En los capítulos anteriores hablamos del carácter esencial de la Palabra de Elohim, y dijimos que, aunque está llena del elemento humano, sigue siendo eterna, excelente, trascendente, divina, santa y pura, y no es afectada por el elemento humano. También vimos que el ministerio de la Palabra se expresa por medio de la memoria, el entendimiento, los pensamientos, el corazón, el ruaj y la elocuencia del hombre. Por esta razón es importante que el ministro que predica la Palabra sea intachable ante Elohim. El ministro que no es íntegro, adultera la Palabra de Elohim.
El apóstol Shaúl fue muy usado por el Adón en el B'rit
Hadashá. Examinemos en detalle su servicio como ministro de la palabra de
Elohim.
Shaúl dijo: "He
acabado la carrera" (Timotio Bet 4:7). La palabra griega traducida
carrera se refiere a una jornada. La carrera a la que Shaúl alude fue
determinada de antemano y se basaba en un itinerario. Elohim nos asignó una
carrera definida a cada uno de nosotros, cuya dirección y longitud se determinó
y planeó de antemano. Por la misericordia de Elohim, Shaúl pudo acabar la
carrera que Elohim le había asignado. Él llegó al final en el momento preciso,
y a la hora de su partida pudo decir que había acabado la carrera. Yo creo que
Elohim puso a Shaúl en esta carrera el día que éste creyó en el Adón.
Elohim comienza a obrar en las personas mucho antes de que
sean salvas. Shaúl les habla de esto a los GalutYah:
"Pero cuando agradó a Elohim, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por Su gracia, revelar a Su Hijo en mí, para que yo le anunciase como evangelio entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre". GalutYah 1:15-16
En este pasaje, Shaúl primero dice que había sido apartado
desde el vientre de su madre, y luego, que llegó a ser ministro de la palabra
de Elohim. Todavía estaba en el vientre de su madre, cuando Elohim lo apartó y
le asignó una carrera. El emprendió esta carrera al recibir la salvación, lo
cual muestra que la preparación e iniciación de un ministro es determinada por
Elohim, aun antes de que la persona nazca.
Todo lo que experimentamos antes de ser salvos fue dispuesto
providencialmente por Elohim. Él nos dio el carácter que nos distingue de los
demás, así como nuestro temperamento y nuestras virtudes. Ninguna de nuestras
experiencias ha sido coincidencia; y tampoco heredamos nuestros rasgos
personales por casualidad; estas cosas fueron preparadas y dispuestas por
Elohim, y fueron trabajadas por Él aún antes de nosotros haber sido salvos, sin
siquiera saber que estábamos siendo trabajados para el objetivo del Padre. Todo
está bajo Su mano providencial. Él previó nuestra habilidad y las experiencias
que pasaríamos, y nos preparó para nuestra futura comisión. Shaúl es un ejemplo
de esto. Él fue apartado desde que estaba en el vientre de su madre y su curso
fue establecido mucho antes de nacer; inclusive la profesión que ejercía antes
de recibir al Adón, fue establecida por Elohim.
Kefá estaba pescando cuando el Adón lo llamó, y dedicó el
resto de su vida a conducir personas al Adón (MattiYah 4:18-20). A él le fueron
entregadas las llaves del reino de los cielos, cuyas puertas abrió (16:19) el
día de Shavuot y también en la casa de Cornelio. Notemos que fue un pescador el
que abrió la puerta para que el hombre entrara en el reino.
Yahanan también era pescador, pero en el momento de su
llamamiento, no estaba pescando, sino remendando las redes (4:21-22). La
Besorah de Yahanan fue la última en escribirse, y en ella se revela la vida
eterna. Si sólo tuviéramos los primeros tres evangelios, y Yahanan no hubiera
reparado los vacíos que éstos tenían, no sabríamos lo que es la vida eterna.
Las epístolas de Yahanan fueron escritas décadas después de las de Kefá y las
de Shaúl. Para entonces, los gnósticos habían introducido sus filosofías a la
congregación. Yahanan volvió la atención de los creyentes a la vida eterna; dio
a conocer el estado y la expresión de una persona nacida de Elohim. En los
primeros días de la apostasía, tuvimos a uno que se valió de la vida eterna
para remendar la red. Hitgalut, el último de los libros de las Escrituras,
también fue escrito por Yahanan. Sin este libro, las Escrituras estarían
incompletas, y muchas cosas habrían quedado inconclusas. Yahanan remendó la red
y completó las Escrituras al escribir el libro de Hitgalut. Esto nos muestra
que el ministerio de Yahanan es un ministerio que restaura y remienda.
