31 de diciembre de 2021

PSN28 - Mashiaj, La Palabra De Elohim 01

 


"En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Elohim, y la Palabra era Elohim. Él estaba en el principio con Elohim". Yahanan 1:1-2

 

Aquí se nos dice que el Hijo de Elohim es la Palabra, es decir, Mashiaj es la Palabra de Elohim. Por tanto, ministrar la Palabra equivale a ministrar al Hijo de Elohim. Ministrar la palabra de Elohim a la congregación significa que le ministramos al Hijo de Elohim. 



Un ministro de la Palabra de Elohim imparte la Palabra de Elohim en los oyentes. Al igual que los siete diáconos de MaAseh 6, los cuales servían en la distribución de alimentos para los santos, un ministro de la Palabra sirve distribuyendo la Palabra a los demás. Pero esta Palabra no se compone sólo de palabras, ya que es una persona, es Mashiaj mismo. Por esta razón, ministrar la Palabra a otros significa que les ministramos al Hijo de Elohim. Un ministro sirve a la congregación ministrándole al Hijo de Elohim.

 

Algunos sólo ministran enseñanzas bíblicas; no pueden ministrar el Adón Yahshua a los demás. Ellos viven en la esfera de la letra y sólo pueden ministrar verdades, doctrinas y enseñanzas. Hasta ahí llega Su servicio. No pueden ministrar a Mashiaj, quien está contenido en la Palabra. Este es el problema de muchas personas. La Palabra de Elohim es Mashiaj mismo. Las Escrituras no son simplemente un libro; no consisten exclusivamente en páginas escritas de las que el hombre recibe doctrinas y enseñanzas. Si separamos las Escrituras de la persona de Mashiaj, será un libro muerto. En un aspecto, las Escrituras son un libro, pero en otro, son Mashiaj mismo. Si uno permanece en la primera esfera, lo único que tendrá será un libro y no podrá servir como ministro de la Palabra de Elohim. Sólo podrá ministrar doctrinas, verdades y enseñanzas; no podrá infundir a Mashiaj en los oyentes. Sólo aquellos que están en la segunda esfera pueden ministrar a Mashiaj.

 

Shaúl fue claro cuando dijo:

 

"De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Mashiaj conocimos según la carne, ya no lo conocemos así". Qorintiyim Bet 5:16

 

Nosotros no conocemos a Mashiaj según la carne; tenemos que conocerle según el Ruaj. En otras palabras, no lo conocemos como el Yahshua de Nazaret que anduvo en esta tierra, es decir, como el Yahshua histórico, sino que lo conocemos como el Mashiaj que está en el Ruaj. Debemos recordar que quienes lo conocen como un personaje de la historia posiblemente no lo conozcan en absoluto. Muchos judíos pensaban que conocían al Adón y decían:

 

"¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre Miriam, y Sus hermanos, Yaakov, Yósef, Shimón y Yahudá? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros?". MattiYah 13:55-56

 

Ellos pensaban que porque tenían esta información conocían al Adón. Pero sabemos que no lo conocían.

 

Yahanan el Bautista fue un hombre enviado por Elohim. Y él confesó diciendo:

 

"Detrás de mí viene uno el que es más poderoso que yo; yo no soy digno ni de agacharme a desatar la correa de su calzado. Yo los he sumergido a ustedes en agua, pero él los sumergirá en espíritu de santidad". Mordejai 1:7-8

 

Agacharse y desatar la correa de las sandalias de una persona era trabajo de los esclavos en el tiempo de los romanos. Cuando el amo llegaba a la puerta, el esclavo se agachaba y le desataba la correa de las sandalias. Era una tarea humillante. Yahanan sabía que el que había de venir después de él era mucho mayor que él y lo entendía claramente. Sin embargo, no sabía que quien había de venir después de él era el Adón Yahshua. Esto no lo entendía con claridad. En cuanto a la carne, Yahanan era primo de Yahshua. Pese a que se conocían desde su juventud, Yahanan no sabía que el Adón Yahshua era el que había de venir después de él. Yahanan dijo:

 

"Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua, Él me dijo: Sobre quien veas descender el Ruaj y que permanece sobre Él, ése es el que bautiza en el Ruaj haKodesh. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Elohim". Yahanan 1:33-34

 

