El ministro de la Palabra de Elohim recibe la revelación acerca de Mashiaj, porque a Elohim le agradó revelarse en Su Hijo. No sólo debemos promulgar la Palabra de Elohim, sino que también debemos saber que Yahshua en verdad es el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente. Podemos memorizar: "Yahshua de Nazaret es el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente", en unos cuantos minutos, pero lo que cuenta no es memorizar, sino la revelación. El Adón dijo:
"No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos". MattiYah 16:17
Para conocer a Mashiaj necesitamos revelación. Elohim escoge
al ministro de la Palabra y, por Su misericordia, le da revelación acerca del
Hijo. Esta revelación le muestra al ministro quién es Yahshua de Nazaret. Ante
la visión del Hijo de Elohim se desvanece todo lo que antes valorábamos tanto, a
saber, la santidad, la justicia, la luz, la vida y sólo queda Mashiaj.
No hay nada en el universo, ni siquiera las cosas
espirituales, que pueda compararse con Mashiaj. Él lo es todo y en todo. Cuando
Elohim nos revela a Mashiaj, nos damos cuenta de que fuera del no hay nada. Sin
Él, nadie puede tener vida, luz, santidad ni justicia. Mashiaj lo es todo. Él
es Elohim, el Hijo de Elohim, la Palabra de Elohim, el amor, la santidad, la
justicia, la salvación, la redención, la libertad, la gracia, la luz y la obra
misma. Mashiaj lo llena todo y en todo. Todo lo que vimos en el pasado se opaca
ante la luz divina. Nada puede resistir esta gran revelación. Moshe, ÉliYah, Kefá,
Yaakov y Yahanan ya no están aquí, sólo Yahshua permanece. Él lo es todo y lo
llena todo. Mashiaj es el centro y la universalidad de todo y de Elohim mismo.
Cuando una persona es conducida a Mashiaj y llega a
conocerlo íntimamente, esta experiencia le permite conocer la Palabra de Elohim,
y la hace apta para ministrarlo a los demás. Todo ministro necesita que Mashiaj
le sea revelado, ya que no es posible suministrar algo que uno no posee. No se
puede impartir a un Mashiaj que uno mismo no conoce, ni suministrar un
conocimiento fragmentario de Él. Por eso tantos ministerios son superficiales, secos
y hasta muertos, porque no han tocado a Mashíaj. Lo han conocido exactamente, superficialmente,
pero no en Vida. Estos ministros no pueden transmitir vida a sus oyentes, porque
no la han tocado en sí mismos. Una vez más, el problema está que el corazón del
hombre es engañoso, soberbio y rebelde, y sin excepción esas personas se niegan
a aceptar que están en la carne y no han tocado el ruaj de Mashíaj. Una persona
en la carne siempre se niega a escuchar lo que el Ruaj le transmite a través de
los demás (lo cual no quiere decir que siempre los demás tengan la razón), pero
el que anda en el ruaj se detendrá y pedirá a Mashíaj que le muestre si lo que
le dicen es verdad o no, porque le importará más servirlo a Él que agradarse a
sí mismo.
El ministerio no se fundamenta sobre "fragmentos"
de Mashiaj, ni se edifica sobre un conocimiento incompleto acerca de Él. Desde
la época de Kefá y de Shaúl, todo aquel que participa en el ministerio de la
Palabra, tiene una revelación fundamental acerca de Mashiaj. Es necesario que
Elohim nos lleve a conocer a Su Hijo cara a cara y en lo más profundo de
nuestro ser. Mashiaj tiene que ser para nosotros Aquel que lo trasciende todo, que
lo es todo y que lo llena todo. Cuando esto sucede, podemos ministrarlo a los
demás. A partir de entonces, las Escrituras cobran vida para nosotros.
¿Podemos ver este asunto? La revelación que Elohim nos da, nos
permite conocer a Mashiaj. Esto es muy distinto de proclamar que Yahshua de
Nazaret es el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente y el Ungido sólo por haberlo
leído en las Escrituras, o inclusive porque lo escuchamos en algún sermón.
Nuestra carne, nuestra mente puede ser fácilmente impresionada por sermones "emocionales",
y convencerse de que ha escuchado algo muy espiritual. Es posible que un sermón
nos emociones o nos toque en algún lugar y nos sintamos movidos, pero es
completamente diferente cuando tocamos a Mashíaj mismo. Es posible que el
estudio bíblico nos permita entender algo acerca de Mashiaj, pero eso no
equivale a la revelación ni a experimentarle. En el paso por este mundo, muchas
personas rodean a Mashiaj y lo "aprietan", sin tocarlo realmente. La
prueba es siempre la misma> los frutos. Cuando un creyente ha tocado a
Mashíaj, SU VIDA CAMBIA Y LOS DEMÁS LO PERCIBEN.
