El Diluvio Universal
El
diluvio de las Escrituras es considerado por historiadores y exegetas críticos
como un producto legendario.
"La
leyenda de un diluvio universal es en sí misma un mito y no puede ser otra
cosa", aseguran todos los eruditos".
"La
idea del diluvio universal es mitológica en sí misma...".
"El
diluvio universal puede ser la magnificación mítica de un hecho natural y
periódico..."
Loisy,
Les Mythes Babyloniens Et Les Premiers Chapitres De La Genese
La
tradición de un diluvio universal es contada por todas las civilizaciones
antiguas, y también por razas que nunca alcanzaron la capacidad de expresarse
en los símbolos escritos de un idioma. Se encuentra en todo el mundo, en todos
los continentes, en las islas del Pacífico y Atlántico, en todas partes. Por lo
general, se explica como una experiencia local llevada de lugar en lugar, de
boca en boca. El trabajo de recopilar dicho material se ha realizado
repetidamente, y sólo fatigaríamos a todos si yo repitiera estas historias
contadas en todas partes del mundo (que por otra parte muchas ya hemos
mencionado en posts anteriores), incluso en lugares nunca visitados por
misioneros. Además del diluvio de Noaj tenemos, en la mitología babilónica, el
diluvio de Utnapishtim; en la mitología griega, a Deucalión y Pirra, en la
mitología hindú, en el Satapatha Brahmana, a Manu; como las leyendas más
conocidas, y también tenemos mitos de todas partes del mundo: India, China,
Malasia, Sumatra, Borneo, las Célebes, Nueva Guinea, islas del Pacífico,
Brasil, Ecuador, Perú, Chile, Guyanas, EUA, Nicaragua, México, Alaska,
Groenlandia, África, Polinesia, Australia... (Frazer, James George - Folklore
in the Old Testament).
Las
tradiciones recopiladas tampoco son idénticas en detalles, y a veces son muy
diferentes en su entorno de la historia de Noaj, pero todas están de acuerdo en
que la tierra fue cubierta hasta las cimas de las montañas por el agua del
diluvio que venía de arriba, y que sólo unos pocos seres humanos escaparon de
la muerte en el diluvio. Las historias suelen ir acompañadas de detalles sobre
una división simultánea de la tierra.
En
la América precolombina, la historia de un diluvio universal fue muy
persistente; la primera era mundial se llamó Atonatiuh, o la era que llegó a su
fin por un diluvio universal. Esto está escrito e ilustrado en los antiguos
códices de los mexicanos y fue narrado a los españoles que llegaron al Nuevo
Continente, y ya mencionamos antes estas cosas. Los nativos de Australia,
Polinesia y Tasmania, descubiertos en el siglo XVII, relataron tradiciones casi
idénticas.
En
Mesopotamia se encontraron tablillas de arcilla con inscripciones sobre las
edades tempranas y el diluvio. Su similitud con el relato bíblico y con la
historia del sacerdote caldeo Beroso, que vivió en la época helenística, causó
gran sensación a finales del siglo pasado y ahora de nuevo está de moda. En
este sensacional descubrimiento se basó el panfleto sensacionalista "Bavel
und Bibel", de Friedrich Delitsch (1902), quien trató de mostrar en él que
los hebreos simplemente habían tomado prestada esta historia, junto con muchas
otras, del acervo babilónico de leyendas. Algo que muchos otros han continuado
trabajando hasta hoy.
Pero
si aquí y allá se podría llegar a argumentar que el escritor de las Escrituras
tomó prestada la historia del diluvio de los babilonios, y algunos nativos, de
los misioneros que los visitaron y les contaron la historia (¿realmente podemos
creer que los indígenas acrecentarían a sus historias primitivas una de los
"conquistadores" o misioneros, sólo porque les hayan gustado? ¿Y que
lo hayan hecho en todas partes del mundo?), en otros casos no se podría ofrecer
tal explicación. El carácter indígena y localista de las historias en muchas
regiones del mundo hace que la teoría de los préstamos y robos parezca muy
frágil.
