La Importancia De Dar Testimonio
Los dos días más felices en la vida de un
creyente son el día en que creyó en el Mashíaj y el día en que por primera vez
condujo a alguien a Mashiaj. El primero es un día de inmenso regocijo. Sin
embargo, el gozo de conducir una persona por primera vez al Mashíaj, es quizás
mayor que el gozo que experimentamos cuando nosotros somos salvos. Muchos
creyentes no tienen mucho gozo porque nunca han dado testimonio del Mashíaj, ni
guiado a alguien al Mashíaj.
Mishlei 11:30 dice: "El
que gana almas es sabio", y Daniyel nos asegura "los
que enseñan justicia a la multitud, (brillarán) como las estrellas, por toda la
eternidad" (Daniyel 12:3).
Desde el inicio de nuestra vida creyente, debemos
aprender a ganar almas valiéndonos de diversos medios; es nuestra forma de
trabajar para la congregación de creyentes. No estoy hablando de dar mensajes
desde un púlpito. Ese tipo de predicación ha tomado un espacio mayor que el que
le correspondería. No es que escuchar el mensaje de otros no edifique, se trata
de que esa no puede ser la centralidad de la vida de congregación, además de
que lo correcto es que lo que se enseña sea para edificación y capacitación de
los talmidim, a fin de que crezcan Y SEAN CAPACES DE SALIR A EDIFICAR A OTROS,
no para que pasen sus vidas escuchando a la misma persona. Además, este tipo de
predicación jamás podrá reemplazar el trabajo personal de guiar a los demás al
Mashíaj. Es probable que una persona que sólo sabe cómo predicar las Buenas
Nuevas desde una plataforma, no sepa cómo conducir a un individuo al Mashíaj.
Así por lo tanto, no estoy exhortándolos a predicar desde el púlpito, sino a
conducir a las personas a su salvación. Muchos tienen la habilidad de hablar (y
no todos han sometido sus lenguas al ruaj), pero no saben conducir a las
personas a que sean salvas, y no saben qué hacer cuando las personas acuden a
ellos individualmente. En este estado, estas personas no son muy útiles. Las
personas verdaderamente útiles son aquellas que pueden guiar a las personas a
Mashiaj, una por una, y es lo que todos deben aprender a hacer, de forma
simple.
"Porque
(el reino del Cielo) es como un hombre que iba a emprender un viaje largo, y
llamó a sus sirvientes y les confió sus bienes. A uno le entregó cinco
talentos, a otro dos, y a otro, uno; a cada uno conforme a su capacidad; y
luego se fue lejos. "Enseguida, el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos y ganó otros cinco
talentos. De la misma manera, el que había recibido dos ganó también otros dos.
Pero el que había recibido uno fue, hizo un hoyo en la tierra, y escondió el
dinero de su amo. "Después de mucho tiempo, volvió el amo de aquellos
sirvientes y ajustó cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido
cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: "Amo, usted me entregó
cinco talentos, y mire, he ganado otros cinco talentos". Su amo le dijo:
"Bien hecho, sirviente bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho
te pondré. Entra en el deleite de tu amo". Y cuando se presentó el que
había recibido dos talentos, dijo: "Amo, usted me entregó dos talentos, y
mire, he ganado otros dos talentos". Su amo le dijo: "Bien hecho,
sirviente bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra
en el deleite de tu amo". "Pero cuando se presentó el que había
recibido un talento, dijo: "Amo, yo sé que usted es un hombre exigente,
que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y
fui y escondí su talento en la tierra. Aquí tiene usted lo que es suyo".
En respuesta su amo le dijo: "Sirviente malo y perezoso, sabías que
cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí. Por lo tanto, debiste haber
depositado mi dinero en el banco, para que al venir yo, recibiera lo mío con
intereses. Así que, quítenle el talento y dénselo al que tiene diez talentos.