Necesitamos que Elohim tenga misericordia de nosotros, porque
es vital que recibamos Su luz y Su gracia a fin de que Su Hijo sea revelado en
nosotros. Esto no depende del estudio de las Escrituras ni de escudriñarla, sino
de que Elohim tenga misericordia de nosotros y nos dé revelación, nos ilumine y
nos dé la percepción interior. Como podemos ver, no depende de nuestro esfuerzo
sino de nuestra sumisión a Él. No se trata de "sentarnos a estudiar",
sino de sentarnos a Sus pies para que Él mismo nos enseñe y nos infunda. De lo
contrario, seremos como el eunuco:
Felipe... lo oyó leer al profeta YeshaYah y le preguntó: "¿Verdaderamente entiendes lo que estás leyendo?". Él le contestó: "¿Cómo voy a entender si nadie me explica?"...MaAseh 8:30-31
Sólo entonces las Escrituras se convierten en un libro nuevo
y vivo. Los pasajes que anteriormente no comprendíamos adquieren luz. Antes de recibir
esta revelación, cuanto más hablábamos de las Escrituras, menos la entendíamos.
Lo que leíamos parecía lógico, y aun así, no lo comprendíamos. Pero cuando
vemos a Mashiaj, la iluminación interior que recibimos permite que la Palabra
escrita de Elohim se aclare. Es entonces cuando comenzamos a entender las
Escrituras. Esta revelación fundamental acerca de Mashiaj nos permite saber
quién es Él.
¿Cómo revela Elohim a Su Hijo en nosotros? No es fácil
explicarlo. Hasta el momento ni siquiera Shaúl pudo describirlo. ¿Cómo podemos
saber si alguien ha recibido o no esta revelación? Algunas personas afirman que
han visto la revelación y tienen la certeza de que es así, pero otras no pueden
decir lo mismo. Podemos luchar, laborar, meditar y esforzarnos sin lograr ver
nada, pero el día que Elohim nos concede Su misericordia, al instante nuestros
ojos se abren.
Es posible que digamos: "Adón, sé mi todo; lléname
completamente y en todo", sin entender lo que decimos. Pero cuando Elohim
nos concede Su misericordia y nos revela a Su Hijo, espontáneamente y sin
ningún esfuerzo decimos: "Gracias Elohim, Mashiaj es mi todo. Todas mis
experiencias espirituales del pasado, mis obras, mi búsqueda, mi amor, mi fe, mi
justicia, mi santidad, mi victoria y todo lo que no es Mashiaj, queda atrás.
Mashiaj lo llena todo y en todo". Mashiaj está sobre todo y lo llena todo.
Basándonos en esta revelación entendemos la Palabra de Elohim. Primero
conocemos al Hijo de Elohim, y luego las Escrituras. Todo se vuelve diáfano y
empezamos a entender lo que antes no comprendíamos.
Necesitamos ser como niños. ¿Cómo sabe un niño lo que es una
vaca? Hay dos maneras: por haber visto una o por medio de una fotografía. ¿Cuál
de estas dos maneras creen que puede darle al niño una mejor idea de una vaca?
La vaca que aparece en la foto es más pequeña que la vaca de la realidad, y el
niño puede pensar que ése es el verdadero tamaño de la vaca, pero si lo
llevamos a ver una vaca de verdad, su entendimiento cambia. Después de verla, percibe
la realidad, y cuando le mostramos la fotografía de una vaca, inmediatamente
reconocerá lo que es. Nosotros debemos ser como los niños.
Lo mismo sucede cuando tratamos de identificar a una
persona. Al principio, aunque la veamos en una fotografía, en realidad no la conocemos,
pero cuando la vemos en persona, al ver su foto de nuevo, la podemos
identificar. Esta es la experiencia que los hijos de Elohim tienen en cuanto a
Mashiaj. Esta fue la experiencia de Shaúl y de Kefá. Un día Elohim tuvo
misericordia de ellos y pudieron conocer a Mashiaj. El Adón dijo: "No te
lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos" (MattiYah
16:17). Esta revelación depende de la misericordia y la gracia de Elohim.
Conocemos a Su Hijo porque a Él le agradó revelárnoslo. Desde el día que lo
conocimos, empezamos a entender las Escrituras, ya que para conocer las
Escrituras, primero tenemos que conocer a Mashiaj.