Los
geólogos ven vestigios de lluvias diluviales en todo el mundo; los folcloristas
escuchan la historia de una inundación universal dondequiera que se recopile el
folclore; los historiadores leen acerca de un diluvio universal en manuscritos
estadounidenses, en tablillas de arcilla babilónicas y en los anales de
prácticamente todos los pueblos cultos. Pero los climatólogos dejan muy claro
que incluso si todo el contenido de agua de la atmósfera se derramara en forma
de lluvia, la inundación resultante no podría haber cubierto ni siquiera las
laderas de las tierras bajas, y mucho menos los picos de las montañas, aunque
todos los relatos insisten en que este diluvio sí lo hizo. ¿Podremos dar una
explicación para esto? Yo creo que sí.
Los Cometas Del Terror
Los
años 1680 y 1682 fueron años de cometas inusualmente brillantes. Se imprimieron
muchos folletos, especialmente en Alemania, sobre el inminente fin del mundo;
como mínimo, se esperaban grandes catástrofes. No había nada nuevo en tales
pronósticos. En siglos anteriores y también a principios del siglo XVII, se
miraba a los cometas con asombro y espanto, y se les atribuía todo posible
efecto maligno. Así, un autor erudito, David Herlicius, publicó en 1619 un
discurso sobre un cometa que había aparecido poco antes, en 1618, y enumeró las
calamidades que este cometa, y los cometas en general, traen consigo o
presagian:
Desecación
de las cosechas y esterilidad, pestilencia, grandes vientos tormentosos,
grandes inundaciones, naufragios, derrota de ejércitos o destrucción de
reinos... muerte de grandes potentados y eruditos, cismas y rupturas en la
religión, etc. Los presagios de los cometas son triples: en parte naturales, en
parte políticos y en parte teológicos.
David
Herlicius también citó a Cicerón: "Desde
el más remoto recuerdo de la antigüedad se sabe que los cometas siempre han
presagiado desastres". (Cicerón, De Natura Deorum). Los pitagóricos
creían que los grandes cometas aparecen a grandes intervalos de tiempo.
El
miedo e incluso el horror causado por el cometa de 1680 apenas comenzaba a
calmarse cuando en 1682 apareció otro gran cometa.
Edmund
Halley tenía veintiséis años cuando apareció este cometa de 1682. Tenía
experiencia en observaciones y cálculos astronómicos, habiendo pasado un tiempo
en la isla de Santa Elena, catalogando allí 341 estrellas del sur; había
observado el tránsito de Mercurio y había hecho observaciones de péndulo. Ahora
calculó la órbita del cometa de 1682 y predijo su regreso en 1759. En realidad,
Halley no descubrió por primera vez la periodicidad de los cometas. Los autores
antiguos sabían que los cometas tienen su momento de revolución. Séneca
escribió en su tratado De Cometis (que en algunos aspectos sigue siendo la
discusión más avanzada sobre este tema) que los caldeos contaban a los cometas
entre los planetas (Quaestiones Naturales IV). La misma opinión se le atribuyó
a Hipócrates. Los rabinos conocían un cometa con una periodicidad de unos 70
años. En el segundo siglo de esta era, el rabino Joshua dijo: "Hay una estrella que aparece cada 70
años y engaña a los capitanes de los barcos". Se ha sugerido que esta
declaración es una referencia al cometa Halley (W.M. Feldman, Rabbinical
Mathematics and Astronomy).
Sin
embargo, poco consciente de las obras de los antiguos, el mundo moderno aclamó
a Halley como el descubridor de la periodicidad de los cometas, aunque esta
aclamación se produjo sólo después de que su pronóstico se hizo realidad. El
cometa de 1682, o cometa Halley, regresó en 1759.
Pero
cuando Halley ofreció su teoría de la periodicidad de los cometas y del retorno
del cometa observado después de setenta y cinco años, esta teoría no fue
recibida inmediatamente con entusiasmo. Sin embargo, en la mente de un
matemático contemporáneo, la idea de un retorno periódico de los cometas fue el
comienzo de una teoría ampliamente desarrollada del origen del mundo y de la
naturaleza del diluvio. Como podemos ver, y debido a que este conocimiento era
muy claro en las mentes de las civilizaciones más antiguas de todas partes del
mundo, sólo podemos concluir como el sacerdote hebreo del Timeo de Platón que "los hombres (no sólo los griegos) son
todos como niños, no recuerdan nada de las cosas antiguas..." y
agregamos: y lo que no entienden lo ridicularizan, lo tratan de mentira o
leyenda, lo ignoran... hasta que, a veces, lo redescubren, y aseguran que ACABA
DE SER DESCUBIERTO. Esta es la manera de ser de la soberbia ignorancia del
mundo actual.
