En el ministerio de la Palabra, además del Adón Yahshua, quien es la Palabra hecha carne, están los ministros del Tanaj y los ministros del B'rit Hadashá. En principio, los ministros del Tanaj no tenían percepción ni iniciativa propia. Aunque YirmeYah, YeshaYah y muchos otros profetas del Tanaj experimentaron hasta cierto punto lo que anunciaban, dicha experiencia era muy personal, no según el principio de los ministros de la Palabra. Como regla general, Elohim usaba al hombre para que anunciara Su palabra textualmente.
Esto era lo que hacía de estos hombres oráculos de Elohim. Lo único que ellos hacían era recibir y comunicar la palabra de Elohim. Por esta razón, aun Saúl fue contado como uno de los profetas (Shemuel Alef 10:10), y también lo fue Bilam. Había una estrecha relación entre la Palabra de Elohim y los que la anunciaban. El Ruaj no habitaba en el hombre, lo "ungía"; es decir, estaba "sobre" él, pero en ningún momento se mezclaban. El hombre era como un tubo en el cual entra agua por un extremo y sale por el otro. El tubo sigue siendo el tubo y tiene muy poca relación con el agua. Lo único que se requería para preservar la revelación de Elohim, era que el hombre fuera exacto en sus palabras, lo cual no era muy difícil, ya que todos los profetas fueron bastante exactos y no se desviaron de Su Palabra.
Pero los ministros del B'rit Hadashá son diferentes. Si un
ministro neotestamentario está al nivel de Elohim, su ministerio es más
glorioso que el de los ministros del Tanaj, porque el Ruaj está en su interior;
de lo contrario, representará un gran peligro para la Palabra de Elohim. Elohim
confía Su palabra al hombre, la pone delante de él y permite que la exprese
usando sus propios pensamientos, sus sentimientos, su entendimiento, su memoria
y sus palabras. Sin, de esta manera, el hombre expresa la Palabra con pureza,
su ministerio es mucho más glorioso que el del Tanaj. Los hombres que hemos
nacido de nuevo tenemos una carga mucho más gloriosa que los creyentes del
Tanaj, porque ellos vivían en la promesa de lo que nosotros hoy ya hemos
recibido. Es un honor para el hombre poder participar en la proclamación de la
Palabra de Elohim sin cambiarla ni adulterarla. El más mínimo problema o
deficiencia por parte del ministro, distorsiona la Palabra, por eso, ante
nuestra incomprensión debemos siempre detenernos y hacernos a un lado, y
permitir que la Palabra fluya aún sin nuestra comprensión.
Posiblemente algunos se pregunten por qué Elohim tiene que
usar un método tan difícil para comunicar Su palabra. Este interrogante es como
el de los incrédulos que se preguntan por qué Elohim no suprimió el árbol del
conocimiento del bien y del mal, y por qué no creó un hombre que no pecara.
Según ellos, esto habría eliminado el peligro de pecar, y Elohim no habría
tenido que redimirnos. Podemos decir en respuesta a estas preguntas que Elohim
no desea que Sus criaturas sean autómatas sin voluntad. Para Elohim sería fácil
crear una máquina que siguiera Sus instrucciones fielmente, lo cual haría
innecesaria la participación del hombre. Pero esto no lo glorificaría en
absoluto. Esta clase de obediencia y de virtud no tiene ningún valor para
Elohim. Una entidad así nunca se equivocaría ni pecaría, pero tampoco sería
santa. Elohim desea un pueblo que pueda distinguir entre la izquierda y la
derecha, entre lo correcto y lo incorrecto, y que pueda escoger entre el bien y
el mal. Si el ser que Elohim creó escoge someterse a Él, dicha decisión honra a
Elohim más que la obediencia de un autómata. Elohim le dio al hombre el libre
albedrío para que escoja entre el bien y el mal. Aunque existe el riesgo de que
uno escoja el mal, la decisión de escoger el bien honra a Elohim. Es por esto
que Elohim no creó un muñeco que sólo hiciera el bien, sino a un hombre con
libre albedrío, con la capacidad de escoger entre el bien y el mal. Elohim
desea que el hombre escoja el bien y la obediencia por su propia voluntad,
porque esto lo honra a Él.
