22 de mayo de 2021

QHELR24 - Quebrantados Desde Todos Los Ángulos


 

Desde el primer día que una persona es salva, Elohim empieza Su obra de edificación en ella, al impartirle Su gracia. La gracia de Elohim puede ser suministrada de muchas maneras. Podemos llamar a estas maneras los medios para recibir gracia. Por ejemplo, orar es un medio para recibir gracia, porque podemos acudir a Elohim y recibir gracia allí. Escuchar mensajes es otro medio por el cual recibimos la gracia de Elohim. Estos se pueden describir como "medios por los cuales se recibe gracia", o simplemente "medios de gracia". La congregación ha usado esta expresión por siglos. Estos medios son canales que Elohim usa para brindarnos Su gracia. 


Desde el comienzo de nuestra vida creyente hasta hoy, hemos recibido mucha gracia por muchos medios: las reuniones, los mensajes de la Palabra, la oración, entre otros hermanos. Pero quisiera hacer énfasis en el medio más eficaz por el cual recibimos la gracia y el cual no debemos desatender; me refiero a la disciplina del Ruaj haKodesh. Este es el principal medio de gracia para todo creyente. Ningún otro se le puede comparar: ni la oración, ni el estudio de la Palabra, ni las reuniones, ni escuchar mensajes, ni esperar, ni meditar en el Adón, ni alabarle. Ninguno de éstos es tan importante como la disciplina del Ruaj haKodesh, la cual es el medio por excelencia que nos trae gracia.

 

Si revisamos nuestra experiencia con respecto a los diferentes canales por los cuales recibimos la gracia, nos daremos una idea de cuánto hemos avanzado con Elohim. Si nuestro progreso espiritual sólo se basa en la oración, los sermones y la lectura de las Escrituras, nos hemos desviado del principal medio por el cual recibimos gracia. Todo lo que experimentamos diariamente con nuestra familia, en la escuela, en el trabajo o en la rutina diaria, ha sido preparado por el Ruaj haKodesh para nuestro beneficio. Si no lo aprovechamos y permanecemos ignorantes y cerrados a este canal de la gracia, sufriremos una enorme pérdida. La disciplina del Ruaj haKodesh es crucial, ya que es el principal medio por el que recibimos gracia durante toda la vida creyente. La disciplina del Ruaj haKodesh no puede ser reemplazada por el estudio de la Palabra, la oración, las reuniones, ni por ningún otro medio de gracia. Por supuesto, debemos orar, estudiar las Escrituras, escuchar mensajes y utilizar estos medios, porque todos son valiosos e indispensables, pero ninguno de ellos puede reemplazar a la disciplina del Ruaj haKodesh. Si no aprendemos las lecciones básicas, no podemos ser creyentes apropiados ni podremos servir a Elohim. Escuchar mensajes puede nutrir nuestro ser interior; orar puede avivarnos interiormente; leer la Palabra de Elohim puede reconfortarnos; y ayudar a otros puede liberar nuestro ruaj. No obstante, si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado, otros verán contradicciones en nosotros, y notarán que nuestro corazón no es muy puro. Por un lado, detectarán nuestro celo, pero por otro, percibirán un conflicto de intereses. Por una parte, verán que amamos al Adón, pero también verán que aún nos amamos a nosotros mismos. Podrán decir: "Este es un hermano querido" y añadirán: "Pero algo necio". Esto sucederá si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado. Así, aunque la oración, los mensajes y la lectura de las Escrituras nos edifican, la más grande edificación proviene de la disciplina del Ruaj haKodesh.

