29 de mayo de 2021

QHELR26 - ¿Qué Es Recibir Revelación?

 

"Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en Su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y expuestas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta". Ivrim 4:13

 

Aquí el Adón nos muestra la norma según la cual Él nos ilumina y discierne los pensamientos e intenciones de nuestro corazón. ¿Qué constituye una revelación del Ruaj haKodesh? ¿Hasta qué grado nuestros ojos tienen que ser abiertos para poder decir que recibimos una revelación? 



La respuesta está en este pasuk. En una sola oración, diría que la norma de la luz es la norma de Elohim. Por lo tanto, tener revelación equivale a ver de acuerdo con la norma de Elohim. Ante Él todas las cosas están desnudas y abiertas, porque nada absolutamente puede ocultarse de Sus ojos. Esconder algo sólo significa ocultarlo de nuestra vista, pero los ojos del Adón todo lo ven. Podemos decir que la revelación consiste en que Elohim abra nuestros ojos, para que veamos las intenciones y pensamientos más profundos de nuestro ser de la misma manera que Él los ve. Después de recibir revelación, de igual modo que estamos desnudos delante de Elohim, lo estaremos ante nuestros propios ojos. En síntesis, la revelación consiste en ver lo que el Adón ve.

 

Si Elohim tiene misericordia de nosotros y nos concede una pequeña medida de revelación para que nos veamos tal como Él nos ve, nos postraremos de inmediato sobre nuestros rostros. No tendríamos que tratar de humillarnos, porque espontáneamente nos postraríamos ante Él. Ninguna persona que se encuentre bajo la luz de Elohim puede ser orgullosa, aunque se lo proponga. Pero los que permanecen en tinieblas, mantienen su orgullo y arrogancia. Todo aquel que está en la luz y ha recibido revelación de Elohim se humilla y cae sobre su rostro.

 

¿Cómo podemos diferenciar lo que es del ruaj y lo que es del alma? ¿Qué proviene del hombre interior y qué del hombre natural? Es difícil ver esto por medio de las doctrinas. Pero si recibimos revelación, será fácil descubrirlo, porque tan pronto como Elohim expone nuestros pensamientos y desnuda las intenciones de nuestro corazón, nuestra alma queda separada de nuestro ruaj. Si deseamos ser útiles para Elohim, tarde o temprano tenemos que permitir que Su luz nos ilumine y nos juzgue. Cuando esto suceda podremos alzar nuestros ojos y decir al Adón: "Elohim, soy una persona en la que no se puede confiar. No soy digno de confianza ni aun cuando me estoy reprendiendo a mí mismo ni cuando confieso mis pecados, porque ni siquiera sé qué confesar. Sólo bajo Tu luz puedo saber". Antes de recibir luz, tal vez podíamos reconocer que éramos pecadores, pero no teníamos la convicción de serlo. Decíamos aborrecer nuestro hombre natural, pero eran sólo palabras; declarábamos negar nuestro yo, pero aquello no era real en nosotros. Este sentir sólo se produce por el brillo de la luz divina. Cuando esta luz brilla, nuestro verdadero yo queda expuesto, entonces descubrimos que durante toda nuestra vida, sólo nos hemos estado amando a nosotros mismos, no al Adón, y que hemos estado engañándonos a nosotros mismos y al Adón.

 

La luz declara nuestra condición y la clase de conducta que hemos observado durante toda nuestra vida. De ese día en adelante, podemos diferenciar entre nuestra alma y nuestro ruaj, y también lo que procede de nuestro yo. Para que un hombre se conozca a sí mismo, primero debe ser juzgado por la luz. Si no pasa esta experiencia, será inútil que trate de aparentar ser espiritual, porque no lo será. Sólo mientras Elohim brilla intensamente en nuestras vidas, podemos distinguir nuestro hombre interior de nuestra alma, porque el juicio que conlleva esta luz nos capacita para eso. Cuando podamos diferenciar entre el hombre interior y el hombre exterior, habrá una separación entre nuestro ruaj y nuestra alma. En ocasiones, el Adón nos suministra de improviso una descarga de Su intensa luz. Esto puede suceder mientras escuchamos un mensaje o mientras estamos en oración, al tener comunión con otros o simplemente al ir caminando. La luz nos ilumina y nos revela lo que somos. Bajo dicha luz también se nos revela cuán poco de todo lo que hemos realizado durante nuestra vida es realmente obra de Elohim, porque todo ha brotado de nuestro yo. Todo lo que hemos hecho —nuestro servicio, nuestro celo, nuestra ayuda a los hermanos y nuestra predicación de la Besorah— ha sido producto de nuestro yo. Cuando la luz de Elohim brilla sobre nosotros, nos damos cuenta de cuán constante ha sido nuestra presencia en todas las cosas y todo lo que esto implica.