Porque a todo el que tiene se le dará más, y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Al
sirviente inútil échenlo a las tinieblas de afuera". Allí será el llanto y
el crujir de dientes". MattiYah 25:14-30
Ningún árbol brotará a menos que lo haga en
virtud de su propio crecimiento. Asimismo, no podemos tener la vida de Elohim
en nuestro interior sin que engendremos más vida. Aquellas personas que jamás
testifican a los pecadores, probablemente necesitan que otros les testifiquen a
ellos. Aquellas personas que no manifiestan deseo o interés alguno en llevar a
otros al arrepentimiento, probablemente necesiten arrepentirse ellas mismas. Y
los que permanecen callados cuando deberían dar testimonio del Mashíaj ante los
demás, probablemente necesiten escuchar la voz del Ruaj de Elohim. Nadie puede
ser tan avanzado que ya no necesite conducir a otros a que sean salvos, todo lo
contrario. Nadie puede avanzar al nivel en que no necesite dar más testimonio
ante los demás. Es necesario que todo nuevo creyente aprenda a dar testimonio a
los demás desde el inicio mismo de su vida creyente. Esto es algo que todos
debemos hacer por el resto de nuestros días, no sea cosa que llegue la hora en
que Él nos pida cuenta de lo que hicimos con lo que nos dio y resulte que
enterramos todo y no produjo nada.
Hay mucha gente que todavía no ha escuchado
las Buenas Nuevas porque muchos no les han dado testimonio real. No se trata
únicamente de hablarles de Mashíaj, también deben ver la diferencia en nuestras
vidas. La consecuencia de esto es que esas personas se perderán; tales personas
no solamente sufrirán un alejamiento temporal, sino que serán eternamente separadas
de Elohim. Este es un asunto sumamente crucial.
Uno debe tomar la determinación de guiar a
los demás al Mashíaj inmediatamente después de haber creído. Todos debemos
hacer una lista con los nombres de las personas que quisiéramos que fuesen
salvas durante ese año. Si nos hemos propuesto cooperar en la salvación de diez
o veinte personas ese año, entonces debemos empezar a orar por ellas. Pero no
basta con orar de manera general. No debemos decir: "Oh Mashíaj, por favor, salva a los pecadores". Esta
clase de oración es demasiado general. NECESITAMOS TRABAJAR CON ELLOS. Todos
siempre quieren comenzar por sus familias, pero el Adón mismo dijo que eso es
LO MÁS DIFÍCIL:
Pero Yahshúa les dijo: "No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus familiares y en su casa". Mordejai 6:4
En nuestras casas debemos mostrar nuestra
luz a través de nuestra nueva conducta. Si seguimos comportándonos igual que
antes, los demás tendrán base para acusarnos de hipócritas e ignorar nuestras
palabras. Pero hay un punto que a todos les cuesta aceptar: EL ADÓN NO NOS
LLAMA A IR A PREDICAR A NUESTRAS FAMILIAS DE LA CARNE, sino que nos envía a
buscar SUS ovejas perdidas, y a trabajar con ellos. Él mismo las coloca en
nuestro camino para que nosotros las tratemos. Todo el tiempo Él nos coloca EN
CONTACTO con personas, y nosotros pasamos a través de ellas SIN DEJAR PERFUME
DE MASHÍAJ. La mayoría no comprende que se puede dejar la semilla plantada,
para que otro la riegue y otro la cuide, para que haya una cosecha final:
Yo planté, Apolo regó; pero Elohim dio el crecimiento. Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Elohim, quien da el crecimiento. El que planta y el que riega son una misma cosa, pero cada uno recibirá su recompensa conforme a su propia labor. Porque nosotros somos colaboradores de Elohim, y ustedes son huerto de Elohim, edificio de Elohim. Qorintiyim Alef 3:6-9
Jamás se abstengan de manifestar a Mashíaj,
en todo tiempo y lugar, "a tiempo y a destiempo":
Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza. Timotio Bet 4:2
Debemos orar diariamente, pero también
debemos APROVECHAR TODA OPORTUNIDAD QUE SE NOS PRESENTE PARA DAR TESTIMONIO. Si
todos predicamos las Buenas Nuevas de la Reconciliación y guiamos a otras
personas al Mashíaj, nuestra vida espiritual progresará rápidamente en pocos
años, haremos crecer el Reino y traeremos más luz a esta tierra de tinieblas.
