Elohim quebranta al hombre exterior de diferentes maneras en distintas personas, y por eso el Ruaj haKodesh aplica diferentes clases de disciplina, según la necesidad del individuo. Si la característica predominante de uno es el amor propio, el Ruaj trabaja de manera específica quebrantando ese amor. Cuando el problema es el orgullo, prepara una y otra vez circunstancias diseñadas específicamente para quebrantar ese orgullo.
A las personas cuya fuerza radica en su inteligencia humana, Elohim permite que cometan errores constantemente, para enseñarles a no confiar en su capacidad y llevarles a confesar: "Mi vida no depende de mi perspicacia, sino de la misericordia de Elohim". En ocasiones el problema radica en que uno es demasiado susceptible; en dado caso, Elohim ordena circunstancias que acaben con ese problema, así como lo hace para poner fin a las muchas opiniones de los que siempre están llenos de ideas y conceptos.
Las Escrituras dicen:
"Yo soy Yahweh... ¿habrá algo
demasiado difícil para mí?" (YirmeYah 32:27). Hay personas que creen
que para ellos no hay nada difícil. Nada se les dificulta, y no encuentran un
obstáculo lo suficientemente difícil como para hacerles ver su ignorancia e
incapacidad. En el caso de éstos, el Ruaj del Adón usa toda clase de
situaciones para derrotarlos y tiene que golpearlos repetidas veces para lograr
que se humillen y reconozcan que a pesar de su autosuficiencia, son
absolutamente incapaces. Son confrontados con cosas que para ellos eran
fáciles, pero se les salen de las manos y los dejan avergonzados y humillados.
En pocas palabras, el Ruaj opera sabiamente en cada persona de diferente
manera, según la necesidad de ésta.
También existe una
variación en la frecuencia con que el Ruaj haKodesh aplica Su disciplina. En el
caso de algunos, el Adón usa Su vara cuando es necesario, castigándolos en
forma intensa y constante. Con otros, aplica Su disciplina por un tiempo,
concediéndoles luego períodos de respiro. Pero una cosa no cambia: EL ADÓN
AZOTA A TODO AQUEL QUE AMA. Entre los hijos de Elohim deberíamos encontrar las
heridas producidas por la corrección del Ruaj haKodesh. Aunque Elohim aplica Su
castigo en diferentes áreas, el fin es el mismo, y ya sea que toque algún
aspecto externo o interno, siempre causará alguna herida en la persona. Cuando
Elohim vea necesario tocar el amor propio, el orgullo, la sabiduría o la
sensibilidad de alguien, lo hará procurando herir y debilitar al hombre
natural. Algunos pueden ser tocados en su parte emotiva y otros en su
intelecto, pero el resultado siempre será el quebrantamiento de la voluntad. No
importa el área en que uno sea golpeado, esto siempre afectará directamente al
yo y a la voluntad. Por lo general, el hombre es necio y su voluntad es
obstinada. Esta es impulsada por la mente, las opiniones, el egoísmo, los
afectos o la inteligencia. La necedad puede apoyarse en muchas cosas, pero en
cada una de ellas se manifiesta una voluntad férrea. De igual manera, los
golpes, los castigos y el quebrantamiento del Ruaj haKodesh pueden variar, pero
a la postre, la obra intrínseca del Ruaj tiene el único objeto de herir el yo y
doblegar la voluntad.
Por lo tanto, todo
aquel que es subyugado mediante la revelación o la disciplina del Ruaj
haKodesh, muestra una característica: la docilidad. Esta es la señal de una
persona quebrantada. Todo aquel que ha sido quebrantado por Elohim, es dócil
ante Él. La cáscara que nos rodea es dura y hermética debido a que hay muchos
elementos en nosotros que la fortalecen. Nosotros somos como una casa sostenida
por muchas columnas. Pero cuando Elohim derriba las columnas una por una, la
casa entera se derrumba. Una vez eliminada la estructura exterior, el yo
interior puede salir.
No debemos pensar que
quienes hablan de un modo suave o sumiso no son obstinados. En muchos casos los
de voz más apacible resultan ser los más inflexibles interiormente. Esa dureza
se relaciona con el carácter, no con el tono de voz. Muchos que aparentan ser
dóciles y tímidos, ante Elohim son tan necios, duros, orgullosos y
autosuficientes como los demás. Los elementos que sostienen la estructura de
ellos pueden variar, pero la estructura interna es la misma. En estos casos,
Elohim tiene que quitar de en medio los elementos de soporte y quebrantarlos
uno por uno, y debe aplicar Su disciplina las veces que sean necesarias. Por Su
gracia, después de repetidos golpes, Él logrará derribar lo que se resiste a Su
obra. Este severo castigo producirá en nosotros el temor de hacer o decir lo
mismo una vez más. Ya no tendremos tanta libertad de hablar sin restricción.
Puede parecer que la disciplina del Adón sólo afecta el aspecto externo, pero
la realidad es que todo nuestro ser se vuelve más dócil y sumiso ante la mano
de Elohim, y podemos abandonar por completo las prácticas naturales ya
juzgadas. Al menos en esas áreas no nos atreveremos a desobedecer más al Adón
ni a defender nuestras ideas. Por temor a Elohim, no nos atreveremos a actuar
por nuestra cuenta, ya que en esa área hemos llegado a ser dóciles. Cuanto más
disciplina recibimos, más dóciles y manejables somos. Esta docilidad o
flexibilidad indica que la obra de quebrantamiento que Elohim realiza se amplía
en nosotros y gana terreno en nuestras vidas.
Hay casos en los que
un hermano puede tener mucho carisma o aun dones espirituales, pero cuando
tenemos comunión con él, percibimos la falta de quebrantamiento en su vida. Hay
muchos creyentes en esta condición: tienen dones, pero no han sido
quebrantados. Cualquiera puede percibir el carácter áspero que tienen, pero
después de que son quebrantados, se vuelven dóciles y tratables, se transforman
en verdaderos siervos del Adón. Es fácil reconocer la falta de quebrantamiento
por la dureza de la persona. Cuando alguien ha sido disciplinado en cierta área
de su vida, será liberado de la vanagloria, el orgullo, el abandono y el
desenfreno; además, se conducirá con temor y docilidad en tal área.
Las Escrituras usan
muchos símbolos para referirse al Ruaj haKodesh, como por ejemplo, el fuego y
el agua. El fuego denota el poder del Ruaj, mientras que el agua habla de Su
pureza. Otro bello símbolo del Ruaj es la paloma. La naturaleza del Ruaj es
como la de la paloma, que es dócil, pacífica y mansa, y no expresa dureza
alguna. Mientras que el Ruaj de Elohim forja Su naturaleza en nuestro ser poco
a poco, vamos adquiriendo la naturaleza de la paloma. El hecho de que nos
volvemos dóciles y sumisos como resultado de nuestro temor santo, es una señal
de la obra de quebrantamiento en nuestro ser.
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