William
Whiston, nacido en 1667, publicó en 1696 su Nueva Teoría de la Tierra. En este
libro afirmó que el cometa de 1682 tenía una periodicidad de 575 años y medio;
que el mismo cometa había aparecido en febrero de 1106, en +531 en el consulado
de Lampadius y Orestes, y en septiembre de -44, año del asesinato de César. La
periodicidad de 575 años y medio del cometa de 1682, y sus retornos anteriores
comenzando en -44, fueron propuestos por primera vez por Halley y aceptados por
Newton (Philosophiae Naturalis Principia Mathematica tercera ed., 1726, Libro
III, Proposición XLI, Problema XXI). Whiston afirmó además que este cometa se
había encontrado con la Tierra en -2346 y provocó el Diluvio.
Whiston
encontró en la literatura clásica referencias al cambio de inclinación del eje
terrestre y, atribuyéndolo a un desplazamiento de los polos por el cometa del
Diluvio, concluyó que antes de esta catástrofe coincidían los planos de
rotación diaria y revolución anual y que, por lo tanto, no había habido
estaciones. También encontró referencias a un año que constaba únicamente de
360 días, y, aunque los autores
griegos se refirieron al cambio para el tiempo de Atreo y Thyestes, y los
romanos al tiempo de Numa, Whiston atribuyó estos cambios al efecto del
encuentro de la Tierra con el cometa del Diluvio. Como ya hemos estudiado, el
hecho de haber habido diferentes pasos de cometas (y diferentes cometas
también, el Halley no era el cometa del diluvio ni fue el del éxodo),
produciendo similares catástrofes y grande inundaciones, ha confundido siempre
los registros, y aún resulta difícil determinar a qué desastre corresponde cada
registro, a pesar que, de a poco, hemos ido viendo cómo se aclaran las cosas.
Ha habido más de una catástrofe que fue llamada "diluvio", aunque las
posteriores (como el ya estudiado diluvio de Ogyges) no fueron ciertamente
globales.
La
idea de que un cometa anunció el Diluvio no era nueva, aunque como ya vimos, la
memoria de los hombres sufre amnesia colectiva periódica; se encuentra en
varios autores anteriores, los denominados cometógrafos y cronólogos del siglo
XVII, antes de Whiston. Pero sólo describieron la aparición de un cometa en el
momento del Diluvio como un hecho, y no dedujeron ninguna teoría de él. No se
vio ninguna relación causal: fue más en la naturaleza de una coincidencia. Una
novedad en Whiston fue la identificación del cometa de 1680 como el cometa del
Diluvio y los efectos perturbadores sobre la posición y el movimiento de
nuestro planeta, atribuidos por él a las actividades del cometa; finalmente,
levantó su teoría de que la Tierra misma fue una vez un cometa.
Aunque
es posible que nunca estemos seguros de las fuentes en las que se basaron
muchos otros antiguos autores y cometógrafos al mencionar un cometa en relación
con el Diluvio, la gran autoridad rabínica medieval Rashi probablemente estuvo
entre ellas. Rashi escribió sobre Kimáh, un cuerpo celeste mencionado en Iyov
9:9 y 38:31, y en Amoz 5:8, que es "una estrella con cola" o un
cometa. En el Talmud, Kimáh está asociado con el Diluvio, y esta parece haber
sido la fuente de la afirmación de los cometógrafos de que un cometa apareció
junto con ese evento.
La
pregunta ahora es, ¿qué fue Kimáh y cuál fue su papel en el Diluvio? ¿Era
realmente un cometa como pensaba Rashi?