El día que el Adón Yahshua fue bautizado, el Ruaj haKodesh descendió sobre Él, y entonces Yahanan reconoció que este Yahshua, su primo, a quien conocía hacía treinta años, era el Hijo de Elohim. Antes de este suceso, él tenía una relación muy íntima con el Adón Yahshua, pero no lo conocía. Fue el Ruaj el que le abrió los ojos para que pudiera reconocerlo. Yahanan estuvo con el Adón Yahshua treinta años y aun así no lo conocía como el Hijo de Elohim. Durante esos treinta años, Yahanan el Bautista mantuvo contacto con el Adón, pero sólo lo conoció como su primo. El conoció al Yahshua histórico, al hombre de Nazaret, pero no se dio cuenta de que este Yahshua era Elohim mismo.

 

El Adón Yahshua es el propio Elohim. Anduvo en la tierra encubierto, y la gente no sabía quién era. Elohim andaba encubierto entre la gente, y nadie se daba cuenta de que el Adón Yahshua era Elohim. Es necesario que el Ruaj de Elohim abra los ojos del hombre para que éste pueda reconocer a Yahshua como el Hijo de Elohim y como el Mashiaj, así como hizo con Kefá.

 

Cuando el Adón Yahshua anduvo en la tierra, Sus contemporáneos tenían mucho qué decir a cerca del y lo criticaban en todo lo que podían. Algunos decían que era YirmeYah; otros, que era alguno de los profetas. Unos decían una cosa, y otros, otra. Pero el Adón Yahshua les preguntó a Sus discípulos:

 

"Pero ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Respondió Shimón Kefá y dijo: "¡Tú eres el Mashíaj, el Hijo del Elohim vivo!". Entonces Yahshúa respondió y le dijo: "Feliz eres, Shimón hijo de Yahanan, porque eso no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Pero yo también te digo que tú eres Kefá; y sobre esta roca edificaré mi comunidad, y las puertas del Sheol no prevalecerán contra ella. MattiYah 16:15-18

 

Sin esta revelación no puede haber congregación, porque su cimiento es esa revelación y se edifica sobre la misma. Cuando una persona reconoce que el Yahshua histórico es el Mashiaj y el Hijo de Elohim, esta visión se convierte en el fundamento sobre el cual se edifica la congregación.

 

En este sentido, las Escrituras son como Yahshua de Nazaret. Desde el punto de vista humano, las Escrituras son simplemente un libro, quizás más especial que otros, así como Yahshua parecía un hombre como cualquier otro. Pero cuando el Ruaj de Elohim abre los ojos del hombre, éste se da cuenta de que las Escrituras no son un libro ordinario, sino que es la revelación de Elohim y presenta al Hijo de Elohim. Así como Yahshua es el Hijo del Elohim viviente, así este libro es una revelación del Hijo del Elohim vivo. Si para nosotros este libro es un libro más, no conocemos las Escrituras de Elohim. Los que no conocen al Hijo de Elohim no conocen a Yahshua. De la misma manera, los que no conocen al Hijo de Elohim no conocen las Escrituras. Quienes conocen a Yahshua conocen al Hijo de Elohim. De la misma manera, aquellos que conocen las Escrituras saben que el Adón Yahshua es el Hijo de Elohim, le conocen y saben de quién habla las Escrituras. Las Escrituras revelan a Mashiaj, el Hijo de Elohim; por eso no son un libro ordinario.

 

Hay personas que se lamentan y dicen: "Yo nací dos mil años tarde. Si hubiera nacido hace dos mil años, habría podido ir a Yahrushalayim y haber visto al Adón Yahshua cara a cara. Los judíos no creyeron que Yahshua era el Hijo de Elohim, pero yo sí hubiera creído". Pero si estas personas hubieran vivido, andado, y trabajado junto con el Adón Yahshua todos los días, tampoco lo habrían conocido. Sólo habrían conocido al hombre Yahshua; no se hubieran dado cuenta de quién era Él en realidad. Mientras el Adón Yahshua anduvo en la tierra, la gente hacía muchas conjeturas acerca de Él. Notaban que era bastante especial y muy diferente a los demás. Pero no lo conocieron. Sin embargo, Kefá no tuvo necesidad de adivinar. Él lo vio y supo quién era. ¿Cómo pudo conocerlo? En primer lugar, Elohim hizo resplandecer Su luz sobre él y le mostró que Yahshua de Nazaret es el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente. Sin tal revelación de parte de Elohim, una persona puede seguir al Adón por doquier sin enterarse de quién es Él. Inclusive si una persona hubiera seguido al Adón Yahshua a Cesarea de Filipo, tampoco habría sabido quién era Él. Una persona puede estar con el Adón todos los días y aun así no conocerlo. A Mashiaj no se le puede conocer teniendo una relación externa con Él, sino por medio de una revelación. El conocimiento del Adón Yahshua se recibe por revelación, no por relacionarse con Él. Si uno no tiene revelación, puede vivir con Él diez años y no llegar a conocerlo. El día que Elohim nos dé la revelación, nos hable en nuestro interior, y abra nuestros ojos internos, conoceremos a Yahshua como el Mashiaj y como el Hijo del Elohim viviente. La relación externa que podamos tener con Él no equivale a tener un conocimiento verdadero de Él.