Este mismo principio se puede aplicar al ministerio de la
Palabra en el B'rit Hadashá. Hay infinidad de obstáculos que impiden que Elohim
transmita Su palabra por medio del hombre. Para Elohim no es ningún problema
hablar directamente o por medio de los malajim. Inclusive, le es más fácil usar
un asno que un hombre, ya que el asno no es tan complicado como el hombre. Un
asno no pone trabas en su mente, ni usa su propio entendimiento, ni su memoria,
ni su intención ni su ruaj. Cuando se le ordena que hable, simplemente habla.
Elohim hizo hablar a un asno, pero esto fue una excepción. Lo hizo porque el
profeta iba por el camino errado, pero no tenía la intención de valerse del
asno para reemplazar al profeta; Él todavía desea que el hombre sea Su profeta;
quiere usar al hombre, el cual fue creado específicamente con este fin. Cuando
Elohim creó el mundo, Su intención no era hacer una máquina que tuviese la
capacidad de predicar pero que fuese sumisa y sin voluntad. Él busca personas
que tengan libre albedrío. Obviamente éste es un gran riesgo; sin embargo, Elohim
corre el riesgo y confía Su palabra al hombre, pese a que éste es complicado,
pecador, vil y débil, y a que está rodeado de los problemas que acarrean el
hombre exterior, el hombre natural y el hombre carnal. Todos estos factores se
oponen a Elohim; pero aun así Él desea confiar Su palabra al hombre, ya que Su
gloria es mayor cuando éste vence todos estos obstáculos.
Elohim desea hablar por medio del hombre, pero éste es bueno
y malo a la vez; entonces, cabe la posibilidad de que al comunicar la Palabra,
lo haga fielmente o la distorsione. Es obvio que Elohim tiene que hacer una
obra muy grande en el hombre antes de confiarle Su Palabra, a fin de que éste
la comunique de una manera correcta.
En Qorintiyim Alef 7 vemos que Elohim escogió a Shaúl para
que fuera un ministro de Su palabra y lo perfeccionó a tal grado que su
ministerio llegó a ser la expresión de la inspiración divina. Sus palabras,
además de contener la Palabra de Elohim, son concisas y cada frase cumple su
cometido. ¿Cómo adquirió Shaúl este ministerio? Siendo disciplinado por Elohim.
El trabajo que Elohim hizo en Shaúl fue tan grande que los pensamientos de
éste, sus palabras, sus decisiones y sus opiniones eran correctas, exactas y
aprobadas por Elohim. Para Yahweh, Shaúl tenía la exactitud de una persona, no
la de una máquina. A Elohim le place que el hombre exprese Su Palabra. En Shaúl
podemos ver cómo Elohim deposita Su palabra en el hombre y cómo la expresa por
medio de éste. El hombre no se limita a repetir literalmente la Palabra de Elohim.
Si la proclamación de ésta se diera de ese modo, la tarea sería fácil, pero
Elohim no actúa así, sino que entrega Su Palabra al hombre, y éste la escudriña
con la mente. Elohim, entonces, le da luz, la cual éste capta en su mente.
Elohim pone Su cargamento en el hombre, y éste lo expresa con sus propias
palabras. Es el hombre el que piensa, el que indaga y el que habla, pero cuando
expresa su sentir, Elohim lo reconoce como Su propio sentir.
En el ministerio neotestamentario de la Palabra, Yahweh no
dicta un mensaje a fin de que uno lo repita con puntos y comas. Cuando Elohim
revela Su Palabra como una llama, su luz ilumina el ruaj del hombre y crea un
sentir en él y luego desaparece rápidamente; así que el hombre tiene que
comprender su significado valiéndose de su mente e imprimiéndola en la misma
antes de que desaparezca; además debe orar para que Elohim le dé facilidad de
expresión a fin de cristalizar la luz que recibió. Puede ser que mientras esté
absorto en esto, le llegue una frase, la cual debe anotar; o puede ser que
tenga un sentir o discernimiento acerca de algo; entonces debe dar su parecer.
Al expresar su sentir, su ruaj se libera, y cuanto más habla, más puede
comunicar la luz que recibió. En cierto momento, siente que su carga ha sido descargada
completamente. Lo que la persona ha dicho es su sentir u opinión; sin embargo,
Elohim lo reconoce como proveniente de Él mismo.
¿Podemos ver cuán diferente es esto de la aserción dogmática
de la imaginación humana? Uno es el que habla, escribe y ejerce su propio
criterio, pero debido a que Elohim nos quebrantó, Él reconoce lo que decimos
como Su propia palabra. Este es el significado del ministerio de la Palabra.
