consagrarse al Adón. Quisiera recalcar el hecho
de que desde el mismo día en que uno es regenerado, el Ruaj haKodesh comienza
Su obra disciplinaria en uno, pero sólo cuando uno se consagra plenamente le da
completa libertad para que aplique Su disciplina. Por lo general, después de
que uno es salvo y antes de consagrarse, transcurre un tiempo en el que uno
todavía se ama más a sí mismo que al Adón y por eso se resiste a cederle
absoluto control de su vida. No podemos decir que durante ese lapso el Ruaj
haKodesh no aplique ninguna disciplina, pero sí que Su esfuerzo se concentra en
disponer las circunstancias para atraernos más a Elohim y quebrantar nuestro
hombre exterior. Finalmente, el creyente es iluminado por Elohim y decide
consagrarse al Adón, porque entiende que no debe seguir viviendo para sí mismo.
Y, aunque tal vez la luz que percibe sea débil, es suficiente para acudir a
Elohim y decirle: "Me consagro a Ti. No importa si me espera la muerte o
la vida, te rindo todo mi ser". Desde ese momento el Ruaj haKodesh recibe
plena libertad para actuar, e intensifica Su tratamiento en él. Por eso es tan
importante consagrarse. Es muy probable que después de consagrarnos nos
sobrevengan diversas pruebas, porque ya nos hemos entregado incondicionalmente
al Adón. Ya le hemos dicho al Adón: "Adón, haz en mí lo que Tú quieres que
sea". Ya que nos hemos consagrado de este modo, el Ruaj haKodesh puede
moverse en nosotros sin hallar resistencia de nuestra parte. Por lo tanto,
independientemente del grado de nuestra consagración, debemos prestar especial
atención a la obra disciplinaria del Ruaj haKodesh.
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