Que Elohim nos permita conocer a Mashiaj y tocarlo, aunque
sea una vez, a fin de que al leer las Escrituras de nuevo, la luz que hay en
ella nos haga ver todo con claridad. Cuando la experiencia es correcta, todo lo
demás tiene sentido. Una vez que esto se establece, todo cae en su lugar.
El punto principal es éste: ¿Estamos simplemente ministrando
conocimiento bíblico, o hemos tenido un encuentro con Mashiaj y hemos recibido
la revelación acerca de Él? ¿Nos hemos encontrado con el Adón? ¿Tenemos un
conocimiento fundamental acerca de Él? Cuando esto sucede, podemos entender las
Escrituras. Ahora, en nuestra lectura diaria de la Palabra, cada pasaje tiene
sentido. Así que, primero conocemos al Adón íntimamente y luego por medio de
las Escrituras.
Una vez que adquirimos el conocimiento personal, la Palabra
de Elohim llega a ser comprensible y armoniosa. Las porciones que antes no
comprendíamos, ahora están llenas de revelación, y lo que pensábamos que no
tenía importancia, ahora cobra significado. Todo armoniza, concuerda y tiene
sentido. De ahí en adelante, pasaremos nuestros días en la tierra conociendo la
Palabra. Día tras día, lo que vemos concuerda con lo escrito en las Escrituras.
Tanto las Escrituras como lo que vemos dan el mismo testimonio. No recibimos
toda la revelación de una vez y para siempre, sino poco a poco. A medida que
pasan los días, más vemos. Las Escrituras por sí solas no se pueden entender; necesitamos
la luz y la revelación internas.
Una mente desorientada siempre tiende a adoptar una postura
intelectual. El hombre piensa que puede estudiar las Escrituras y que con un
poco de esfuerzo puede llegar a entenderla. Pero eso no sucede. Cuando el Adón
Yahshua nació, muchos judíos conocían muy bien las Escrituras; por eso, cuando
Herodes les preguntó en dónde había de nacer Mashiaj, los principales
sacerdotes y los escribas contestaron sin vacilar que en Beth-Léjem de Yahudá; ellos
respondieron:
"Y tú, Bet Léjem, en la tierra de Yahudah,
de ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Yahudah; porque
de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Yisrael". MattiYah 2:6
(citando MijaYah 5:2)
Ellos sabían citar acertadamente las Escrituras, pero no
conocían a Mashiaj, por eso no lo reconocieron. Aunque conocían la Palabra, no
la usaron para buscar a Mashiaj, sino para tratar de matarlo. Se valieron del
conocimiento que tenían para ayudar a Herodes en su intento de matar al Ungido
de Elohim. ¡Cuán errada puede estar una persona versada en las Escrituras! Es
terrible lo que el hombre puede hacer con el conocimiento superficial de las
Escrituras.
Cuando el Adón Yahshua vino a la tierra, se cumplió la
Escritura al pie de la letra. Quien nunca ha leído las Escrituras tiene excusa
si no reconoce esto, pero no el que las conoce a fondo, como el caso de los
fariseos y escribas. Al ver que las Escrituras se cumplían, los fariseos
debieron darse cuenta inmediatamente de que Yahshua de Nazaret era el Hijo de
Elohim. Pero no se percataron de eso. O tal vez sí lo hicieron, y decidieron
que justamente por eso debían eliminarlo. Los fariseos no reconocieron ni
aceptaron a Mashiaj. Bordaban pasajes bíblicos en sus vestiduras y en sus
cintos; conocían las Escrituras; presentaban las profecías bíblicas; podían
recitar las doctrinas y enseñanzas de las Escrituras, pero excluían a Mashiaj.
Esto nos muestra que es posible tocar las Escrituras sin tocar a Mashiaj. Los
fariseos hicieron de las Escrituras un simple material de lectura, una fuente
de estudio, y un medio de investigación doctrinal. Ellos entendían las
doctrinas, pero rechazaban al Salvador.