Tenemos que enarbolar la antorcha de las Buenas
Nuevas para que ella alumbre a todos los que nos rodean. ¡Esperamos que todo
creyente salga a encender a otros! Es necesario que nosotros proclamemos el
testimonio de las Buenas Nuevas hasta que el Mashíaj regrese. Nosotros mismos
no debemos estar encendidos sin encender a otros. Debemos encender más y más
velas. Todos los días vemos almas que necesitan la salvación. Tenemos que
esforzarnos por darles testimonio y conducirlos a Mashiaj.
Ir a la ciudad a decirle a la gente
Vino
una mujer de Shomrón para sacar agua, y Yahshúa le dijo: "Dame de
beber". (Porque los discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer).
Entonces la mujer samaritana le dijo: "¿Cómo es que tú, siendo yahudita,
me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritano?" (porque los
yahuditas no se tratan con los samaritanos). Yahshúa le respondió: "Si
conocieras el don de Yahweh, y quién es el que te dice: "Dame de
beber", tú le hubieras pedido a él, y él te habría dado agua viva".
La mujer le dijo: "Adón, no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo. ¿De
dónde, entonces, obtienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre
Yaakov que nos dio este pozo, de donde bebían él, sus hijos y su ganado?".
Yahshúa
le respondió: "Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. Pero
cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el
agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: "Adón, dame esa
agua, para que no tenga sed, ni venga más aquí a sacarla. Yahshúa le dijo:
"Ve, llama a tu esposo y ven". La mujer le respondió: "No tengo
esposo". Le dijo Yahshúa: "Bien has dicho: "No tengo
esposo"; porque cinco esposos has tenido, y el que tienes ahora no es tu
esposo. Tienes razón en lo que has dicho". La mujer le dijo: "Adón,
veo que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte; sin embargo
ustedes dicen que en Yahrushalayim está el lugar donde se debe adorar".
Yahshúa le dijo: "Créeme, mujer, que viene un tiempo cuando ni en este monte
ni en Yahrushalayim adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no
conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación procede de los
yahuditas. Pero viene un tiempo, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca a los
que son así para que lo adoren. Elohim es espíritu; y es necesario que los que
lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad". Le dijo la mujer: "Sé
que viene el Mashíaj (el llamado Ungido). Cuando él venga, nos declarará todas
las cosas". Yahshúa le dijo: "Yo soy, el que habla contigo".
En ese momento
llegaron sus discípulos y se asombraban de que hablara con una mujer; sin embargo, ninguno le dijo: "¿Qué buscas?" o
"¿Qué hablas con ella?". Entonces la mujer dejó su cántaro, se fue a
la ciudad y les dijo a los hombres: "Vengan a ver un hombre que me ha
dicho todo lo que he hecho. ¿Será posible que éste sea el Mashíaj?".
Entonces salieron de la ciudad y fueron hacia él.
MUCHOS DE LOS SAMARITANOS DE
AQUELLA CIUDAD CREYERON EN ÉL POR LA PALABRA DE LA MUJER QUE DABA TESTIMONIO
diciendo: "Me dijo todo lo que he hecho". Yahanan 4:7-30, 39
En Yahanan 4, el Mashíaj le habló a la
mujer samaritana acerca del agua de vida. Por medio de esto, ella comprendió
que nadie en la tierra puede hallar satisfacción en otra cosa que no sea el
agua de vida. Todo el que beba agua de un pozo, no importa cuántas veces lo
haga, volverá a tener sed y nunca estará satisfecho. Únicamente al beber del
agua que el Mashíaj nos da, podremos saciar nuestra sed; porque en nuestro
interior brotará una fuente que habrá de saciarnos continuamente. Solamente
este gozo interno puede satisfacernos de verdad. La mujer samaritana se había
casado cinco veces. Ella se casó con uno y otro hombre; cambió maridos cinco
veces; aun así, ella no estaba satisfecha. Ella era de aquellas personas que
beben una y otra vez sin jamás hallar satisfacción, al extremo que ahora ella
vivía con alguien que no era su marido. Indudablemente, ella era una persona
que no había hallado satisfacción. Pero el Mashíaj era poseedor del agua de
vida que la podía satisfacer.