Volvamos al caso de Shaúl. Elohim le asignó una carrera.
Hasta su oficio fue determinado por Elohim. Shaúl fabricaba tiendas de campaña.
El ministerio de Shaúl vino después del ministerio del Adón Yahshua y después
del de Kefá; y está ubicado entre el ministerio de Kefá y la obra del reino
futuro. El ministerio de Shaúl concuerda con su oficio de hacer tiendas. Él no
trabajaba en la producción de telas, sino que las usaba como materia prima para
construir tiendas. Elohim estableció el oficio que Shaúl tendría.
El ministro de la Palabra de Elohim es apartado desde que
está en el vientre de su madre. Sabiendo esto, debemos ser sensatos y entender
la obra providencial de Elohim en nuestras vidas. Él dispuso nuestras
circunstancias, nuestra familia y nuestra ocupación. Elohim no tiene la
intención de anular estos elementos humanos. Él no desea que nos conduzcamos de
manera sobrenatural, ni que seamos arrogantes ni legalistas, sino que seamos
sencillos como niños y que, a la vez, nuestro hombre exterior sea quebrantado.
El Ruaj de Elohim restaura todos nuestros elementos naturales y al mismo tiempo
quebranta nuestro mismo ser (no los elementos humanos), el cual se compone de
nuestro "cascarón" natural, es decir, de nuestra vida natural, junto
con nuestra parte emotiva y nuestro intelecto. Elohim tiene que quebrantar todo
eso. El hombre exterior tiene que ser quebrantado y derribado. Sin embargo,
esto no significa que Elohim haya descartado el elemento humano.
El mayor problema que tenemos es no saber dónde comienza
esta obra ni dónde termina. No sabemos cuánto de lo que tenemos en nuestro ser
puede permanecer, ni cuánto necesita ser quebrantado. Todo el que es guiado por
Elohim, sabe en lo profundo de su ser si su servicio es puro o si está
contaminado. Esta senda no es fácil de seguir, así que tenemos que rendirnos
ante la disciplina de Elohim y someternos a la obra del madero, la cual elimina
todo lo que Elohim desaprueba y aborrece, y derriba todo lo que debe ser
demolido. Debemos ser sumisos y confesar ante el Adón que tenemos muchos
conflictos internos y que no sabemos hacerles frente. Debemos pedirle que nos
ilumine y que Su luz mate todo lo que tenga que morir; que nos discipline a tal
grado que nuestros elementos humanos no sean un estorbo a Su obra, sino un
medio que la exprese. Shaúl estuvo toda su vida bajo la mano poderosa de
Elohim. La experiencia de su salvación llegó a ser un modelo para otros
(Timotio Alef 1:16). Cuando la luz de Elohim lo subyugó, cayó en tierra delante
del Adón. Esta fue una salvación dinámica. Tan pronto se levantó, Elohim le
habló y nunca cesó de hacerlo. Shaúl escribió la mayoría de las epístolas del
B'rit Hadashá. A Elohim le agradaba expresar Su Palabra continuamente por medio
de Shaúl. Sin duda, él fue un ministro que siempre estuvo bajo la mano de
Elohim.
Examinemos las epístolas que Shaúl dirigió a los corintios,
y notemos especialmente la manera en que ejercía el ministerio de la Palabra.
Cierto hermano dijo que, de todos los libros de las Escrituras, las epístolas
de Shaúl a los Corintios, en particular Qorintiyim Alef 7, son la cúspide de la
experiencia humana. Esto es cierto, y la experiencia de Shaúl lo comprueba.
Veamos los siguientes ejemplos:
Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. Qorintiyim Alef 7:6
La expresión "esto digo" indica que Shaúl daba su
parecer.