Simultáneamente, había otro grupo de personas que no tenía
conocimiento bíblico. Uno de ellos era un recaudador de impuestos, y otro, un
pescador. En el libro de MaAseh se dice de ellos que eran "hombres sin
instrucción e indoctos" (MaAseh 4:13). Con todo y eso, conocían al Adón, es
decir, conocían a Mashiaj, porque Elohim les había revelado a Su Hijo. En
Cesarea de Filipo, Kefá recibió esta revelación. En lo profundo de su ser supo
que Yahshua era el Ungido de Elohim, el Hijo de Elohim. Yahshua en Su
ministerio es el Mashiaj de Elohim; en Su persona, es el Hijo de Elohim; y en
Su obra, es el Mashiaj de Elohim. La congregación se edifica sobre esta
revelación. Esta revelación es grande. MattiYah, por su parte, era un
recaudador de impuestos sin conocimiento especial de las Escrituras, pero al
conocer al Adón, todo se aclaró para él y pudo exponer el Tanaj en el B'rit
Hadashá. Estas personas sin instrucción e indoctas conocían al Hijo de Elohim y
conocían las Escrituras. No es como el que conoce un objeto por medio de una
foto, sino como el que reconoce en la foto a alguien a quien ya ha visto.
MattiYah primero conoció al Adón, y luego indagó en los libros del Tanaj acerca
de Él. Para conocer las Escrituras primero debemos conocer a Mashiaj.
Muchas personas invierten el orden. Quieren conocer las
Escrituras primero y luego a Mashiaj, pero lo único que logran es obtener
conocimiento bíblico. Por la misericordia de Elohim, MattiYah y Kefá recibieron
la revelación de Mashiaj, lo cual les permitió entender las Escrituras. Es
posible que nosotros no entendamos lo que esto significa ya que no somos judíos,
pero si lo fuéramos y viviéramos en la tierra de Yahudá en el Tanaj, y
estudiáramos las Escrituras según la letra, ellas serían un misterio para
nosotros. Hoy, el Tanaj sigue siendo un misterio para muchos incrédulos y para
muchos teólogos. Pero Kefá, MattiYah, Yahanan y Yaakov conocieron a Yahshua de
Nazaret; Elohim les reveló a Su Hijo. Por eso, cuanto más leían la Palabra, más
revelación recibían. Cada pasaje les indicaba que lo que estaba ocurriendo era
el cumplimiento de las Escrituras. Al leer de Bereshit a MalajiYah, reconocían
que Yahshua de Nazaret era el Hijo de Elohim, el Mashiaj esperado. Ellos no
llegaron a conocer las Escrituras por medio de las Escrituras, sino por medio
de Mashiaj. El que conoce a Mashiaj, conoce las Escrituras, y cuando las leen, simplemente
lo reconocen en ellas. Muchos que profesan ser creyentes han leído las
Escrituras por años, pero no las entienden. Sin embargo, una vez que se dan
cuenta de que Yahshua es el Salvador, su concepto acerca de las Escrituras
cambia, y éstas se transforman en un libro nuevo para ellos.
La revelación procede de Mashiaj; así que, para conocer las
Escrituras, primero necesitamos conocer a Mashiaj. La revelación de Mashiaj y
la revelación de las Escrituras van juntas. La experiencia nos indica que es
inútil estudiar la Palabra por sí sola. Ese estudio no garantiza que uno llegue
a conocer al Adón, ni que obtenga revelación. Debemos recordar que conocer al
Adón equivale a conocer las Escrituras. Esto fue lo que experimentaron los doce
discípulos, y más adelante, Shaúl. Éste pertenecía a la secta de los fariseos, los
cuales se caracterizaban por ser eruditos de las Escrituras. A pesar de eso, ellos
no conocían al Adón. Shaúl era un fariseo fiel y devoto que conocía muy bien
las Escrituras. No obstante, él perseguía a los que seguían el Camino (MaAseh 9:2;
22:4). Esto nos muestra que uno puede conocer muy bien las Escrituras y a la
vez perseguir al Adón Yahshua. Tal fue el caso de Shaúl, quien aborrecía y
perseguía al Adón. Él era perverso y buscaba a los creyentes, tanto hombres
como mujeres, para llevarlos atados a Yahrushalayim. Él fue un perseguidor
implacable de la congregación hasta el día cuando Elohim resplandeció sobre él.
"Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Adón?" MaAseh 9:1-6
Y cuando lo supo, le preguntó:
"¿Qué haré, Adón?" MaAseh 22:10
Shaúl supo que Yahshua era el Hijo de Elohim, no por haber
estudiado las Escrituras, sino porque Elohim se lo reveló. En este pasaje, Shaúl
verdaderamente cayó en tierra. Cuando su cuerpo cayó, cayó su yo y todo su ser.
Shaúl fue humillado tanto en su hombre exterior como en su hombre interior. En
el libro de MaAseh y en sus epístolas, vemos que a Shaúl se le reveló que
Yahshua de Nazaret es el Mashiaj, el Hijo del Elohim viviente. Después de
recibir esta revelación, el Tanaj adquirió luz y vida para él.