Todo lo que hay en nuestro interior es una luz, un sentir. Sin embargo, ya que
poseemos opiniones, sugerencias y sentimientos, mientras meditamos en el sentir
que tenemos, Elohim nos da algunas palabras que explican ese sentir. Entonces
lo expresamos, y al hacerlo, Yahweh lo cuenta como Su propio sentir. Por
supuesto, esto es válido únicamente con las cosas que provienen de Él, que
concuerdan con Su Palabra, no para cualquier cosa que se nos ocurra. El hombre
tiene que ser totalmente depurado a fin de ser un ministro de la Palabra,
porque si los pensamientos, las emociones y las decisiones de una persona no
son acertadas, no puede ser ministro de la Palabra de Elohim. No se puede
confiar en la opinión de una persona a quien Yahweh no ha corregido; y Elohim
tampoco puede considerar la palabra de ella como si fuera Su palabra. Muchas
veces, tan pronto un hermano comienza a hablar, uno puede determinar si lo que
dice procede de sí mismo o de Elohim.
La confianza que Elohim tiene en Sus ministros es tal que
simplemente les da una luz o un sentir y deja que ellos tomen sus propias
decisiones. Aunque ellos brindan sus propias sugerencias y propuestas, Elohim
confía en sus actividades. Elohim opera en el hombre a tal grado que éste llega
a tener Sus mismas opiniones, Sus pensamientos, Sus sentimientos y Su
perspectiva. Si nuestro deseo es uno con el de Elohim, y amamos sin fluctuar lo
que El ama, lo que expresemos irá acompañado de la presencia del Ruaj. Por una
parte, damos nuestro propio parecer, y por otra, el Ruaj de Elohim está en lo
que decimos. Cuando hablamos, El sustenta nuestra palabra. Es así como predican
los profetas del B'rit Hadashá. Este es el ministerio de la palabra en el B'rit
Hadashá.
Examinemos nuevamente el carácter de Shaúl:
Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento. Qorintiyim Alef 7:6
Esto es lo que Shaúl consideraba sabio; sin embargo, no lo
imponía como mandamiento. El tenía mucha claridad en lo que percibía. Sabía que
su entendimiento era correcto, pero no lo comunicaba como un mandamiento.
Ninguno de nosotros puede dar una opinión que se convierta en mandamiento. ¡Qué
fineza y ternura había en Shaúl! ¡Qué prudencia! Él sabía que su sugerencia era
correcta; pero no era un mandamiento sino una concesión por causa de las ideas
de otros. Esa es la diferencia entre dar una opinión que se desprende de
nuestro conocimiento de la Torah y de Su Autor, y declarar "el Señor
dice". Al leer el pasuk 40, nos damos cuenta de que ésta era la palabra
del Ruaj de Elohim:
Y pienso que yo también tengo el ruaj de Elohim. Qorintiyim Alef 7:40b
O sea que Shaúl hablaba con el consentimiento del Ruaj de
Elohim. En realidad, Shaúl estaba levantando mishpatim, es decir, aplicando la
Torah, los mandamientos, a una situación particular, razonando a través de la
Palabra y del Ruaj, usando la mente de Mashíaj. Esto es lo que el Padre desea
que alcancemos para poder andar en nuestra vida diaria, y en esto debemos
esforzarnos por conocerlo más y más a cada día. Shaúl pensaba, igual que el
Ruaj, que su propuesta sería bien recibida. Elohim estaba completamente
amalgamado con los sentimientos de Shaúl. Él también creía que era mucho mejor
para todos dejar de lado cualquier atadura que los estorbara de colocarlo en el
primer lugar, pero también Él sabía que era una imposición que los hombres, en
su mayoría, no conseguirían aplicar. Por eso, en su misericordia, lo declara
como sugerencia, no como imposición.
En nuestros mensajes acerca de la autoridad de Elohim,
recalcamos el profundo significado de que el Adón Yahshua nos confíe Su nombre;
lo mismo sucede cuando Elohim nos confía Su palabra. Supongamos que alguien
está pasando por dificultades y le recomendamos que hable con cierta persona y
le aseguramos que respaldaremos todo lo que ella diga y que sus palabras se
pueden considerar como nuestras. Este es un compromiso muy arriesgado que podría
traernos serias consecuencias. ¿Confiaríamos en esta persona si supiéramos que
tiene un carácter inestable? Podría ser como darle una chequera en blanco,
firmada.