Antes de buscar en las tradiciones antiguas cualquier
posible asociación de Saturno con el Diluvio, observemos que la idea de que
Saturno pueda tener algo que ver con el origen de algunos de los cometas del
sistema solar no carece de fundamento teórico. Un grupo de cometas de período
corto lleva el nombre de "familia de cometas de Saturno"; giran sobre
elipses que se acercan de cerca a la órbita de Saturno. Una familia más grande
de cometas de período corto lleva el nombre de "joviana" y se
considera que Júpiter tiene algo que ver con su origen: sus órbitas se acercan
a la órbita de Júpiter.
La explicación habitual para las familias de cometas de
Saturno y Júpiter es que originalmente habían viajado en órbitas extremadamente
alargadas o incluso parabólicas y, al pasar cerca de uno de los planetas
grandes, se transformaron en cometas de período corto, viajando en elipses; es
habitual para decir que fueron "capturados". Sin embargo, el astrónomo
ruso K. Vshekhsviatsky del Observatorio de Kiev, una de las principales
autoridades en cometas, ha presentado argumentos sólidos para demostrar que los
cometas del sistema solar son cuerpos muy jóvenes, de sólo unos pocos miles de
años, y que se originaron en explosiones de los planetas, especialmente de los
planetas principales Saturno y Júpiter, o sus lunas. Al comparar la luminosidad
observada de los cometas periódicos en sus retornos posteriores, descubrió que
fallaba y que sus masas disminuían rápidamente por la pérdida de materia en el
espacio a través del cual viajan. Así, Vshekhsviatsky concluyó que los cometas
de corta duración se originaron en el sistema solar, no fueron capturados desde
fuera de ese sistema, un punto al que la mayoría de los astrónomos todavía
adhieren, sino que llegaron a existir por explosiones de Júpiter y Saturno, y a
un menor extensión por explosiones de los planetas más pequeños, como Venus y
Marte. Para originarse de esta manera en un planeta, la masa explotada debe
superar la atracción del cuerpo padre; cuanto mayor es la masa del planeta,
mayor debe ser la velocidad inicial de la materia explosiva, la velocidad de
escape (K. Vshekhsviatsky, Publicaciones de la Sociedad Astronómica del
Pacífico Vol. 74 (1962).
Su-ma Chien, el historiador chino (ca.145-80 aEC) escribió
que el planeta Júpiter, "si no está
en el lugar donde debería estar", puede producir diferentes tipos de
cuerpos cometarios. El origen de los cometas a partir de conjunciones
(conjunciones totales, es decir, choques, no conjunciones aparentes) de
planetas fue postulado por varios filósofos griegos, entre ellos Demócrito y
Anaxágoras. (Aristóteles, Meteorologica I, 6; Diógenes Laercio; Séneca,
Quaestiones Naturales)
La explosión de los cuerpos cometarios de Saturno y Júpiter
se afirma sobre la base de observaciones y cálculos puramente astronómicos; las
circunstancias de tales explosiones deben haber sido ciertamente
extraordinarias; el momento en que esto sucedió debe medirse en miles de años,
no en decenas de miles o millones.
Siguiendo las fuentes rabínicas que declaran que el Diluvio
fue causado por dos cometas eyectados por el planeta Kimáh, y nuestra
interpretación del planeta Kimáh como Saturno que
vamos a ver a continuación, comenzamos a comprender los textos astrológicos,
como ciertos pasajes del Tetrabiblos de Ptolomeo, que atribuyen al planeta
Saturno, las inundaciones y todas las catástrofes causadas por la marea alta, y
su relación con el frío y la sequedad.
Saturno
produce frío y sequedad, porque está muy alejado tanto del calor del Sol como
de los vapores de la tierra. Pero es más eficaz en la producción de frío que de
sequedad...
Ptolemy's Tetrabiblos, Chapter IV,
The Influences Of The Planetary Orbs, 41 (Online,
página 12)
Pero
Saturno y Marte son estimados de naturaleza contraria, y maléficos, o causantes
del mal: el primero por su exceso de frío, el otro por su exceso de sequedad.
Ptolemy's Tetrabiblos, Chapter V,
Benefics and malefics, 42 (Online,
página 14)
La presencia del planeta en Acuario trajo especialmente
expectativas de fuertes lluvias e inundaciones. En la Farsalia de Lucano se
dice que:
"...el
planeta frío y malicioso Saturno hubiera encendido sus oscuros fuegos en lo
alto, provocando así un Diluvio verdaderamente Deucalioniano para abrumar estas
tierras".