Si nuestro interés al leer las Escrituras no es conocer a
Mashiaj, no podremos penetrar en ella. Para muchas personas las Escrituras son
un libro complejo y misterioso. No importa cuánto oigan de la excelencia de ese
libro, no lo podrán entender. Para nosotros este libro es cristalino, pero para
ellos es muy complicado. Esto se debe a que ellos no conocen a Mashiaj. El que
conoce a Mashiaj, conoce la Palabra de Elohim. Son pocas las personas que han
encontrado a Elohim leyendo las Escrituras. En Su misericordia a Elohim le
place alumbrarlos de esta manera y salvarlos. Pero normalmente conocemos las
Escrituras cuando ya conocemos a Mashiaj. Elohim guió a Shaúl a explicar en sus
epístolas quién era este Yahshua. Al leer Romaniyim, GalutYah y Efesiyim
encontramos a un hombre cuyo entendimiento del Tanaj era diáfano. ¿De dónde
adquirió Shaúl este conocimiento? Él, primero, conoció a Mashiaj, y por medio
de este conocimiento entendió, ahora sí del modo correcto, las Escrituras.
Para ser ministros de la Palabra, tenemos que conocer a
Mashiaj. Si le conocemos, conoceremos las Escrituras y podremos servir como
ministros de Su Palabra. Si no nos conformamos a esta norma, no podremos
ejercer la función de ministros. Shaúl vio una gran luz que le permitió conocer
a Mashiaj. Al ser salvo, fue inmediatamente a la sinagoga a anunciar que
Yahshua era el Mashiaj.
"Y estuvo Shaúl por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida comenzó a proclamar a Yahshua en las sinagogas, diciendo que Él era el Hijo de Elohim". MaAseh 9:19-20
Sin embargo, los judíos no creyeron su mensaje. ¿Qué hizo
entonces?
Shaúl mucho más se fortalecía, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Yahshua era el Mashiaj. MaAseh 9:22
Ya que los judíos creían en el Tanaj, Shaúl los confundía al
citar porciones de las Escrituras que demostraban que Yahshua es el Mashiaj.
¡Qué sorprendente! Días antes, este hombre había perseguido a los que invocaban
este nombre y los había llevado atados al sumo sacerdote. ¿Cómo pudo demostrar
por medio de los escritos del Tanaj que Yahshua es el Mashiaj? Esto nos muestra
que la base del ministerio de la Palabra es conocer a Mashiaj.
Permítanme repetir: nosotros tenemos las Escrituras muy en
alto. El fundamento de la palabra de Elohim está reflejado ciertamente en las
Escrituras. Sin embargo, no podemos ser ministros de la Palabra dependiendo de
las Escrituras solamente. Si bien es cierto que los que no leen las Escrituras
no participan en la Palabra de Elohim, los que la conocen externamente pueden
no ser verdaderos ministros de la Palabra. Conocer a Mashiaj nos hace aptos
para participar en este servicio, conocer las Escrituras no necesariamente. Si
deseamos ser profetas de la palabra del Adón, necesitamos que Elohim nos
ilumine y nos muestre que Yahshua es el Mashiaj, el Hijo de Elohim. Comprender
esto hará que demos un giro de ciento ochenta grados, nos olvidemos de todo lo
que sabemos y nos humillemos ante Elohim. Una vez que conozcamos al Adón de
esta manera, las Escrituras serán un libro nuevo, revelador y fácil de
entender.
Los apóstoles, como por ejemplo MattiYah, Kefá, Yahanan y
Shaúl, tenían la revelación que les permitía conocer a Mashiaj. El Adón Yahshua
le dijo a Kefá:
"Sobre esta roca edificaré Mi congregación". MattiYah 16:18
La roca no era Kefá, como aseguran los católicos, sino la
revelación que acababa de recibir. Yahshua edifica la congregación sobre este
entendimiento. La roca a la que alude el Adón no sólo es Mashiaj mismo, sino
también la revelación acerca de Él. No alcanza con ver la roca, con saber que
existe y aceptarla, es necesario recibir la revelación de lo que eso implica. "Los
demonios también creen y tiemblan", dice la Palabra, pero sabemos que no
por eso son salvos ni tienen revelación. El Adón Yahshua dijo que lo que Kefá
entendió no se lo había revelado carne ni sangre, sino el Padre que está en los
cielos; por eso lo llamamos revelación. La roca es Mashiaj, el Hijo de Elohim.
