31 de diciembre de 2021

PSN24 - La Cumbre Del Ministerio De La Palabra

 


En el ministerio de la Palabra, además del Adón Yahshua, quien es la Palabra hecha carne, están los ministros del Tanaj y los ministros del B'rit Hadashá. En principio, los ministros del Tanaj no tenían percepción ni iniciativa propia. Aunque YirmeYah, YeshaYah y muchos otros profetas del Tanaj experimentaron hasta cierto punto lo que anunciaban, dicha experiencia era muy personal, no según el principio de los ministros de la Palabra. Como regla general, Elohim usaba al hombre para que anunciara Su palabra textualmente. 


Esto era lo que hacía de estos hombres oráculos de Elohim. Lo único que ellos hacían era recibir y comunicar la palabra de Elohim. Por esta razón, aun Saúl fue contado como uno de los profetas (Shemuel Alef 10:10), y también lo fue Bilam. Había una estrecha relación entre la Palabra de Elohim y los que la anunciaban. El Ruaj no habitaba en el hombre, lo "ungía"; es decir, estaba "sobre" él, pero en ningún momento se mezclaban. El hombre era como un tubo en el cual entra agua por un extremo y sale por el otro. El tubo sigue siendo el tubo y tiene muy poca relación con el agua. Lo único que se requería para preservar la revelación de Elohim, era que el hombre fuera exacto en sus palabras, lo cual no era muy difícil, ya que todos los profetas fueron bastante exactos y no se desviaron de Su Palabra.

 

Pero los ministros del B'rit Hadashá son diferentes. Si un ministro neotestamentario está al nivel de Elohim, su ministerio es más glorioso que el de los ministros del Tanaj, porque el Ruaj está en su interior; de lo contrario, representará un gran peligro para la Palabra de Elohim. Elohim confía Su palabra al hombre, la pone delante de él y permite que la exprese usando sus propios pensamientos, sus sentimientos, su entendimiento, su memoria y sus palabras. Sin, de esta manera, el hombre expresa la Palabra con pureza, su ministerio es mucho más glorioso que el del Tanaj. Los hombres que hemos nacido de nuevo tenemos una carga mucho más gloriosa que los creyentes del Tanaj, porque ellos vivían en la promesa de lo que nosotros hoy ya hemos recibido. Es un honor para el hombre poder participar en la proclamación de la Palabra de Elohim sin cambiarla ni adulterarla. El más mínimo problema o deficiencia por parte del ministro, distorsiona la Palabra, por eso, ante nuestra incomprensión debemos siempre detenernos y hacernos a un lado, y permitir que la Palabra fluya aún sin nuestra comprensión.

 

Posiblemente algunos se pregunten por qué Elohim tiene que usar un método tan difícil para comunicar Su palabra. Este interrogante es como el de los incrédulos que se preguntan por qué Elohim no suprimió el árbol del conocimiento del bien y del mal, y por qué no creó un hombre que no pecara. Según ellos, esto habría eliminado el peligro de pecar, y Elohim no habría tenido que redimirnos. Podemos decir en respuesta a estas preguntas que Elohim no desea que Sus criaturas sean autómatas sin voluntad. Para Elohim sería fácil crear una máquina que siguiera Sus instrucciones fielmente, lo cual haría innecesaria la participación del hombre. Pero esto no lo glorificaría en absoluto. Esta clase de obediencia y de virtud no tiene ningún valor para Elohim. Una entidad así nunca se equivocaría ni pecaría, pero tampoco sería santa. Elohim desea un pueblo que pueda distinguir entre la izquierda y la derecha, entre lo correcto y lo incorrecto, y que pueda escoger entre el bien y el mal. Si el ser que Elohim creó escoge someterse a Él, dicha decisión honra a Elohim más que la obediencia de un autómata. Elohim le dio al hombre el libre albedrío para que escoja entre el bien y el mal. Aunque existe el riesgo de que uno escoja el mal, la decisión de escoger el bien honra a Elohim. Es por esto que Elohim no creó un muñeco que sólo hiciera el bien, sino a un hombre con libre albedrío, con la capacidad de escoger entre el bien y el mal. Elohim desea que el hombre escoja el bien y la obediencia por su propia voluntad, porque esto lo honra a Él.