 

Debemos cooperar con Elohim consagrándonos totalmente, pero no debemos suponer que la consagración puede reemplazar la disciplina del Ruaj haKodesh. La función de la consagración es proporcionar al Ruaj de Elohim la oportunidad de trabajar en nosotros sin impedimento. Debemos orar así: "Adón, me entrego en Tus manos y te cedo mi vida para que obres sin obstáculos en mí y me des lo que Tú veas necesario". Si nos sujetamos a lo que el Ruaj haKodesh ha dispuesto, indudablemente cosecharemos el beneficio. El simple hecho de someternos nos traerá mucho provecho espiritual. Pero si en lugar de tomar esta actitud, argumentamos con Elohim y hacemos nuestra propia voluntad, erraremos el camino. Lo más crucial es que nos consagremos al Adón incondicionalmente y sin reservas. Una vez que entendamos que todas las situaciones que nos rodean fueron ordenadas por Elohim, y que aun las que nos parecen más desagradables nos benefician, seremos dóciles a Su disciplina y veremos obrar al Ruaj haKodesh en nosotros de muchas maneras.

 

 

Cada persona tiene debilidades diferentes o está atada por un asunto en particular. Elohim irá eliminando específicamente cada una de esas ataduras. Inclusive, asuntos tan triviales como la comida o el vestido no escaparán de la corrección minuciosa de Elohim. Su trabajo es tan detallado que no pasará por alto ni el más mínimo detalle. Tal vez seamos atraídos por algo de lo cual no estamos conscientes, pero Elohim lo sabe y se encargará de manifestarlo. Solamente cuando Él quite todo esto de nosotros, nos sentiremos completamente libres. Por medio de la obra detallada del Ruaj haKodesh llegaremos a valorar lo detallada que es Su obra. Aun lo que se nos escapa y ya hemos olvidado, el Adón lo traerá a cuentas; nada se le escapará. Su trabajo es perfecto, y no se detendrá ni quedará satisfecho hasta que satisfaga Sus propios requisitos. Muchas veces Elohim nos disciplina por medio de otras personas. Nos rodea de personas que nos resultan insoportables, o a las cuales envidiamos o menospreciamos. En numerosas ocasiones también utiliza personas que estimamos, para darnos las lecciones que nos hacen falta. Antes de pasar por estas experiencias no podemos ver lo sucios e impuros que somos. Pensamos que nos hemos consagrado por completo al Adón, pero después de pasar por la disciplina del Ruaj haKodesh, nos damos cuenta hasta qué grado las cosas externas nos atan y cuánta impureza todavía tenemos.

 

Otro aspecto de nuestra vida que el Adón toca es nuestro intelecto. Por lo general, nuestros pensamientos son confusos, naturales, independientes e incontrolados. Nos creemos muy astutos, pensamos que todo lo sabemos y que tenemos una mente superior a la de los demás. Entonces el Adón permite que cometamos error tras error y que tropecemos una y otra vez, con el fin de mostrarnos que nuestros pensamientos no son confiables. Una vez que recibamos Su gracia a este respecto, temeremos a nuestros pensamientos como tememos al fuego. De la misma manera que retiramos la mano del fuego, huiremos de ellos y nos diremos: "No debo pensar así; temo a mis pensamientos". Otras veces Elohim se ocupa de nuestras emociones y hace que pasemos por ciertas situaciones. Algunos hermanos tienen afectos muy activos. Cuando están contentos dan rienda suelta a su gozo, y cuando están deprimidos no encuentran consuelo. Todo su ser gira en torno a sus emociones. Cuando están tristes, nadie puede alegrarlos, pero cuando están alegres, nada les hace recobrar la sobriedad. Sus afectos los controlan a tal grado que su alegría se vuelve alboroto y su tristeza los arrastra a la pasividad. Sus emociones son su vida, y son tan manipulados por ellas que las justifican. Es por eso que Elohim tiene que intervenir y regularlos por medio de las circunstancias. Les prepara situaciones tales que no se atreven ni a alegrarse ni a deprimirse en exceso. En consecuencia, aprenden a no vivir por sus emociones, sino por la gracia y la misericordia de Elohim.