Esto es lo que sucede con los ministros de la Palabra hoy.
Elohim no dicta el mensaje palabra por palabra para que lo comuniquen a fin de
que otros lo memoricen. Hacer esto es fácil, sólo sería cuestión de repetir lo
que Elohim nos dijera. Supongamos que el mensaje constara de seiscientas
palabras; nuestra responsabilidad acabaría al recitarlas. Pero Abba no quiere
que hagamos eso. Él quiere depositar Su palabra en nuestro ser, para que
después de que la absorbamos brote de nosotros como agua viva. Elohim nos da
luz, un sentir y las palabras con las cuales expresarlo. El Elohim del cielo
nos exhorta a que hablemos por Él en la tierra, y a la vez nos permite decir lo
que pensamos. Es obvio que quien conoce a Elohim no se atreve a hablar
livianamente.
La responsabilidad que tiene un ministro de la Palabra no es
insignificante. Cuando una persona habla por Elohim, lo que dice pasa por sus
sentimientos, pensamientos y opiniones; así que su discernimiento tiene que ser
exacto, y sus propuestas correctas, para no permitir que se filtre nada de su
carne. El ministro de la Palabra debe ser depurado por Elohim a fin de que sus
sentimientos lleguen a ser finos y tiernos, ya que representan los sentimientos
de Elohim. Aun cuando sea su propio sentir, libre de influencias externas, debe
estar unido a Elohim. Lo que Shaúl expresa en Qorintiyim Alef 7 no es insignificante.
Shaúl usa en Qorintiyim Alef 7:7 la expresión
"quisiera". La palabra griega de la cual proviene esta palabra se usa
nuevamente en el pasuk 32, y nos muestra cómo era Shaúl por dentro. Deseaba que
los corintios fuesen como él. Sin embargo, al leer el pasuk 40, nos damos
cuenta de que en realidad ese anhelo procedía del Ruaj haKodesh. No se trataba
de un anhelo que Shaúl hubiera podido tener por sí mismo. Lo que Shaúl quería,
era lo que Elohim quería, ese debe ser el resultado de nuestra "transformación",
de nuestra mezcla con Elohim. ¡Cuán cuidadoso debía ser Shaúl al expresar su
deseo! ¿Qué habría acontecido si él hubiera deseado algo equivocado? La palabra
de Elohim habría sido confusa. El deseo que Shaúl tenía en su ruaj era un sentimiento
muy delicado. ¿Qué habría pasado si hubiera deseado algo erróneo? Elohim tenía
control sobre los sentimientos de este hombre, y los transformaba en los Suyos
propios, mezclándose con él. Por lo tanto, cuando él deseaba algo,
verdaderamente era el Ruaj haKodesh el que lo deseaba en él. Así debe suceder
con cada uno de Sus hijos. Shaúl no era especial, simplemente tuvo mayor
disposición de recibir lo que se le estaba dando. Debemos desarrollar esa
disposición nosotros también.
Hermanos, ¿puede el Adón usar nuestros sentimientos? ¿Puede
confiar en nosotros? ¿Nuestros pensamientos están subordinados a Él? Para que
esto sea posible necesitamos ser quebrantados. No hay otra manera. Los
sentimientos de Shaúl estaban completamente en las manos de Elohim. Elohim podía
confiar en ellos, porque eran exactos y fidedignos. Leemos en el pasuk 12:
"Y a los demás yo digo, no el Adón". Shaúl no percibía claramente que
era el Adón el que hablaba, por eso dice que era su parecer. Sin embargo, al
final dice que él tenía el Ruaj de Elohim. Realmente, el consejo de Shaúl era
bueno, a fin de que las personas no anduvieran divorciándose livianamente,
aunque reconocía que podía haber casos en que fuera necesario, por eso dejaba
"abierta" la opción.
En el pasuk 25 él expresa claramente su parecer:
Pero con respecto a las vírgenes, no tengo mandamiento del Adón, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia de Yahweh para ser fiel. Qorintiyim Alef 7:25
He aquí un hombre que había seguido al Adón por muchos años
y a quien el Adón había concedido misericordia muchas veces. Esta misericordia
lo había hecho fiel. Él era mayordomo de Elohim, ministro de Mashiaj,
distribuidor de los misterios de Elohim y fiel (4:1-2). ¿A qué era fiel Shaúl?