 

Este mismo principio se puede aplicar al ministerio de la Palabra en el B'rit Hadashá. Hay infinidad de obstáculos que impiden que Elohim transmita Su palabra por medio del hombre. Para Elohim no es ningún problema hablar directamente o por medio de los malajim. Inclusive, le es más fácil usar un asno que un hombre, ya que el asno no es tan complicado como el hombre. Un asno no pone trabas en su mente, ni usa su propio entendimiento, ni su memoria, ni su intención ni su ruaj. Cuando se le ordena que hable, simplemente habla. Elohim hizo hablar a un asno, pero esto fue una excepción. Lo hizo porque el profeta iba por el camino errado, pero no tenía la intención de valerse del asno para reemplazar al profeta; Él todavía desea que el hombre sea Su profeta; quiere usar al hombre, el cual fue creado específicamente con este fin. Cuando Elohim creó el mundo, Su intención no era hacer una máquina que tuviese la capacidad de predicar pero que fuese sumisa y sin voluntad. Él busca personas que tengan libre albedrío. Obviamente éste es un gran riesgo; sin embargo, Elohim corre el riesgo y confía Su palabra al hombre, pese a que éste es complicado, pecador, vil y débil, y a que está rodeado de los problemas que acarrean el hombre exterior, el hombre natural y el hombre carnal. Todos estos factores se oponen a Elohim; pero aun así Él desea confiar Su palabra al hombre, ya que Su gloria es mayor cuando éste vence todos estos obstáculos.

 

Elohim desea hablar por medio del hombre, pero éste es bueno y malo a la vez; entonces, cabe la posibilidad de que al comunicar la Palabra, lo haga fielmente o la distorsione. Es obvio que Elohim tiene que hacer una obra muy grande en el hombre antes de confiarle Su Palabra, a fin de que éste la comunique de una manera correcta.

 

 

En Qorintiyim Alef 7 vemos que Elohim escogió a Shaúl para que fuera un ministro de Su palabra y lo perfeccionó a tal grado que su ministerio llegó a ser la expresión de la inspiración divina. Sus palabras, además de contener la Palabra de Elohim, son concisas y cada frase cumple su cometido. ¿Cómo adquirió Shaúl este ministerio? Siendo disciplinado por Elohim. El trabajo que Elohim hizo en Shaúl fue tan grande que los pensamientos de éste, sus palabras, sus decisiones y sus opiniones eran correctas, exactas y aprobadas por Elohim. Para Yahweh, Shaúl tenía la exactitud de una persona, no la de una máquina. A Elohim le place que el hombre exprese Su Palabra. En Shaúl podemos ver cómo Elohim deposita Su palabra en el hombre y cómo la expresa por medio de éste. El hombre no se limita a repetir literalmente la Palabra de Elohim. Si la proclamación de ésta se diera de ese modo, la tarea sería fácil, pero Elohim no actúa así, sino que entrega Su Palabra al hombre, y éste la escudriña con la mente. Elohim, entonces, le da luz, la cual éste capta en su mente. Elohim pone Su cargamento en el hombre, y éste lo expresa con sus propias palabras. Es el hombre el que piensa, el que indaga y el que habla, pero cuando expresa su sentir, Elohim lo reconoce como Su propio sentir.

 

En el ministerio neotestamentario de la Palabra, Yahweh no dicta un mensaje a fin de que uno lo repita con puntos y comas. Cuando Elohim revela Su Palabra como una llama, su luz ilumina el ruaj del hombre y crea un sentir en él y luego desaparece rápidamente; así que el hombre tiene que comprender su significado valiéndose de su mente e imprimiéndola en la misma antes de que desaparezca; además debe orar para que Elohim le dé facilidad de expresión a fin de cristalizar la luz que recibió. Puede ser que mientras esté absorto en esto, le llegue una frase, la cual debe anotar; o puede ser que tenga un sentir o discernimiento acerca de algo; entonces debe dar su parecer. Al expresar su sentir, su ruaj se libera, y cuanto más habla, más puede comunicar la luz que recibió. En cierto momento, siente que su carga ha sido descargada completamente. Lo que la persona ha dicho es su sentir u opinión; sin embargo, Elohim lo reconoce como proveniente de Él mismo.