Conocemos esta roca por haber recibido revelación. El Adón dijo: "Sobre
esta roca edificaré Mi congregación". Esto quiere decir que la
congregación se edifica sobre Yahshua como el Mashiaj y como el Hijo de Elohim,
y sobre la revelación (que se convierte en comprensión y entendimiento
espiritual en nuestro interior) de lo que eso significa. Este es el fundamento
de la congregación. Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella, porque
su fundamento es Mashiaj revelado. Este fundamento es el Hijo de Elohim.
Además, debemos prestar atención al hecho de que sólo
podemos conocer a Yahshua de Nazaret como el Mashiaj y como el Hijo de Elohim
por medio de la revelación divina, no por la interpretación bíblica enunciada
por carne y sangre. En la actualidad muchas personas predican las Escrituras, pero
sus exposiciones proceden de carne y sangre. El conocimiento que procede de la revelación
proviene del Padre que está en los cielos y está por encima de todo eso. La
palabra de Elohim nos conduce a conocer a Yahshua de Nazaret, y la congregación
se edifica sobre la roca de la revelación acerca de Mashiaj.
Recibir la revelación acerca de Mashiaj fue crucial para
Kefá, Shaúl, Yahanan y MattiYah; y también lo es para la congregación ahora.
Para servir a Elohim en el ministerio de la Palabra, necesitamos esta
revelación fundamental, porque sin ella podremos enseñar acerca de las Escrituras,
pero no ministraremos a Mashiaj. La función del ministro de la Palabra es
servir a Mashiaj e impartirlo a los demás, con base en la revelación de
Yahshua. La congregación se edifica sobre este fundamento. Así que necesitamos
esta revelación, ya que sin ella la congregación no tiene fundamento. Es
necesario recibir la revelación y la certeza de que Yahshua de Nazaret es el
Mashiaj, el Hijo de Elohim.
"Todo aquel que cree que Yahshua es el Mashiaj, es nacido de Elohim". Yahanan Alef 5:1
Todo el que cree que Yahshua es el Hijo de Elohim, es
engendrado de Elohim. La vida y el poder de Elohim le permiten a esta persona
conocer a Yahshua como el Mashiaj, el Hijo de Elohim. Cuando Elohim nos da este
conocimiento fundamental y lo podemos ver claramente, nuestro entendimiento de
las Escrituras cambia por completo. Ya no predicamos las Escrituras, sino que
impartimos a Mashiaj a los oyentes cuando ministramos.
Todo aquel que desee ser ministro de la Palabra necesita
experimentar lo que Kefá, MattiYah, Yahanan y Shaúl experimentaron. Algunos
hermanos no tienen mucho conocimiento de las Escrituras; sin embargo, tienen
algo especial: se humillaron ante el Adón en alguna ocasión, y saben que
Yahshua de Nazaret, el Mashiaj de Elohim, está muy por encima de todas las actividades.
Este Yahshua, quien es el Hijo de Elohim, lo trasciende todo. Si uno tiene esta
comprensión, sabe exponer las Escrituras y llega a ser un excelente ministro de
la Palabra. Debemos recordar que el ministerio de la Palabra se basa en conocer
a Mashiaj. No basta tener conocimiento bíblico. No digo que la exposición
bíblica no tenga ningún valor, ni que conocer las Escrituras sea perjudicial, sino
que una persona que no conoce a Mashiaj y lee las Escrituras superficialmente, no
es apta para ejercer el ministerio de la Palabra, dado que éste se basa en una
revelación profunda de Mashiaj, no en la revelación aislada de ciertos pasajes
de la Escritura. Sin esta revelación, aunque hayamos memorizado toda las
Escrituras, no podremos ministrar la Palabra. Cuando uno tiene esta revelación,
el conocimiento y la exposición de las Escrituras no sólo serán válidos, sino
también vivos. Sólo entonces todo redundará para el bien del ministerio. Sin la
revelación interna, lo externo tiene muy poco valor. Si tenemos claridad
interior, lo externo armonizará con lo interno.
El ministerio de la Palabra requiere que uno conozca al que
yace detrás de la Palabra de Elohim. Necesitamos conocer a esta persona, porque
sólo así tendremos un cimiento para comunicar a Mashiaj por medio de las
Escrituras. El ministerio de la Palabra de Elohim consiste en conocer a Mashiaj
y ministrarlo por medio de la Palabra. No es lo mismo conocer a Mashiaj que
conocer las Escrituras. Uno no necesita postrarse ante las Escrituras a fin de
conocerlas, porque la consulta diligente en libros de referencia y una buena
memoria son suficientes. Pero para ser un ministro de la Palabra, uno primero
debe ser quebrantado por Elohim. Si buscamos a Elohim sinceramente y un día nos
encontramos con Él, Su luz nos permitirá ver claramente. Esta revelación
requiere que sacrifiquemos todo lo que somos. Implorar a Elohim pidiendo
misericordia implica rechazar nuestras propias ideas y decisiones, y pedir esa
luz que vence, la cual hace que nos postremos a los pies de Yahshua de Nazaret
y lo proclamemos como Adón. Entonces decimos: "Adón Yahshua, desde este
momento reconozco que Tú lo eres todo, lo trasciendes todo y lo llenas todo".