 

Aunque la debilidad más común de muchos tiene que ver con sus pensamientos y sus emociones, el problema principal de la gran mayoría radica en su voluntad. Las emociones y los pensamientos muchas veces son un problema debido a que la voluntad no ha sido tocada por Elohim. En realidad, la raíz del problema reside en la voluntad. Algunos se atreven a decir con mucha facilidad: "Adón, no se haga mi voluntad, sino la tuya". Pero cuando atraviesan experiencias difíciles, ¿cuántas veces le permiten realmente al Adón encargarse de la situación? Cuanto menos se conocen a sí mismos más fácil se les hace hablar así, y cuanta menos luz divina tienen más capaces se creen de obedecer a Elohim sin ningún problema. Los que se jactan sólo muestran que no han pagado el precio del quebrantamiento. Los que declaran estar muy cerca del Adón, muchas veces son los que se encuentran más alejados de Él y más carecen de luz. Sólo después de recibir la disciplina del Adón reconocen cuán necios son y cuán llenos de conceptos están, porque antes siempre se habían creído muy acertados en sus opiniones, sentimientos, métodos, puntos de vista y en sus mismas personas. Veamos cómo el apóstol Shaúl obtuvo la gracia de Elohim al respecto. Filipiyim 3:3 es el pasuk que más claramente presenta esto: "No teniendo confianza en la carne". Shaúl aprendió que la carne no era nada confiable.

 

Tampoco debemos confiar en nuestros propios juicios. Tarde o temprano Elohim nos guía a reconocer que nuestros juicios tampoco son dignos de fiar. Elohim permitirá que cometamos error tras error hasta que, humillados, confesemos: "Mi vida pasada está llena de errores; en mi vida actual también y en el futuro seguramente me seguiré equivocando. Adón, necesito Tu gracia". Con frecuencia el Adón permite que nuestros juicios nos acarreen graves consecuencias. Casi siempre que emitimos un juicio sobre algún asunto, resulta equivocado. Aun así, damos nuestra opinión una vez más. En otros casos, el error es tan terrible que no podemos recuperar lo perdido. Finalmente quedamos tan golpeados por nuestros fracasos que cuando se nos pide juzgar otro caso, decimos: "Temo a mis propios juicios como al fuego, porque mis juicios, mis opiniones y mi conducta están llenos de errores. Adón, tengo la tendencia de cometer errores, porque soy un simple ser humano lleno de equivocaciones. A menos que Tú tengas misericordia de mí, me lleves de la mano y me guardes, me seguiré equivocando". Cuando oramos así, nuestro hombre exterior empieza a desmoronarse y no nos atrevemos a confiar en nosotros mismos. Por lo general, nuestros juicios son imprudentes, precipitados y necios. Pero después de que Elohim nos quebranta vez tras vez, y después de que pasamos por toda clase de fracasos, diremos humildemente: "Elohim, no me atrevo siquiera a pensar ni a tomar decisiones por mi cuenta". Esto es lo que produce en nosotros la disciplina del Ruaj haKodesh después de trabajar en nosotros valiéndose de las circunstancias y las personas.

 

La disciplina del Ruaj haKodesh es una lección que nunca va a disminuir en nosotros. Tal vez pueda escasear el ministerio de la Palabra u otros medios de gracia, pero el medio principal por el cual recibimos gracia nunca faltará. La provisión de la palabra puede variar de acuerdo con las limitaciones o con circunstancias diversas, pero no la disciplina del Ruaj haKodesh, porque las circunstancias en lugar de limitarla, la realzan más. También es posible que en ocasiones digamos que no tenemos oportunidad de escuchar mensajes, pero nunca podremos decir que no tenemos oportunidad de obedecer la disciplina del Ruaj haKodesh. Nos puede faltar enseñanza de la palabra, pero no enseñanza del Ruaj haKodesh, porque éste prepara cada día oportunidades para que recibamos Sus lecciones.