 

¿Podemos ver cuán diferente es esto de la aserción dogmática de la imaginación humana? Uno es el que habla, escribe y ejerce su propio criterio, pero debido a que Elohim nos quebrantó, Él reconoce lo que decimos como Su propia palabra. Este es el significado del ministerio de la Palabra. Todo lo que hay en nuestro interior es una luz, un sentir. Sin embargo, ya que poseemos opiniones, sugerencias y sentimientos, mientras meditamos en el sentir que tenemos, Elohim nos da algunas palabras que explican ese sentir. Entonces lo expresamos, y al hacerlo, Yahweh lo cuenta como Su propio sentir. Por supuesto, esto es válido únicamente con las cosas que provienen de Él, que concuerdan con Su Palabra, no para cualquier cosa que se nos ocurra. El hombre tiene que ser totalmente depurado a fin de ser un ministro de la Palabra, porque si los pensamientos, las emociones y las decisiones de una persona no son acertadas, no puede ser ministro de la Palabra de Elohim. No se puede confiar en la opinión de una persona a quien Yahweh no ha corregido; y Elohim tampoco puede considerar la palabra de ella como si fuera Su palabra. Muchas veces, tan pronto un hermano comienza a hablar, uno puede determinar si lo que dice procede de sí mismo o de Elohim.

 

La confianza que Elohim tiene en Sus ministros es tal que simplemente les da una luz o un sentir y deja que ellos tomen sus propias decisiones. Aunque ellos brindan sus propias sugerencias y propuestas, Elohim confía en sus actividades. Elohim opera en el hombre a tal grado que éste llega a tener Sus mismas opiniones, Sus pensamientos, Sus sentimientos y Su perspectiva. Si nuestro deseo es uno con el de Elohim, y amamos sin fluctuar lo que El ama, lo que expresemos irá acompañado de la presencia del Ruaj. Por una parte, damos nuestro propio parecer, y por otra, el Ruaj de Elohim está en lo que decimos. Cuando hablamos, El sustenta nuestra palabra. Es así como predican los profetas del B'rit Hadashá. Este es el ministerio de la palabra en el B'rit Hadashá.

 

 

Examinemos nuevamente el carácter de Shaúl:

 

Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. Qorintiyim Alef 7:6

 

Esto es lo que Shaúl consideraba sabio; sin embargo, no lo imponía como mandamiento. El tenía mucha claridad en lo que percibía. Sabía que su entendimiento era correcto, pero no lo comunicaba como un mandamiento. Ninguno de nosotros puede dar una opinión que se convierta en mandamiento. ¡Qué fineza y ternura había en Shaúl! ¡Qué prudencia! Él sabía que su sugerencia era correcta; pero no era un mandamiento sino una concesión por causa de las ideas de otros. Esa es la diferencia entre dar una opinión que se desprende de nuestro conocimiento de la Torah y de Su Autor, y declarar "el Señor dice". Al leer el pasuk 40, nos damos cuenta de que ésta era la palabra del Ruaj de Elohim:

 

Y pienso que yo también tengo el ruaj de Elohim. Qorintiyim Alef 7:40b

 

O sea que Shaúl hablaba con el consentimiento del Ruaj de Elohim. En realidad, Shaúl estaba levantando mishpatim, es decir, aplicando la Torah, los mandamientos, a una situación particular, razonando a través de la Palabra y del Ruaj, usando la mente de Mashíaj. Esto es lo que el Padre desea que alcancemos para poder andar en nuestra vida diaria, y en esto debemos esforzarnos por conocerlo más y más a cada día. Shaúl pensaba, igual que el Ruaj, que su propuesta sería bien recibida. Elohim estaba completamente amalgamado con los sentimientos de Shaúl. Él también creía que era mucho mejor para todos dejar de lado cualquier atadura que los estorbara de colocarlo en el primer lugar, pero también Él sabía que era una imposición que los hombres, en su mayoría, no conseguirían aplicar. Por eso, en su misericordia, lo declara como sugerencia, no como imposición.

 

En nuestros mensajes acerca de la autoridad de Elohim, recalcamos el profundo significado de que el Adón Yahshua nos confíe Su nombre; lo mismo sucede cuando Elohim nos confía Su palabra. Supongamos que alguien está pasando por dificultades y le recomendamos que hable con cierta persona y le aseguramos que respaldaremos todo lo que ella diga y que sus palabras se pueden considerar como nuestras. Este es un compromiso muy arriesgado que podría traernos serias consecuencias. ¿Confiaríamos en esta persona si supiéramos que tiene un carácter inestable? Podría ser como darle una chequera en blanco, firmada.