Cuando el Mashíaj le declaró quien era Él,
ella lo recibió. Luego, ella abandonó su cántaro y corrió a la ciudad diciendo:
"Vengan, vean a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será
éste el Mashiaj?" (pasuk 29). SU PRIMERA REACCIÓN FUE DAR TESTIMONIO. ¿De
qué dio testimonio? De Mashiaj. Quizás en la ciudad todos sabían acerca de
ella, pero probablemente no conocían muchas de las cosas que ella había hecho. Sin
embargo, el Mashíaj le dijo todo cuanto ella había hecho. Esta mujer
inmediatamente dio testimonio, diciendo: "¿No será éste el Mashiaj?".
En cuanto ella vio al Mashíaj, abrió sus labios para instar a los demás a
constatar si esta persona era el Mashiaj; Y COMO RESULTADO DE SUS PALABRAS
MUCHOS CREYERON EN EL MASHÍAJ.
Todo creyente tiene la obligación de ser un
testigo y dar a conocer al Mashíaj a los demás. El Mashíaj ha salvado a una
persona tan pecadora como yo. Si Él no es el Mashiaj, ¿quién más podría ser? Si
Él no es el Hijo de Elohim, ¿quién más podría ser? Tengo la obligación de
proclamar esto. Tengo que abrir mis labios y dar testimonio. Aunque tal vez no
sepa cómo dar un sermón, ciertamente sé que Él es el Mashiaj, el Hijo de
Elohim, el Salvador designado por Elohim. He visto que soy un pecador, y yo sé
que el Mashíaj me ha salvado. No puedo explicar lo sucedido conmigo, pero
ciertamente puedo instar a los demás a que vengan y comprueben cuán gran cambio
se ha operado en mí. Simplemente no sé cómo sucedió, pero el hecho es que antes
yo me consideraba una persona muy buena, y ahora reconozco que soy un pecador.
El Mashíaj me ha mostrado mis pecados, cosas que yo no pensaba que eran pecado.
Y ahora sé qué clase de persona soy. En el pasado, cometí muchos pecados acerca
de los cuales nadie se enteró y de los que ni yo misma me daba cuenta. Cometí
muchos pecados; sin embargo, no los consideraba pecado. Vengan y vean. ¿No es
acaso Él el Salvador? ¿No es acaso este el Mashiaj? ¿No es este el Único que nos
puede salvar?
Todos aquellos a quienes les ha sido
revelado que son pecadores, ciertamente tienen un testimonio que contar; al
igual que todos aquellos que han conocido al Salvador. La mujer samaritana
testificó pocas horas después de haber conocido al Mashíaj. Ella no dejó pasar
unos años, ni esperó a regresar de una campaña de avivamiento para dar
testimonio, sino que corrió a la ciudad y testificó. Tan pronto una persona es
salva, inmediatamente debe contar a los demás lo que ha visto y entendido. No
debemos hablar de lo que no sabemos, ni tratemos de componer un largo discurso,
simplemente demos nuestro testimonio. Este es nuestro testimonio de vida.
La ciudad es el mundo, y los hombres de la
ciudad son los incrédulos. Tenemos que llevar el mensaje a los incrédulos, y
dar testimonio al mundo de nuestra nueva vida.
Al testificar, sólo necesitamos expresar lo
que sentimos. Podemos decir, por ejemplo: "Antes de creer en el Mashíaj me
sentía tan deprimido, pero ahora que he creído en Él, me he convertido en una
persona feliz. En el pasado, me esforzaba por conseguir muchas otras cosas,
pero jamás estaba satisfecho. Antes de creer en el Mashíaj, no podía dormir
bien, pero ahora duermo en paz. La ansiedad y la amargura me consumían, pero
ahora, adondequiera que voy, me acompañan la paz y el gozo. Ahora poseo shalom
dentro de mí". Ciertamente ustedes tienen la capacidad de relatar su
propia experiencia a los demás. No tienen que decirles aquello que no están en
posición de predicar, ni hablar de aquello que no conocen. No hablen nada que
vaya más allá de lo que conocen o que no corresponda a su condición actual,
porque eso podría acarrear controversia. Simplemente preséntense como testigos
vivos y los demás no tendrán nada que decir.