 

Debemos entender claramente que, si rendimos nuestra vida a Elohim, Él nos dará gracia por un medio más efectivo que la ministración de la palabra, a saber: la disciplina del Ruaj haKodesh. No debemos pensar que la suministración de la Palabra es el único medio para recibir gracia, porque no olvidemos que el canal principal para que fluya la gracia es la disciplina del Ruaj haKodesh. Esta es el medio de gracia por excelencia y no sólo está disponible para los más cultos, perspicaces o sobresalientes, porque no hace acepción de personas ni favorece a nadie en particular. Todo hijo de Elohim que se ha entregado incondicionalmente al Adón, es objeto de la disciplina del Ruaj haKodesh. Por medio de tal disciplina, aprendemos muchas lecciones prácticas. No debemos pensar que es suficiente tener el ministerio de la palabra, la gracia de la oración, la comunión con otros creyentes y los demás medios de gracia, porque ninguno de ellos puede reemplazar la disciplina del Ruaj haKodesh. Esto se debe a que necesitamos no sólo que algo sea edificado, sino también que algo sea derribado, a saber: todo lo que hay en nosotros que no pertenece a la esfera de la vida.

 

 

La Aplicación Práctica Del Madero

 

El madero no es una simple doctrina, porque tiene que ser aplicada en la práctica; debe ser una realidad para nosotros. De hecho, es el madero lo que destruye todo lo que pertenece a nuestro yo. Después de recibir golpe tras golpe, cuantas veces sea necesario, somos libres de la arrogancia y nos volvemos sencillos. Esto no se logra sólo recordando que debemos ser humildes y rechazando nuestra arrogancia, porque tal negación no durará más de cinco minutos. La manera de deshacer definitivamente el orgullo es la disciplina de Elohim. Por más orgullo que tengamos al principio, después de recibir los golpes de Elohim una y otra vez, la arrogancia empieza a disminuir y se torna en humildad. Nuestro hombre exterior no puede ser derrotado por ninguna doctrina, enseñanza o buen propósito; sino solamente por la corrección de Elohim y la disciplina del Ruaj haKodesh. Después de recibir una buena dosis de disciplina, el hombre espontáneamente deja su orgullo porque su hombre exterior ha sido quebrantado finalmente. Eliminar el orgullo y derrotarlo no depende de nuestra memoria ni de nuestra decisión, ni de que escuchemos un mensaje sobre la negación ni de que nos esforcemos por seguir una enseñanza. Únicamente por el madero el hombre exterior llegará a aborrecer su condición. Nuestra vida depende de la gracia de Elohim, no de traer a la memoria constantemente que debemos actuar de cierta manera. La obra que Elohim realiza en nosotros es confiable y permanente. Cuando Él la termine, no sólo recibiremos gracia y fortaleza en nuestro hombre interior; sino que el hombre exterior, el cual era un obstáculo que entorpecía Su Palabra, Su propósito y Su presencia, será totalmente quebrantado. Antes de este quebrantamiento, el hombre exterior no estaba en armonía con el hombre interior, pero al ser quebrantado, se postrará con temor y temblor; se rendirá ante el Adón y no volverá a presentar rivalidad con el hombre interior.

 

Todos los creyentes necesitamos que el Adón nos quebrante. Si damos una mirada retrospectiva a nuestra vida, nos daremos cuenta de que todo lo que el Adón ha realizado en nosotros es muy significativo. Veremos que Él ha ido eliminando minuciosamente cada una de nuestras debilidades, quebrantando sin cesar la corteza que nos rodea y derribando nuestra suficiencia, nuestra necedad y nuestro egoísmo.

 

Espero que todos los hijos de Elohim puedan ver el significado y la importancia de la disciplina del Ruaj haKodesh. Elohim quiere que reconozcamos que por mucho tiempo nuestra condición ha sido de pobreza, rebeldía, equivocación, tinieblas, autosuficiencia, orgullo y arrogancia. Pero ahora que sabemos que la mano del Adón está sobre nosotros para quebrantarnos, debemos entregarle nuestra vida incondicionalmente y sin reservas, y orar para que la obra de quebrantamiento siga adelante en nosotros. Hermanos y hermanas, el hombre exterior debe ser quebrantado. No traten de evitar su demolición ni traten de edificar su hombre interior, porque mientras presten la atención debida a la obra del quebrantamiento, espontáneamente la obra de edificación se realizará.

 

 





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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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