A su ministerio. Elohim le confió misterios a Shaúl y puso Su palabra en sus
manos. El requisito principal para ser ministro de la Palabra es la fidelidad.
Ya que Shaúl había obtenido misericordia de parte del Adón para ser un ministro
fiel, podía dar su parecer. Él no había recibido ningún mandamiento de parte
del Adón en este caso y, por lo tanto, no se atrevería a dar una orden; pero
debido a su experiencia como mayordomo de los misterios de Elohim y oráculo de
Su Palabra, podía dar su parecer. Shaúl había recibido misericordia de parte de
Elohim; había estado en contacto con lo espiritual; había tenido contacto con
asuntos similares muchas veces y había aprendido muchas lecciones delante de
Elohim. Poco a poco había adquirido experiencia, es decir, había aprendido a
aplicar la Torah a la vida práctica. En esta ocasión, Shaúl no tenía
mandamiento de parte del Adón; no obstante, les habló a los corintios basándose
en lo que había visto y aprendido a lo largo de los años. El dio su parecer
porque no se atrevió a decir que sus palabras eran mandamiento del Adón. Sin
embargo, Elohim aprobó y reconoció el sentir de Shaúl como Su propio parecer.
¡Qué honor! Tenemos que alabar al Adón por esto. Este es un hombre que había
recibido misericordia para ser fiel y cuyo parecer fue completamente reconocido
por el Adón.
¿En qué consiste la obra que el Ruaj haKodesh forja en el
hombre? Tenemos que darnos cuenta de que el Ruaj de Elohim no sólo reside en el
hombre, sino que también se forja en él y lo constituye de Sí. No pensemos que
el Ruaj haKodesh mora en nosotros como lo haría una persona que ha vivido en la
casa de alguien por diez o veinte años, y luego se marcha y deja todo tal como
lo encontró. No. El Ruaj haKodesh se graba en el hombre, se forja en él y lo
constituye de Sí, labrando en él gradualmente el carácter del Adón. Podemos ver
que hasta una casa, después de cierto tiempo, refleja las características de
sus ocupantes. La investidura de dones sobre una persona no produce ningún
cambio en ella, pero el Tabernáculo del Ruaj haKodesh en ella ciertamente
manifestará rasgos del carácter celestial, porque dicha persona llevará fruto
del Ruaj. Ese fruto es el cambio efectuado en su carácter. Elohim reconstituye
el carácter del hombre por medio de la obra del Ruaj haKodesh. La operación del
Ruaj haKodesh cambia la mente, los sentimientos, las opiniones y los conceptos
del hombre. Esta obra forja algo en el hombre que cambia su forma de ser.
El servicio de Shaúl como ministro de la Palabra no
consistía en darle la oportunidad al Ruaj de que hablara por medio de él, sino
en que su carácter estuviera constituido del Ruaj. El fruto del Ruaj de Yahshua
es aquello que se manifiesta en el carácter del hombre. El Ruaj opera en el
hombre, continuamente inscribiendo y podando, hasta forjar cierto carácter, un
carácter genuinamente humano, pero producido y engendrado por la obra del Ruaj
haKodesh. La edificación que el Ruaj efectúa en el hombre lo transforma de
gloria en gloria.
Las Escrituras nos muestran que la transformación es una
verdad básica y también una experiencia fundamental. Aunque admitimos que
nuestra carne nunca cambiará, creemos que el Adón nos transformará y nos dará
un carácter nuevo. El Ruaj del Adón no se limita a residir en nosotros, sino
que vive en nosotros como nuestra vida. Es inconcebible que el Adón habite en
una persona y sea su vida por diez o veinte años sin que se produzca ningún
cambio en ella. Cuando el Ruaj del Adón mora en nosotros, llega a ser nuestra
vida y produce un cambio en nuestra mente, en nuestros sentimientos, en nuestro
criterio y en nuestras opiniones. Nuestro corazón y nuestro ruaj tienen que
cambiar. Anteriormente sólo teníamos la carne, pero el madero la quebrantó y la
venció. Ahora nuestro ser tiene una nueva constitución y nuevos frutos. ¿Qué
es, entonces, la constitución que el Ruaj efectúa? Es el resultado de la
edificación y la constitución que Elohim hace en el hombre, las cuales son
sólidas, firmes e inmutables.