 

El yo anteriormente permanecía oculto, pero ahora es manifiesto. Anteriormente no estábamos conscientes del yo, pero ahora sentimos intensamente su presencia. Todo se esclarece y entendemos que el yo estaba presente en numerosas actividades. Además, descubrimos que muchas de las actividades que creímos realizar en el nombre del Adón, eran obra de nuestro yo. Una vez que veamos esto, condenaremos espontáneamente a nuestro hombre exterior. De ahí en adelante, siempre rechazaremos y condenaremos todo lo negativo que trate de surgir en nosotros. No dejaremos de nuevo brotar nuestras palabras ni las intenciones que la luz de Elohim ha juzgado. Después de recibir esta luz, tenemos la capacidad de diferenciar entre el alma y el ruaj. Antes de recibir la luz, solamente teníamos doctrinas y hablábamos de nuestros pecados ligeramente. Si no hay luz, los esfuerzos por juzgar a nuestro hombre natural resultan vanos. El único tipo de juicio eficaz es el que se realiza bajo la luz de Elohim. Cuando vivimos de esta forma delante del Adón, nuestro ruaj se libera y nosotros nos volvemos puros; de esta manera el Adón puede usarnos sin ningún impedimento.

 

La separación del alma y el ruaj es producida por la revelación. ¿Pero qué es la revelación? Que el Adón en Su misericordia nos muestre que LA REVELACIÓN ES VER LO QUE ELOHIM VE. ¿Qué es lo que Elohim ve específicamente? Él puede ver lo que escapa a nuestra vista, porque nosotros estamos ciegos a todo lo que brota de nosotros, porque creemos que es de Elohim, pero en realidad no lo es. Lo que declaramos bueno, correcto y espiritual, la luz nos demuestra que es todo lo contrario, que proviene de nosotros mismos y no de Elohim. Al ver la realidad de nuestro yo, confesamos que hemos sido ciegos, que hemos estado completamente ciegos durante veinte o treinta años, y que nunca nos hemos visto como Él nos ve.

 

Esta visión elimina todo lo que nos estorba. No debemos pensar que la visión es diferente a la disciplina. La palabra de Elohim es eficaz; por lo tanto, una vez que Su palabra brilla sobre nosotros, nuestro hombre exterior es anulado. Su iluminación es Su juicio. Ambos eventos ocurren al mismo tiempo. Tan pronto como somos iluminados, la carne llega a su fin, ya que nada carnal sobrevive ante la luz de Elohim. Cuando alguien se enfrenta a la luz, no tiene que humillarse, porque inmediatamente cae postrado ante ella. Bajo esta luz la carne se desvanece. Esto es lo que queremos decir cuando aseguramos que la Palabra es eficaz. Cuando Elohim habla, no tiene que esperar a que uno actúe; la Palabra misma surte efecto en nuestras vidas en el momento en que la recibimos.

 

Que el Adón abra nuestros ojos para que veamos la importancia de la revelación y la disciplina del Ruaj haKodesh. Estas dos se combinan para juzgar al hombre exterior. El Adón nos conceda la gracia de iluminarnos con Su luz, para que así nos postremos ante Él y digamos: "Oh Adón, he sido tan necio y tan ciego. Por años he confundido lo que sale de mi hombre natural, pensando que fluye de Ti. Adón, ten misericordia de mí".

 





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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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