En el pasuk siguiente dice:
Más bien, quisiera que todos los hombres fueran como yo... Qorintiyim Alef 7:7a
Este era el deseo de Shaúl. En el pasuk 6 habla sus propias
palabras, y en el pasuk 7 expresa su deseo. En ningún momento indica que se
trata de la Palabra de Elohim o del deseo de Elohim. Después añade:
...pero cada uno tiene su propio don procedente de Elohim: uno de cierta manera, y otro de otra manera. Qorintiyim Alef 7:7b
Vemos que Elohim obra de diferentes maneras; no obstante,
Shaúl da su opinión cuando dice que desea que todos sean como él.
A los solteros y a las viudas les digo que sería bueno si se quedaran como yo. Qorintiyim Alef 7:8
De nuevo, es Shaúl el que dice esto.
Pero a los que se han casado les mando, no yo, sino el Adón: que la esposa no se separe de su esposo Qorintiyim Alef 7:10
Primero, Shaúl dice: "mando", y luego añade
"no yo, sino el Adón". Expresiones como éstas sólo se encuentran en
Qorintiyim Alef 7. Por una parte, Shaúl manda; y por otra, dice que no es él
quien lo ordena, sino el Adón.
En el pasuk 12 agrega:
A los demás les digo yo, no el Adón... Qorintiyim Alef 7:12
Esta es la aseveración de Shaúl. En los pasukim del 12 al 24
Shaúl es quien habla, no el Adón. ¿Cómo se atrevió Shaúl a hablar así? ¿Cómo
pudo ser tan osado? ¿Con qué autoridad hablaba? En los siguientes pasukim,
Shaúl presenta la base que tenía para hablar así.
Pero con respecto a los que son solteros, no tengo mandamiento del Adón, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia de Yahweh para ser fiel. Qorintiyim Alef 7:25
Shaúl no mentía; él fue franco al admitir que no tenía
mandamiento del Adón. Esta es la opinión de uno a quien el Adón había concedido
misericordia y la facultad de ser fiel. Elohim realizó una obra tan profunda en
Shaúl que él pudo afirmar fielmente que era lo era por la misericordia de
Elohim. El trabajo que Elohim había hecho en él era tan intenso que lo hacía
apto para expresar su opinión. Sus palabras no eran un mandato del Adón, sino
su propia opinión, es decir, su punto de vista acerca del asunto. Shaúl les
manifestó a los corintios lo que pensaba.
Shaúl expresa sus opiniones y da su parecer al expresar las
siguientes aseveraciones:
Pues, a causa de la presente dificultad, es mi opinión que al hombre le conviene quedarse como está. Qorintiyim Alef 7:26
Pero también, si te casas, no pecas; y si la soltera se casa, no peca; aunque aquéllos que se casan tendrán aflicción en la carne, y yo quisiera evitársela. Qorintiyim Alef 7:28
Este es el deseo de Shaúl:
Quisiera que ustedes estuvieran libres de ansiedad... Qorintiyim Alef 7:32a
Esto digo para provecho de ustedes... Qorintiyim Alef 7:35a
Pero según mi opinión... Qorintiyim Alef 7:40
En el pasuk 17 Shaúl dice: "Así ordeno en todas las
congregaciones".
Estas palabras de Shaúl no estaban dirigidas solamente a los
corintios, sino a todas las congregaciones. Él dio el mismo mandato a todas las
congregaciones.
Hermanos y hermanas, ¡esto es maravilloso! Esto va en contra
de nuestra manera de pensar. En Yahanan 8:28 el Adón dice: "Estas cosas
hablo, según me enseñó Mi Padre", y en Yahanan 12:50 dice: "Lo que Yo
hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho". Shaúl osadamente dice que
da su parecer, su punto de vista. Aún la orden que dio a las congregaciones
procedía de él. Esta experiencia es muy elevada. En toda las Escrituras no se
encuentra una experiencia tan elevada como la que vemos en Qorintiyim Alef 7.
Shaúl concluye este pasaje con estas palabras: "Pienso que también yo tengo
el Ruaj de Elohim" (pasuk 40). Esta es la cúspide espiritual. Shaúl no
tenía mandamiento de Elohim, ni había recibido palabra de parte del Adón, pero
hablaba basándose en la misericordia que había recibido. No obstante, después
de expresar su sentir, afirmó que pensaba que él tenía el Ruaj de Elohim.