 

Esto es lo que sucede con los ministros de la Palabra hoy. Elohim no dicta el mensaje palabra por palabra para que lo comuniquen a fin de que otros lo memoricen. Hacer esto es fácil, sólo sería cuestión de repetir lo que Elohim nos dijera. Supongamos que el mensaje constara de seiscientas palabras; nuestra responsabilidad acabaría al recitarlas. Pero Abba no quiere que hagamos eso. Él quiere depositar Su palabra en nuestro ser, para que después de que la absorbamos brote de nosotros como agua viva. Elohim nos da luz, un sentir y las palabras con las cuales expresarlo. El Elohim del cielo nos exhorta a que hablemos por Él en la tierra, y a la vez nos permite decir lo que pensamos. Es obvio que quien conoce a Elohim no se atreve a hablar livianamente.

 

La responsabilidad que tiene un ministro de la Palabra no es insignificante. Cuando una persona habla por Elohim, lo que dice pasa por sus sentimientos, pensamientos y opiniones; así que su discernimiento tiene que ser exacto, y sus propuestas correctas, para no permitir que se filtre nada de su carne. El ministro de la Palabra debe ser depurado por Elohim a fin de que sus sentimientos lleguen a ser finos y tiernos, ya que representan los sentimientos de Elohim. Aun cuando sea su propio sentir, libre de influencias externas, debe estar unido a Elohim. Lo que Shaúl expresa en Qorintiyim Alef 7 no es insignificante.

 

Shaúl usa en Qorintiyim Alef 7:7 la expresión "quisiera". La palabra griega de la cual proviene esta palabra se usa nuevamente en el pasuk 32, y nos muestra cómo era Shaúl por dentro. Deseaba que los corintios fuesen como él. Sin embargo, al leer el pasuk 40, nos damos cuenta de que en realidad ese anhelo procedía del Ruaj haKodesh. No se trataba de un anhelo que Shaúl hubiera podido tener por sí mismo. Lo que Shaúl quería, era lo que Elohim quería, ese debe ser el resultado de nuestra "transformación", de nuestra mezcla con Elohim. ¡Cuán cuidadoso debía ser Shaúl al expresar su deseo! ¿Qué habría acontecido si él hubiera deseado algo equivocado? La palabra de Elohim habría sido confusa. El deseo que Shaúl tenía en su ruaj era un sentimiento muy delicado. ¿Qué habría pasado si hubiera deseado algo erróneo? Elohim tenía control sobre los sentimientos de este hombre, y los transformaba en los Suyos propios, mezclándose con él. Por lo tanto, cuando él deseaba algo, verdaderamente era el Ruaj haKodesh el que lo deseaba en él. Así debe suceder con cada uno de Sus hijos. Shaúl no era especial, simplemente tuvo mayor disposición de recibir lo que se le estaba dando. Debemos desarrollar esa disposición nosotros también.

 

Hermanos, ¿puede el Adón usar nuestros sentimientos? ¿Puede confiar en nosotros? ¿Nuestros pensamientos están subordinados a Él? Para que esto sea posible necesitamos ser quebrantados. No hay otra manera. Los sentimientos de Shaúl estaban completamente en las manos de Elohim. Elohim podía confiar en ellos, porque eran exactos y fidedignos. Leemos en el pasuk 12: "Y a los demás yo digo, no el Adón". Shaúl no percibía claramente que era el Adón el que hablaba, por eso dice que era su parecer. Sin embargo, al final dice que él tenía el Ruaj de Elohim. Realmente, el consejo de Shaúl era bueno, a fin de que las personas no anduvieran divorciándose livianamente, aunque reconocía que podía haber casos en que fuera necesario, por eso dejaba "abierta" la opción.