El Adón laboró en Shaúl y tuvo misericordia de él muchas
veces, hasta constituirlo una persona fiel. Esta fidelidad es la actitud que
Shaúl tenía hacia su ministerio. El admitió que, en cierto asunto, aunque no
tenía mandamiento del Adón, daba su parecer. El parecer de Shaúl era el
resultado de la constitución del Ruaj haKodesh en él. Lo que él decía no era
una simple inspiración, sino el resultado de la constitución interna que Elohim
había forjado en él. Al final, sus palabras, que eran el producto de su
constitución, llegaron a ser palabras de inspiración. ¡Esto es algo admirable!
Cuando una persona habla bajo la inspiración del Ruaj haKodesh, está consciente
de que Elohim habla por medio de ella; pero no sucede lo mismo cuando el Ruaj
haKodesh se ha forjado en ella, porque, aunque piensa que expresa su propio
parecer, en realidad sus palabras se convierten en las palabras del Ruaj
haKodesh. Esta es la razón por la cual Shaúl dijo que también él tenía el Ruaj
de Elohim. Necesitamos que la obra de constitución del Ruaj haKodesh inscriba,
forje y opere en nosotros hasta que nuestras opiniones, nuestras palabras,
nuestros pensamientos y nuestros sentimientos no contradigan la Palabra de
Elohim. Cuando esto ocurre, somos aptos para ser ministros de ésta.
El carácter que el Ruaj haKodesh forja en el hombre es
diferente en cada uno. La predicación de Shaúl expresa sus rasgos personales; y
los mensajes de Kefá llevan consigo un tono que los distingue. Es por eso que
el estilo de sus epístolas es distinto al de Shaúl, e inclusive los asuntos que
los ocupaban son diferentes, porque cada uno de ellos tenía preocupaciones e
inclinaciones diferentes, según el Ruaj los usaba. Lo mismo sucede con Yahanan,
cuyos escritos son diferentes a los de ellos. Cada autor tiene su estilo. Sin
embargo, el Ruaj, de una manera maravillosa, asume el estilo de todo aquel que
está constituido de Él. Si todos los libros de las Escrituras tuvieran un único
estilo, serían muy monótonos. La gloria de Elohim se manifiesta en los
diferentes estilos de quienes han experimentado la obra de constitución del
Ruaj haKodesh. La Palabra puede ser expresada en diferentes formas, aún así,
sigue siendo la palabra del Ruaj haKodesh. A todo aquel que sea dócil a la
disciplina del Ruaj haKodesh se le concede la libertad de expresar sus
características personales, SIEMPRE MEZCLADAS. En la creación no hay dos entes
que sean idénticos. Si observamos los árboles, vemos que todos son diferentes;
lo mismo sucede con las hojas; las estrellas tienen cada una su propia gloria.
Y si observamos los rostros de las personas, notaremos que no hay dos que sean
idénticos. Del mismo modo, lo que el Ruaj haKodesh constituye es diferente en
cada persona. Tanto Shaúl como Yahanan estaban llenos del amor del Ruaj; sin
embargo, cada uno lo manifestó de diferente manera. Elohim no necesita que haya
uniformidad, PORQUE HAY UN CUERPO. Cada persona tiene su propia personalidad y
también una constitución del Ruaj haKodesh diferente, según Él mismo
distribuye.
Hermanos, no digo con esto que todos podemos seguir el
ejemplo de Qorintiyim Alef 7. En toda las Escrituras, solamente este capítulo
presenta un caso tan notable. Sin embargo, si el Adón no nos guía a hablar de
esa manera, cometeremos un grave error si damos nuestro parecer. En Qorintiyim
Alef 7 se nos revela qué clase de persona era Shaúl, lo cual nos ayuda a
entender los libros de Efesiyim, Qolasiyim, Romaniyim y GalutYah. Sabemos que
Qolasiyim es un libro muy elevado y que Romaniyim presenta claramente la
Besorah, pero en Qorintiyim Alef 7 se nos revela la persona que escribió estos
libros. En esto vemos lo valioso que es ese capítulo. Pero si no hemos
alcanzado este punto de Shaúl en nuestra experiencia personal con el Ruaj, lo
mejor es abstenernos de dar nuestra opinión, porque muchas veces resultará en
una opinión en la carne.