He ahí el elemento humano al que nos referimos. El caso de
Shaúl nos presenta un ejemplo sobresaliente y concreto de cómo los elementos
humanos son empleados en la Palabra de Elohim. En él vemos a un hombre que el
Adón había disciplinado, restringido y quebrantado a tal grado que podía
expresar lo que pensaba, consciente de que el Adón no le había dado
instrucciones específicas al respecto. Debemos dejar de "santificar no
sólo a Shaúl, sino también a los apóstoles y profetas, porque ellos fueron
seres humanos como nosotros, que únicamente se dejaron usar por el Padre. La
diferencia que percibimos es que sus palabras llegaron a ser las palabras del
Ruaj haKodesh, porque se hicieron uno con Él. Shaúl deja en claro que da su
propio parecer; aun así, era el parecer del Ruaj de Elohim. Vemos en él a un
hombre totalmente sometido a la operación del Ruaj del Adón, y cuando hablaba,
el Ruaj haKodesh hablaba en él. Esto es muy diferente a lo que hizo el asna de
Balaam, la cual habló porque Elohim la usó; pero una vez que dijo lo que se le
había mandado, siguió siendo un asna. En contraste, vemos que Shaúl, un hombre
que seguía al Adón y que había recibido misericordia para ser fiel, expresa su
sentir, y sin embargo, éste era el parecer del Adón. Elohim había laborado en
él de tal manera que casi podía hablar la Palabra sin que procediera
directamente de Elohim. Esto es ser un ministro de la Palabra.
Algunos siervos del Adón hablan la Palabra de Elohim que
reciben, pero una vez que la comunican, no les queda nada más que decir. Shaúl
había llegado a la etapa en la que hablaba la Palabra de Elohim sin importar si
era puesta en su boca o no, porque la Torah ya estaba grabada en su corazón. Él
era un hombre tan competente que se había ganado la confianza del Adón, al
punto en que Él lo respaldaba. No pensemos que Shaúl era un "caso
especial", Abba siempre respalda a los que Él envía, en cuanto ellos son
celosos por Su Obra y bajo Su conducción. Esto no hace que la opinión de Shaúl
sea "mandamiento", sino que era opinión que Yahshua respaldaba para
su momento. Era buena, era válida, útil para edificar, y el Padre la respaldó.
Lo mismo sucede hoy con todo hijo o hija que tengan esa conexión con el Padre,
no para levantar sectas ni "mandamientos nuevos", sino para aprender
a aplicar la Torah a la vida práctica, a nuestro vivir de cada día, que varía
tanto de épocas y de geografías, por lo que necesitamos constantemente estar
siendo creativos con la mente de Mashíaj.
Que el Adón tenga misericordia de nosotros para que no
seamos como el asna de Bilam. No debemos estar satisfechos con que la Palabra
de Elohim sea puesta en nuestra boca. Si tal es nuestra condición, no tendremos
nada que ver con la Palabra de Elohim. Shaúl era un hombre que estaba
relacionado con la Palabra de Elohim a tal grado que su parecer se consideraba
el de Elohim, porque estaba mezclado en su interior. Eso es lo que Abba desea
que cada uno de sus hijos haga: mezclarse tanto con Mashíaj al punto de que
nuestros pensamientos sean aceptables al Padre, agradables como si fueran los
del Padre Yahshua. Eso nos hace ser uno con el Ruaj de Elohim, de manera que,
cuando hablemos, representaremos la Palabra de Elohim.
El ministro de la Palabra es aquel que además de ministrar
la Palabra, tiene una relación especial con ella; siente, piensa y opina como
Elohim, y cuando se conduce de cierta manera, lo hace porque Elohim lo
restringe. A un ministro Elohim lo aprueba y reconoce sus pensamientos e ideas
como si fueran Suyos, los respalda. Esto es lo que llamamos la obra
constituyente del Ruaj haKodesh, mediante la cual Elohim nos constituye de Sí
mismo, y se forja en nosotros. El candelero de oro fue labrado a martillo
(Shemot 25:31). Todo lo que Elohim nos da lo forja "a martillo" en
nuestro ser. Nosotros somos como un pedazo de oro sin forma, y Elohim nos está
labrando a golpes de martillo, dándonos la forma de una menorah. El Ruaj
haKodesh no sólo pone la Palabra divina en nuestra boca, sino que la forja en
nuestro ser hasta que adquirimos la forma definida de Elohim. Así que lo
importante no es tener la Palabra de Elohim en nuestra boca, sino ser labrados
hasta el punto de que Elohim nos confíe Su palabra, que ella fluya en nuestro
interior y que la emitamos como propia. Shaúl fue constituido del Adón de tal
manera que su sentir era digno de la confianza de Elohim. El sentir de Shaúl
era considerado por Elohim como Su propio sentir. Cuando Elohim pone Su palabra
en un hombre como Shaúl y lo constituye ministro de la Palabra, ésta no corre
el riesgo de ser contaminada.