 

En el pasuk 25 él expresa claramente su parecer:

 

Pero con respecto a las vírgenes, no tengo mandamiento del Adón, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia de Yahweh para ser fiel. Qorintiyim Alef 7:25

 

He aquí un hombre que había seguido al Adón por muchos años y a quien el Adón había concedido misericordia muchas veces. Esta misericordia lo había hecho fiel. Él era mayordomo de Elohim, ministro de Mashiaj, distribuidor de los misterios de Elohim y fiel (4:1-2). ¿A qué era fiel Shaúl? A su ministerio. Elohim le confió misterios a Shaúl y puso Su palabra en sus manos. El requisito principal para ser ministro de la Palabra es la fidelidad. Ya que Shaúl había obtenido misericordia de parte del Adón para ser un ministro fiel, podía dar su parecer. Él no había recibido ningún mandamiento de parte del Adón en este caso y, por lo tanto, no se atrevería a dar una orden; pero debido a su experiencia como mayordomo de los misterios de Elohim y oráculo de Su Palabra, podía dar su parecer. Shaúl había recibido misericordia de parte de Elohim; había estado en contacto con lo espiritual; había tenido contacto con asuntos similares muchas veces y había aprendido muchas lecciones delante de Elohim. Poco a poco había adquirido experiencia, es decir, había aprendido a aplicar la Torah a la vida práctica. En esta ocasión, Shaúl no tenía mandamiento de parte del Adón; no obstante, les habló a los corintios basándose en lo que había visto y aprendido a lo largo de los años. El dio su parecer porque no se atrevió a decir que sus palabras eran mandamiento del Adón. Sin embargo, Elohim aprobó y reconoció el sentir de Shaúl como Su propio parecer. ¡Qué honor! Tenemos que alabar al Adón por esto. Este es un hombre que había recibido misericordia para ser fiel y cuyo parecer fue completamente reconocido por el Adón.

 

 

 

¿En qué consiste la obra que el Ruaj haKodesh forja en el hombre? Tenemos que darnos cuenta de que el Ruaj de Elohim no sólo reside en el hombre, sino que también se forja en él y lo constituye de Sí. No pensemos que el Ruaj haKodesh mora en nosotros como lo haría una persona que ha vivido en la casa de alguien por diez o veinte años, y luego se marcha y deja todo tal como lo encontró. No. El Ruaj haKodesh se graba en el hombre, se forja en él y lo constituye de Sí, labrando en él gradualmente el carácter del Adón. Podemos ver que hasta una casa, después de cierto tiempo, refleja las características de sus ocupantes. La investidura de dones sobre una persona no produce ningún cambio en ella, pero el Tabernáculo del Ruaj haKodesh en ella ciertamente manifestará rasgos del carácter celestial, porque dicha persona llevará fruto del Ruaj. Ese fruto es el cambio efectuado en su carácter. Elohim reconstituye el carácter del hombre por medio de la obra del Ruaj haKodesh. La operación del Ruaj haKodesh cambia la mente, los sentimientos, las opiniones y los conceptos del hombre. Esta obra forja algo en el hombre que cambia su forma de ser.

 

El servicio de Shaúl como ministro de la Palabra no consistía en darle la oportunidad al Ruaj de que hablara por medio de él, sino en que su carácter estuviera constituido del Ruaj. El fruto del Ruaj de Yahshua es aquello que se manifiesta en el carácter del hombre. El Ruaj opera en el hombre, continuamente inscribiendo y podando, hasta forjar cierto carácter, un carácter genuinamente humano, pero producido y engendrado por la obra del Ruaj haKodesh. La edificación que el Ruaj efectúa en el hombre lo transforma de gloria en gloria.

 

Las Escrituras nos muestran que la transformación es una verdad básica y también una experiencia fundamental. Aunque admitimos que nuestra carne nunca cambiará, creemos que el Adón nos transformará y nos dará un carácter nuevo. El Ruaj del Adón no se limita a residir en nosotros, sino que vive en nosotros como nuestra vida. Es inconcebible que el Adón habite en una persona y sea su vida por diez o veinte años sin que se produzca ningún cambio en ella. Cuando el Ruaj del Adón mora en nosotros, llega a ser nuestra vida y produce un cambio en nuestra mente, en nuestros sentimientos, en nuestro criterio y en nuestras opiniones. Nuestro corazón y nuestro ruaj tienen que cambiar. Anteriormente sólo teníamos la carne, pero el madero la quebrantó y la venció. Ahora nuestro ser tiene una nueva constitución y nuevos frutos. ¿Qué es, entonces, la constitución que el Ruaj efectúa? Es el resultado de la edificación y la constitución que Elohim hace en el hombre, las cuales son sólidas, firmes e inmutables.