 

Lo mismo se puede decir de las Escrituras. La Palabra de Elohim es una persona, y también un libro. La Palabra de Elohim es Yahshua de Nazaret y también es las Escrituras como un todo. Necesitamos que Elohim abra nuestros ojos para que podamos reconocer que Yahshua de Nazaret es la Palabra de Elohim y el Hijo de Elohim. De la misma manera, Elohim tiene que abrir nuestros ojos para que podamos reconocer que las Escrituras son Su Palabra y que es una revelación de Su Hijo. Los que estuvieron cerca del Adón Yahshua y lo rodearon por muchos años no lo conocieron. De la misma manera, muchos que están familiarizados con las Escrituras y que la han leído y estudiado por muchos años no la conocen necesariamente. Se necesita además la revelación de Elohim. Sólo lo que Elohim nos revela es viviente.

 

 

 

 

La historia de la sanidad de la mujer que tenía flujo de sangre, narrada en Mordejai 5, nos muestra que había muchas personas que apretaban al Adón Yahshua, pero ninguna de ellas lo tocó. Entre todas ellas, sólo la mujer que tenía el flujo de sangre tocó el vestido del Adón. Ella pensó que, si sólo tocaba el manto del Adón, sería sana. Ella tuvo fe, y fue sensible. Esa mujer se acercó y tocó al Adón; cuando lo hizo, quedó sana. El Adón preguntó:

 

"¿Quién me ha tocado el manto?". Sus discípulos le dijeron: "Ya tú ves que la multitud te apretuja, y preguntas: "¿Quién me tocó?". Mordejai 5:30-31

 

Cuando alguien tocó al Adón, Él se dio cuenta. Muchas personas lo apretaban, y nada les ocurrió, ni Él percibió nada extraño, pero la mujer que lo tocó experimentó un cambio inmediato. Si el Adón se parara frente a nosotros, esto no nos traería ningún beneficio: es estar solamente entre la multitud que lo aprieta. Uno no puede conocer a Yahshua simplemente con la experiencia que tuvo la multitud, la cual lo estrujaba sin darse cuenta de quién era Él. Sólo la mujer que tuvo fe y discernimiento tocó Sus vestidos y pudo conocerlo. Aquel hombre era Yahshua de Nazaret, y además era el Hijo de Elohim. Muchas personas apretaban a Yahshua de Nazaret, pero ninguna de ellas tocó al Hijo de Elohim. Muchos tocaron al Yahshua físico, pero no al Hijo de Elohim.

 

El mismo principio se puede aplicar a la manera en que leemos las Escrituras. Muchos utilizan las Escrituras, pero pocos tocan en ella al Hijo de Elohim. Uno puede tocar al Hijo de Elohim por medio de Yahshua de Nazaret. De la misma manera, podemos tocar al Hijo de Elohim por medio de las Escrituras. El problema de muchas personas es que sólo ven las Escrituras, pero no al Hijo de Elohim. Cuando el Adón Yahshua anduvo en la tierra, la gente le conoció conforme a dos esferas diferentes. En una, la gente oía Su voz y observaba Sus movimientos sin saber en lo absoluto quién era Él. En la otra esfera, una mujer tocó Sus vestidos y fue sana. Muchos lo vieron, pero sólo una persona se dio cuenta de que Elohim estaba en aquel hombre de Nazaret. Me temo que cuando presentamos a Yahshua de Nazaret, es posible que sólo presentemos un libro. Debemos recordar que los que apretaban a Yahshua de Nazaret no recibieron ningún beneficio de Él. Muchos enfermos que lo apretaban no fueron sanados. Igualmente, aquellos que hacen lo mismo con las Escrituras no reciben nada de ella. Pero algunos reciben luz interiormente y tocan al Hijo de Elohim contenido en ella. Lo que nos dice el Adón Yahshua es ruaj y vida. Cuando percibimos esto, tocamos el ministerio de la Palabra. Lo que presentamos no debe ser un libro. Al utilizar las Escrituras, debemos presentar al Hijo de Elohim. El ministro de la Palabra sirve la Palabra de Elohim a quienes lo escuchan y con ella, debe servir también al Hijo de Elohim. Nosotros servimos impartiendo a Mashiaj en los oyentes. Solamente cuando presentamos a Mashiaj, somos verdaderos ministros de la Palabra.