Elohim puede poner Su confianza y Su fe en un ministro de la
Palabra, porque cuando se habla del ministro de la Palabra se alude no sólo a
la Palabra, sino también a la persona que la ministra. Esta persona es
perfeccionada de tal manera que no distorsiona la Palabra de Elohim ni la
interpreta erróneamente. El ministro de la Palabra está constituido de Elohim a
tal grado que Elohim deposita en él Su sentir, Sus juicios y Sus pensamientos.
Cuando los elementos naturales de esta persona se incorporan a la Palabra, no
la contaminan. Hermanos y hermanas, esto no contradice lo que dijimos en
mensajes anteriores. Dijimos que el elemento humano no tiene lugar en la obra
de Elohim, ¿por qué decimos ahora que la Palabra de Elohim contiene elementos
humanos? En realidad no todos los elementos pueden ser incluidos en el mensaje,
sólo algunos; y las personas que los poseen saben que la Palabra de Elohim
puede fluir por medio de ellos fácilmente. Elohim puede confiar plenamente en
tales personas.
Quisiéramos dedicar un poco más de tiempo al estudio de lo
dicho por Shaúl en Qorintiyim Alef 7. El afirma que se le concedió misericordia
para ser fiel. La misericordia proviene de Elohim y produce fidelidad. Esto
significa que Elohim hizo una obra de constitución tan grande en Shaúl, que
todo su ser llegó a ser semejante a la Palabra de Elohim. Debido a esto, Shaúl
podía anunciar la Palabra de Elohim dondequiera que iba y decir confiadamente:
"Quisiera", "digo" y "así ordeno en todas las
congregaciones". Shaúl había tenido un encuentro con Elohim y conocía a
Elohim; así que cuando hablaba, de su boca salía la Palabra de Elohim. Debemos
recordar que la Palabra de Elohim no se emite de manera sobrenatural, sino por
medio del hombre con sus elementos humanos. Si la persona no es íntegra, la
Palabra de Elohim no puede fluir y, en consecuencia, no es apta para ser
ministro de la Palabra. No debemos pensar que memorizar un mensaje nos capacita
para predicar. La Palabra de Elohim debe transformar al hombre a fin de fluir
en él libremente. Si no reunimos las cualidades necesarias, la Palabra de
Elohim se deteriorará tan pronto salga de nosotros. La superficialidad y
carnalidad del hombre contaminan la Palabra. El hombre debe ser formado por la
obra constituyente de Elohim, a fin de que la Palabra de Elohim pueda brotar de
él sin ser afectada.
Shaúl no estropeó la Palabra de Elohim en Qorintiyim Alef 7,
porque allí vemos a un hombre maduro, el cual cuando daba su parecer, se podía
tener la certeza de que era recto; cuando hablaba, se podía confiar en lo que
decía; y cuando ordenaba que las congregaciones hicieran algo, uno podía estar
seguro de que la orden era correcta. Vemos allí a un hombre que daba órdenes;
sin embargo, éstas eran la Palabra de Elohim que salía de él; vemos a un hombre
en quien Elohim podía confiar, en el cual depositó Su autoridad, un hombre que
concordaba con la norma de Elohim, y en el cual las congregaciones podían
confiar. El ministro de la palabra debe llegar a una estatura semejante para
que la Palabra de Elohim sea expresada sin ningún obstáculo. La medida de
disciplina, de restricción, de golpes y de quebrantamiento que recibamos de
parte del Adón, determinará el grado de pureza con que expresemos la Palabra de
Elohim. Cuanto más experimentemos al Adón, más puro será nuestro discurso, y la
Palabra no correrá el peligro de ser contaminada. El ministerio de la Palabra
se basa en el ministerio que una persona posee ante el Adón. Si nuestro
ministerio es un fracaso, también lo que prediquemos será un fracaso.