Muchos de los antiguos astrólogos estaban de acuerdo en este
punto. En una obra titulada Speculum astrologiae, Junctinus atribuye
inundaciones a la acción de los cometas de Saturno. Los textos cuneiformes
contienen profecías de un diluvio que tiene lugar cuando un cometa asume una
dirección con la cabeza hacia la Tierra.
Los filósofos de la antigüedad que no eran astrólogos
también expresaron su creencia de que Saturno está de alguna manera relacionado
con la humedad, entre ellos los presocráticos Philolaus y Philodemus, y, algo
más tarde, Platón. El anciano Plinio escribió en su Historia Natural que "es bien sabido que las fuertes lluvias
siguen a las transiciones de Saturno". Servio afirmó que "Saturno es un dios de las lluvias...
Cuando está en el signo de Capricornio, provoca lluvias muy fuertes,
especialmente en Italia" y nuevamente: "Saturno es el dios de todo lo que es húmedo y frío". Proclo
registró las creencias de los pitagóricos: "De
nuevo, en los cielos, Ares es fuego, Júpiter aire, Cronos agua". Nonnos
se refirió al "antiguo Kronos, de
rodillas pesadas, lluvia torrencial". Hipólito escribió sobre las
creencias de un miembro de la secta Peratae: "Pero el agua, dice, es destrucción; ni el mundo, dice, pereció
por ninguna otra cosa más rápido que por el agua. Agua, sin embargo... afirman
(que es) Cronos". Reconocemos que la conexión astrológica entre
Saturno y las catástrofes creadas por la marea alta tiene un origen muy
antiguo.
En la historia caldea del Diluvio, contada por Beroso,
Cronos (Saturno) le reveló al rey Xisuthros que un diluvio universal comenzaría
el 15 del mes Dasios. Abydenos dice: "Kronos
anunció a Sisithros que una inundación vendría desde arriba". ¿Cómo
Kronos, un planeta, advertiría a un sacerdote? Bien, los hombres transformaron
a los planetas en dioses, pero los sacerdotes era buenos astrónomos, y supieron
entender los movimientos y alteraciones celestes. Una vez que comenzaron a
suceder las catástrofes, para el hombre resultó fundamental (y vemos que sucede
en todas las civilizaciones) construir observatorios ("lugares
altos", los llama las Escrituras) para vigilar los movimientos de los
astros, a los que por supuesto, terminaron adorando.
Baraq'el
(enseñó) los signos de los rayos; Kokab'el los presagios de las estrellas;
Zeq'el los de los relámpagos; -"el enseñó los significados; Ar'taqof
enseñó las señales de la tierra; Shamsi'el los presagios del sol; y Sahari'el
los de la luna, y todos comenzaron a revelar secretos a sus esposas. Sefer
Janój 8:3
Los Vigilantes caídos, más conocedores de las cosas
celestes, se dice que fueron los que enseñaron a los hombres a reconocer las
señales. Es interesante que Kokab'el es quien enseña los presagios de las
estrellas, y en hebrero, kokab significa "estrella".
Kimáh
Amoz revela que Yahweh ordena a los planetas.
Él
hizo las Pléyades y el Orión, él convierte la tiniebla profunda en amanecer y
oscurece el día como la noche, Él convoca el agua del mar y la derrama sobre la
tierra, ¡su nombre es Yahweh! Él es quien arroja destrucción sobre los fuertes,
para que venga ruina sobre las fortalezas. Amoz 5:8-9
Donde traducen "las Pléyades y Orión", en el
hebreo original dice KIMÁH (H3598) y KESÍL (H3685). Kimáh deriva de KUMÁZ
(H3558), que significa "brazalete", y Kesíl deriva de KISÍL (H3684),
significa necio, tonto, envanecido. Según la Strong, Kesíl puede aplicar a
cualquier constelación importante, aunque todos la traducen como Orión (al
parecer, están todos de acuerdo en que es la más importante, por lo que, como
tantas cosas, se ha convertido en su nombre, aunque no necesariamente lo haya
sido desde la antigüedad). Orión no es algo de importancia en las Escrituras
(aunque se han empeñado en hacerlo aparecer, junto con las Pléyades).