 

El Adón laboró en Shaúl y tuvo misericordia de él muchas veces, hasta constituirlo una persona fiel. Esta fidelidad es la actitud que Shaúl tenía hacia su ministerio. El admitió que, en cierto asunto, aunque no tenía mandamiento del Adón, daba su parecer. El parecer de Shaúl era el resultado de la constitución del Ruaj haKodesh en él. Lo que él decía no era una simple inspiración, sino el resultado de la constitución interna que Elohim había forjado en él. Al final, sus palabras, que eran el producto de su constitución, llegaron a ser palabras de inspiración. ¡Esto es algo admirable! Cuando una persona habla bajo la inspiración del Ruaj haKodesh, está consciente de que Elohim habla por medio de ella; pero no sucede lo mismo cuando el Ruaj haKodesh se ha forjado en ella, porque, aunque piensa que expresa su propio parecer, en realidad sus palabras se convierten en las palabras del Ruaj haKodesh. Esta es la razón por la cual Shaúl dijo que también él tenía el Ruaj de Elohim. Necesitamos que la obra de constitución del Ruaj haKodesh inscriba, forje y opere en nosotros hasta que nuestras opiniones, nuestras palabras, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos no contradigan la Palabra de Elohim. Cuando esto ocurre, somos aptos para ser ministros de ésta.

 

El carácter que el Ruaj haKodesh forja en el hombre es diferente en cada uno. La predicación de Shaúl expresa sus rasgos personales; y los mensajes de Kefá llevan consigo un tono que los distingue. Es por eso que el estilo de sus epístolas es distinto al de Shaúl, e inclusive los asuntos que los ocupaban son diferentes, porque cada uno de ellos tenía preocupaciones e inclinaciones diferentes, según el Ruaj los usaba. Lo mismo sucede con Yahanan, cuyos escritos son diferentes a los de ellos. Cada autor tiene su estilo. Sin embargo, el Ruaj, de una manera maravillosa, asume el estilo de todo aquel que está constituido de Él. Si todos los libros de las Escrituras tuvieran un único estilo, serían muy monótonos. La gloria de Elohim se manifiesta en los diferentes estilos de quienes han experimentado la obra de constitución del Ruaj haKodesh. La Palabra puede ser expresada en diferentes formas, aún así, sigue siendo la palabra del Ruaj haKodesh. A todo aquel que sea dócil a la disciplina del Ruaj haKodesh se le concede la libertad de expresar sus características personales, SIEMPRE MEZCLADAS. En la creación no hay dos entes que sean idénticos. Si observamos los árboles, vemos que todos son diferentes; lo mismo sucede con las hojas; las estrellas tienen cada una su propia gloria. Y si observamos los rostros de las personas, notaremos que no hay dos que sean idénticos. Del mismo modo, lo que el Ruaj haKodesh constituye es diferente en cada persona. Tanto Shaúl como Yahanan estaban llenos del amor del Ruaj; sin embargo, cada uno lo manifestó de diferente manera. Elohim no necesita que haya uniformidad, PORQUE HAY UN CUERPO. Cada persona tiene su propia personalidad y también una constitución del Ruaj haKodesh diferente, según Él mismo distribuye.

 

Hermanos, no digo con esto que todos podemos seguir el ejemplo de Qorintiyim Alef 7. En toda las Escrituras, solamente este capítulo presenta un caso tan notable. Sin embargo, si el Adón no nos guía a hablar de esa manera, cometeremos un grave error si damos nuestro parecer. En Qorintiyim Alef 7 se nos revela qué clase de persona era Shaúl, lo cual nos ayuda a entender los libros de Efesiyim, Qolasiyim, Romaniyim y GalutYah. Sabemos que Qolasiyim es un libro muy elevado y que Romaniyim presenta claramente la Besorah, pero en Qorintiyim Alef 7 se nos revela la persona que escribió estos libros. En esto vemos lo valioso que es ese capítulo. Pero si no hemos alcanzado este punto de Shaúl en nuestra experiencia personal con el Ruaj, lo mejor es abstenernos de dar nuestra opinión, porque muchas veces resultará en una opinión en la carne.