Vayan A Los Suyos Y Cuéntenles
Fueron a la otra orilla del mar a la región de los
gadarenos. Apenas salió él de la barca, le salió enseguida al encuentro, de
entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo. Este tenía su
Tabernáculo entre los sepulcros; y nadie podía atarlo ni siquiera con cadenas,
ya que muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había hecho
pedazos las cadenas y había roto los grillos; y nadie lo podía dominar.
Continuamente, de día y de noche, andaba entre los sepulcros y por las montañas,
gritando y golpeándose con piedras.
Cuando vio a Yahshúa desde lejos, corrió y se postró ante él. Y gritando con voz fuerte dijo: "¿Qué tienes que ver conmigo, Yahshúa, Hijo del Elohim Altísimo? Te conjuro por Elohim que no me atormentes". Porque Yahshúa le decía: "Sal de este hombre, espíritu inmundo". Y le preguntó: "¿Cómo te llamas?". Y le dijo: "Me llamo Legión, porque somos muchos". Y le rogaba mucho que no los enviara fuera de aquella región. Allí cerca de la montaña estaba paciendo un gran hato de cerdos. Y ellos le rogaron: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos". Él les dio permiso; y los espíritus inmundos salieron y entraron en los cerdos, y el hato (que era como de dos mil) se lanzó al mar por un despeñadero y se ahogaron en el mar.
Los que los apacentaban huyeron y lo contaron en la ciudad y por los campos. Entonces fueron para ver qué era lo que había sucedido. Cuando llegaron donde Yahshúa vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. Los que habían presenciado todo les contaron lo que le había sucedido al endemoniado, y lo de los cerdos, y ellos empezaron a rogarle que saliera de sus territorios.
Cuando iba a abordar el barco, el que había estado poseído por el demonio le rogaba que le permitiera ir con él. Pero Yahshúa no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa, a tus parientes, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho Elohim por ti, y cómo se compadeció de ti". Entonces él se fue y comenzó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Yahshúa por él, y todos se maravillaban. Mordejai 5:1-20
En Mordejai 5:1-20 se nos narra la historia
de un hombre que estaba poseído de demonios. Este es el caso más serio de
posesión demoníaca que nos relata las Escrituras. Había una legión de demonios
dentro de este hombre, quien vivía entre los sepulcros y no podía ser atado, ni
siquiera con cadenas. Gritaba de día y de noche entre las tumbas y en los
montes, y se hería con piedras. Cuando el Mashíaj mandó que los demonios
salieran de él, estos entraron en una piara de cerdos, los cuales se
precipitaron en el mar por un despeñadero y se ahogaron. Después que el hombre
endemoniado fue salvo, quería seguir a Yahshua, pero él no lo dejó, y le dijo:
"VETE A TU CASA, A LOS TUYOS, Y CUÉNTALES CUÁNTO ELOHIM HA HECHO POR TI, Y
CÓMO HA TENIDO MISERICORDIA DE TI" (pasuk 19).
Después que uno es salvo, es el deseo del
Mashíaj que uno les cuente a los suyos —a sus familiares, vecinos, amigos y
colegas de trabajo— que ha sido salvo. No sólo debemos testificar que creemos
en Yahshua, sino también cuánto ha hecho Él por nosotros.
Él quiere que divulguemos lo que nos
aconteció, no importando la respuesta de los demás. Vean bien, aun cuando los
hombres vieron la salvación tan grande del endemoniado, SE ASUSTARON Y ENOJARON
POR LA PÉRDIDA DE SUS CERDOS, AL PUNTO DE PEDIRLE A YAHSHUA QUE SE FUERA. No
pidieron ayuda para sí mismos, ni buscaron salvación, simplemente LO
RECHAZARON, en temor e impotencia. Esa es la carne. Pero cuando nosotros somos
salvos, debemos ir y llevar nuestro testimonio a los demás. Ciertamente ese
gadareno debe haber encontrado otros oídos receptivos en su familia (un milagro
tan grande no pasa desapercibido), y otros que también lo conocían. Quién sabe
cuántos estuvieron dispuestos a escuchar el mensaje. Nosotros debemos hacer lo
mismo. Así, encenderemos a otros también y la salvación, lejos de llegar a su
fin con nosotros, continuará propagándose.