Esta luz espontáneamente producirá un mensaje en nosotros que nos constituirá
ministros de la Palabra.
¿Qué hace un ministro de la Palabra? Podríamos decir que
traduce lo que es Mashiaj en términos comprensibles usando las Escrituras, es
decir, toma las palabras de las Escrituras para presentar a Mashiaj, y el Ruaj
haKodesh toma esas palabras y las convierte de nuevo en Mashiaj dentro de los
oyentes. Tenemos que conocer a Mashiaj; necesitamos una revelación básica y un
conocimiento fundamental de Él. El ministro de la Palabra expresa a Mashiaj
mediante las palabras de las Escrituras. Puede ser que esto suene un poco
extraño, pero es un hecho. Ese ministro sabe que Mashiaj es una persona
viviente, y que las Escrituras están llenas de Él. Por la misericordia de
Elohim, él conoce y ve a Mashiaj en las Escrituras. Para él éstas son un libro abierto,
y cuando habla de cierto pasaje, historia o enseñanza, lo hace con plena
convicción. Tengamos presente que es muy importante que se lleve a cabo este
proceso de conversión que hay detrás de la palabra. Algunas personas, al hablar
de Mashiaj, lo hacen basándose en las Escrituras, es decir, las Escrituras son
su punto de partida. En cambio, para otras, Mashiaj es su punto de partida.
Esto hace que el Mashiaj vivo se convierta en las palabras de las Escrituras.
Al llegar a ser la Palabra, este Mashiaj es impartido a los oyentes. El Ruaj
haKodesh abre el entendimiento de los oyentes y les transmite a Mashiaj. Si no
conocemos a Mashiaj y solamente anunciamos las Escrituras, sólo pasaremos
conocimiento bíblico a los demás. Si las Escrituras son nuestro punto de
partida, nuestra obra acabará en el momento en que terminemos de hablar.
Necesitamos conocer a Mashiaj. El que tiene este
conocimiento fundamental expresa a Mashiaj en sus palabras, y el Ruaj haKodesh
lo aprueba. Por un lado, los ministros proclaman la palabra, y por otro, el
Ruaj haKodesh hace la obra. El Ruaj haKodesh comunica la Palabra por medio de
los ministros, y la audiencia ve a Mashiaj. Esto es ministrar a Mashiaj, y en
esto consiste el ministerio de la Palabra. Nosotros tenemos la responsabilidad
de expresar en palabras al Mashiaj que conocemos, poseemos y vemos. Esta es la
manera en que el Ruaj haKodesh transmite la palabra de Elohim. Si al dar un
mensaje partimos de las Escrituras, de las doctrinas y de las enseñanzas, el
Ruaj haKodesh no tomará en cuenta lo que digamos, ni se responsabilizará de
eso. Es erróneo creer que se puede impartir a Mashiaj simplemente presentando
las Escrituras. Sólo podemos impartirlo cuando lo conocemos. El Adón tiene que
quebrantarnos completamente para que podamos avanzar. Así que, debemos orar a
fin de que Él nos dé un entendimiento de esta revelación básica. Necesitamos
saber cómo es Mashiaj y cómo es el Adón; sólo entonces nuestra proclamación de
las Escrituras estará llena de vida.
¿Qué es un ministro de la Palabra? Es aquel que ministra a
Mashiaj de tal manera que cuando expresa la Palabra, el Ruaj haKodesh actúa; Mashiaj
es conocido y concebido; y la congregación recibe el beneficio. No debemos
echarles la culpa a los oyentes si la congregación está pobre y desolada.
Debemos comprender que nosotros somos responsables de que eso suceda. La
audiencia está acostumbrada a recibir mensajes cargados de doctrinas. Para
ellos, lo único que importa es que el mensaje proceda de las Escrituras y no se
salga de ellas. Ellos no ven la revelación acerca del Adón que se esconde en
las Escrituras, y en parte éste mismo fue el velo que estaba colocado sobre los
judíos cuando Mashíaj vino la primera vez. Ellos sólo concebían las Escrituras
como letra escrita, y no pudieron reconocerla cuando se hizo hombre. Esto
también aplica a la forma en la que muchos tratan de utilizar las Escrituras a
sus vidas: LEGALISTAMENTE. Sólo consiguen comprender las reglas, pero no ven la
esencia de vida por detrás de esas reglas.