En
el Talmud de Bavel se dice que el Diluvio fue causado por dos estrellas que
cayeron hacia la tierra. La declaración dice:
Cuando
el Santo... quiso traer una inundación sobre el mundo, tomó dos estrellas de
Kimáh y trajo una inundación sobre el mundo.
Tractate
Berakhot 59a, 1
Rashi
dice que en la palabra citada, "Kimáh", significa "una estrella
con cola o un cometa". ¿Debe entenderse que dos grandes meteoritos
surgieron de un cometa y cayeron sobre la Tierra, causando maremotos? Se
conocen casos en los que cayeron meteoritos mientras un cometa brillaba en el
cielo, y el caso clásico se encuentra en Aristóteles, ya mencionado antes, el
meteorito de Aegospotami. Si un meteorito igual en masa al que por su impacto
formó el cráter de Arizona (meteorito Barringer) cayera al océano, se producirían
marejadas de gran extensión, posiblemente dando vueltas alrededor del globo.
Entonces, ¿debemos entender el Diluvio como un enorme maremoto que se precipita
a través de los continentes? Esta imagen difiere mucho de la historia de
Bereshit, según la cual el agua cayó durante un largo período del cielo y las
aguas de las profundidades subieron, cubriendo la superficie de la tierra. Sin
embargo, Ginzberg nos amplía un poco:
El
diluvio fue producido por la unión de las aguas masculinas, que están sobre el
firmamento, y las aguas femeninas que brotan de la tierra. Las aguas superiores
se precipitaron a través del espacio dejado cuando Elohim quitó dos estrellas
de la constelación de Pléyades. Después, para detener el diluvio, Elohim tuvo
que transferir dos estrellas de la constelación del Oso a la constelación de
las Pléyades. Por eso el Oso corre tras las Pléyades. Quiere recuperar a sus
dos hijos, pero sólo le serán devueltos en el mundo futuro.
Ginzberg - Legends of the Jews I,
página 162
El
Tratado Berakhot apunta tan explícitamente a ésta como la causa del Diluvio que
debemos preguntar: ¿Cuál cuerpo celeste es Kimáh?
En
el Tanaj, Kimáh se menciona en varios casos (casi siempre junto con Kesíl):
...el
que hizo la Osa (Ash) y el Orión (Kesíl), las Pléyades (Kimáh), y las cámaras
de viento del sur... Iyov 9:9
Y
también Amoz, que estamos estudiando. Por su parte, Kesíl aparece sólo una vez
más:
Las
estrellas y las constelaciones del cielo (Kesileijem) no irradiarán su luz; el
sol se oscurecerá al salir, y la luna no dará su luz. YeshaYah 13:10
Estas
"constelaciones del cielo" ("estrellas",
"luceros", en otras versiones), son el plural de Kesíl: kesileijem.
Aquí tenemos un par de casos de gramática hebrea. La terminación
"jem" es un sufijo hebreo que significa "sus" o
"suyos" de ustedes, "vuestros". La palabra aquí está en
estado constructo, que es una forma que toman algunos sustantivos o adjetivos
para expresar una relación de caso genitivo, y se ve en su sufijo "ei".
Es común en el hebreo tener más de un sufijo unido al final de una palabra, en
este caso tenemos la terminación "ei" más "jem". El
genitivo puede compararse con nuestro posesivo, aunque implica mucho más que
simple posesión, también implica la proveniencia, el material de la cosa, etc.,
como en el caso de "el hijo de", que implica no posesión sino
procedencia genética. En este caso, Kesileijem debería traducirse como
"vuestros kesiles de Kesíl", donde "kesiles" (palabra que
no existe sino que invento para explicar) sería dos cuerpos celestes
provenientes de Kesíl. Estos dos luceros los veremos más adelante.
Lo
que aquí dice es que las estrellas (KOKAB) y "vuestros Kesileijem" no
brillarán, el sol (SHÉMESH) se oscurecerá y la luna (YARÉAJ) también.
En
las diferentes versiones, los otros nombres se traducen como Arcturus (la
tercera estrella más brillante, cercana a la Osa Mayor) u Orión para Kesíl y Pléyades
para Kimáh. Las "cámaras del sur" se suelen
explicar como siendo constelaciones del sur.