SI TENEMOS QUE TESTIFICAR ANTE NUESTROS
FAMILIARES, NUESTRA CONDUCTA CON ELLOS TENDRÁ QUE CAMBIAR MUCHO. Deberá ser
patente para ellos que desde que creímos en el Mashíaj, nuestra vida ha
cambiado, porque sólo así nos escucharán y sólo así les mereceremos confianza.
Por eso, tenemos que ser personas más justas, más abnegadas, más caritativas,
más diligentes y más gozosas que antes.
De otro modo, ellos no creerán nuestras
palabras. Entonces, podremos testificar ante ellos el motivo por el cual
nosotros hemos cambiado tanto.
Proclamarlo En La "Sinagoga"
Luego comió y recobró las fuerzas. Allí estuvo
algunos días con los discípulos que había en Damasco. Muy pronto empezó a
proclamar en las sinagogas acerca de Yahshúa, afirmando que éste es el Hijo de
Yahweh. Todos los que lo oían quedaban asombrados y preguntaban: "¿Éste no
es aquel que en Yahrushalayim arrasaba a los que invocaban ese nombre? ¿Y no
había venido aquí también para eso mismo, para llevárselos detenidos a los
sumos sacerdotes?". MaAseh 9:19-21
Shaúl iba en camino a Damasco con la
finalidad de apresar a quienes habían creído en el Mashíaj. Pero en el camino,
el Mashíaj le salió al encuentro y le habló. Repentinamente la luz
resplandeció, Shaúl cayó en tierra y fue cegado; y los hombres que viajaban con
él tuvieron que llevarlo de la mano a Damasco, donde estuvo por tres días ciego
y permaneció sin comer ni beber. Al final de esos tres días, el Mashíaj envió a
Ananías para que le impusiera las manos a Shaúl, quien recibió la vista, se
levantó y fue bautizado. Después de comer, recobró las fuerzas, y Shaúl comenzó
enseguida a proclamar en las sinagogas testificando a otros que Yahshua era el
Hijo de Elohim. Obviamente, hacer esto no era nada fácil, porque anteriormente
Shaúl había perseguido a los discípulos del Mashíaj. Además, es posible que Shaúl
fuese una de las setenta y un personas que componían el sanedrín judío. Él
había recibido cartas del sumo sacerdote e iba por el camino para apresar a los
creyentes y llevarlos ante él. ¿Qué debía hacer ahora que había creído en el
Mashíaj? Inicialmente, él se había propuesto encarcelar a los que creían en el
Mashíaj; ahora él mismo se hallaba en peligro de ser apresado. Humanamente
hablando, él debía escaparse o esconderse, pero en lugar de eso, entró en las
sinagogas (no sólo una, sino muchas) para probarles a los judíos que Yahshua es
el Hijo de Elohim. Esto nos muestra que lo primero que una persona debe hacer
después de recibir al Mashíaj, es dar testimonio. Después de haber recobrado la
vista, Shaúl aprovechó la primera oportunidad que tuvo para testificar que
Yahshua de Nazaret es el Hijo de Elohim. Todo el que cree en el Mashíaj Yahshua
debe hacer lo mismo.