 

Vemos en Qorintiyim Alef 7 un hombre cuyos sentimientos, pensamientos, opiniones y palabras eran dignos de la confianza de Elohim. Cuando la Palabra de Elohim entraba en él, no se contaminaba, sino que llegaba a ser una revelación profunda. Si no tuviéramos ese capítulo, únicamente sabríamos lo que el Ruaj haKodesh hizo por medio de Shaúl, no lo que hizo en él. Este capítulo nos muestra a un hombre cuyos sentimientos, pensamientos y palabras eran fidedignos, y no obstruía la palabra de Elohim ni consciente ni inconscientemente. Por supuesto, esto tampoco quiere decir que Shaúl se comportara así las 24 hs del día, los 7 días de la semana, todos los días del año, pero sí indica que su andar era conforme al Padre en la mayor parte del tiempo. Debemos dejar esa vieja costumbre de idolatrar a otros como si hubieran sido perfectos, y aprender a colocarlos como lo que fueron: hermanos avanzados, pero ciertamente no perfectos. En las Escrituras muchas cosas realizadas por los santos fueron dejadas como ejemplo de que no eran perfectos, a pesar de su íntima comunión con el Padre. Si no somos fidedignos, obstruiremos la Palabra de Elohim, aunque Él nos la haya dado. El Adón no puede encomendar Su revelación y Su luz a aquellos cuyos pensamientos, sentimientos, opiniones y palabras no son confiables, ni los puede reconocer como ministros de la Palabra.

 

Hermanos, es un gran honor poder ser usados por Elohim, es decir, que nuestros elementos humanos puedan ser usados sin que ellos comprometan la perfección de la Palabra de Elohim, sino que por el contrario resalten Su gloria, Sus riquezas y Su perfección.

 

Que Elohim tenga misericordia de nosotros y nos permita anunciar Su Palabra. Que podamos ver que debemos seguir una senda específica a fin de ser ministros de la misma. Hay una necesidad urgente de la Palabra de Elohim. Roguémosle a Elohim que nos conceda Su luz, Su palabra y la disciplina interna que nos moldea y nos transforma profunda y completamente. Aun nuestros más íntimos pensamientos tienen que ser fieles a Elohim. Cuando éstos son expresados, se consideran los sentimientos del Adón, y cuando expresamos nuestras inclinaciones, se consideran la obra del Ruaj haKodesh. Es nuestro amor y nuestra paciencia lo que fluye; aún así, dicho amor y dicha paciencia son el resultado de la obra frecuente, profunda y completa que realiza el Ruaj haKodesh en nosotros. Por medio de dicha operación podemos llevar este fruto. Cuando somos constituidos del Ruaj haKodesh, el fruto es expresado de una manera espontánea. Hermanos, a medida que el Ruaj haKodesh realiza Su obra en nosotros y nos reconstituye, espontáneamente expresamos el sentir del Ruaj; pensamos lo que el Ruaj piensa, y nuestro parecer es la opinión del Ruaj. Cuando esto ocurre, Elohim nos confía Su palabra para que la proclamemos. Todos se darán cuenta de que nuestras palabras son la Palabra de Elohim, y Elohim recibirá la gloria.

 

La pregunta fundamental que debemos hacernos hoy es: ¿Podrá Elohim ponerse en nuestras manos? Debemos ver que el problema no radica en Su palabra sino en los ministros. Sin ministros la Palabra de Elohim no puede ser expresada. Hoy, como en el pasado, Elohim sigue hablando. Él no tiene la intención de eliminar en la congregación el ministerio profético, ni el de enseñar, ni el de evangelizar. El mayor problema que enfrentamos en la actualidad es la escasez de ministros. De nosotros depende si hay ministros en la congregación y si éstos abundan. Esta es nuestra responsabilidad. Ojalá que despertemos a la realidad y nos demos cuenta de que de nosotros depende que no haya pobreza ni oscuridad en la congregación. Hagamos un voto solemne ante el Adón y digámosle: "Adón, estoy dispuesto a ser quebrantado. Quebrántame para que Tu palabra pueda abrirse paso en mí". Que el Adón tenga misericordia de nosotros y nos conceda Su Voluntad.

 

 




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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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