Kimáh
y Kesíl también se nombran en Iyov, aquí nuevamente en un contexto que trata de
los actos violentos a los que alguna vez fue sometida la Tierra:
¿Quién
encerró con puertas el mar (YAM), cuando estalló, como si hubiera salido del
vientre? (...) Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará
el orgullo de tus olas... ¿Has mandado tú a la mañana (BOQUER) en tus días?
¿Has mostrado al amanecer (YOM) su lugar, para que se apodere de las alas de la
tierra, y los impíos sean sacudidos de ella? Iyov 38:8, 11-12
El
Adón le pregunta a Iyov:
¿Podrás
atar con cadenas a las Pléyades (Kimáh) o aflojar las cuerdas del Orión
(Kesíl)? ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos (Mazzarot), o
guiarás a la Osa Mayor (ASH) con sus hijos? Iyov 38:31-32
Mazzarot
no se traduce en algunas versiones, como la King James. Es el plural de MAZZARÁ
(H4216).
Jerónimo,
el autor del siglo IV de la Vulgata, la versión latina, traduce Kimáh como
Arcturus en un caso (Amoz 5), como Pléyades en otro (Iyov 38) y como Híades en
el tercero (Iyov 9).
De
manera similar, Kesíl fue traducido por la Septuaginta como Hesperus, o la
estrella vespertina, y en otro caso como Orión. Aish o Ash, traducido como
Arcturus en la Vulgata, se traduce como Pléyades en la Septuaginta.
Obviamente,
el verdadero significado de estos nombres se perdió, porque una misma autoridad
en varios casos utilizó diferentes constelaciones de estrellas o planetas para
cada uno de ellos: Kesíl, Kimáh, Mazzarot, Aish. Los intérpretes posteriores
tantearon en la oscuridad, y cada uno tradujo como "pensó que era",
es decir: NO TRADUJERON SINO QUE INTERPRETARON SEGÚN SU PROPIA OPINIÓN. Habría
sido mejor transliterar los nombres y dejarlos como estaban, pero eso debería
ser algo como ADMITIR QUE NO SABEN TODO, parece ser imposible para los sabios a
sus propios ojos. Muchos recibirán una buena zamarreada como la que Yahweh le
dio a Iyov, y les preguntará qué creen que saben, ya que no saben nada de nada.
Mazzarot significa
"estrella de la mañana o tarde"; la Vulgata usa Lucifer para Mazzarot y la
Septuaginta dice:
"¿Puedes
dar a luz a Mazzarot en su tiempo y guiar a la Estrella Vespertina por su largo
cabello?".
Ya
hablamos acerca de por qué se describió a la estrella de la mañana-tarde con
cabello o coma, y por qué
Venus no apareció en sus estaciones.
Los
intérpretes estaban especialmente intrigados por la descripción de Iyov 38. El
Adón le pregunta a Iyov si puede atar las cadenas de Kimáh o soltar las riendas
de Kesíl. ¿Qué estrella está encadenada? ¿Y a qué estrella se la tira de las
riendas, como si fueran caballos?
Aparentemente,
los otros miembros del grupo también eran planetas. Y, de hecho, podríamos
haber comenzado por la revelación de que en la literatura rabínica se hace
referencia a Kimáh como Mazal Kimáh. En hebreo, mazal significa
"planeta". De hecho, Galgal ha-Mazlot es el círculo o rueda del
zodíaco, de los planetas. De aquí también deriva la frase del hebreo moderno
"mazal tov", "buena suerte", que literalmente significa
"buen destino", o "buena estrella". Entonces, ¿qué planeta
es Kimáh? Si podemos averiguar cuál de los planetas es Kimáh, entonces sabremos
también a qué planeta asignó el Talmud la causa física de la inundación mundial
del diluvio. Como hemos visto, los textos bíblicos por sí mismos no contienen
los medios para determinar cuál de los planetas son Kimáh y Kesíl.