He aquí una persona que tenía la misión de
encarcelar a todo aquel que creyera en el Mashíaj, pero que después de caer en
tierra y levantarse, fue a las sinagogas a proclamar que Yahshua es el Hijo de
Elohim. Una persona así tenía que estar loca o, de lo contrario, debía haber
recibido una revelación. Shaúl no estaba loco, sino que verdaderamente había
recibido una revelación. En realidad, él había encontrado al Único entre
millones de hombres que es el Hijo de Elohim. Al igual que Shaúl, muchos de
nosotros también hemos conocido a este Hombre único, a Aquel que es el Hijo de
Elohim. Si percibimos cuán importante y maravilloso es este descubrimiento,
ciertamente testificaremos inmediatamente: "¡He encontrado al Hijo de
Elohim!". Ciertamente proclamaremos con voz alta: "¡Yahshua es el
Hijo de Elohim!". ¿Cómo podría alguno permanecer impasible después de
haber creído y ser salvo? ¿Cómo actuar como si nada hubiera pasado? Si alguien
que cree en el Mashíaj Yahshua permanece impasible y considera que este hecho
no reviste mayor importancia, ciertamente tendremos que poner en tela de juicio
que tal persona haya verdaderamente creído en el Mashíaj. Este es un hecho
grandioso, maravilloso, extraordinario, especial y que supera toda imaginación:
¡Yahshua de Nazaret es el Hijo de Elohim!
Tenemos aquí, por lo tanto, un hombre que
estaba muerto, que perseguía a los creyentes, que es golpeado y queda ciego, pero
que el Mismo que le muestra su ceguera le da la vista:
De modo que JananYah fue y entró en la casa, le puso
las manos encima y le dijo: "Hermano Shaúl, el Adón Yahshúa, el que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la
vista y te llenes de espíritu de santidad". Al momento cayeron de sus ojos
una especie de escamas, y recobró la vista, se levantó y lo sumergieron. MaAseh 9:17-18
"CAYERON DE SUS OJOS UNA ESPECIE DE
ESCAMAS". Cuando no creemos en Mashíaj, estamos muertos y somos ciegos,
pero cuando recibimos Su revelación, NUESTROS OJOS SON ABIERTOS Y PODEMOS
VERLO. Necesitamos testificar de esa mudanza en nuestras vidas, para que a los
demás también les sean abiertos los ojos y el velo les sea rasgado, llevándolos
a la presencia de Elohim.
Cuando Kefá le dijo al Mashíaj: "Tú eres el Mashiaj, el Hijo del Elohim
viviente", el Mashíaj le respondió diciendo: "No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los
cielos" (MattiYah 16:16-17). Cuando Yahshua estuvo encubierto entre
nosotros, nadie lo conoció excepto aquellos que recibieron tal revelación de
parte del Padre.
No sólo debemos ir a la ciudad (el mundo),
a nuestro hogar y a las sinagogas (falsas religiones) a dar testimonio ante los
demás de nuestra fe en el Mashíaj, sino que, además, debemos dar testimonio de
una manera muy específica y concreta: debemos conducir a otros al Mashíaj por
medio de un contacto personal. Tal es el testimonio que vemos en Yahanan
1:40-45:
Andrés, el hermano de Shimón Kefá, era uno de los dos
que habían oído a Yahanan y habían seguido a Yahshúa. Este se encontró primero
con su hermano Shimón y le dijo: "Hemos encontrado al Mashíaj (que
significa ungido)". Él lo llevó a Yahshúa, y al verlo Yahshúa le dijo:
"Tú eres Shimón hijo de Yahanan. Tú te llamarás Kefá"; (que significa
piedra). Al día siguiente, Yahshúa quiso salir para el Galil y se encontró con
Felipe. Y Yahshúa le dijo: "Sígueme". Felipe era de Betsaida, la
ciudad de Andrés y de Kefá. Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Hemos
encontrado a aquel de quien escribió Mosheh en la Torah, y también los
Profetas: a Yahshúa el Nazareno, el hijo de Yosef.
Andrés creyó e inmediatamente condujo a su
hermano Pedro al Mashíaj. Si bien Pedro manifestó después más dones que Andrés,
fue este último quien lo trajo al Mashíaj. Felipe y Natanael eran amigos.
Felipe creyó primero y luego llevó a su amigo a recibir al Mashíaj. Andrés
llevó a su hermano al Mashíaj, y Felipe trajo a su amigo. Estos son ejemplos de
cómo podemos conducir a los demás a la salvación por medio de un contacto
personal.
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