 

Algunas personas sólo conocen al Yahshua histórico, no conocen al Hijo de Elohim. Al acudir a las Escrituras muchos lectores, sólo ven al Yahshua histórico y no perciben en sus páginas al Hijo de Elohim. Las Escrituras no son simplemente un rejunte de libros, así como Yahshua no es simplemente un hombre. En las Escrituras encontramos a Mashiaj. Si uno se acerca solamente al libro sin tocar al Hijo de Elohim, no tendrá el ministerio de la Palabra.

 

En Luka 24:13-31 el Adón Yahshua se unió a dos discípulos que iban rumbo a Emaús. Mientras caminaban, el Adón Yahshua les hacía preguntas, y ellos contestaban, o ellos hacían las preguntas y el Adón respondía. En la conversación el Adón les presentó las Escrituras. Al llegar a Emaús, los dos discípulos le instaron a quedarse, diciéndole: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado" (pasuk 29). El Adón accedió y se quedó con ellos. Inclusive lo invitaron a comer. Durante esta larga conversación, ellos no reconocieron al Adón Yahshua. Sólo cuando el Adón tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio, les fueron abiertos los ojos y reconocieron al Adón. Esto nos muestra que es posible andar con el Adón, y aun así no conocerle. Uno puede hablar con Él sin saber quién es Él.

 

Hermanos y hermanas, aunque el Adón nos hablara o se quedara con nosotros, es posible que no sepamos quién es Él. Debemos conocer algo en cuanto al Adón que sea mucho más profundo que el conocimiento que pudiéramos obtener al quedarnos con Él, andar con Él o hablar con Él. El día que abra nuestros ojos, le conoceremos. Andar con Él, hablar con Él, y recibir el conocimiento de las Escrituras no bastan para garantizarnos que lo conocemos. Debemos darnos cuenta de que conocer al Adón de manera auténtica va más allá de todo esto. Puede ser que nos lamentemos por no haber estado con el Adón cuando Él anduvo en la tierra, pero debemos comprender que aun si hubiéramos estado con Él, no lo habríamos conocido más de lo que lo conocemos hoy. El más pequeño o el más débil de los hermanos, conoce al Adón Yahshua tanto como lo conoció Kefá, si lo toca. Cuando el Adón Yahshua estuvo en la tierra, los doce discípulos lo conocieron, pero la manera en que lo conocieron no es superior a la manera en que lo conoce el hermano más débil que esté entre nosotros. No pensemos que lo conoceremos sólo por relacionarnos con Él unos cuantos años. Debemos comprender que el Adón a quien conocieron los discípulos en su ruaj no es diferente al que nosotros conocemos en nuestro ruaj hoy.

 

Lo fundamental es saber qué constituye el verdadero conocimiento del Adón, porque éste no proviene de afuera. Necesitamos la revelación que Elohim concede para conocer al Adón. Él tiene que abrir nuestros ojos y mostrarnos lo que debemos conocer. Esto es lo que se requiere para ser un ministro de la Palabra. Tal vez alguien pase mucho tiempo estudiando, pueda recitar todos los pasukim de las Escrituras, entienda claramente todas las doctrinas bíblicas y pueda contestar rápidamente cualquier pregunta; sin embargo, es posible que, con todo eso, aun no conozca al Hijo de Elohim. El día que Elohim abra los ojos de esa persona, verá al Hijo de Elohim. Cuando Elohim abra nuestros ojos, vemos a Yahshua de Nazaret, a Mashiaj. De la misma manera, cuando Elohim abre nuestros ojos, vemos las Escrituras y al Hijo de Elohim revelado en ella.