Igualmente, los que profetizan, que hablen dos o tres, y los demás juzguen. Si se le revela algo a alguno que está sentado, que guarde silencio el primero. Porque todos ustedes pueden profetizar uno por uno, para que todos aprendan y se les dé a todos exhortación. Además, los espíritus de los profetas deben estar sujetos a los profetas... Qorintiyim Alef 14:29-32
El ministerio profético es el más elevado de todos. El Ruaj
haKodesh da la palabra a los profetas y, al mismo tiempo, reside en ellos. El
ruaj del profeta lo faculta para que anuncie la Palabra de Elohim, pero
mientras habla debe observar si otros quieren participar y permitir que lo
hagan. Aun si tiene más que decir, debe callar y permitir que hablen otros que
hayan recibido revelación. De cuatro o cinco personas que hayan recibido
revelación, sólo deben hablar dos o tres, y los demás deben escuchar, porque
los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas. Por esta misma
razón, cuando el Ruaj haKodesh utiliza a un hombre, éste tiene control sobre su
propio ruaj.
El principio fundamental que hallamos aquí consiste en que
el Ruaj haKodesh determina lo que el profeta debe hablar, pero éste debe
decidir cómo y cuándo hacerlo. Cuando hablan dos o tres de los que han recibido
revelación, los demás deben guardar silencio, aunque ellos mismos hayan
recibido revelación. Aunque lo que uno desea comunicar provenga del Ruaj
haKodesh, tiene que discernir cuándo decirlo. El Ruaj da la palabra, pero los profetas
determinan el momento y la manera de proclamarla, ya que los espíritus de los
profetas están sujetos a los profetas. Cuando el Ruaj de Elohim desea que
hablemos, debemos tener presente que nosotros tenemos control de nuestro propio
ruaj. Uno no tiene que hablar necesariamente cada vez que reciba la Palabra de
Elohim, a menos que tenga una orden directa y clara en su interior.
Los ministros de la Palabra tienen un compromiso muy grande,
ya que la mayor parte de esta responsabilidad recae sobre ellos, no sobre
Elohim. Los ministros que no son íntegros, menoscaban la Palabra de Elohim.
Puede ser que el orador use las palabras correctas, pero su actitud o el
momento en que lo hace no sea el indicado. Si no somos personas íntegras, no
podremos comunicar un mensaje oportuno, y si no somos dignos de confianza, la
palabra se debilitará aun estando en nosotros. Los espíritus de los profetas
deben estar sujetos a los profetas. ¡Cuán grande es la responsabilidad de los
profetas! Es fácil hablar cuando la Palabra llega, y también es fácil callar
cuando ésta cesa; pero es difícil decidir cómo y cuándo debemos hablar. Si
nunca hemos sido disciplinados o restringidos por el Adón, y el Ruaj haKodesh
no ha forjado mucho en nosotros, ni conocemos Sus caminos, afectaremos la
Palabra. El Adón nos confía Su palabra, pero nosotros debemos discernir cómo y
cuándo proclamarla. No debemos descuidar este compromiso tan grande.
Tengamos presente que el ministerio de la Palabra de Elohim
consiste en que Elohim le confía Su palabra al hombre. Este es el significado
del ministerio de la Palabra. La Palabra no es puesta en una grabadora para que
la repita, sino en el hombre, y permite que éste determine la manera y el
momento de expresarla. Elohim estableció que los espíritus de los profetas
estén sujetos a los profetas. El momento y la manera de anunciar la Palabra no
dependen del Ruaj, sino de los profetas. El profeta que no ha experimentado el
quebrantamiento, la disciplina y la restricción, da rienda suelta a su ruaj, y
esto trae sus repercusiones. Lo importante no es si alguien es profeta o no,
sino la clase de persona que sea el profeta. No se trata de hacer distinción
entre los que son profetas y los que no lo son, sino de ver la diferencia entre
un profeta y otro. Por ejemplo, ¿cuál es la diferencia entre YirmeYah y Bilam?