Vemos en Qorintiyim Alef 7 un hombre cuyos sentimientos,
pensamientos, opiniones y palabras eran dignos de la confianza de Elohim.
Cuando la Palabra de Elohim entraba en él, no se contaminaba, sino que llegaba
a ser una revelación profunda. Si no tuviéramos ese capítulo, únicamente
sabríamos lo que el Ruaj haKodesh hizo por medio de Shaúl, no lo que hizo en
él. Este capítulo nos muestra a un hombre cuyos sentimientos, pensamientos y
palabras eran fidedignos, y no obstruía la palabra de Elohim ni consciente ni
inconscientemente. Por supuesto, esto tampoco quiere decir que Shaúl se
comportara así las 24 hs del día, los 7 días de la semana, todos los días del
año, pero sí indica que su andar era conforme al Padre en la mayor parte del
tiempo. Debemos dejar esa vieja costumbre de idolatrar a otros como si hubieran
sido perfectos, y aprender a colocarlos como lo que fueron: hermanos avanzados,
pero ciertamente no perfectos. En las Escrituras muchas cosas realizadas por
los santos fueron dejadas como ejemplo de que no eran perfectos, a pesar de su
íntima comunión con el Padre. Si no somos fidedignos, obstruiremos la Palabra
de Elohim, aunque Él nos la haya dado. El Adón no puede encomendar Su
revelación y Su luz a aquellos cuyos pensamientos, sentimientos, opiniones y
palabras no son confiables, ni los puede reconocer como ministros de la
Palabra.
Hermanos, es un gran honor poder ser usados por Elohim, es
decir, que nuestros elementos humanos puedan ser usados sin que ellos
comprometan la perfección de la Palabra de Elohim, sino que por el contrario
resalten Su gloria, Sus riquezas y Su perfección.
Que Elohim tenga misericordia de nosotros y nos permita
anunciar Su Palabra. Que podamos ver que debemos seguir una senda específica a
fin de ser ministros de la misma. Hay una necesidad urgente de la Palabra de Elohim.
Roguémosle a Elohim que nos conceda Su luz, Su palabra y la disciplina interna
que nos moldea y nos transforma profunda y completamente. Aun nuestros más
íntimos pensamientos tienen que ser fieles a Elohim. Cuando éstos son
expresados, se consideran los sentimientos del Adón, y cuando expresamos
nuestras inclinaciones, se consideran la obra del Ruaj haKodesh. Es nuestro
amor y nuestra paciencia lo que fluye; aún así, dicho amor y dicha paciencia
son el resultado de la obra frecuente, profunda y completa que realiza el Ruaj
haKodesh en nosotros. Por medio de dicha operación podemos llevar este fruto.
Cuando somos constituidos del Ruaj haKodesh, el fruto es expresado de una
manera espontánea. Hermanos, a medida que el Ruaj haKodesh realiza Su obra en nosotros
y nos reconstituye, espontáneamente expresamos el sentir del Ruaj; pensamos lo
que el Ruaj piensa, y nuestro parecer es la opinión del Ruaj. Cuando esto
ocurre, Elohim nos confía Su palabra para que la proclamemos. Todos se darán
cuenta de que nuestras palabras son la Palabra de Elohim, y Elohim recibirá la
gloria.
La pregunta fundamental que debemos hacernos hoy es: ¿Podrá
Elohim ponerse en nuestras manos? Debemos ver que el problema no radica en Su
palabra sino en los ministros. Sin ministros la Palabra de Elohim no puede ser
expresada. Hoy, como en el pasado, Elohim sigue hablando. Él no tiene la
intención de eliminar en la congregación el ministerio profético, ni el de
enseñar, ni el de evangelizar. El mayor problema que enfrentamos en la actualidad
es la escasez de ministros. De nosotros depende si hay ministros en la
congregación y si éstos abundan. Esta es nuestra responsabilidad. Ojalá que
despertemos a la realidad y nos demos cuenta de que de nosotros depende que no
haya pobreza ni oscuridad en la congregación. Hagamos un voto solemne ante el
Adón y digámosle: "Adón, estoy dispuesto a ser quebrantado. Quebrántame
para que Tu palabra pueda abrirse paso en mí". Que el Adón tenga
misericordia de nosotros y nos conceda Su Voluntad.
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