 

Con esto no decimos que la obra que realizó el Adón Yahshua en la tierra no sea importante, sino que la persona tiene que creer que Yahshua es el Mashiaj para poder ser engendrada de Elohim. Si alguien cree que el Adón Yahshua es el Hijo de Elohim, llega a ser engendrado de Elohim. No sólo debemos ver que Yahshua es el Mashiaj, el Hijo de Elohim, sino que también debemos ver las Escrituras. No es posible tener al Hijo de Elohim o a Mashiaj, si hacemos a un lado a Yahshua de Nazaret. Yahshua de Nazaret es el Hijo de Elohim, el Mashiaj. Del mismo modo, uno no puede hacer a un lado el Tanaj ni el Nuevo y decir que conoce a Mashiaj. No puede hacer a un lado las Escrituras y decir que conoce al Hijo de Elohim, porque Elohim nos da a conocer a Su Hijo por medio de las Escrituras. Si no recibimos revelación, podemos leer el libro y sólo veremos doctrinas; no conoceremos al Mashiaj que está contenido en el libro. Este asunto es fundamental. Es posible entender toda las Escrituras y aun así no ver a Mashiaj.

 

La existencia de dos esferas diferentes hace que la vida creyente sea muy compleja. Si se eliminara todo lo externo y permaneciera sólo lo interno, la situación sería mucho más sencilla: el que conoce al Hijo de Elohim lo conoce, y el que no, no. Pero el problema es que en una esfera la gente "aprieta al Adón", y en la otra hay quienes "tocan al Adón". Algunos lo aprietan, pero otros lo tocan. Estos dos tipos de contactos son completamente diferentes. ¿Podemos ver la diferencia que hay entre estas dos cosas? Son dos mundos diferentes. Los que aprietan al Adón se encuentran en una esfera superficial, y los que lo tocan están en otra, mucho más profunda. Los que están en la esfera donde se aprieta a Yahshua no experimentan nada, mientras que los que están en la esfera donde se toca a Yahshua son sanados de todas sus enfermedades y librados de todos sus problemas. Los que lo aprietan buscan las bendiciones, pero los que lo tocan buscan al que da las bendiciones. En una esfera se encuentran los intelectuales que entienden las Escrituras, las doctrinas y las verdades, pero en la otra, uno experimenta la luz, la revelación y la unción del Ruaj haKodesh. Hermanos, ¿pueden ver esto? En una esfera se encuentran los maestros de la letra, y en la otra se encuentran los ministros de la Palabra de Elohim. Nosotros sólo podemos enseñar lo que sabemos. Elohim tiene que llevarnos a un punto donde toquemos la esfera interior; porque en la esfera donde se aprieta al Adón Yahshua no podemos conocerle ni conocer las Escrituras. Necesitamos entrar en la esfera donde le podemos tocar a fin de serle útiles. Solamente en esta esfera encontramos las palabras que proceden de Elohim. Solamente esta esfera producirá resultados, y solamente esa manera de relacionarnos con Él será fructífera. Es asombroso que el Adón Yahshua no sintiera que la gente lo apretaba, pero sí estuvo muy consciente cuando alguien lo tocó.

 

Puede suceder que un hermano sencillo que no tiene nada ni sabe nada lea las Escrituras y toque la Palabra con temor y temblor, y en la presencia del Adón vea la luz. Por otro lado, quizás otro hermano esté bien familiarizado con el griego y el hebreo, conozca bien su propio idioma y haya leído las Escrituras de cabo a rabo muchas veces y hasta se las haya memorizado, pero si esa persona no ha recibido luz de parte de Elohim, no puede ser un ministro de Su Palabra. A lo sumo, podrá pasar conocimiento bíblico a los demás, mas no podrá ministrar a Mashiaj a la congregación. Las Escrituras son una persona viviente; es el Hijo de Elohim. Si al leer las Escrituras no tocamos la Palabra viva, nada de lo que sepamos dará fruto.

 





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Publicado por: Anunciadora de Sión


SOY CREYENTE EN YAHSHUA, MIEMBRO DE LA NOVIA, ÓRGANO DEL CUERPO, CO-EDIFICADORA DEL REINO

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Lo que proviene del Ruaj pertenece al Cuerpo, porque el Ruaj no tiene Copyright.
Y si el hombre reivindica "derechos de autor", su mensaje proviene de la carne y no sirve.
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