Este principio es esencial y debemos entenderlo claramente. Necesitamos tanto
la Palabra de Elohim como el ministerio, porque ambos son indispensables para
que exista el ministerio de la Palabra.
Uno de los problemas que sufre la congregación es la falta
de ministros de la Palabra de Elohim que sean intachables. Esto no significa
que la Palabra de Elohim esté escasa ni que la visión o la luz no sean claras;
sino que hay escasez de hombres a quienes Elohim pueda usar. Elohim desea que
los espíritus de los profetas estén sujetos a los profetas; es decir, que
nosotros controlemos nuestro ruaj, no que seamos controlados por nuestra carne.
¿A qué profetas se deben sujetar los espíritus de los profetas? ¿Acaso a los
que andan según sus deseos, que dan lugar a la carne, y que son obstinados en
su mente y en sus emociones? ¿O a aquel que no tiene la marca del madero en su
ruaj, es desenfrenado y orgulloso? Alguien así posiblemente haya experimentado
la disciplina del Adón por años, y la mano del Adón haya caído sobre él
reiteradas veces, pero sigue igual. A pesar de experimentar la disciplina
continua del Adón, todavía no está dispuesto a ceder. Este es un vaso que no se
puede usar. ¿Carecemos de visión, de luz o de la Palabra de Elohim? No. El
problema es la escasez de profetas a quienes Elohim pueda usar.
Una característica que vemos en Shaúl es que Elohim podía
usarlo y confiar en él. Si Elohim no puede usar a una persona, tampoco le puede
confiar Su Palabra. Supongamos que Elohim nos confía la Palabra y nos manda que
hablemos. ¿Nos quedaremos callados? Ciertamente hablaremos según lo que seamos.
Entonces, si Elohim permite que expresemos la Palabra, pero nuestros
pensamientos, emociones, motivos y opiniones no colaboran como es debido,
estorbaremos el fluir de la Palabra de Elohim. Si nuestro ruaj no es recto, los
oyentes recibirán la impresión de un ruaj débil, pese a que sus palabras sean
correctas. La Palabra de Elohim sería dañada por el hombre; por eso, Elohim no
puede confiarnos Su palabra.
Cuando la disciplina que el Adón nos da toca lo profundo de
nuestro ser, recibimos revelación. Si nuestra parte emotiva, nuestra mente,
nuestra voluntad y nuestro ruaj son disciplinados, el Ruaj haKodesh habla por
medio de nosotros, y lo que expresa es una inspiración o una revelación. La
inspiración de la que hablan las Escrituras ocurre cuando el Ruaj haKodesh
mantiene bajo Su control los elementos humanos e impide que éstos sigan sus
propios designios. Cuando la Palabra de Elohim es expresada por una persona
así, se genera un ministerio de la palabra lleno de revelación y de
inspiración. Es por eso que decimos que cuanta más disciplina recibamos, más
inspiración tendremos. Nuestra mente, nuestra parte emotiva, nuestra voluntad,
nuestra memoria y nuestro entendimiento necesitan ser disciplinados
rigurosamente por Elohim. Todas las partes de nuestro ser se relacionan
estrechamente con la Palabra de Elohim. Nuestro corazón debe ser quebrantado, y
nuestras intenciones disciplinadas. Elohim tiene que trabajar en todo nuestro
ser. Debemos recordar que para ser constituidos ministros de la Palabra tenemos
que pagar un precio. Este es el único medio. ¿Puede acaso un hombre llegar a
ser ministro de la Palabra de Elohim simplemente por poseer una mente ágil? No.
Nunca debemos cometer el error de pensar que el conocimiento, la sabiduría o la
elocuencia humanas pueden mejorar la Palabra de Elohim, ni siquiera ayudar en
algo. Necesitamos ser golpeados, oprimidos y despojados. Los que conocen al
Adón saben que Su mano es rígida sobre aquellos a quienes Él usa. El propósito
de esta disciplina es hacernos vasos útiles. El Adón tiene que disciplinarnos y
quebrantarnos a fin de que lleguemos a ser ministros de Su Palabra. Para llegar
a ser tales hay que pagar un precio.