Solamente cuando tomamos las palabras de las Escrituras para
presentar a Mashiaj y permitimos que el Ruaj haKodesh las convierta en Mashiaj
dentro de los oyentes, podemos decir que comunicamos la Palabra de Elohim.
Debemos convertir la Palabra personificado en palabras audibles. Esto permitirá
que el Ruaj haKodesh tome la palabra hablada y la convierta de nuevo en la
Palabra personificada. Sin este proceso, no se puede dar un mensaje. El
ministro de la Palabra funde la Palabra personificado con las palabras audibles:
Porque la fe viene por el oír, y lo que se oye es el mensaje del Mashíaj. Romaniyim 10:17
Así que, cuando da su mensaje, uno puede encontrar allí al
Mashiaj de Elohim y al Hijo de Elohim. El ministro de la Palabra usa las
Escrituras como vehículo que comunica la persona de Mashiaj a los demás. Cuando
habla del libro, transmite con éste a una persona. Elohim escoge a alguien así
para que ministre Su palabra. Cuando éste habla, Elohim habla; y cuando expresa
las Escrituras, Mashiaj es expresado, de tal modo que Mashiaj y las Escrituras
llegan a ser uno solo.
Si la congregación se halla en una condición pobre, se debe
a los ministros. Necesitamos pedirle a Elohim que nos conceda Su misericordia y
Su luz para que comprendamos cuán escasa es nuestra revelación. En la
actualidad, se llevan a cabo muchas actividades externas; la interpretación de
pasajes bíblicos es superficial, así como lo es el conocimiento de Mashiaj; y
la disciplina no es suficiente. Por lo general, se difunden las Escrituras sin
tocar la palabra de Elohim y sin tocar a Mashiaj. A esto se debe que la
provisión de Mashiaj en nuestra senda sea tan escasa. Cuando Elohim nos concede
Su misericordia y Su luz, vemos claramente que este Verbo existía en el
principio, que estaba con Elohim y que era Elohim; vemos que el Hijo de Elohim,
Yahshua de Nazaret, es la Palabra hecho carne. Las Escrituras y este Hombre son
la Palabra de Elohim; así que, cuando Elohim nos escoge para que seamos
ministros de Su palabra, descubrimos que, al promulgar este libro, promulgamos
a esta Persona. La predicación debe tener como fin ministrar o impartir a
Mashiaj, lo cual debe ser la meta del ministerio de la Palabra. Esa Palabra
Viva ha sido retratada en las Escrituras, pero es necesario tener el toque del
Ruaj para poder darles vida para la comprensión de otros.
El día que comprendemos lo que significa ser ministro de la
Palabra, nos damos cuenta de que no es sencillo. Entonces nos postramos delante
de Elohim y confesamos: "Adón, no puedo lograr esto por mí propia cuenta".
Qué maravilla sería si tantos simplemente admitieran esto. Disminuiría
enormemente la confusión que nos rodea. La actitud que tengamos delante del
Adón determinará nuestra posición como ministros de la Palabra. Esta palabra no
es fácil de recibir. ¿Quién la recibirá? Al dar un mensaje no nos limitamos a
hablar acerca de Mashiaj, sino que debemos impartirlo; debemos suministrar esta
Persona con nuestras palabras. Cuando los demás nos oyen, reciben a Mashiaj.
Por medio de nuestras palabras, el Ruaj haKodesh les comunica a Mashiaj. Esto
es lo que significa ser un ministro de la Palabra.
Ser un ministro de la Palabra es un asunto muy serio, porque
va más allá de la capacidad humana, y el siervo de Elohim debe estar consciente
de eso. Es posible exponer las Escrituras, predicarlas y enseñarlas sin
suministrar a Mashiaj. Debemos hacer una profunda evaluación de todo lo que
hacemos. Necesitamos ver nuestra inutilidad y comprender que no tenemos remedio,
y que a menos que el Adón nos conceda Su misericordia, no podemos hacer nada.
El ministro de la Palabra de Elohim debe postrarse delante del Adón e implorar
misericordia. No es fácil predicar la Palabra, ya que no depende de las veces
que hayamos leído las Escrituras, sino de estar en la presencia del Adón. Debemos
ministrar la Palabra de Elohim en Su presencia; debemos ministrar a Mashiaj de
tal manera que los oyentes puedan tocarlo por medio de nuestras palabras.
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