Sobre
el tema de las estrellas, la Guemará señala que Shmuel planteó una
contradicción entre las implicaciones de dos pasukim con respecto a las
constelaciones. Por un lado está escrito: "Quién hace la Osa Mayor, Orión,
las Pléyades y las cámaras del sur" (Iyov 9:9); Orión precede a las
Pléyades. Y por otro lado está escrito: "El que hace las Pléyades y
Orión" (Amoz 5:8); Pléyades precede a Orión. Entonces, ¿cómo se reconcilia
esto? La Guemará responde: SI NO FUERA POR EL CALOR DE ORIÓN, EL UNIVERSO NO
PODRÍA EXISTIR DEBIDO AL FRÍO DE LAS PLÉYADES; Y POR EL CONTRARIO, SI NO FUERA
POR EL FRÍO DE LAS PLÉYADES, EL UNIVERSO NO PODRÍA EXISTIR DEBIDO AL CALOR DE
ORIÓN.
Tratado
Berakhot, 58b, 12
Kesíl
significa en hebreo "tonto, necio". De los textos bíblicos no es
evidente por qué uno de los planetas recibió este nombre adverso, o por qué,
más probablemente, la palabra "tonto" se derivó del nombre del
planeta.
En
la Ilíada, a Ares-Marte se le llama "necio" (equivalente a tonto).
Palas Atenea le dijo:
¡Necio!
Aún no has comprendido que me jacto de ser mucho más fuerte y osas oponer tu
furor al mío.
La
Ilíada, Libro XXI, línea 410 (Online,
página 226)
Estas
palabras también explican por qué Marte fue llamado tonto: chocó repetidamente
con el planeta-cometa Venus, mucho más masivo y más fuerte que él. Para los
pueblos del mundo, este combate prolongado debió parecerles como una acción muy
valiente por parte de Marte, que no descansaba sino que subía una y otra vez
para atacar a la estupenda Venus... o debió parecerles una acción tonta la de
insistir, ya que siempre perdía. Homero describió las batallas celestiales como
acciones de locura por parte de Marte. Así, Kesíl, o "tonto", entre
los planetas nombrados en el Tanaj, es muy probablemente Marte.
En
Plinio encontramos una frase que dice:
"La
estrella Marte tiene un resplandor ardiente... debido a su calor excesivo y la
escarcha de Saturno, Júpiter al estar situado entre ellos combina la influencia
de cada uno y lo hace saludable".
Plinio,
Historia natural II. 34
El
efecto de calentamiento atribuido en el Talmud a Kesíl es atribuido por Plinio
a Marte, y el efecto de enfriamiento de Kimáh a Saturno. Con esta frase de
Plinio nos fortalecemos en nuestra identificación de Kesíl como el planeta
Marte; corrobora la conclusión que acabamos de llegar con la ayuda de la
Ilíada. Pero lo que es aún más importante, Plinio ayuda a identificar el
"planeta Kimáh": es Saturno.
Cicerón
también escribió que "Saturno tiene
una influencia refrescante", mientras que Marte "imparte calor" (Cicerón, De Natura Deorum, Libri II,
46). Porfirio, un autor del siglo III, escribió de manera similar con Plinio y
Cicerón: "El poder de Cronos
(Saturno) lo perciben como lento y frío. El poder de Ares (Marte) lo perciben
como ardiente".
Plotino,
contemporáneo de Porfirio, escribió: "Cuando
el planeta frío (Saturno) está en oposición al planeta cálido (Marte), ambos se
vuelven dañinos". Otras declaraciones en el mismo sentido se
encuentran en Vitruvio, y Proclo. En estas frases, como en las de Plinio y del
Talmud, se considera que Marte es un planeta ardiente, Saturno como un planeta
frío. Esto es absolutamente consistente con lo que la astrología enseña, de
manera que la pregunta es ¿de dónde surge que un planeta pueda ser frío y otro
cálido? Ya veremos esto también.
El
pasaje del libro de Iyov ahora se puede leer: "¿Podrás atar con cadenas a Saturno (Kimáh) o aflojar las riendas
de Marte (Kesíl)?". Los anillos de Saturno se pueden ver incluso hoy
con un pequeño telescopio; Saturno fue "atado".
El
pasaje del Talmud que hace al planeta Kimáh responsable del Diluvio significa: "Dos estrellas surgieron del planeta
Saturno y causaron el Diluvio".
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