Algunas personas llevan años bajo el quebrantamiento de
Elohim. Quizás durante diez, veinte o treinta años el Adón ha estado laborando
en ellas disciplinándolas. ¿Cómo podemos ser tan insensibles? ¿Cómo es posible
que estemos tan embotados? Debemos comprender que es imposible participar en el
ministerio de la Palabra si permanecemos inmutables. Es necesario que nos
postremos ante el Adón y le digamos que somos vasos inútiles, pero que queremos
seguir adelante, que necesitamos ser golpeados y quebrantados para poder ser
útiles en Sus manos y servirle. Cuando lleguemos a este punto, la Palabra del
Adón podrá brotar de nosotros libremente.
En resumen, el Ruaj haKodesh deposita la Palabra de Elohim
en nosotros y nos indica lo que debemos decir, pero somos nosotros quienes
debemos aprender a decidir cómo y cuándo hablar. Elohim confía en nosotros, una
parte nos corresponde. No hay mezcla con una única sustancia; se necesitan por
lo menos dos. Lo único que manda es que los rujot de los profetas estén sujetos
a ellos. ¡Qué gran responsabilidad tienen los profetas! El ministerio de la
Palabra transmite la Palabra de Elohim por medio de la mente y las palabras del
hombre. Si nuestra contribución no llega al debido nivel, cuando hablemos lo que
saldrá no será la Palabra de Elohim. ¡Esto trae serias consecuencias! Elohim
puede hablar desde los cielos o por medio de los malajim, pero Él nos ama y nos
escogió a nosotros. ¡Qué lamentable sería si nos convirtiéramos en obstáculos
para Su obra! Nuestra propia experiencia nos muestra con frecuencia que somos
vasos inútiles. A fin de que Elohim pueda hacer de nosotros ministros de la
Palabra, necesitamos implorarle que nos conceda Su misericordia. Debemos
decirle al Adón: "No te soltaré hasta que me concedas Tu
misericordia". Si Elohim no tiene misericordia de nosotros, Su palabra se
detendrá al llegar a nosotros. Toda la responsabilidad recae sobre nosotros.
Posiblemente hayamos predicado la Palabra por diez o veinte
años, pero ¿cuánto de lo que hemos predicado ha sido en realidad la Palabra de
Elohim? Aunque afirmamos que nuestra predicación es la Palabra de Elohim, ¿es
en verdad la Palabra de Elohim? El principio sobre el cual se basa el
ministerio de la Palabra es la encarnación, LA PALABRA HECHA CARNE. LA PALABRA
NO PUEDE ANUNCIARSE SIN LA CARNE. Donde quiera que estén los ministros, ahí
estará la Palabra de Elohim. Si somos ministros, tenemos que comprender que la
responsabilidad recae sobre nosotros. La tarea de los ministros es anunciar la
Palabra, y sin ellos, Elohim no puede hablar. Hoy ni Elohim, ni los cielos, ni
los malajim hablan al hombre directamente. Si el hombre no habla, ¿quién podrá
oír la Palabra de Elohim? Hacer esto sería bloquearla. Durante estos dos mil
años, siempre que Elohim ha encontrado hombres útiles, ha comunicado Su palabra
por medio de ellos. Algunas veces sólo encontró uno, y por medio de él Su
Palabra fue proclamada de una manera arrolladora. Si hoy Elohim encuentra
ministros como éstos, si la congregación se mantiene firme en esta nueva
posición y satisface a Elohim de manera que llegue a ser Su vaso, la Palabra de
Elohim será predicada poderosamente una vez más; pero si nos quedamos callados,
Elohim no podrá avanzar en la tierra. Permítanme repetir: son los ministros los
que llevan la Palabra de Elohim, y sin ellos, la Palabra se detiene. Los rujot
de los profetas están sujetos a los profetas. Necesitamos ser elevados al nivel
de Shaúl; de esta manera, cuando expresemos la Palabra de Elohim, tendremos la
sensación de que no hablamos solos, sino que el Adón habla juntamente con
nosotros, y podremos ver las riquezas de la Palabra de Elohim. Ciertamente la
Palabra de Elohim es rica. Que el Adón tenga misericordia de nosotros y nos
conceda Su palabra. Que el Adón levante muchos ministros de la Palabra entre
nosotros.
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